sábado, 14 de enero de 2017

Historia - Historia antígua

historia de cartago en el siglo III

La Segunda Guerra Púnica. Aníbal

Roma se asoma al abismo

Aníbal atravesando los Alpes
Aníbal atravesando los Alpes con su ejército
Tras la derrota en la Primera Guerra Púnica, Cartago se vio obligada a pagar a Roma indemnizaciones de guerra millonarias. Para hacer frente a los pagos, llevó a cabo una nueva expansión ultramarina por las ricas tierras de la Península Ibérica, repletas de fértiles valles y ciudades populosas.
Los ejércitos cartagineses, al mando de Amílcar Barca, ocuparon el sur de Hispania, pero Amílcar fue asesinado por un indígena, y el control de las tropas pasó a manos de su hijo Aníbal, que apenas contaba 22 años.
Roma había pactado con los cartagineses una frontera en el río Ebro. Pero al sur del Ebro, en zona cartaginesa, se encontraba la ciudad de Sagunto, que había suscrito una alianza con Roma para defenderse de los púnicos. En su afán por conquistar toda la zona asignada, Aníbal puso cerco a Sagunto, y la ciudad pidió ayuda a sus aliados romanos. Corría el año 218 cuando Roma declaró la guerra a Cartago. Comenzaba la Segunda Guerra Púnica, que iba a decidir la Historia de Occidente.

El comienzo de la guerra

Los romanos pensaron que el enfrentamiento tendría lugar en la Península Ibérica. Pero Aníbal, que aunaba una extraordinaria capacidad táctica con una visión estratégica de largo alcance, diseñó un plan más ambicioso para el sometimiento de Roma.
Mientras el Senado romano enviaba todos sus efectivos a Hispania, Aníbal dejó a su hermano Asdrúbal al frente de las tropas de la Península, y lanzó a su ejército a una increíble travesía cruzando los Pirineos y los Alpes, para atacar Roma por el Norte.
Nadie podía esperar que un ejército entero se atreviera a cruzar los terribles pasos de alta montaña en invierno, por sendas nunca antes transitadas. La hazaña le costó a Aníbal la pérdida de un ojo y la muerte de la mayoría de los elefantes, pero las desprevenidas legiones romanas fueron derrotadas por tres veces en el norte de Italia, en las batallas de Tesino, Trebia y Trasimeno. Y así, en la primavera del año siguiente, ningún ejército se interponía ya entre Aníbal y Roma.

Aníbal a las puertas de Roma

La llegada del cartaginés sembró el pánico en la capital. En las calles, la muchedumbre aterrorizada no dejaba de gritar: Anibal ante portas!, ¡Aníbal a las puertas de Roma!. Las murallas de la ciudad habían olvidado ya la última vez que tuvieron que hacer frente a una amenaza semejante, y no resistirían un asedio. Las únicas legiones disponibles se hallaban en Hispania; los generales que podrían encabezar una resistencia desesperada, a semanas de distancia. Roma estaba perdida. A Aníbal le bastaba alargar la mano para tomar la ciudad y reducirla a cenizas.
Pero, misteriosamente, Aníbal no descargó el golpe. El cartaginés comprendía que la verdadera fuerza de Roma no se escondía tras sus muros. Si se detenía ante la capital, si comprometía a su ejército en un asedio que podría durar semanas, corría el riesgo de ser sorprendido en cualquier momento por los pueblos itálicos del Sur o por las legiones que volvieran de Hispania desde el Norte.
Para derrotar definitivamente a Roma Aníbal necesitaba dos cosas: obtener refuerzos de Cartago y privar a Roma de sus aliados itálicos. Por eso, pasando de largo ante la ciudad, se dirigió hacia el Sur.

La batalla de Cannas

Aprovechando el respiro, Roma, cuyos recursos parecían inagotables, reunió un nuevo ejército de ochenta mil hombres, el mayor que nunca hubiera comandado un general romano, y el verano del año 216 a.C. se enfrentó con Aníbal en la llanura de Cannas. La desigualdad de efectivos era de tres a uno a favor de los romanos. Pero, a pesar de ello, Aníbal consiguió envolver al ejército enemigo y aniquilarlo completamente.
La batalla de Cannas se recuerda como uno de los mayores prodigios de estrategia militar de todos los tiempos.

Buscando aliados

Libre de toda oposición, Aníbal intensificó su actividad diplomática, tratando de convencer a los aliados de Roma de que abrazaran la causa cartaginesa. Tuvo éxito con algunos pueblos, si bien la mayoría prefirió permanecer leal a Roma o expectante. Reclamó nuevos refuerzos de Cartago, pero la ciudad no se atrevía a desviar todos sus efectivos y quedar tan desprotegida como Roma.

MAPAS DE LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA

Segunda Guerra Púnica: situación de partida

Situación de partida

Durante los años que siguieron a la primera confrontación, los púnicos habían extendido su dominio por la península Ibérica, para poder pagar a Roma las cuantiosas indemnizaciones de guerra y para gozar de una zona de expansión lejos de su rival, sin peligro de colisionar con sus intereses. Les había ido tan bien, que Cartago volvía a ser fuerte.
El tratado del Ebro. Roma contemplaba la recuperación de los púnicos con creciente preocupación. El año 226 una embajada romana se entrevistó con los Barca (no directamente con Cartago sino con los jefes militares en la Península Ibérica) obligandoles a fijar un límite a su expansión en la barrera del río Ebro. Los Barca estaban todavía lejos de esa línea y no opusieron demasiada resistencia.
Roma exigía a Cartago mantenerse apartado de cualquier escenario cercano a sus intereses. Si los púnicos se extendían demasiado hacia el Norte, además de afectar a las colonias griegas dominadas por Massilia (aliada de Roma), podían llegar a conectar con las tribus galas del Norte de Italia, tradicional amenaza de Roma, que habían sido recientemente sometidas. Y Roma no estaba dispuesta a asumir ese riesgo.

Desarrollo del conflicto

Sagunto

1. Sagunto, el casus belli (218)

Roma buscaba la guerra como único modo de frenar la peligrosa recuperación de Cartago. Firmando un pacto con la ciudad de Sagunto, desafiaba a Cartago con una clara provocación, pues suponía una clara violación del tratado del Ebro.
Aníbal (hijo de Amílcar Barca y jefe del pujante ejército púnico en la Península) no estaba dispuesto a someterse indefinidamente a las exigencias crecientes de Roma, que acabarían animando a las tribus iberas a la rebelión, y puso sitio a Sagunto el 219.
Roma no ayudó a su aliado, sino que dejó que Sagunto cayera (año 218) y sólo entonces declaró la guerra a Cartago.
Segunda Guerra Púnica: el plan de Roma

2. El plan de Roma: doble invasión

Al contrario que en la primera Guerra Púnica, Roma era ahora más fuerte por mar, y planea un doble desembarco: en Africa y en Iberia. Fiel a su estilo directo y agresivo, Roma busca decidir la guerra de modo fulminante, asestando una golpe decisivo en los dos puntos neurálgicos del enemigo.
  • Uno de los cónsules, Publio Cornelio Escipión, desembarcará en Massilia con dos legiones (20.000 hombres), para enfrentarse a Aníbal en Iberia.
  • El otro cónsul, Sempronio Longo, viajará a Sicilia con otras dos legiones, para preparar el desembarco en Africa.
  • Una quinta legión, al mando del pretor Manlio, se desplazará al valle del Po, para supervisar la lealtad de las belicosas tribus galas.
Aníbal marcha hacia el Norte

3. Reacción fulgurante de Aníbal

Nada más conocer la declaración de guerra, Aníbal se pone en movimiento, decidido a ganar por la mano a los romanos. Tiene que evitar a toda costa la guerra en Iberia, pues la presencia de Roma en la península fomentaría la rebelión de muchas tribus, poniendo en peligro todo lo realizado en esos años. Para ello, debe llevar la contienda a suelo italiano.
¿Pero cómo llegar hasta allí con un ejército? Una vez eliminadas las bases púnicas en Sicilia y Córcega, Italia no está a tiro para una gran flota de galeras. Además, el poderío naval púnico había menguado mucho. De modo que decide invadir Italia por tierra, atravesando los Alpes: una de las acciones militares más audaces y brillantes de toda la Historia.
Al frente de un gran ejército, parte hacia el Norte a lo largo de la costa. En Jun 218 cruza el Ebro. Tiene duros enfrentamientos con las tribus asentadas en la actual costa catalana, pero finalmente se abre paso hasta los Pirineos.
Rebelión de los galos

4. Problemas de Roma con los galos

Frente a la rapidez púnica, Roma se enfrasca sofocando la rebelión de los galos del valle del Po (alentados probablemente por la diplomacia púnica). La legión de Manlio es destruida y Escipión, que estaba en Pisa preparando el embarque hacia Massilia, debe enviar una de sus dos legiones. El peligro es conjurado, pero se pierde un tiempo precioso. Cuando Escipión llega finalmente a Massilia, se entera de que Aníbal ha cruzado ya los Pirineos.
Aníbal cruza los Alpes

5. Aníbal se escapa y cruza los Alpes

Escipión dirige sus legiones hasta el Ródano, para intentar frenar allí a Aníbal.
Aníbal consigue alcanzar el Ródano sin necesidad de librar batallas contra las tribus autóctonas, gracias a una actividad diplomática basada en regalos y amenazas. Para esquivar cualquier encuentro con los romanos, atraviesa el río lejos de su desembocadura, a unos 120 Km de la costa. Cuando Escipión se da cuenta, intenta perseguirle río arriba, pero Aníbal se le escapa, de modo que decide prepararse para enfentarse a él al otro lado de los Alpes.
Aníbal atraviesa los Alpes a comienzos de noviembre de 218, con varias docenas de elefantes y hostigado por las tribus galas, episodio que ha inflamado siempre la imaginación popular.
Roma readapta su estrategia

6. Roma readapta su estrategia

Escipión debe ajustar su estrategia:
  • Por un lado mantiene el plan original de entrar en Iberia, confiando el mando de su ejército a su hermano Cneo.
  • Mientras él se encamina al Valle del Po, para tomar el mando de la legión allí asentada, y pide refuerzos al Senado para hacer frente a Aníbal.
En lugar de ordenar nuevas levas, el Senado decide posponer la invasión de Africa y enviar al Po como refuerzo las dos legiones de Sempronio, instaladas en Sicilia.
Batalla de Tesino

7. Primer encuentro: Tesino

Sin esperar la llegada de los refuerzos de Sempronio, Escipión va al encuentro del ejército de Aníbal. Instala el campamento en la orilla oriental del río Tesino, afluente septentrional del Po, y cruza el río para realizar labores de reconocimiento. De improviso se encuentra con la avanzadilla púnica y se libra una pequeña escaramuza. La batalla, de poca entidad, tiene gran valor simbólico: es la primera victoria de Aníbal, que se gana la confianza de los galos, y el propio cónsul, Escipión, resulta malherido.
Batalla de Trebia

8. Primera batalla campal: Trebia (dic. 218)

Los romanos se retiran al sur del Po, y acampan en la orilla oriental del Trebia. Sempronio se une al ejército de Escipión en diciembre. Impaciente por combatir, Sempronio desestima el consejo de Escipión (aún convaleciente) de pedir nuevos refuerzos y se deja atraer por Aníbal al terreno que éste había preparado, en la orilla púnica del río, sufriendo una gran derrota.
Las victorias de Tesino y Trebia alientan la rebelión de los galos, que se pasan en gran número al bando de Aníbal.
Hasta aquí, todo ha ocurrido en menos de un año. Llega el invierno y los restos del ejército romano se retiran a las colonias romanas de Placentia y Cremona, mientras Aníbal se retira entre los galos. (Durante el invierno, mueren todos los elefantes de Aníbal, menos uno).
Segunda Guerra Púnica: año 217

9. La campaña de 217: estrategia defensiva

Los nuevos cónsules romanos para 217 son Flaminio y Servilio, ambos destinados a contener a Aníbal con sendos ejércitos. Escipión es enviado a Hispania como procónsul, uniéndose a su hermano Cneo.
Otros importantes escenarios de guerra donde Roma envía legiones ese año son: Sicilia, Cerdeña y la propia ciudad de Roma (lógicamente, fuera del pomerium, el límite sagrado e inviolable de la ciudad).
En todas partes, se trata de una estrategia defensiva, excepto en Hispania, donde los Escipiones no han renunciado a hostigar al enemigo en su propio territorio.

10. Intentando contener a Aníbal

Aníbal podía penetrar en el interior de la península por dos vías: las que discurren a ambos lados de los Apeninos. Los dos cónsules se dividen para taponar ambas vías:
  • Flaminio, con sus dos legiones, se sitúa en Lucca, para defender las vías de Etruria
  • Servilio, con otras dos legiones, en Ariminum, para proteger la via Flaminia.

11. Aníbal cruza los Apeninos

Como siempre, Aníbal hace lo imprevisible: atraviesa los Apeninos y entra en Etruria por Faesulae (junto a la actual Florencia). En las zonas pantanosas en torno al Arno, Aníbal contrae una oftalmía, que le hará perder la visión del ojo izquierdo.
En Faesulae envía exploradores. Al enterarse de que el ejército de Flaminio se encuentra en Arretium, decide prepararle a una emboscada: se encamina a marchas forzadas hacia Roma, sobrepasando la posición de Flaminio, para obligarle a perseguirle. Eso le permitirá escoger un terreno favorable para el choque, y evitar que se le una el ejército de Servilio.

12. La batalla de Trasimeno

Los romanos creen que los púnicos están huyendo de ellos y, llenos de euforia, se dejan coger en una trampa. Flaminio penetra con todo su ejército por un estrecho pasillo entre las colinas y la orilla del lago Trasimeno, por donde Aníbal había pasado el día anterior. Durante la noche, Aníbal había dispuesto a su ejército a lo largo del pasillo, escondido tras las colinas, y las legiones de Flaminio son masacradas.
Mientras los romanos supervivientes son apresados, Aníbal permite a los aliados de Roma regresar a sus hogares: quiere presentarse en Italia como hombre clemente, liberador de la opresión romana.
Las noticias de la gran derrota siembran el pánico en Roma (VER RELATO), que toma una medida excepcional para resistir a Aníbal: concentrar todo el poder en un solo hombre. Nombran dictador por 6 meses a Fabio Máximo, y lugarteniente suyo a Minucio Rufo.

13. Aníbal no marcha contra Roma

A diferencia de lo ocurrido entre los galos del Norte, la proclama de libertad de Aníbal no triunfa en Italia central. Sea por temor a sus legiones o por estar satisfechas del dominio romano, las ciudades del centro de Italia permanecen fieles a Roma.
La estrategia de Aníbal nunca buscó atacar Roma directamente, sino cegar la fuente de donde extraía su inagotable fuerza: su gigantesca red de alianzas por toda Italia.
Fracasado su intento en la zona central, decide probar en el Sur de la península, de colonización más reciente. Pero primero se dirige al Adriático para dar descanso a sus tropas, debilitadas y enfermas por las largas marchas y los combates.

14. La estrategia de Fabio, el prudente

Escarmentado por las tres derrotas romanas contra Aníbal, Fabio concibio una estrategia de máxima prudencia: mantener a Aníbal siempre vigilado, acampar junto a él en zonas elevadas, donde el púnico no se atrevería a atacarle, pero no aceptar batallas en campo abierto. Fabio acosaba a Aníbal en espera de un descuido, dificultaba sus movimientos, atacaba a los destacamentos que salían en busca de abastecimiento...
Era una estrategia paciente, de medio plazo, poco coherente con el espíritu tradicional de Roma, que le valió el sobrenombre de Cunctator, el vacilante.
Fabio acompaña la marcha de Aníbal hasta Apulia, y luego a través de las montañas del Samnio hacia la fértil llanura de Campania, en los alrededores de Capua.

15. Aníbal atrapado, consigue escapar

Aníbal tenía que mover continuamente a su ejército para poder alimentarlo: necesitaba saquear las ciudades por donde pasaba para conseguir grano y ganado... y botín para mantener la moral de las tropas. Buscando una base segura para pasar el invierno, decide volver al Adriático, pero las vías para salir de Campania son montañosas.
Fabio ve la oportunidad y hace una jugada maestra: envía a Minucio con 4.000 hombres para cerrar el paso de montaña que debía atravesar Aníbal, mientras él, con el resto del ejército, acampa a media ladera. Aníbal queda encerrado en el pequeño valle.
Pero el púnico consigue escapar de la ratonera mediante una brillante maniobra de engaño. Por la noche, envía 2.000 bueyes colina arriba, con antorchas atadas a los cuernos. Minucio piensa que el ejército púnico se pone en movimiento para escapar de la trampa cruzando la montaña, y sale a encontrarse con él. Así, deja el paso libre por donde Aníbal pasa tranquilamente con su ejército y todo el botín.

16. Roma decide enfrentarse a Aníbal

Descontenta con la estrategia de Fabio Máximo, Roma escoge para el nuevo año (216) dos cónsules más decididos, Emilio Paulo y Terencio Varrón, y les confía el ejército más grande que jamás había puesto en pie de guerra: 4 legiones a cada uno, unos 75.000 hombres. Esta vez, habría batalla campal.
Los cónsules marchan a encontrar a Aníbal en Apulia (a 400 km. de Roma), donde otro ejército vigilaba todos sus movimientos. Aníbal acababa de tomar la fortaleza en ruinas de Cannas, situada en una pequeña colina. A sus pies se extiende una amplia llanura, recorrida por el río Aufido.

17. El desastre de Cannas (2 ago 216)

Con fuerzas inferiores en número y en un terrero escogido por los romanos (entre el río y la pendiente), Aníbal dirigió la que se ha llamado “batalla perfecta”, admirada y estudiada por los militares de todos los tiempos hasta nuestros días. Su táctica consistió en aprovechar la misma fuerza de ataque del enemigo para utilizarla en su contra.
Cuando los romanos ya había penetrado suficientemente en sus filas, eufóricos al creerse victoriosos, realizó una maniobra envolvente con tropas de refresco (que había situado en dos columnas, detrás de la línea de choque), que trituró al ejército romano.
En los flancos, la caballería púnica puso en fuga a la romana, y luego atacó al enemigo por la retaguardia.
Resultado: 50.000 muertos en el bando romano, entre ellos Emilio Paulo y unos 80 senadores, y más de 20.000 prisioneros.
Aníbal no marcha contra Roma. Después de Cannas, todos pensaban que Aníbal marcharía sobre Roma para conquistarla. Los historiadores han discutido siempre sobre qué habría ocurrido si Aníbal hubiera atacado Roma.
Roma no se rinde. Aníbal envió un emisario a Roma para negociar el rescate de los prisioneros romanos (muchos de ellos hijos de familias influyentes) y quizás la paz. Pero el Senado le negó la entrada en la ciudad y prohibió el pago de ningún rescate (VER RELATO). Roma lucharía hasta la muerte. Aníbal queda sorprendido.

18. Consecuencias de Cannas

Defecciones en masa. La batalla de Cannas consiguió por fin la deserción de un gran número de ciudades. Desde Campania hacia el Sur, casi toda la Italia meridional se pasa al bando de Aníbal. El mayor golpe fue la traición de Capua, la ciudad más importante de Italia después de Roma.
Permanencen fieles: el Lacio, Umbría y Etruria, todo el centro de la Península, que impide que contacten las dos zonas rebeldes. Roma cuenta además con varias colonias bien fortificadas que había ido estableciendo estratégicamente por todo el territorio. Ahora son como islotes en territorio hostil. Y también habían resistido las ciudades griegas del Sur (la antigua Magna Grecia), fortificadas y con salida al mar.
Reacción de Roma. En la ciudad, la conmoción por el desastre es enorme, pero mayor aún la voluntad inquebrantable de seguir luchando. A base de reclutar adolescentes, esclavos, delincuentes... se ponen en pie de guerra 19 legiones.
Retorno a la prudencia. Cannas mostró la sabiduría de la estrategia prudente de Fabio Máximo, cuyas líneas se siguieron a partir de entonces a rajatabla.
Cambia el tipo de guerra. Contar con aliados y amplios territorios amigos cambió también radicalmente la estrategia de Aníbal en Italia, pero eso lo veremos ya en el próximo capítulo.



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