martes, 5 de abril de 2016

Inmunología

la respuesta inmune humoral específica

 INTRODUCCIÓN

La rama humoral del sistema inmune específico está diseñada para eliminar a patógenos extracelulares y evitar la diseminación de los intracelulares aprovechando que estos últimos se transmiten de célula a célula a través de los fluidos extracelulares. Ello se consigue mediante la producción de grandes cantidades de anticuerpos específicos frente a cada agente foráneo.
  1. Los anticuerpos, por sí mismos no suelen eliminar más que a ciertos virus o inactivar toxinas bacterianas.
  2. En la mayor parte de los casos, la eliminación efectiva del patógeno suele deberse a la inducción de las funciones efectoras de los anticuerpos, que dependen de la porción constante de las cadenas pesadas:
    1. activación del complemento por la ruta clásica, que puede conducir a
      1. lisis del patógeno
      2. quimiotaxis de fagocitos
      3. opsonización de fagocitos
    2. Opsonización de fagocitos por inmunocomplejos (Ag-Ac)
    3. Citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos (ADCC): el anticuerpo se une a receptores para Fc en la superficie de células NK y macrófagos.
Por lo tanto, en la respuesta humoral podemos distinguir dos grandes fases: la de inducción de la producción de anticuerpos, y la fase efectora, en la que dichos anticuerpos, directamente, o más a menudo indirectamente, eliminan al patógeno. En este tema nos vamos a centrar solamente en la primera, es decir, cómo se induce la producción de inmunoglobulinas circulantes ante un antígeno. Los auténticos mecanismos efectores humorales los iremos tratando en capítulos ulteriores.
Aquí vamos a tratar principalmente de las interacciones celulares y de las señales químicas implicadas en el desencadenamiento de la producción de anticuerpos. Podemos resumir el proceso en tres apartados interconectados:
  1. el linfocito TH virgen reconoce a su péptido antigénico (procesado) enclavado en el surco de MHC-II, en la superficie de una célula presentadora de antígeno (APC). Ello provoca la activación y proliferación clonal de los linfocitos TH.
  2. Por otro lado (paralelamente), la célula B reconoce al antígeno nativo por medio de su BCR (con mIg), lo que desencadena la endocitosis y procesamiento endosómico de dicho antígeno. Algunos de los péptidos resultantes se "exportan" y se muestran en el surco de moléculas MHC-II del propio linfocito B.
  3. El TH activado (resultante de la fase #1) interacciona ahora mediante su TCR con el complejo {epitopo-MHC-II} del linfocito B. En este contacto entre ambas células tiene lugar un intercambio de señales químicas que conduce a la activación, proliferación clonal y diferenciación de las células B en dos subclones hermanos: uno de células plasmáticas secretoras de anticuerpos, y otro de células B cebadas de memoria.

12.2    RESPUESTA PRIMARIA Y RESPUESTA SECUNDARIA

Fases de la respuesta:

  1. fase lag (de retardo): es el tiempo que se tarda en la selección de un clon específico de células B y en la producción de células plasmáticas secretoras de Ac y de células B de memoria
  2. aumento exponencial (hasta un pico máximo)
  3. meseta
  4. declive
En total la respuesta puede durar desde unos días a varias semanas, dependiendo de la persistencia del antígeno.
En la respuesta primaria primero se produce IgM, y luego IgG, siendo en ella la contribución global de la IgM más importante. En cambio, en la respuesta secundaria se produce mucha mayor cantidad de IgG que de IgM.
Las células B de memoria quedan en reposo (G0) durante muchos años (incluso persisten durante toda la vida).
La respuesta secundaria posee una serie de importantes diferencias cualitativas y cuantitativas con respecto a la respuesta primaria:

Diferencias cuantitativas:

se inicia más rápidamente (menor fase lag)
alcanza más intensidad (100 o 1000 veces mayor)
dura más tiempo, como se comprueba por la fase de meseta más prolongada y su declive más lento.

Diferencias cualitativas:

ocurre cambio de clase, produciéndose preferentemente IgG, aunque también IgA e IgE
Tiene lugar la maduración de afinidad por hipermutación somática y selección "darwiniana" de los linfocitos con receptores de mayor afinidad.

12.3    FASES DE LA INDUCCIÓN DE LA RESPUESTA HUMORAL

12.3.1 Visión general

Antes de entrar en detalles de cómo se activan y proliferan y diferencian los linfocitos B hasta que producen y secretan anticuerpos, vamos a dar una idea general del proceso, ampliando un poco el esquema ya visto en la Introducción:
  1. Un linfocito TH virgen o de memoria entra en contacto con una APC, que le presenta un péptido antigénico enclavado en su MHC-II; ello provoca la activación y proliferación clonal del linfocito TH.
  2. Por otro lado, la célula B (virgen o de memoria) reconoce al antígeno nativo, pero interaccionando con otro epitopo diferente al que reconoció el TH. Acto seguido internaliza este Ag y lo procesa, presentando algunos de los péptidos resultantes en sus moléculas MHC-II.
  3. El linfocito TH cebado del paso #1 reconoce por su TCR a la combinación específica péptido-MHC-II en la superficie del linfocito B del paso #2, formándose el llamado conjugado TH:B. En dicho conjugado, el linfocito coadyuvante suministra dos tipos de señales químicas al linfocito B:
el TH expresa en su membrana la molécula CD40L (=CD154)
secreta citoquinas.
  1. Estas señales son transducidas ("reemitidas") al interior del linfocito B, lo que provoca cambios en el patrón de expresión génica. Las proteínas producidas por estos genes inducidos provocan la proliferación clonal del linfocito, y finalmente la diferenciación hasta células plasmáticas secretoras de anticuerpos y células B de memoria. (La célula B que no reciba estas señales del TH quedará anérgica).
En este apretado resumen se pueden ya apreciar algunas de las características clave del proceso:
La célula B puede funcionar como célula presentadora de antígeno (APC) para la TH.
El linfocito TH y el linfocito B, por medio de sus respectivos receptores específicos, reconocen determinantes (epitopos) diferentes del mismo antígeno o complejo antigénico original. (Cada linfocito B reconoce una parte de una proteína, o la porción lipídica o hidrocarbonatada de un conjugado con proteína).
La inmunoglobulina de membrana (mIg) del linfocito B cumple dos papeles: como parte del complejo BCR (junto con Iga /Igb ) transmite señales al interior celular, y como receptor específico implicado en la endocitosis, para llevar al Ag nativo a la ruta endocítica para su degradación y procesamiento.

12.3.2     Fase 1ª: activación y proliferación del linfocito TH

El antígeno nativo puede viajar por sí solo a un órgano linfoide secundario, o bien puede ser transportado (y eventualmente procesado) por una célula presentadora profesional (APC):
células de Langerhans de la piel captan el antígeno, viajan por los vasos linfáticos como células "a vela", y al llegar al ganglio se convierten en células dendríticas interdigitantes.
células dendríticas intersticiales de los tejidos
macrófagos/monocitos.
En el órgano linfoide secundario la APC presenta algún epitopo a un linfocito TH en reposo, interaccionando ambas células de la forma estudiada en el tema anterior:
señal #1: unión del TCR al epitopo enclavado en MHC-II de la APC
señal #2 (coestimulatoria): unión del CD28 del TH a la B7 de la APC.
Además, la APC secreta citoquinas como la IL-1 y la IL-6.
Todo ello provoca la activación y proliferación de TH, por el mecanismo autocrino dependiente de la IL-2 que el propio linfocito secreta. De esta forma se producen grandes cantidades de células TH, lo cual va a permitir que algunas de ellas tengan posibilidades de interaccionar luego con células B que presenten el mismo epitopo enclavado en el mismo tipo de MHC-II.

12.3.3   Fase 2ª: El linfocito B reconoce específicamente al antígeno nativo

NOTA: la célula B es una magnífica presentadora de antígeno, que a diferencia del macrófago posee la capacidad de internalizar y procesar solamente el antígeno específico para el cual está preparada por su mIg. De hecho es capaz de procesar antígeno a concentraciones de 100 a 10.000 veces menores de las requeridas por el macrófago.
Como sabemos, la célula B en reposo posee moléculas de mIgM y mIgD asociadas con cadenas Iga e Igb , constituyendo el complejo receptor específico BCR.
Aunque la célula B no es una célula fagocítica, puede internalizar antígenos tan grandes como del tamaño de ciertos virus. Ello se produce por endocitosis mediada por receptor (siendo el receptor el BCR). El antígeno entra a la ruta endocítica, donde se degrada hasta péptidos, algunos de los cuales pueden ser colocados en el surco de sus moléculas MHC-II. (Mientras tanto, la célula B está renovando continuamente sus receptores BCR, lo que le permite seguir captando específicamente más moléculas o partículas antigénicas).
Pero al mismo tiempo, el hecho de que se esté produciendo unión del antígeno con BCR (con entrecruzamiento de dos complejos BCR por una misma molécula antigénica) supone el inicio de una ruta de transducción intracelular de señal: las colas citoplásmicas de las cadenas Iga /Igb inician una cascada de fosforilaciones y desfosforilaciones, donde están implicadas varias proteín-tirosínquinas (PTK) como Lyn, Fyn y Blk. Al cabo de unos 30 segundos se han fosforilado muchas proteínas celulares (por rutas en buena parte aún desconocidas), que finalmente conducen a la activación de la fosfolipasa C (PLC). A partir de aquí se activan las rutas ya estudiadas del inositol-trifosfato (IP3) y del diacilglicerol (DAG); la primera conduce a la calcineurina/calmodulina, y la segunda a la activación de la proteínquinasa C (PKC). Ambas colaboran en la activación de una serie de genes tempranos que codifican factores de transcripción (como el AP1, c-Myc, etc). En la fase siguiente, los productos de estos genes van a tener un papel destacado.

12.3.4   Fase 3ª: Formación del conjugado TH:B e intercambio de señales

La célula TH cebada específica reconoce ahora, por medio de su TCR, la configuración peculiar del péptido específico enclavado en el MHC-II, en la superficie del linfocito B; es decir, el linfocito B está actuando como célula presentadora para el TH.
Tras este contacto inicial se forma el conjugado TH:B en el que ambas células dejan entre sí un estrecho espacio intercelular. En esta fase se producen importantes cambios en el linfocito TH:
reorganiza el aparato de Golgi y el centro organizador microtubular, de modo que aparecen microtúbulos del citoesqueleto orientados hacia el lado que mira a la célula B. Ambas características tienen que ver con el hecho de que se van a secretar citoquinas en esa dirección.
Las moléculas de membrana de la célula T se concentran en la zona de contacto intercelular:
TCR+CD3+CD4 van a participar en contactos con MHC-II+péptido de B
LFA-1 hará contacto con ICAM-1 de B
CD28 se ligará con la B7 del linfocito B (pero esto no es imprescindible si el linfocito TH está ya "armado").
Esta reorientación implicará una mayor avidez en la unión entra ambas células, permitiendo que este contacto dure más tiempo, lo cual facilitará las señales que necesita el linfocito B: CD40L y citoquinas, como veremos a continuación.

12.3.5   Fase 4ª: Efecto de las señales del linfocito Tsobre la célula B

Los dos tipos de señales del linfocito TH (CD40L y citoquinas) van a provocar que el linfocito B sufra una serie de notables cambios. Algunas de estas moléculas químicas provocan que el linfocito B salga de reposo y entre a ciclo celular (señales de competencia); otras moléculas hacen que el linfocito B progrese a lo largo del ciclo celular (señales de progresión) y/o que se diferencie.
Las moléculas CD40L que el linfocito TH expresa en su superficie se unen a las de CD40 del linfocito B (que ya estaban preformadas). Esto provoca una señal para que el linfocito B sintetice y ensamble en membrana receptores para diversas citoquinas (lo cual ocurre a las 12 horas del contacto inicial del Ag con la mIg). Entonces, el linfocito B, que hasta este momento estaba en reposo (G0), puede entrar por fin en el ciclo celular (G1). Estamos pues, ante una señal decompetencia, que participa en la activación del linfocito B.
Las citoquinas secretadas direccionalmente por el linfocito TH se concentran en bolsas distribuidas en la zona de estrecho contacto intercelular. Cada citoquina va a unirse a su receptor correspondiente situado en la superficie de la célula B, provocando una serie de respuestas en dicha célula:
La IL-4 (junto con la IL-1 secretada por macrófagos) actúan como señales de competencia (favorecen la transición G0 à G1).
Posteriormente, la misma IL-4 sirve ya como señal de progresión (que favorece el avance del ciclo celular: G1 à S à M), con lo que empieza laproliferación clonal. Otras citoquinas que colaboran en la proliferación son la IL-2 y la IL-5 (esta última en ratón, pero no en humanos).
La diferenciación requiere IL-6, así como de nuevo IL-4, IL-5, IL-10 e IFN-g . En esta diferenciación se producen dos subclones: uno de células plasmáticas secretoras de anticuerpos, y otro de células B de memoria.
Esta respuesta de los linfocitos B frente a antígenos timo-dependientes se caracteriza por:
tener memoria inmunológica,
poseer maduración de la afinidad conforme pasa el tiempo,
experimentar cambio de isotipo.
Respecto de este último punto, se sabe que diferentes citoquinas o combinaciones de citoquinas tienden a inducir preferencialmente ciertos cambios de isotipo. Veamos algunos ejemplos en el ratón:
la IL-4 tiende a provocar cambio a IgG1, y luego a IgE;
el factor de crecimiento tumoral beta (TGF-b ) provoca cambio a IgG2b y a IgA;
El interferón gamma (IFN-g ) induce cambio a las subclases IgG2a e IgG3.
Parece ser que la base de esta inducción de cambios de clase estriba en que las correspondientes citoquinas inducen de alguna forma un cambio en la estructura de la cromatina de las regiones S (de switch, cambio de clase) situadas en el lado 5’ de cada gen CH concreto, promoviendo la recombinación específica que ya estudiamos en el tema 7 (Genética de los anticuerpos).

12.4   RESPUESTA HUMORAL IN VIVO

La respuesta humoral se desencadena en distintos órganos dependiendo de la vía de entrada del antígeno:
si el antígeno entra por la sangre, va a parar al bazo;
si entra por tejidos, es captado por algún ganglio linfático regional;
si se introduce por los epitelios internos, suele ir a parar a tejido linfoide asociado a mucosas (MALT).
En este apartado vamos a describir cómo se sucede la respuesta humoral en una de estas localizaciones: el ganglio. Recordemos que el ganglio está diseñado para atrapar y retener antígenos que llegan por alguno de los vasos linfáticos aferentes. El antígeno puede llegar solo, en forma soluble, o bien transportado por células "a vela" (que como se recordará es la forma que adoptan las células de Langerhans de la piel al pasar a la circulación linfática), o por células dendríticas intersticiales de los tejidos, o por macrófagos.
Por su lado, los linfocitos pueden acceder al ganglio por dos rutas distintas: por los linfáticos aferentes, o desde la sangre, por extravasación pasando a través de las vénulas de endotelio alto (HEV) postcapilares.

12.4.1 Respuesta primaria:

Interacciones iniciales: tienen lugar en la paracorteza.

Las células dendríticas interdigitantes, con sus largos procesos de membrana, interaccionan simultáneamente cada una con unos 200 linfocitos TH, presentándoles péptidos procesados en el surco del MHC-II, con lo que se provoca una gran activación y proliferación clonal de esos linfocitos.
Por su parte, los linfocitos B en reposo internalizan antígeno específico, y lo procesan.
Las células TH activadas interaccionan con las células B, induciendo en éstas las primeras fases de la activación.
Algunas de estas células B de la paracorteza siguen su activación, proliferación y diferenciación hasta células plasmáticas secretoras de IgM e IgG, con lo que se suministra una primera descarga de anticuerpos circulantes. Luego migran a la médula ósea.
Pero otras células B se quedan a mitad de su activación, y emigran a la corteza, a los folículos primarios, donde van a seguir una ruta especial que da origen a los centros germinales de los folículos secundarios.

Eventos en el folículo secundario:

El folículo secundario suministra un microambiente especial en el que las interacciones entre células B y células dendríticas foliculares van a conducir a la generación de grandes cantidades de células B y células plasmáticas con anticuerpos de alta afinidad (por maduración de afinidad tras hipermutación somática). Veamos los acontecimientos:
Cuando la célula B "a medio activar"(procedente de la paracorteza) entra en el folículo primario comienza a dividirse activamente: estas células B en rápida proliferación se denominan centroblastos, y son ellas las que dan lugar al centro germinal del folículo, que ahora se llama folículo secundario. Los centroblastos se caracterizan por su rápida división (una vez cada 6 horas) y porque carecen de inmunoglobulinas de membrana (mIg).
La zona basal oscura del centro germinal está llena de centroblastos, todos ellos descendientes de un solo linfocito B (o unos pocos). Es decir, se están produciendo grandes cantidades de centroblastos todos descendientes de una célula B, por lo tanto todos tienen la misma especificidad antigénica que el linfocito B "fundador" que originalmente internalizó el Ag que ha dado origen a la respuesta. Es en esta fase de centroblastos donde ocurre la hipermutación somática de las porciones variables de los genes reordenados de cadenas pesadas y ligeras. (Véase tema 7).
Al cabo de unos 4 días los centroblastos dan origen a los centrocitos, células más pequeñas que no se dividen, y que vuelven a tener mIg en sus membranas Estos centrocitos ocupan la zona basal clara del centro germinal. Debido a la previa hipermutación somática, cada centrocito, aunque miembro del mismo clon, tendrá una variante aleatoria distinta de la inmunoglobulina original. Lógicamente, dentro de esta población habrá centrocitos con mIg dotada de mayor afinidad hacia el Ag original y centrocitos con mIg de menor afinidad.
Es ahora cuando tiene lugar el proceso de selección darwiniana de esa población de centrocitos: aquellos que tengan mIg de mayor afinidad serán seleccionados para sobrevivir en base a su capacidad de interaccionar con mayor afinidad con el antígeno nativo dispuesto en la superficie de las células dendríticas foliculares:
Parece que las dendríticas foliculares retienen antígeno nativo (solo o formando parte de inmunocomplejos) en las "perlas" (engrosamientos) de sus largos procesos de membrana. Ello lo hacen a través de sus moléculas CD23 (repasar en el capítulo 2 los rasgos de estas notables células). Ello permite que varios centrocitos interaccionen simultáneamente con una misma célula dendrítica.
En principio ("por defecto", diría un informático) los centrocitos están programados para morir por apoptosis al cabo de unos pocos días, a menos que sean rescatados por el hecho de que su mIg interaccione con el antígeno retenido en la superficie de las células dendríticas foliculares.
Los centrocitos con receptores (mIg) de baja afinidad tienen que competir en desventaja con sus "hermanos" de mayor afinidad e incluso con anticuerpos libres de alta afinidad: estos centrocitos con mIg de baja afinidad pueden encontrarse con el hecho de que los determinantes del antígeno estén ya ocupados por receptores de centrocitos de alta afinidad o por anticuerpos.
De hecho, conforme pasa el tiempo, la situación es cada vez peor para estos centrocitos: en una respuesta primaria, el nivel de Ac circulantes al principio es bajo, pero conforme pasan los días sube esta concentración, de modo que cada vez hay más anticuerpos que se pueden unir al antígeno desplegado en las membranas de las células dendríticas. Esto significa que el "listón" para que un centrocito se una al antígeno se pone cada vez "más alto": sólo lo lograrán los que en la "lotería" de la hipermutación somática hayan resultado "agraciados" con mIg de mayor afinidad.
El resultado es que todo centrocito que al cabo de unos días no se haya unido por su mIg al Ag en la superfice de la célula dendrítica folicular, al no recibir la señal "rescatadora", muere por apoptosis, y sus restos son destruidos por los macrófagos de cuerpos tingibles. Este es el destino de la inmensa mayoría de los centrocitos (90%).
¿Cuál es la señal que rescata a los afortunados de la apoptosis y cuya carencia precipita a la mayoría a la muerte pogramada?
Los centrocitos que tienen mIg de alta afinidad que logran unirse a la célula dendrítica, reciben una señal que induce en ellos la expresión del gen bcl-2, y es esto lo que les salva de la apoptosis. Parece que en este rescate también interviene la unión del CD23 de la célula dendrítica folicular con el CD21 del complejo correceptor del centrocito).
Los centrocitos con mIg de baja afinidad, al no unirse con la célula dendrítica, siguen su programación a la muerte, ya que al no inducirse el gen bcl-2 no producen la señal que interrumpa dicha programación letal.
Tras la selección darwiniana, los centrocitos Bcl-2+ se diferencian en la zona apical clara en dos suclones celulares: células B de memoria y plasmablastos.
Los plasmablastos abandonan el centro germinal y pasan a médula, donde terminan su diferenciación hasta células plasmáticas secretoras de anticuerpos. Las células plasmáticas carecen de inmunoglobulinas de membrana, y son células a término, que mueren a las dos semanas. (El hecho de que tengan una vida limitada es un factor que contribuye a que la respuesta inmune esté autolimitada). Secretan grandes cantidades de anticuerpos que tienen la misma especificidad que el centrocito correspondiente del que proceden. Los anticuerpos salen por los linfáticos eferentes y entran luego en circulación sanguínea, de donde son distribuidos a todo el organismo. Se cree igualmente que la diferenciación a células plasmáticas rquiere la interacción del CD23 de la célula dendrítica folicular con el correceptor de la célula B (formado po CD19, CD21 y CD81).
Las células B de memoria son células en reposo (G0), pero no son iguales que las B vírgenes: expresan más isotipos en sus membranas (mIgM, mIgG, mIgA, mIgE), que además son de mayor afinidad que la mIg original; esto implica que ante una segunda entrada del Ag se van a activar a menores dosis, y la respuesta secundaria será más rápida. Algunas de ellas se quedan en el folículo, formando parte del manto que rodea al centro germinal; otras abandonan el ganglio por el único linfático eferente, y recirculan. Poseen una gran esperanza de vida (incluso más de 40 años), aunque se desconoce la base de esta notable longevidad. (Existen indicios de que la diferenciación a células de memoria también necesita nuevos contactos entre el CD40 del linfocito B y el CD40L de la célula TH).

12.4.2    Respuesta secundaria

La respuesta secundaria tiene lugar in vivo de una forma parecida a lo que acabamos de ver, pero existen algunas diferencias que pasamos a comentar:
Cuando entra el antígeno por 2ª vez (o ulterior) parte de las moléculas pueden unirse a anticuerpos persistentes procedentes de la respuesta primaria, de modo que se forman complejos Ag-Ac.
Cuando los inmunocomplejos entran a ganglio, se unen a las células dendríticas foliculares. Estas células "empaquetan" parte de los complejos Ag-Ac en vesículas membranosas denominadas iccosomas, que se van desprendiendo por gemación a partir de los engrosamientos ("perlas") de los largos procesos de membrana.
Las células B de memoria generadas durante la respuesta primaria que tengan mIg de alta afinidad compiten eficazmente con los anticuerpos circulantes para unirse con el Ag que forma parte de los inmunocomplejos de los iccosomas: se unen a estos iccosomas, los engullen enteros, procesan el antígeno y se lo presentan (en surco de MHC-II) a linfocitos TH específicos. Se forma el conjugado TH:B, con lo que la célula B se activa y prolifera (como centroblastos) en el centro germinal, hasta que al 4º o 5º día se diferencia a células plasmáticas secretoras de anticuerpos.
Al igual que en la respuesta primaria, la proliferación de centroblastos va acompañada de hipermutación somática seguida de selección darwiniana sobre los centrocitos resultantes en base a su capacidad de unión al antígeno atrapado en las células dendríticas.
Como se puede ver, el centro germinal durante la respuesta secundaria difiere en dos aspectos importantes del de la respuesta primaria:
  1. La previa disponibilidad de anticuerpo circulante incrementa la eficacia de las células dendríticas foliculares para atrapar antígeno, lo cual supone una amplificación de la señal a las células B.
  2. El anticuerpo preexistente compite con los centrocitos para unirse con el antígeno en la superficie de las células dendríticas. Ello asegura que en la respuesta secundaria sólo van a contribuir a la producción de anticuerpos células plasmáticas procedentes de células B dotadas de receptores de mayor afinidad que los de la respuesta primaria. Conforme avanza la respuesta, aumenta la concentración de anticuerpos al tiempo que disminuye la de antígeno, por lo que se seleccionan centrocitos con afinidades cada vez más altas, capaces de funcionar con concentraciones de antígeno cada vez más bajas.

12.4.3   Algunas aplicaciones

En las vacunaciones se suele recurrir a la administración de varias dosis del antígeno inmunizante. Con ello se logra no sólo una mejor respuesta secundaria por el hecho de aumentar las células B de memoria, sino que se provoca que las células B de memoria se diferencien a plasmáticas secretoras de anticuerpos de alta afinidad.
Si esta estrategia se aplica en inmunizaciones experimentales de animales de laboratorio, de ellos se pueden extraer antisueros de gran avidez, que se usan en ensayos in vitro para pruebas que requieren gran sensibilidad.

12.5     RESPUESTA FRENTE A ANTÍGENOS TIMO-INDEPENDIENTES

Antígenos timo-independientes (TI o Tind) son aquellos que inducen respuesta humoral en ausencia de contactos con linfocitos TH.
Suelen ser moléculas poliméricas con epitopos repetitivos.
La mayoría son no proteicos (lipopolisacárido, polisacáridos), y por lo tanto no pueden ser procesados y expuestos en el surco de MHC.
Suelen ser resistentes a la degradación. En los ganglios quedan retenidos en las membranas de macrófagos de los senos subcapsulares.

12.5.1 Antígenos timo-independientes de tipo 1 (TI-1)

Provocan respuesta humoral en ratones scid carentes de timo. Esto significa que son totalmente independientes de ninguna función de linfocitos TH. A altas concentraciones se comportan como activadores policlonales de linfocitos B (mitógenos de B), debido a que interaccionan con moléculas de la célula B diferentes de la mIg, eludiendo las dos señales tradicionales (contactos entre moléculas de membrana de T y B, y citoquinas de TH). Inducen la secreción de IgM, pero sin provocar maduración de afinidad, ni memoria, ni cambio de clase.
A bajas concentraciones provocan una respuesta específica rápida, anterior a la respuesta timo-dependiente.
El ejemplo típico de antígeno TI-1 es el lipopolisacárido (LPS) de bacterias Gram-negativas.

12.5.2 Antígenos timo-independientes de tipo 2 (TI-2)


Son macromoléculas altamente repetitivas (como las de la cápsula del neumococo, flagelos bacterianos, etc.). Al ser multivalentes provocan un gran entrecruzamiento de muchos receptores BCR del linfocito B, que junto con citoquinas de un TH cercano (pero sin contactos directos) provocan la activación monoclonal de un tipo de linfocitos llamados células B CD5+.
Juegan un papel importante contra bacterias capsuladas (Haemophilus, Streptococcus pneunomiae) que suelen ser difíciles de ingerir por los fagocitos de forma directa.

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