sábado, 3 de octubre de 2015

Guerras por siglos

Guerras del siglo II a. C.

 Guerra Gálata al conflicto militar que enfrentó en el año189 a. C. al pueblo gálata contra la República romana y sus aliados de Pérgamo. La guerra se libró principalmente en GalaciaAsia Menor, territorio que forma parte de la actual Turquía.- ..................................................................:https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Guerra_G%C3%A1lata&printable=yes



        Eumenes II (229-197-158 a.C.)
        Cuando Eumenes II volvió de nuevo a Pérgamo, se dedicó a celebrar con sus súbditos el éxito tenido contra Antioco III . Se terminó de construir el Altar de Zeus, amplió el Templo de Atenea Nikéforos, la que le había dado la victoria, se creía entonces. Luego se cuidó de pasar visita a las ciudades más importantes que habían llegado a sus manos de la Frigia, la Lidia, la Pisidia, la Panfilia, parte de la Licia, el QuersonesoLisimaquia y la isla de Egina, a raíz de la paz de Apamea, tras la victoria sobre Antíoco III. Sus nuevos límites se aprecian en el mapa que sigue.

Situación del Oriente el año 190 AEC, tras la paz de Apamea. (Mover el cursor hacia la derecha)
(Fuente: Atlas Histórico Universal. Santillana,1.996.)

        Ya se aprecia que la precisión de los mapas de la Antigüedad depende de lo específico que sea el mapa. En el que acabamos de ver, la precisión es superior a otros anteriores. Se aprecia que del ImperioSeleúcida original se han desgajado los reinos que ya conocemos en Asia Menor (PérgamoBitiniaPaflagonia, el PontoCapadocia y Armenia) y la Media Atropatena, un poco más al Este. En el extremo más oriental, de ha desgajado un inmenso reino, el Greco-Bactriano, del que hablaremos más adelante sucintamente. Los Partos han aparecido en escena y luego darán guerra hasta a Roma, con la que lindarán. Y la poco importante Gedrosia, por lo desértica.
        Pero el aumento del reino de Pérgamo también trajo consecuencias negativas: Despertó la codicia de sus vecinos. Y Eumenes tuvo que hacer frente a la vecina Bitinia (Ver el mapa anterior), cuyo recién instalado rey, Prusias Ise gustaba del tesoro de Pérgamo. La guerra duró cuatro años, del 187 al 183, y la ganó Eumenes, que podía reclutar más soldados y contratar más mercenarios que Prusias.
        Cuando se firmó la paz con Bitinia, le tocó el turno al rey del Ponto (Ver el mapa anterior)Farnaces I, de ansiar los bienes de Eumenes. Y de nuevo, cuatro campañas de guerra, del 183 al 179 AEC.para convencer a Farnaces de que Pérgamo no era presa fácil. En estas campañas recibió la ayuda de su suegro, Ariarates IV, rey de Capadocia, ya que pocos años antes Eumenes había contraído matrimonio con su hija, Estratónice, quien, tras varios años de matrimonio, le daría un hijo, el futuro Atalo III.
        En todos estos conflictos, los monarcas pedían el arbitrio de Roma. Ésta mandaba un embajador que dirimía las disputas, dando al razón a uno u otro de los contendientes. Resolución que, generalmente, era aceptada.
        Llegado el año 178Eumenes pudo dedicarse a embellecer su reino, aumentar la Biblioteca, que ya contaba con 200.000 volúmenes, y disfrutar de la vida. Fue en esta época cuando, con tranquilidad, fue capaz de engendrar a su hijo. Él tenía 52 años, ya no era un crío, y su esposa, Estratónice, alrededor de los 28. Cuando Eumenes II muriera, a los 70 años, el hijo sólo tendría 17. Y con 17 años no se podía gobernar un reino rodeado de reyes pérfidos, ambiciosos y con el colmillo retorcido.

Moneda de Eumenes II. LeyendaBasilews Eumenou = Reino de Eumenes.


        Pero tras casi diez años sin campañas guerreras, Eumenes un día extendió el mapa  de Asia Menor sobre la mesa de mármol que estaba en medio de su gran despacho y se preguntó qué podría hacer todavía por la vida. De los territorios vecinos, había uno con el que no había guerreado aún. Era el más anárquico y desdibujado, la patria que los galos, o gálatas, se habían reservado a sí mismos. Eran unos bárbaros advenedizos y habían  sometido a impuesto al mismo fundador del reino de Pérgamo.
        Eumenes decidió que los gálatas no merecían vivir y se dispuso a tomar medidas para aumentar su reino por el Este. Era lo más inteligente, aplicar la ley del vecino al vecino más débil, siempre que hubiera botín a la vista. Y los galos, que habían saqueado media Europa en sus correrías (aunque entonces no se le llamaba Europa aún) y habían cobrado tributo a múltiples reinos y ciudades en el pasado, seguro que tenían un buen tesoro guardado. El vecino ideal, vamos.
        Eumenes viajó a Roma y acudió al Senado para pedir el visto bueno y la ayuda romana para hacerse con el botín de los gálatas. El Senado, siempre deseoso de dinero fresco, ajeno y lejano, se dejó convencer por el enérgico aliado y se dieron las órdenes oportunas para que parte del efectivo romano ubicado en Macedonia pasara al Asia para colaborar en la guerra contra los gálatas.
        Del año 168 al 166 AECEumenes II y un contingente romano vencieron a los gálatas y se apoderaron de todo lo que los gálatas habían atesorado a lo largo de los decenios anteriores, que era mucho. 

En torno a 280 a.C., una avalancha de pueblos celtas invadió Macedonia y luego cruzó a Asia. Ésta había servido de estado tapón durante un siglo, pero en 281 a.C., Seleuco I derrotó en Curopedio a Lisímaco, señor de Macedonia. Además, las ciudades de Grecia estaban exhaustas por las guerras de los sucesores de Alejandro, por lo que en un principio los celtas no encontraron gran oposición al entrar en Grecia.
Los autores antiguos usaron el nombre de “gálatas” para referirse tanto a los celtas de la Galia como a los que más tarde se asentaron en Asia Menor. Aunque las fuentes pueden exagerar para engrandecer los posteriores triunfos griegos, el número de 300.000 (Justino, Epit. 24, 4, 1-7) celtas aportados por las fuentes no es tan irreal si tenemos en cuenta que a los guerreros les acompañaban sus familias al completo. Otros autores hablan de 150.000 gálatas (Pausanias, 10, 19, 6), que sigue siendo una cifra significativa. Por tanto, no se trató sólo de una campaña militar, sino de la migración de un pueblo en busca de tierras, que se inserta en la expansión de la Cultura de La Tène desde la mitad del I milenio a.C. Las tribus creaban grupos guerreros para ejercer presión militar y diplomática sobre ciertas áreas, siendo la punta de lanza de la expansión colonial. El objetivo último era el asentamiento de estas poblaciones, pero mientras encontraban un lugar, se dedicaron al pillaje, al saqueo de ciudades y santuarios, al oficio del mercenariado o al cobro de tributos a cambio de no atacar. El proceso es muy similar al de la formación de nuevos y agresivos grupos germánicos en la frontera norte del Imperio Romano en los siglos III y IV d.C., así como a la creación de “reinos bárbaros” en las provincias romanas.
Expediciones celtas en Grecia y Anatolia en el s. III a.C. Fuente
Expediciones celtas en Grecia y Anatolia en el s. III a.C. Fuente.
No entraremos en detalles, pero conocemos relativamente bien las correrías de los celtas en Grecia, gracias tanto a las fuentes literarias como a numerosas inscripciones en Asia Menor. De estos ataques, el más famoso fue el realizado contra el santuario de Delfos por parte de una confederación de tribus liderada por Brenno en 279 a.C. Según la leyenda, Apolo defendió el santuario enviando una gran tormenta de truenos que espantó a los galos. Sin embargo, otros grandes santuarios de Grecia no corrieron la misma suerte, pues Brenno se dirigió a continuación hacia el Epiro, al santuario de Zeus en Dodona, y luego hacia el Peloponeso, a Olimpia, saqueando ambos. Así relatan las fuentes uno de estos ataques, el de la tribu celta de los kallieos a su paso por Tesalia:
Ellos masacraron a cada hombre de esa raza entera, a los ancianos y a los niños les abrieron el pecho; y los galos bebieron la sangre y comieron la carne de los bebés asesinados (…). Toda mujer madura y toda virgen con una chispa de orgullo se suicidó tan pronto como la ciudad cayó; aquellos que vivieron fueron subyugados con violencia sin sentido a toda forma de atrocidad por hombres tan lejanos de la clemencia como lo estaban del amor (…). Otros murieron de hambre e insomnio, ultrajados en una sucesión sin fin por hombres impíos y bárbaros: tuvieron sexo con los moribundos; tuvieron sexo con los muertos. (Pausanias, 10, 22, 2)
Pero, ¿fueron realmente los celtas esos demonios venidos del norte que las fuentes refieren? Sin duda, se debieron producir las atrocidades que acompañan a la guerra, pero éstas nunca faltaron en cualquier conflicto del Mundo Antiguo. La mayoría de estas noticias sobre necrofilia, canibalismo y ateísmo – como se le atribuye a Brenno – parecen exageraciones. En realidad, lo que sucedió fue que los celtas se convirtieron en el nuevoenemigo panhelénico en la propaganda política tanto de reyes como de poleis. Eran comparados constantemente con los persas, incluso al observar su organización militar: en la unidad militar gala conocidatrimarkisia, los infantes que acompañaban al jinete reemplazaban a éste si caía, igual que ocurría entre los Inmortales de Jerjes. Igualmente, los atenienses, que cayeron frente a Brenno en las Termópilas (279 a.C.), compararon su derrota con la de los 300 de Leónidas. Si los atenienses dedicaron los escudos persas de Maratón en Delfos, cuando finalmente la Confederación Etolia venció a los celtas, ésta dedicó el doble de armas celtas en este santuario.
Reverso de un tetradracma de la Liga Etolia, 238-228 a.C. El héroe Etolo se sienta sobre un escudo macedonio y uno celta. Fuente.
Reverso de un tetradracma de la Liga Etolia, 238-228 a.C. El héroe Etolo se sienta sobre un escudo macedonio y uno celta. Fuente.
Serían los monarcas helenísticos quienes sacarían más provecho de las victorias sobre los gálatas a lo largo del s. III a.C. Antígono II Gónatas obtuvo el trono de Macedonia tras derrotar  a los celtas en Lisimaquia (277 a.C.). Ptolomeo II dejó morir de hambre en una isla del Delta a 4.000 celtas, mercenarios suyos, como gesto de prohelenidad (c. 275 a.C.). También Pirro se enorgullecía de su victoria frente a mercenarios galos del ejército macedonio (273 a.C.).
Pero, sobre todo, fue el Reino de Pérgamo quién más explotó el triunfo sobre los gálatas. Atalo I, quien reinó entre 241 y 197 a.C., ligó su prestigio personal a la defensa de Grecia de los bárbaros. Adoptó el sobrenombre de Soter (“Salvador”), por el que sería conocido más tarde, tras vencer en batalla a los gálatas. Después, dedicó una gran stoa en Delfos, pero sobre todo, es famoso el monumento que erigió en Pérgamo, del que conservamos copias en mármol de algunas de sus estatuas, los famosos “Gálata moribundo” y “Gálata Ludovisi”.
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“Gálata moribundo”, copia romana en mármol de un original en bronce de Pérgamo, 230-220 a.C. Fuente.
En cualquier caso, parece que este papel negativo del celta en la propaganda política griega se usó fundamentalmente en el s. III a.C., desapareciendo paulatinamente. En torno al s. I a.C., celtas y amazonas eran también símbolos del “buen salvaje” en Roma, y ése es precisamente el motivo de que conservemos copias romanas de los gálatas de Pérgamo de forma individual. En origen, el monumento estaba compuesto por numerosos guerreros celtas vencidos y, aunque se desconoce la disposición exacta de las figuras y si existía una estatua ecuestre o no, queda fuera de toda duda que su fin era honrar a Atalo antes que a los celtas.
Sin embargo, la realidad fue algo más compleja, como suele suceder. El gálata fue útil en la retórica política como símbolo de la antihelenidad y antihumanidad, pero los celtas eran empleados regularmente como mercenarios en el Mundo Clásico desde inicios del s. IV a.C., y su uso no hizo sino aumentar desde entonces, participando activamente en los conflictos anatólicos y mediterráneos. Por tanto, la presencia de los gálatas era una oportunidad más que una amenaza para la mayoría de monarcas.
Así, no es de extrañar que fuese un monarca helenístico, Nicomedes I de Bitinia, quien atrajo a un mayor número de celtas a Asia Menor. Éste buscaba apoyos para luchar contra su hermano por el trono y contra la dinastía seléucida, de manera que dejó que tres tribus completas – TrocmiTolistobogii y Tectosages – se asentasen como aliadas en Asia Menor en 277 a.C. Tras unos años de razzias en Jonia, Eolia y Licia, los gálatas fueron derrotados por los seléucidas en la conocida como Batalla de los Elefantes (275 a.C.), por la que Antíoco I obtuvo el título de Soter. Fue entonces cuando estas tres tribus se asentaron de manera definitiva en Anatolia, en la región que más tarde sería conocida como Galacia.









guerra de Jugurta fue un conflicto bélico desarrollado entre númidas y romanosdesde el 112 hasta el 105 a. C. Toma su nombre de Jugurta, sobrino y posteriormente hijo adoptivo de Micipsa, rey de Numidia. El historiador romanoSalustio narró esta guerra, así como sus consecuencias, en su libro Guerra Jugurtina (lat.: Bellum Iugurthinum).- ..............................................................:https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Guerra_de_Jugurta&printable=yes

Cuando Salustio expone las razones que le llevaron a escribir sobre la guerra de Yugurta, dice: "...porque esta guerra fue larga y encarnizada, con reveses de fortuna para unos y otros y porque entonces el pueblo romano se levantó contra la soberbia de los nobles". Efectivamente, por primera vez el pueblo contestó el derecho de los senadores a dirigir una guerra. Salustio consideraba que, tras la caída de Cartago, Roma inició un período de crisis política y moral que sacudió a la nobilitas y al pueblo. La alianza de los senadores y caballeros imprimió a la política exterior de estos años un carácter mercantilista evidente. La adjudicación del cobro de tasas alos publicanos, en virtud de la ley de Cayo Graco del 123, amplió la red de compromisos y alianzas económicas que llevaba a la búsqueda de nuevos mercados en zonas en las que la influencia romana garantizase la estabilidad necesaria para el desarrollo de tales actividades. En esta época tal factor fue el que decidió en gran medida la política exterior romana y las intervenciones militares. Los acontecimientos de la guerra yugurtina surgen tras la muerte de Micipsa, hijo de Massinisa, rey númida que había cumplido -en alianza con Roma- un papel de cerco y hostigamiento a Cartago. Micipsa había continuado la política de su padre siendo un fiel aliado de Roma y en varias ocasiones había suministrado a Roma grano, elefantes y contingentes militares. En definitiva, Numidia era considerada un reino satélite de Roma y su importancia para ésta radicaba principalmente en los numerosos intereses comerciales que Roma tenía allí. Desde la época de Massinisa estaban establecidos en Cirta -la capital- y otras ciudades númidas numerosos grupos de comerciantes romanos e itálicos. La defensa de estos intereses motivó la intervención de Roma en las contiendas dinásticas que surgieron tras la muerte de Micipsa. Micipsa a su muerte había dejado dos hijos, Adherbal y Hiempsal. Pero su sobrino Yugurta, por su propia trayectoria militar y sus relaciones con Roma, se consideraba con derechos sobre el trono. Éste había sido enviado por Micipsa al frente de un destacamento militar númida a Hispania para luchar junto al ejército romano. Así, había participado en el asedio de Numancia y había trabado gran amistad con Escipión Emiliano quien -según Salustio- había llegado a prometerle que contaría con el apoyo de Roma, tras la muerte del rey, para sucederle en el trono. El cónsul M. Porcio Catón, enviado por el Senado, se trasladó a Numidia a fin de regular el problema de la sucesión y decidió la división de Numidia en tres estados que asignó a cada uno de los tres herederos. No era ésta la aspiración de Yugurta que, poco después, hizo asesinar a Hiempsal y derrotó a Adherbal cuando intentaba invadir el reino de Yugurta. Buscó apoyo Adherbal en la propia Roma ante el Senado. Simultáneamente, Yugurta envió embajadores al Senado, que estaba dividido. Finalmente triunfó la solución propuesta por L. Opimio: se envió una comisión presidida por él mismo que estudió un nuevo reparto del reino entre los contendientes. Este reparto se hace efectivo en el 113 a.C., aunque por poco tiempo, asignándose a Adherbal la parte oriental incluida Cirta y, el resto, a Yugurta. En el 113 a.C., Yugurta invade el reino de Adherbal y prepara el asedio de Cirta. Adherbal solicita nuevamente la ayuda de Roma, pero la división de opiniones en el Senado y la derrota de un ejército romano ante invasores teutones ralentizó la toma de una decisión respecto al problema númida. Como la amenaza de los teutones seguía vigente, Roma no consideró oportuno desplazar contingentes de tropas a África. Así, en el 112 a.C., envió una nueva comisión con la vana pretensión de obligar a Yugurta a respetar el acuerdo y abandonar el cerco de Cirta. Este no hizo el menor caso. Forzó a Adherbal a capitular y, poco después, lo asesinó. En la masacre de Cirta fueron asesinados también gran número de negotiatores romanos asentados en la ciudad. Fue la presión popular la que obligó al Senado a declarar la guerra a Yugurta. El cónsul Calpurnio Bestia fue encargado de dirigir las operaciones que comenzaron en el 111 a.C. con resultados positivos para Roma. Yugurta pidió iniciar negociaciones de paz y éstas se realizaron entre Bestia y él mismo en términos tan mesurados que se reducían a la imposición a Yugurta de una leve indemnización económica y el mantenimiento de éste en el trono. La razón estaba clara: con Yugurta o sin él, la paz en Numidia urgía a los caballeros comprometidos en importantes negocios en África, ya que la guerra perjudicaba seriamente a sus intereses. Pero los medios populares se negaron a aceptar esta solución, acusando al Senado de no haber realizado una guerra punitiva y a los generales de haberse vendido a una paz deshonrosa. Fue el tribuno de la plebe C. Memmio quien representó el sentimiento popular. Se realizó una investigación pública sobre las probables corrupciones y para el esclarecimiento de los hechos se hizo venir al propio Yugurta a Roma. Este compareció no ante el Senado, sino ante la asamblea de la plebe. Memmio le presionó a fin de que aclarase las sospechas y acusaciones que sobre las negociaciones con Bestia habían levantado. Pero el otro tribuno, a las órdenes del Senado, cortó el proceso de raíz al poner el veto a Memmio. Esta experiencia le sirvió a Yugurta para comprobar hasta qué punto las tensiones sociales entre el pueblo y el Senado así como las divisiones dentro de éste, podrían entorpecer la capacidad de actuar militarmente contra él. En el año 110, el misterioso asesinato de Massiva, primo de Yugurta, que podía llegar a ser un rival para él pues tenía ciertos derechos dinásticos, decidió al Senado a intervenir de nuevo militarmente en Numidia. El encargado de las operaciones fue el cónsul Sp. Postumio Albino. La campaña fue un cúmulo de torpezas y el resultado fue la capitulación del ejército romano. Esta derrota causó en Roma una enorme conmoción, no sólo entre los medios populares, sino entre los propios caballeros que veían peligrar sus negocios con tales reveses. Se exigió la creación de un tribunal especial que juzgase la incompetencia y las responsabilidades de los magistrados que habían conducido las operaciones en Numidia. Se establecieron condenas contra Calpurnio Bestia, Sp. Postumio Albino y L. Opimio. De nuevo se ponía de manifiesto la incidencia política del sector de los caballeros, compañeros de viaje ocasionales de los senadores. La trama de sus intereses económicos actuaba como factor de presión política cada vez más poderoso, en un Senado en el que, si no había aún facciones organizadas, sí que se constatan grupos claramente divergentes. En el 109 a.C. se elige para la conducción de la guerra al cónsul Q. Cecilio Metelo, un aristócrata moderado que, según Salustio, había gozado siempre de una reputación sin tacha. La campaña duró aún cinco anos, aunque el mando de Metelo sobre el ejército le fue arrebatado a los dos años de iniciada esta nueva guerra. Durante estos dos años, Metelo obtuvo victorias parciales sobre Yugurta. En el 108 a.C., Vaga, ciudad que se consideraba sometida, atacó y dio muerte a la guarnición romana allí asentada. La repercusión de esta noticia en Roma supuso una convulsión tanto más cuanto que coincidió con la derrota ante los cimborios en la Galia del otro cónsul, M. Junio Silano. Plebeyos y caballeros se unieron en sus reproches al Senado. Una propuesta del tribuno C. Servilio Glaucia logró que los jurados de los procesos contra magistrados corruptos o incapaces estuvieran compuestos exclusivamente por caballeros. El Senado no pudo evitar, una vez más, esta merma de sus facultades judiciales. La situación de Metelo tras el incidente de Vaga, era extremadamente difícil. No se lograba la victoria definitiva y su legado, Cayo Mario conducía una campaña crítica contra él y sus tácticas militares, mientras la popularidad de Mario en el ejército crecía en gran medida. Esta desunión sin duda repercutió en la prolongación de la guerra. En el 108 a.C. Mario, un homo novus, se presenta a los comicios consulares y es elegido cónsul para el 107 a.C. Al mismo tiempo, el concilium plebis (asamblea de la plebe) entrega el mando del ejército destacado en Numidia a Mario y destituye a Metelo. Era una afrenta dura para el Senado que, hasta entonces, había siempre decidido la conducción de las guerras exteriores de Roma. La confianza del pueblo en Mario se tradujo en el enrolamiento de voluntarios, pero Mario no sólo aceptó como soldados a los possesores, sino a gran cantidad de indigentes que tenían la esperanza de enriquecerse en la guerra. Era un ejército con un componente popular inédito hasta entonces el que Mario utilizó para la guerra contra Yugurta. Mario reanudó con fuerza la campaña númida. En el 107 la toma de Capsa supuso una victoria importante, aunque la ayuda de Bocco, rey de Mauritania, a Yugurta ralentizó los éxitos militares de Roma. Para lograr la total sumisión de Numidia, se hizo necesario recorrer el enorme país, ir tomando las ciudades una a una, hasta que en el 106 a.C. Yugurta abandona Numidia y se refugia en Mauritania. Poco después, el entonces cuestor de Mario, Cornelio Sila, logra que Bocco entregue a Roma a Yugurta. Mario celebró su triunfo en Roma el 1 de enero del 104, llevando delante de su carro a Yugurta que, poco después, era ajusticiado en la cárcel.

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