miércoles, 20 de abril de 2016

Cuadros por autor

Cuadros de Hyacinthe Rigaud

El Retrato de Armand Jean Le Bouthillier de Rancé, abad de La Trapa, es uno de los más famosos retratos deHyacinthe Rigaud, pintado entre 1696 y 1697, y cuya historia nos ha llegado principalmente gracias al relato deLouis de Rouvroy, duque de Saint-Simon, en sus Memorias.

Génesis

Tan sabrosa como precisa y detallada, la preciosa narración de la génesis del retrato del abad de La Trapa, de Rigaud, legada por el duque de Saint-Simon, arroja luz sobre el nacimiento de una obra y el talento de un artista .
Desde la primavera de 1696, quiso obtener un retrato del abad, quien siempre se había negado, según confirmad'Argenville: «Algunas personas, incluyendo al duque de Saint-Simon, estaban ansiosas por tener el retrato de Mr. Rancé desde que se retiró a la Trapa y vivía en el más completo alejamiento de las cosas del mundo. Requerido varias veces para dejarse retratar, el piadoso solitario se había negado a ello constantemente […]».
El duque usó, pues, una artimaña que consistía en visitar al modelo en compañía del pintor disfrazado de extranjero, con el fin de que el artista memorizase los rasgos del abad para, seguidamente, plasmarlos sobre la tela unas horas más tarde. Esta puesta en escena era lo suficientemente original como para que Saint-Simon insistiera en el hecho de que era algo extraordinario, que a Rigaud le resultase muy cansado y que este solicitara varias entrevistas con el fin de perfeccionar su captación secreta del rostro.
El duque da cuenta, por otra parte, de que la incapacidad del pintor de expresarse correctamente (recuérdese que era tartamudo) fue de alguna utilidad: «Su dificultad para hablar fue una excusa para no intervenir apenas en la conversación».
Obviamente, el ejemplar original pagado por el duque no fue el que legó a la abadía de La Trapa, en el cual todavía se puede ver la cara, pintada en un lienzo separado que se fijó después en uno más grande: «Entregué a La Trapa la copia grande, una pequeña y dos reducidas, es decir, el busto, a Monsieur de St. Louis y a Monsieur Maisne. "
El resto de la composición, según confirma el famoso cronista, fue realizado a lápiz al día siguiente de la tercera cita; el abad de Maisne posó, vestido para la ocasión, en el escritorio de Rancé para que Rigaud pudiese dibujar la pose. Aunque Saint-Simon había aceptado a regañadientes que Rigaud hiciese una réplica para su estudio, el artista faltó a su palabra y de inmediato hizo dos. Además, también parece que las diferentes copias que se hicieron después proporcionaron al catalán casi 25.000 libras.
En sus Causeries d'un curieux («Charlas de un curioso»), Feuillet de Conches1 cita una carta del abad de Maisne que atestigua la reputación del retrato acabado:
«Me sorprende tanto como a usted, señor, que todavía no tengamos un retrato grabado de N. P., habiendo tantas copias al óleo. Tal vez usted no sepa a quién debemos el primer original. […] El pintor es Rigault, el hombre más hábil que tenemos hoy en día, sobre todo en el retrato».
Los libros de contabilidad nos dicen que la pintura se pagó en 900 libras en 1697,2 es decir, 300 escudos en lugar de los 1.000 escudos solicitados por Hyacinthe Rigaud y aceptados por Saint-Simon, «l'illustre abbé de l'Attrappe, de Rancé» («el ilustre abad de l’Attrappe [sic], de Rancé»).





El Retrato del rey Luis XIV o, simplemente, Luis XIV (en francésLouis XIV), es la pintura más conocida del pintor francés Hyacinthe Rigaud, y la imagen más representativa del Gran Siglo francés. Está realizado en óleo sobre lienzo. Fue pintado en 1701. Mide 279 cm de alto y 190 cm de ancho. Se exhibe actualmente en el Museo del Louvre de París.
El rey Luis XIV era uno de los más importantes monarcas de la época; era hijo del reyLuis XIII y de la infanta española Ana de Austria, y se casó igualmente con una infanta española, María Teresa de Austria. Su nieto, Felipe, pasó a ser rey de España con el título de Felipe V de España. Luis XIV encargó este cuadro, en principio, como regalo para este nieto suyo, Felipe V. Sin embargo, gustó tanto en la corte que nunca lo enviaron a España.
La pintura fue mostrada en el salón de 1704, despertando la admiración del público de la época. Pasó a formar parte de la colección de Luis XIV. Permaneció en las colecciones reales hasta después de la Revolución cuando, en 1793 fue entregado al Museo Central de Artes de la República, más tarde conocido como el Museo del Louvre.

Es un cuadro de gran tamaño, que crea un prototipo de representación mayestático. Es un retrato del rey Luis XIV, realizado cuando este rey tenía entre 62 y 63 años de edad. Representa la quinta esencia del poder absoluto: la nobleza del marco antiguo en el que se entrevé una columna de mármol, sobre un amplio basamento en el que se ve una figura femenina con una espada y una balanza, la exuberante cortina de organzacarmesí con ribetes dorados, y la solemnidad del Rey Sol luciendo sus ropas decoronación bordadas con la real flor de lis, que se extienden por el suelo en pesados pliegues. Destaca la minuciosidad y detalle de las vestiduras reales, con el manto forrado de armiño que repite el pliegue de la cortina, y el brocado de terciopelo azul, bordado con la flor de lis, que se imita en la tapicería del sillón y del cojín, y en el mantel de la mesa. Aparecen detalles que informan sobre la moda de la época, como son las zapatillas blancas con tacón alto y lazo rojos, medias blancas de tafetán y encajes en las muñecas. El rey lleva una voluminosa peluca de pelo natural. Para resaltar la nobleza del personaje retratado, adopta un punto de vista muy bajo.
El rey está representado en majestuosa apostura, con el cuerpo ligeramente vuelto hacia el espectador, en una postura de firmeza. Aparece con los atributos del poder: lleva a un lado la espada real, y en la mano contraria, se apoya en el cetro. La corona está detrás, sobre un cojín.
Otros artistas del taller de Rigaud debieron trabajar en algunas partes del cuadro, pero la cara del rey, pintada sobre papel montado sobre el lienzo terminado, era obra del propio Rigaud, que produjo un retrato realista pero noble, en el que
«La boca está cerrada, irónica y decidida, los ojos tienen un brillo duro y oscuro, la fina nariz revela intransigencia. Este soberano no es bueno ni malo, sino que se encuentra más allá de todas las categorías morales»
Andreas Prater
Rigaud muestra en este lienzo la suntuosidad palaciega, con sus materiales nobles como el mármol, las telas preciosas, los metalesnobles y las joyas.


  


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