miércoles, 4 de enero de 2017

Abadías por países - Alemania


La abadía de Fulda puede ser considerada cuna del cristianismo en Alemania Central y semillero de las ciencias y artes y foco de la civilización.
Fulda, fundada por San Bonifacio, es la mayor y más fecunda de las útiles instituciones debidas al celo infatigable de este apóstol de Alemania. Luego que hubo convertido la mayor parte de este inmenso territorio, erigido un gran número de iglesias y conventos y cuatro nuevas sedes episcopales, se ocupó de crear un monasterio más importante que cuantos hasta entonces existían. San Sturm, uno de sus discípulos a quien había granjeado en Baviera y hecho educar en Fritzlar, le secundó admirablemente. El monasterio debía colocarse en un paraje solitario, al abrigo de las invasiones de los sajones idólatras. Sturm anhelaba una vida austera y retirada. Bonifacio le envió pues, con dos compañeros a un sitio desierto, lleno de bosques seculares, llamado Buchonia a fin de escoger una localidad propicia, examinando con extremada prudencia la naturaleza del terreno, la situación, las colinas, los valles, los manantiales y arroyos.

Historia

Estatua de San Bonifacio en Fulda
Descubrieron un lugar, donde después se edificó la pequeña villa de Hersleld, que después de tres días de averiguaciones les pareció conveniente, pero que no mereció la aceptación de Bonifacio a causa de su proximidad a las fronteras sajonas. Fue preciso emprender nuevas pesquisas. Por último, Sturm indicó una posición que satisfacía todas las exigencias de Bonifacio y que se llamaba entonces Eihloha. Carloman hizo a Bonifacio donación de esta localidad, con una extensión de 4.000 pasos cuadrados. El 12 de enero de 744, Bonifacio, acompañado de siete colegas, tomó solemnemente posesión, e inmediatamente comenzó la construcción de la iglesia y del convento. Por espacio de tres años trabajaron arduamente. Cuando las obras estuvieron completamente terminadas, pensó Bonifacio en las distribuciones interiores de su futuro monasterio. Mandó al efecto a Sturm con dos compañeros a Italia para que visitase y estudiase los establecimientos más florecientes y sobre todo, el MonteCasino, y le trajese a Fulda el resultado de sus investigaciones. Sturm permaneció un año en Italia y a su regreso le nombró Bonifacio superior y organizador del nuevo convento. El número de los religiosos aumentó rápidamente: desmontaron el terreno, que bien pronto llegó a hacerse fértil; buscaron hábiles obreros en toda clase de labores se construyeron nuevos edificios. Las celdas se multiplicaron y el nombre de Fulda resonó en todas las llanuras de Alemania. De todas partes acudían a contemplar la nueva creación del desierto, a establecerse en sus inmediaciones o a solicitar la admisión en la abadía misma. Se abrió una doble escuela, la interior para los oblatos y educandos del estado eclesiástico y otra exterior para los niños de todas las condiciones. Bonifacio envió allá muchos jóvenes de Baviera, Franconia y Turingia. La escuela llegó a un alto grado de prosperidad y Carlomagno la declaró una de las joyas de su imperio. La miró con predilección y desde 787 la propuso por modelo de escuelas, fundando en ella al mismo tiempo las bases de una biblioteca, que con el tiempo se hizo célebre. No solamente se enseñaban allí los elementos de todos los ramos, sino que cultivaban la ciencia y las artes en todas las ramas entonces conocidas. Sobre todo, desde que fue superior Rábano Mauro, se palparon notables y rápidos progresos.

El trabajo en la escuela

Rábano Maurt tenía apenas 26 años cuando le puso al frente de esta escuela y ya su renombre atrajo a ella tal afluencia de alumnos que no siempre podían admitirse todos. Ella vino a ser el centro de la cultura e ilustración de Alemania, como Rábano Mauro era el representante de toda la ciencia de su época. Rábano, elegido abad superior en 822, había sentado los fundamentos de una escuela especial de arles, que completó Hadamar, decimotercero abad. Destinaron ciertos bienes raíces y determinadas rentas de la pertenencia particular del abad a obras de arte, a trabajos de arquitecturaescultura, cinceladura y mecánica y el intendente tenía la obligación de velar porque nunca faltasen fondos en la caja abadial y cuidar de que los artistas estudiasen constantemente y tuviesen a la vez educandos que formar.
Muchos religiosos se distinguieron por su saber: otros, como pintores y escultores, hallando cada uno a que dedicarse en el monasterio según su respectiva propensión y naturales dones y capacidad. Estos fieles representantes de la sabiduría divina, no desdeñaban ocupación alguna de cuantas pudiesen nutrir el espíritu y contribuir al bien general. Empleaban todo el tiempo libre de sus obligaciones eclesiásticas, en el estudio de las ciencias, en el ejercicio de las bellas artes y en la lectura de las sagradas letras. Dictaban unos y otros escribían comentarios sobre los libros del Antiguo y Nuevo Testamento; estos traducían e interpretaban la Biblia; aquéllos se consagraban a procurar la más fácil inteligencia del libro santo para la comparación de los pasajes paralelos. Muchos de ellos, por la profundidad de sus explicaciones, por la exactitud de sus observaciones, por el acierto de sus definiciones y divisiones y la legitimidad de sus conclusiones revelaban una inteligencia y erudición que no hubiera sido fácil hallar en otras partes. Los que no estaban provistos de talentos para elevarse a las sublimidades de la ciencia y del arte podían subir sin dificultad a un puesto honroso de segundo o tercer rango. Ayudaban a los primeros, preparando los materiales de sus trabajos, pintando unos los adornos e iniciales en los pergaminos; otros, plegando preciosamente los manuscritos; otros, pautando los libros, y otros dibujando con minio o con lápiz encarnado las grandes letras iniciales de los versículos y capítulos; otros en fin, copiando en limpio y ordenadamente lo que habían aquellos dictado o escrito a la ligera en hojas sueltas. Al lado de estos trabajos intelectuales, científicos y artísticos, tenían su lugar honroso y honrado en el monasterio y sus dependencias los más rudos ejercicios agrícolas y las profesiones y oficios más humildes; dando ejemplo los religiosos, que según la regla de San Benito distribuían el tiempo entre las ocupaciones espirituales y las labores corporales.
No todos moraban en el convento: los que cultivaban la tierra, vivían generalmente fuera en determinadas localidades. A estas, que desde su origen constaban de una celdilla y un pequeño jardín, fueron acudiendo otros labradores; cultivábanse terrenos bastantes extensos, roturáronse los bosques y poco a poco se fueron edificando en derredor de Fulda muchas poblaciones, cuyos principios no habían sido otros que las celdas de los religiosos, como indican aun hoy sus nombres. Las posesiones del monasterio fueron acreciéndose así por la actividad laboriosa de sus moradores y dependientes y más aún por las numerosas donaciones de los Príncipes y magnates del país.
Si Carloman había desde el principio asignado al monasterio un inmenso territorio, Pipino y Carlo-Magno no le cedieron en liberalidad y las ricas donaciones de muchos Obispos y de infinidad de bienhechores eclesiásticos y seglares le proporcionaron en poco tiempo tan considerable riqueza, que sus dominios se extendían por gran parte de Alemania. Pero la influencia moral y religiosa del convento se extendía aun más allá de sus posesiones. Desde la época de Sturm, los siete primitivos religiosos se habían multiplicado hasta 400 y la escuela de Rábano Mauro, ya lo hemos dicho, produjo los hombres más eminentes. Entre la multitud de sacerdotes y legos, sabios y celosos que salieron de Fulda para dirigir otras casas, para dedicarse a las misiones y para propagar por todos los medios la fe y los principios del cristianismo, se cuentan 11 Arzobispos, 11 Obispos, 14 abades y un gran número de consejeros y cancilleres de Príncipes, de embajadores y magistrados.






La Abadía de Isen (Kloster Isen en alemán) fue una abadía benedictina, refundada más tarde como colegiata, establecida en Isen (BavieraAlemania) a mediados del siglo VIII, dependiente del Obispado de Frisinga, un Estado Imperial eclesiástico del Sacro Imperio Romano Germánico. Cuando el Obispado de Frisinga fue secularizado por Baviera en 1803, la abadía fue desmantelada y vendida a manos privadas y sus monjes expulsados por los nuevos dueños. Solo queda actualmente la iglesia-colegiata, convertida en iglesia parroquial.

Historia

La Abadía de Isen dedicada a San Zenón de Verona, fue fundada por miembros del clan nobiliario bávaro de los fagana, asentados ancestralmente en la parte superior del valle del río Isen (el alto Isental). Tales patronos nobiliarios habían fundado y dotado hacia el año 747 una "Casa de San Zenón" en Isen. Sobre esta base, el obispo José de Frisinga (también conocido como José de Verona), erigió la abadía a mediados del siglo VIII, hacia el año 752, y puede ser considerada como uno de los más antiguos monasterios en la Alta Baviera interior del antiguo ducado de Baviera.
Padeció las incursiones magiares de los siglos IX y X en el interior del Sacro Imperio, que la destruyeron. Hacia 1025, el monasterio fue reconstruido convertido ya en una colegiata dependiente de los obispos de Frisinga. Hasta principios del siglo XII estuvo encomendada a la Orden de San Benito y después fueron canónigos agustinos los responsables de la Colegiata de Isen. En 1228 aparece el último párroco (un tal Enrique1 ) nombrado por los obispos de Frisinga: a partir de entonces será el prior de Isen quien nombre a los responsables de la cura pastoral de la villa, diferente de la correspondiente al monasterio: los villanos disponían de su propia iglesia parroquial, dedicada a "Todos los Santos". Por los grabados de Mateo Merian de mediados del siglo XVII la iglesia parroquial de "Todos los Santos" era de estilo gótico, probablemente construida por estas fechas del siglo XIII, en las que la Colegiata de Isen se fue expandiendo territorialmente.

Territorio pastoral

De la Colegiata de Isen llegaron a depender, además de las dos parroquias de Isen (la de San Juan y la de Todos los Santos), las siguientes parroquias-granjas incorporadas e iglesias, de donde obtenían los beneficios y canonjías que permitieron su desarrollo económico:
  • Innerbittlbach (desde 758)
  • Weiher (825)
  • Schnaupping (1226)
  • Schwindau (desde 1356)
  • Walpertskirchen (1358)
  • Burgrain-Mittbach (1458)
  • Lengdorf (1738)

Final

El monasterio fue secularizado por Baviera en 1802-1803. Los canónigos fueron dispersados y edificios de la abadía y las siete granjas pasaron a manos privadas, mientras que la iglesia colegiata de San Zenón, junto con una casa (o rectoría) para el párroco-sacerdote, se convirtió en la iglesia parroquial de Isen tras permanecer cerrada casi 20 años. Por consideraciones económicas se demolieron las dos iglesias parroquiales de la villa de Isen: la Iglesia de San Juan y la Iglesia de Todos los Santos.
Isen en la actualidad (2009). Al fondo, la aguja de la torre de la iglesia-colegiata de San Zenón de Isen.

Enterramientos

Después de su muerte, José fue enterrado en la iglesia de la Abadía de Isen que ayudó a fundar. Su tumba, convertida en santuario, se restauró en 1743, y es donde recibe veneración a nivel local: aunque nunca fue beatificado, recibe el título de Beato José y es celebrado cada 17 de enero.




Isen (Merian).jpg






La Abadía de Santa María Laach (en alemánAbtei Maria Laach)? es una abadía benedictina situada en la ribera suroccidental del lago Laacher cerca de Andernach, región de Eifel (Renania-PalatinadoAlemania). Durante casi 770 años la abadía fue conocida como Abadía de Laach, antes que los jesuitas, en el año 1862, le añadieran el nombre de Maria pasando a denominarse como Santa Maria ad Lacum y posteriormente Sainte Marie du Lac.
La iglesia abacial tiene la consideración de basílica menor católica desde el 14 de julio de 1926.

Historia

Frontispicio con el ábside.

La fundación y el medioevo

En 1093 la abadía fue fundada como priorado de la Abadía de Affligem (actualmente en Bélgica) por el primer conde palatino Enrique II de Laach y su esposa, Adelaida von Orlamünde-Weimar, viuda de Hermann II de Lotaringia, que poseían un castillo en la otra orilla del lago. La abadía se hizo independiente en el año 1127, bajo su primer abad, Gilberto (quien dirigió la abadía hasta 1152). Hermann, que había fundado también la de Affligem, era un personaje que promovía la reforma cluniacense. Gilberto concluyó la construcción de la nave principal, la torre del crucero y el coro en la parte oeste.
En 1156 la iglesia fue dedicada por el arzobispo de Tréveris. El siguiente abad Fulberto concluyó la torre y el ábside. Hacia 1235, cuando Gregorio era abad, se terminó la construcción de la parte oeste. En 1270 le fueron añadidos los ventanales góticos.
Durante el siglo XII, la abadía se convirtió en un importante centro de estudio, y con los abades Alberto (1199-1217) y Teodorico II (1256-1295) fue concluida la construcción del edificio de la iglesia.
Al igual que en otras abadías alemanas, Santa Maria Laach decayó en los siglos XIV y XV, antes de entrar en la esfera de influencia de la Bursfelder Kongregation (congregación de la observancia). Se remontan a este período las contribuciones de figuras como Jakob SibertiTilman di BonnBenito de Munstereifel y el prior Johannes Butzbach.

La secularización y los jesuitas

La abadía fue secularizada en el año 1802. En 1863 el edificio fue adquirido por la Compañía de Jesús, que estableció allí una escuela para niños y un centro de profundización para investigadores llamado Collegium Maximum. Los jesuitas fueron obligados a retirarse durante el "Kulturkampf" en 1892.
La iglesia sufrió notables daños estructurales a consecuencia de la reducción del nivel del agua del lago en el siglo XIX y por ende de los movimientos hidrogeológicos de la zona. Fue restaurada alrededor de 1830, luego de nuevo en 1855 tras un incendio y en la década de 1930.

La refundación benedictina

Vista de la Iglesia en el siglo XIX.
Los benedictinos, de la congregación Beuronesa reasumieron el convento en 1892 y al año siguiente volvió a constituirse como abadía. La iglesia –en aquel entonces en territorio que pertenecía a Prusia– fue inaugurada en 1897 por el Kaiser Guillermo II. En la primera mitad del siglo XX, Laach tuvo un rol importante en el así llamado “Movimiento litúrgico” (Liturgische Bewegung) con personajes que desde allí promovieron la renovación litúrgica: Odo Casel y el abad Ildefonso Herwegen.

Relación controvertida con el régimen nazi

Los edificios e instalaciones de la abadía de Santa Maria Laach fueron usados por el régimen nazi entre los años 1933 y 1945Heinrich Böll escribió Billar a las nueve y media (Billard um halb zehn) donde mencionaba un monasterio benedictino, según se cree pensando precisamente en Laach. Estas relaciones han sido objeto de estudios recientes.

Arquitectura

Obra maestra de la arquitectura románica en Alemania, no obstante el largo período que se empleó para la construcción, el aspecto del edificio resulta unitario y se caracteriza por un complejo conjunto de volúmenes diferentes. La parte central está rodeada por la zona monumental del transepto y del Westwerk, ambas flanqueadas por dos torres (una de base cuadrada y otra redonda); además en el cruce del transepto con la nave se yergue un cuerpo octagonal, mientras el Westwerk está dominado por una robusta torre central con volúmenes de paralelepípedo sobrepuestos, que culminan con un techo en pendiente, que marca el punto más alto de la basílica. Las paredes externas están sostenidas por lesenas en piedra más oscura y bandas lombardas.
La característica principal de esta iglesia es que las estructuras portantes tanto en el exterior como en el interior son de piedra volcánica oscura, mientras que las paredes y todo el resto son de arenisca amarillo ocre. El resultado es una estructura amarillo ocre con semicolumnas, nervaduras y arcos ornamentales oscuros, bien notorios y subrayados que asemejan un bordado continuo a lo largo de la estructura. Además todos los bordados de piedra oscura, los arcos ciegos, los capiteles están marcados con un hilo de pintura roja y amarilla (por fuera) y roja, amarilla y azul (por dentro) lo cual acentúa el efecto de bordado.

Exterior

El portal de entrada, al lado oeste, está ricamente recamado y destaca por el uso de los colores típicos de la iglesia. Los capiteles de las columnas están esculpidos con motivos florales, animales o con figuras humanas. El atrio es de columnas binadas, que tienen en el centro una fuente sostenida por leones, que recuerda la de la Alhambra de Granada. El acceso al interior de la iglesia está a un lado del ábside occidental.
Un complejo de seis torres se yergue sobre la iglesia: cuatro a los lados de las naves, cilíndricas a oeste y cuadradas a este. La torre que se encuentra en el cruce del transepto occidental con la nave es cuadrada. La que está sobre el crucero oriental es octagonal. Ambas son del tipo cerrado, no iluminan el interior. Todo el complejo está enriquecido con un triunfo de arcada ciega, semicolumnas y arcos ornamentales de color oscuro con pinturas rojas.

Interior

Interior de la iglesia.
La nave central respeta el sistema obligado de un espacio por cada arco de la nave, así como por cada nave lateral. Posee una cúpula vaída (con base cuadrada) y sin nervaduras, como en Espira, una bóveda de cañón y lunetas. Tiene además pilastras con semicolumnas que llevan –junto a las nervaduras– capiteles que destacan en el conjunto por el uso de colores vivos. También los detalles de las pilastras en los arcos llevan delicadas cornisas coloreadas como los demás elementos arquitectónicos.
Incluso la cripta está pintada con colores gris oscuro y ocre. Aquí los capiteles son simples cubos suavizados pintados con los colores de las naves.
La iglesia tiene dos ábsides a los lados extremos de la nave, ambos semicirculares con mosaicos realizados más tarde, sobre la bóveda del ábside oriental. Cuenta con frescos del siglo XVI: uno con una imagen de san Cristóbal y otro de san Nicolás. Hay además una Piedad del siglo XV en una pequeña capilla de la nave lateral derecha.
El templo custodia el sarcófago de Enrique II, con una estatua de madera que representa el rostro de un joven colocada en la parte superior de la tapa. La obra es del año 1270.

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