La batalla de Túnez fue un enfrentamiento entre las fuerzas cartaginesas dirigidas por Hannón y Bomílcar contra los griegos sicilianos, liderados por el tirano de SiracusaAgatocles.
Ambos ejércitos se atacaron entre sí frontalmente. Al mando del ala derecha cartaginesa se encontraba Bomílcar, mientras Hannón dirigió el batallón sagrado, un cuerpo escogido de infantería de nativos cartagineses compuesto por 2.500 hombres, que se enfrentaron contra 1.000 hoplitas griegos. Hannón murió en el enfrentamiento, y los cartagineses comenzaron a retirarse.
Según Justino, los cartagineses perdieron en la batalla 3.000 hombres, mientras que los griegos perdieron 2.000, aunque Diodoro Sículo menciona que las perdidas griegas fueron de 200 y para los cartagineses de 1.000 a 6.000.
Batalla de Túnez | ||||
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las guerras sicilianas | ||||
Fecha | 310 a. C. | |||
Lugar | Túnez, Cartago. | |||
Resultado | Victoria de Siracusa | |||
Beligerantes | ||||
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Comandantes | ||||
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Bajas | ||||
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Batalla de Túnez (310 AC)
En la desesperación, Agatocles dirigió secretamente una expedición de 14.000 hombres al norte de África, con la esperanza de salvar a su gobierno llevando un contraataque contra la propia Cartago. Los cartagineses, que nunca habían sido atacados en su propio territorio fueron sorprendidos y no tenían una fuerza suficiente para contrarrestar el ataque Cartago, se vio obligada a replegar a Amílcar y la mayor parte de su ejército de Sicilia para hacer frente a la nueva e inesperada amenaza.
Aprovechando esto, Agatocles se movió con rapidez, atacando la ciudad de Tunis Blanca, a tan sólo 12 Km. de Cartago, conquistándola. Cartago mandó el ejército cartaginés, a las órdenes de Hannón y Bomílcar con 1.000 jinetes, 40.000 soldados de infantería pesada y 2.000 carros de guerra reclutados para oponerse a la invasión.
Agatocles eligió el terreno, una llanura estrecha con una elevación en uno de los extremos, donde colocó su ejército de la siguiente forma: Ala derecha: 250 honderos y arqueros en la pendiente lateral. Centro 1.000 hoplitas escogidos, a continuación 3.000 griegos, 9.000 siracusanos, 3.000 entre samnitas, etruscos y celtas. En el ala izquierda 250 arqueros y honderos. Detrás del centro situó los marinos con palos y las fundas de los escudos para dar la impresión de que su ejército era más numeroso.
Los cartagineses situaron en el ala derecha a Hannón que mandaba el Batalón Sagrado (3.000), a continuación Bomilcar que mandaba la falange ciudadana y libio-fenicia (20.000) la mayoría de los cuales habían sido reclutados urgentemente. Delante situó los 2.000 carros y los 1.000 jinetes.
El primer movimiento lo realizaron los cartagineses que cargaron con sus carros y sus jinetes detrás para aprovechar los huecos que iban a dejar los carros en la formación adversaria, dado que no podían envolver debido a la estrechez del campos de batalla, consiguieron derribar a algunos griegos, pero la mayoría fueron rechazados y chocaron contra su propia infantería que venía detrás. Agatocles pudo avanzar sin miedo contra el Batallón Sagrado, que aguantó, pero murió su jefe y se retiró en orden a Cartago. El resto del ejercitó, huyó cuando aún no se había repuesto del choque de sus propios carros.
Agatocles, realizó la persecución, pero no la prolongó demasiado por no disponer de caballería.
Las bajas fueron por parte griega 200 y por parte púnica de 2.000 a 3.000 fueron repelidos por sus inexpugnables murallas.
Derrotados y con el enemigo acampando frente a su ciudad, los cartagineses pidieron ayuda a Amílcar, que envió 5.000 hombres de refuerzo, con las cuales los cartagineses pudieron realizar un contraataque, retomando algunas de las ciudades perdidas. Parece que tuvieron bastante éxito ya que un caudillo libio, de nombre Aelymas, decidió abandonar la alianza con Agatocles para volver con sus antiguos amigos. Sin embargo, este pequeño cambio en los acontecimientos duró poco, ya que Agatocles realizó un ataque nocturno contra el campamento púnico matando a unos 2.000 enemigos y tomando otros tantos prisioneros; y poco después derrotaba y daba muerte a Aelymas. (Este ataque nocturno inspiró a Escipión años más tarde).
Dueño de todo el campo, Agatocles se veía sin embargo incapaz de someter a la propia Cartago. Dueña del mar y bien defendida por sus murallas, podía ser abastecida sin problemas por los navíos llegados desde las fértiles tierras de Cerdeña y Sicilia. Sin embargo, las noticias llegadas desde Sicilia sobre los avances de sus enemigos políticos lo alarmaron y se decidió a volver de inmediato. Dejando a su hijo Archagathus al mando, viajó a Siracusa con 2.000 soldados.
El senado cartaginés decide entonces formar tres ejércitos de los cuales uno iría por la costa y otros dos por el interior. Pensaban que así el enemigo debería dividir sus fuerzas y retirarse del asedio de Cartago, que aunque abastecida por mar empezaba a pasar hambre debido a que muchos de otras ciudades se habían refugiado dentro de sus muros. Pusieron en movimiento un total de 30.000 hombres, mientras que por el lado siracusano debería haber por aquel entonces un número similar, fueron divididos a su vez en otros tres ejércitos que operarían allí donde se movían los cartagineses. La estrategia púnica funcionó a la perfección y los dos ejércitos siracusanos que se movían por el interior fueron derrotados, muriendo unos 12.000 infantes y 1.000 jinetes entre ambos contingentes.
Llegado de nuevo a África en el 307 AC, Agatocles se encuentra al ejército diezmado y totalmente desanimado, pero instó a sus hombres a presentar batalla. Contaba con unos 6.000 griegos, 3.000 mercenarios samnitas, etruscos y celtas, unos 10.000 libios de lealtad dudosa, 1.500 jinetes y gran cantidad de carros de guerra.
Agatocles intentó un ataque al campamento enemigo, pero tuvo que retirarse sin resultados tras haber perdido 3.000 hombres, a los que se sumarían otros 4.000 en el tumulto que se formó durante la noche cuando 5.000 libios decidieron desertar y pasarse a los cartagineses.
Habiendo perdido más de la mitad de su ejército, Agatocles se veía incapaz de presentar batalla y decidió abandonar África. Firmó un tratado de paz bastante favorable con Cartago en 306 AC, delimitando las áreas de influencia de ambas potencias en Sicilia.
De vuelta a Sicilia en el 305 AC, Agatocles restauró su autoridad, derrotó a Dinócrates y ejecutó a un elevado número de enemigos políticos. En el año 304 AC, Agatocles tomó el título de rey, integrando su poder en el recién nacido mundo helenístico. Su guardia personal estaba compuesta por mercenarios itálicos, principalmente samnitas y los célebres mamertinos.
A partir de estos momentos las noticias son más escasas; se conocen algunas expediciones por el sur de Italia y por el Mar Adriático, que le llevaron incluso a apoderarse temporalmente de Corcira frente a las ambiciones de Casandro en el 300 AC.
Agatocles murió asesinado en el año 289 AC, a instancias de su nieto Arcagato, temeroso de no ser designado sucesor.
http://arrecaballo.es/edad-antigua/cartago-y-las-guerras-punicas/guerras-sicilianas-480-307-ac/
segundo tratado romano-cartaginés. En el primer tratado romano-cartaginés, del año 508/507 a. C. se definieron las esferas de intereses de Roma y Cartago, quedando excluidas las intervenciones de Cartago en el Lacio.
El segundo tratado data del año 348 a. C. y es un calco del primero, con la inclusión de algunas nuevas ciudades. Por parte cartaginesa, se añadieron a la lista Tiro y Útica. Los principales puntos eran los siguientes:
- Los romanos no pueden comerciar ni construir en la costa norteafricana, ni en Cerdeña. Sólo se les perme repostar en caso de fuerza mayor, con una estancia limitada como máximo a cinco días, en caso de tempestad.
- Romanos y cartagineses se obligan a respetar a los ciudadanos aliados de la parte contraria.
- Los ciudadanos romanos serán tratados igual que los cartagineses en Cartago y en la parte cartaginesa de Sicilia. Los ciudadanos cartagineses serán tratados igual que los romanos en Roma.
- Los cartagineses pueden atacar ciudades independientes del Lacio para ganar prisioneros y botín, pero si conquistan la ciudad, la deben entregar a Roma.
El Tercer tratado romano-cartaginés, también conocido como Tratado de Filinos, es un presunto tratado entre Roma y Cartago firmado en el 306 a. C. por el que se repartirían sus zonas de influencia.
Existencia del Tratado
No se conoce con certeza ni el contenido ni la fecha de la firma, se duda hasta de su propia existencia, ya que sólo hay referencias indirectas.
En contra de la existencia del Tratado, Polibio de Megalópolis sostiene (Polibio III,26,2-3-4),1 2 que dicho tratado era una invención de Filino de Acragas, al que acusa de procartaginés, ya que no había encontrado rastro del mismo en los archivos capitolinos estatales romanos, aunque hay que tener en cuenta el filorromanismo de Polibio.
Otro elemento que milita contra la existencia del tratado es su falta de paralelismo con otros tratados romanos conocidos.
A favor de su existencia se cuenta con el testimonio de Tito Livio, que informa acerca de un Tratado en 306, (Livio IX,43,26),3 lo que es confirmado por Mario Servio Honorato, que dan crédito a Filino, (FGrH, 174, F. 1).
También cuenta en favor de su existencia la contradicción entre el II tratado romano-cartaginés – que permitía la intervención cartaginesa en la Península Itálica bajo determinadas condiciones – y el IV Tratado romano-cartaginés – que permitía intervenir contra el basileus Pirro de Epiro en Italia – , ya que si no existiera un tratado intermedio no habría lugar al Cuarto Tratado.
Asimismo, el contexto político mediterráneo justificaría su existencia.
Recientes investigaciones abogan por la veracidad de su existencia.4
Contenido del Tratado
El texto del tratado no ha sido conservado, pero sus condiciones generales si se conocen, siendo básicamente, que Roma no intervendría en Córcega y Sicilia y Cartago no intervendría en Italia.
Ello implicaría una cierta debilidad de Roma, por cuanto perdía el acceso comercial previo según el II tratado romano-cartaginés, mientras que Cartago mantenía la misma posición.
Otra interpretación indica que Roma pudo haber estado tratando de evitar una alianza entre Cartago y las poblaciones etruscas y helenas de la recién sometida Campania Félix mientras está inmersa en las guerras samnitas entre 327 a. C. y 304 a. C.
Sin embargo, Cartago también precisaría evitar posibles alianzas entre Roma y Agatocles, strategos autókrator de Siracusa, con el que se enfrentaron en la Tercera Guerra Siciliana entre 312 a. C. y 306 a. C.
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