Arquitectura modernista
La casa Botines o casa Fernández y Andrés es un edificio de estilo modernista situado en la ciudad española de León, capital de la provincia homónima. Originalmente almacén comercial y residencia particular, fue construido y diseñado por el arquitecto español Antoni Gaudí entre 1891 y 1894, siendo esta una de sus tres obras fuera de Cataluña, junto al Palacio Episcopal de Astorga, también en León y al Capricho de Gaudí de Comillas, en Cantabria.
Ubicado junto al palacio de los Guzmanes, sede de la Diputación de León y junto a la plaza de Santo Domingo, lugar de encuentro entre el casco antiguo y el ensanche, de estilo renacentista, fue restaurado en 1951, declarado Monumento Histórico en 1969, es en la actualidad la sede de Caja España, entidad que lo rehabilitó en 1996, actividad que le valió el premio Europa Nostra.1
El término casa Botines deriva del apellido del fundador de la sociedad, Joan Homs i Botinàs, empresario y comerciante español asentado en la capital leonesa, que dirigían Mariano Andrés Luna y Simón Fernández Fernández, responsables del encargo de la casa a Antoni Gaudí.
Historia
Antecedentes
En la ciudad de León se asentaría en el segundo tercio del siglo XIX una prendería regentada por el comerciante catalán Joan Homs i Botinàs. Con el tiempo, dicho comerciante pasaría a formar sociedad con uno de sus empleados, Simón Fernández Fernández, más tarde casado con una cuñada suya. Fernández se establecería con el mismo negocio de préstamos en la plaza de Don Gutierre, entonces plazuela de Boteros, y terminaría asociándose con otro antiguo empleado de Botinás, Mariano Andrés Luna, convirtiendo la primitiva firma Homs y Fernández en Fernández y Andrés, con domicilio en la plaza mayor.
Su labor financiera como casa de banca, se conjugaría en una amalgama mercantil, con la de almacén de tejidos. Sus actividades comerciales los relacionaban con los fabricantes catalanes Güell, Parellada y Cía, siendo Eusebi Güell quien recomendó al arquitecto Antoni Gaudí para llevar a cabo la construcción de una nueva casa para el negocio en la plaza de San Marcelo.2 El inmueble tomará el nombre de Botines por deformación del apellido del promotor original de la sociedad,3conociéndose también como casa Fernández y Andrés. En aquellos tiempos, la ciudad contaba con alrededor de 13.500 habitantes,4 lo que da idea de la magnitud de la edificación frente al caserío de la época. En ese momento Gaudí trabajaba en Astorga, aunque ya casi en situación crítica, en la obra del palacio episcopal (1889-1893) contando con 39 años cuando proyecta Botines.
Construcción
La parcela sobre la que se ubicaría el edificio, de 2.390,5 metros cuadrados es comprada por Fernández y Andrés al Duque de Uceda y sus dos hermanas a quienes la Diputación ya había adquirido el contiguo palacio de los Guzmanes en 1882.4 Originalmente el proyecto fue objeto de enconado litigio, promovido por el ayuntamiento, inicialmente a instancias del vecino de poniente, Eleuterio González del Palacio, que no veía con agrado la implantación aprobada, por ser atentado contra el ornato público y dejar sin lucimiento la fachada del palacio. Este pleito iría ligado a la cesión del terreno y al dominio de la parte del solar en la plaza de San Marcelo.
El arquitecto mandó los planos en diciembre de 1891, dedicándose el invierno a la preparación de la obra. Con la llegada del buen tiempo, Antoni Gaudí con su equipo de maestros y oficiales se trasladó a la capital leonesa,3 donde no había obreros especializados, pero sí canteros que trabajaban en la restauración de la catedral. La construcción estuvo rodeada de intrigas y malos augurios, que Gaudí zanjó pidiendo por escrito y firmados todos los informes técnicos contrarios, para, decía, una vez terminada la casa exponerlos en sitio visible del vestíbulo.
"Que me envíen estos informes técnicos por escrito y yo los colocaré en unos marcos del vestíbulo de la casa cuando ésta esté terminada".3
En cualquier caso, Gaudí no disponía de mucho tiempo para enfrentarse a las discrepancias suscitadas, por tenerlo absorbido en Barcelona el estudio de la nueva estructura que pensaba dar a la Sagrada Familia y al colegio de las Teresianas. Estas atenciones le obligaron a espaciar sus visitas a la obra, que suplía eficazmente con las más frecuentes de su encargado Claudi Alsina i Bonafont,4portador de sus instrucciones. La construcción se concluye tras diez meses en noviembre de 1894,5hecho notable por el grado de elaboración artesanal que presenta en la mayoría de sus elementos y que sorprendió a los leoneses de la época.6
Uso del edificio
Una vez finalizado el edificio en 1894, su propietario fue Mariano Andrés Luna, después de comprarle la parte del negocio de su socio a sus descendientes, pues Simón Fernández Fernández falleció antes de que se terminase el edificio. El edificio se mantuvo así hasta 1931, año en el que es adquirido por la caja de ahorros y monte piedad de León, quién restauró el edificio. Esta restauración rompía con el diseño original, pues eliminaba siete de los 28 pilares del sótano.7 8
El edificio fue propiedad de Caja León hasta que esta absorbió en 1990 a otras cuatro cajas de ahorros, convirtiéndose a partir de ese momento en Caja España, entidad que finalmente y seis años después acometería nuevamente obras de restauración en el edificio para devolverlo a su estado original.7 Después de estas obras, que le valieron el premio Europa Nostra en 1998,1 el edificio Botines se convirtió en la sede de la caja de ahorros.
Descripción
El proyecto de Gaudí fue un edificio de estilo neogótico, resuelto con su inconfundible estilo modernista. El edificio sirvió para albergar en sus plantas bajas los despachos y almacenes del negocio de tejidos, y disponía al mismo tiempo de viviendas en las plantas superiores: en la principal los dos pisos de los propietarios, y en las restantes pisos de alquiler; por último, se ubica un desván, con cubierta a cuatro vertientes.
Exterior
La construcción se realizó con muros de sólida cantería caliza, dispuesta en forma de almohadillado.9 El edificio está flanqueado por cuatro torres cilíndricas rematadas con elevadas agujas de forma cónica, hechas de pizarra, y rodeado de un foso con reja de forja. Las ventanas son de guillotina, con voladizos inclinados para retener la nieve, muy frecuente en el invierno leonés.
Gaudí realizó el foso en unas zanjas corridas rellenas de mampostería hormigonada, como era costumbre en Cataluña, por lo que recibió la crítica de varios ingenieros que alegaban que ese sistema no era válido para ese terreno, por lo que la cimentación corría grave peligro.7
La fachada es de estilo gótico, con arcos lobulados, y tiene un reloj y una escultura de San Jorge y el dragón, obra de Llorenç Matamala.10 En 1950, durante unas obras en las que se pretendía sustituir la estatua de San Jorge por una de la Virgen del Camino, patrona del Reino de León, se encontró detrás de la estatua un tubo de plomo que contenía una serie de documentos relativos a la obra, como los planos del edificio firmados por Gaudí, el contrato de propiedad del solar, el acta de conclusión de las obras y unos periódicos locales.3 La estatua original fue sustituida en 1956 por una réplica tallada por Andrés Seoane.11
Interior
El interior del edificio presenta un original planteamiento técnico, que no obedece a ningún esquema o patrón y es que en este edificio, Antoni Gaudí ensaya innovadoras técnicas que ensayará posteriormente. De este modo, en la planta baja y en el semisótano, aplicó por primera vez la planta libre, pues sustituyó los tradicionales muros por 28 pilares de fundición de 20 cm de diámetro que hacen de estos dos niveles dos grandes deambulatorios que le permiten conseguir la máxima flexibilidad en la distribución del espacio para las actividades comerciales, una mejor iluminación natural y una constante renovación del aire. Todo ello le hará aplicar la misma fórmula en la casa Milà, aunque esta vez con pilares de piedra.7
Desde el punto de vista estructural, Gaudí hace una clara distinción entre muros y pilares. Y es que si en las viviendas tradicionales, los techos se cargan sobre muros convencionales que descansan sobre jácenas de hierro y que tanto sirven para soportar el edificio como para distribuir las plantas, en el semisótano y en la planta baja de la casa Botines, que Gaudí entiende como unidad, sostiene los forjados mediante columnas de hierro colado, una solución que sienta precedente y que es usada hoy de forma mayoritaria en los locales comerciales y en las grandes superficies.7
Por todo lo anterior, es evidente que pese a conservar esquemas procedentes del gótico civil, Antoni Gaudí abandona cualquier patrón árabe o mudéjar para la elaboración del edificio,12 se inclina pues, y sobre todo en lo estructural, a la más pura racionalidad, algo que más tarde desarrollarán Le Corbusier y Mies Van der Rohe.
La Casa consistorial de la villa segoviana de Cuéllar (Castilla y León) es un edificio gótico-renacentista con fachada modernista que se ubica en el número 1 de la plaza Mayor, aunque tiene su entrada principal por la calle de la Morería. En su interior alberga las oficinas del Ayuntamiento de Cuéllar, así como la comisaría de Policía Local y la parte moderna del Archivo Histórico Municipal de Cuéllar.
El edificio fue levantado entre finales del siglo XV y principios del siglo XVI sobre unas antiguas dependencias que hubieron de albergar la antigua casa del concejo y la cárcel vieja. Los restos más antiguos que se conservan fueron construidos en tiempos de Francisco Fernández de la Cueva, II duque de Alburquerque, y de su trazado se conserva el patio gótico-renacentista, dedicado a Isabel la Católica, muy similar al del Colegio Mayor Santa Cruz (Valladolid) y al patio del castillo-palacio de Escalona (Toledo), que recuerda al estilo constructivo de Hanequin de Cuéllar, por lo que quizá sea obra de éste.
En el año 1564 se levantó una capilla en su interior, cuya ubicación se desconce en la actualidad. La cárcel fue trasladada en el siglo XIX al edificio del Estudio de Gramática, y las dependencias que ocupaba fueron restauradas en los años 1990 para albergar oficinas de Policía Local y la documentación moderna del Archivo Histórico Municipal.
El actual edificio, a excepción del patio y las dependencias que distribuye éste en la planta baja, fueron levantadas entre 1888 y 1889 en estilo modernista.
La casa Lis es un palacete modernista de Salamanca construido sobre el antiguo lienzo de la muralla de la ciudad, en donde funciona el Museo de Art Nouveau y Art Déco.
Contexto histórico
En las Exposiciones Universales celebradas en torno al año 1900 se configuró una nueva forma de entender el arte y la vida, al movimiento se le denominó «arte nuevo» con sus distintas denominaciones nacionales. Así en España se denominó como Modernismo, en Francia Art Nouveau, en Austria Sezessión Vienesa (Secesión de Viena), en Italia Liberty o en Alemania Jugendstil.
Miguel de Lis, industrial del curtido en Salamanca, viajaba con frecuencia por Europa y tuvo ocasión de conocer estos cambios artísticos. A su vez, Joaquín de Vargas, arquitecto jerezano afincado en Salamanca, conocía el trabajo de los arquitectos modernistas belgas.
Del interés de don Miguel y de la disposición de Joaquín de Vargas, arquitecto que a su vez diseñó el Mercado de Abastos, comienza a construirse, a finales del siglo XIX, la casa Lis desde la parte sur hasta el remate final, en 1905, de la fachada norte.
El edificio
La fachada norte, el acceso por la calle Gibraltar, es la única muestra de modernismo en la ciudad de Salamanca. El conjunto, formado por fachada de dos cuerpos, patio y verja, es de gran sencillez. La primera planta y las verjas están decoradas según las influencias del Art Nouveau belga mientras que la puerta de madera, en un arco bajo, posee motivos florales y acuáticos y resaltados en relieve.
La fachada sur, que da al río y recibe luz la mayor parte del día, es una espectacular combinación de clasicismo y modernidad. Por encima del muro de piedra se sitúan dos galerías de hierro y cristal, en el centro una escalera que se bifurca hacia una gran terraza abierta.
El uso del hierro, material constructivo de la época, tanto en la fachada sur como en el patio central, con matices expresivos aporta un diseño innovador que supera a la función estructural. Ejemplificado en los calados de las enjutas de los arcos del pórtico, en los herrajes de los miradores o en las finas columnas de fundición del taller de Moneo.
El patio central consta de galerías adinteladas apoyadas en columnas de fundición. En el piso inferior destaca la decoración modernista de los estucos de puertas y frisos corridos. En el piso superior de la galería destaca la decoración de los herrajes y la representación de la flor de lis, en honor al apellido de su promotor.
Si bien la concepción inicial del patio, usado el edificio como vivienda familiar, era un patio abierto, en la actualidad este permanece cerrado con una vidriera emplomada realizada por el artista catalán Juan Villaplana según diseño de Manuel Ramos Andrade. En la vidriera prima la utilización de una amplia gama de colores con los que representar el cielo, las nubes, la luna o las estrellas.
La casa Lis, hoy, posee otras vidrieras en ventanas, en las galerías de la fachada sur, o en el lucernario de la escalera central que dan al edificio una riqueza cromática aún más atrayente y auténtica para su época. En definitiva, las vidrieras son hoy un conjunto más de piezas de arte en el Museo de Art Nouveau y Art Déco.
Para llegar a Museo, la casa Lis ha tenido muy diversos moradores, ha pasado por diferentes inquilinos y dueños hasta que una vez abandonada y arruinada pudo ser expropiada por los primeros ayuntamientos democráticos destinándola para Casa de Cultura y haciendo las inversiones oportunas para recuperarla y dotarla del esplendor actual. Posteriormente, con la cesión por parte de Manuel Ramos Andrade de su colección de Art Déco y Art Noveau a la ciudad, se creó en este edificio el museo dedicado a estos estilos artísticos.
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