Himilcón (Himilcón, Ἱμίλκων) fue un general cartaginés que dirigía la flota1 de Asdrúbal Barca en Hispania en 217 a. C.. Fue atacado por Cneo Cornelio Escipión Calvo en la boca del Ebro y derrotado, entre 35 y 40 barcos fueron capturados por los romanos y el resto escaparon con dificultad.
Himilcón (Ιμιλκων) fue un general cartaginés, al mando de la guarnición de Lilibea durante la primera guerra púnica. Se desconoce el momento exacto en que le fue otorgado el mando, aunque ya lo ostentaba en 250 a. C. Tras la gran victoria de Metelo frente a Asdrúbal en la Batalla de Lilibea, la ciudad es asediada por el romano. Himilcón contaba con tan solo 10 000 hombres, mientras que las fuentes hablan de no menos de 110.000 romanos en el sitio (incluyendo trabajadores y auxiliares). Ambos cónsules, Marco Atilio Régulo y Lucio Manlio Vulsón Longo, unieron esfuerzos para atacar la ciudad. Bloquearon el puerto, mientras atacaban las murallas con arietes y máquinas de asedio.
Himilcón, por su parte, hubo de rechazar los ataques enemigos y aplacar las disensiones de los mercenarios bajo su mando. Incapaz de interrumpir el trabajo de los ingenieros romanos, una tormenta acudió inesperadamente en su ayuda, desplazando el dique artificial que bloqueaba el puerto. Aníbal, hijo de Amílcar, consiguió entonces penetrar en el puerto con 50 navíos y una fuerza de refresco de 10 000 hombres.
Himilcón renovó entonces sus ataques y, aunque repelido en un primer intento, logró finalmente quemar todas las máquinas de asedio romanas. Este hecho motivó que los cónsules tornaran el asedio en un bloqueo, aunque fueron incapaces de cortar totalmente las comunicaciones de la ciudad por mar.
Al año siguiente (249 a. C.), la victoria de Aderbal en Drépano devolvió el control del mar a manos cartaginesas. Himilcón es mencionado de nuevo cooperando con Cartalón tras la batalla, en un intento de destruir el escuadrón romano que aún montaba guardia frente a Lilibea. Aunque sólo consigue un éxito parcial, a partir de entonces las comunicaciones por mar parecen totalmente restablecidas.
El nombre de Himilcón aparece una vez más el año siguiente, oponiéndose a las operaciones de los cónsules Cecilio y Fabio, aunque esta es la última ocasión en que se le menciona. No hay medios de conocer cuánto tiempo permaneció al mando de la guarnición de Lilibea, o en qué momento le sucedió al mando Giscón, a quien encontramos en ese cargo cuando acaba la guerra.
Hipócrates (Hippocrates, Ἱπποκράτης) fue un militar cartaginés y tirano de Siracusa, del siglo III a. C., cuyo padre era griego y nacido en Siracusa.
Vida
Desterrado su padre de Siracusa por Agatocles, se marchó con su mujer e hijo a la tierra de ésta, Cartago, donde el niño fue educado junto con su hermano Epícides de Siracusa.
Sirvió con el ejército de Aníbal en Hispania e Italia junto con su hermano y se distinguió en estas campañas.
Después de la batalla de Cannas, Hierónimo de Siracusa, envió embajadores a Aníbal y éste seleccionó a los dos hermanos para tratar con los siracusanos y les envió a la capital siciliana (215 a. C.).1
Hipócrates y Epícides convencieron a Siracusa de abandonar el campo romano,2 pero el asesinato de Hierónimo poco después (214 a. C.) y la revolución que se desató a continuación, dio al traste con sus planes.3 Pidieron a las nuevas autoridades un salvoconducto pero al cabo de poco, debido de a los acontecimientos que se produjeron, consiguieron ser elegidos generales en lugar de Adranodoros de Siracusa y Temisto.
Cuando los partidarios de Roma (que ahora tenían el apoyo de Adranodoros) consiguieron el triunfo, Epícides se reunió con su hermano Hipócrates en Leontino, pero esta ciudad fue ocupada rápidamente por Marcelo y los dos hermanos huyeron a Erbesos.
Las crueldades de los romanos envalentonaron a los siracusanos y a los mercenarios extranjeros al servicio de Siracusa, e Hipócrates y Epícides, que estaban a Erbesos, se aprovecharon de la situación y cuando los mercenarios fueron enviados a buscarlos, los convencieron y se amotinaron y pasaron a su lado; después volvieron a Siracusa como sus tiranos, apoderándose de la ciudad sin mucha resistencia (213 a. C.) y fueron nombrados generales. Adranodoros no tardó en ser asesinado.
Marcelo fue a asediar Siracusa,4 que los dos hermanos defendieron con energía, y obligaron a los romanos a retirarse. Epícides quedó como jefe de Siracusa e Hipócrates pasó a combatir a otros lugares de Sicilia. Hipócrates fue enviado con una fuerza a Agrigento para cooperar con Himilcón que había desembarcado en Heraclea Minoa.
Los romanos, sin embargo sorprendieron Epípolas, la llave de Siracusa, de la que se apoderaron. Epícides siguió resistiendo intentando coordinarse con Hipócrates y con las fuerzas del general Himilcón. Hipócrates derrotó a Marcelo en Acras y se reunió con Himilcón en Agrigento y participó con este general en las operaciones militares en el interior de Sicilia. Marcelo se apoderó de casi toda la ciudad de Siracusa menos de Acradina y Ortigia, e Hipócrates e Himilcón intentaron un ataque para salvar la ciudad, pero fueron rechazados y al acampar en la zona pantanosa del río Anapos, se declaró una epidemia de peste de la que murieron Himilcón e Hipócrates. Epícides resistió un poco más y después se retiró a Agrigento donde permaneció hasta el 210 a. C.
Magón fue un escritor cartaginés, de fecha de nacimiento desconocida, que escribió un extenso trabajo sobre agricultura en lenguaje púnico. Este trabajo es frecuentemente mencionado por autores romanos, otorgándole la máxima recomendación. Es recomendado incluso por Columela, padre de la agricultura.1 Se desconoce la fecha de publicación de dicha obra, así como la mayor parte de los detalles sobre la vida del autor, excepto que se trataba de un hombre distinguido en Cartago, y había asumido importantes mandos militares.2 Su tratado se extendía hasta 28 tomos, y comprendía todas las ramas de la agricultura. Tan grande fue su reputación en Roma, que tras la destrucción de Cartago, cuando las librerías de la ciudad fueron redistribuidas entre los diferentes nobles númidas, se hizo una excepción con este trabajo. Desde el Senado se ordenó su traducción al latín por estudiosos competentes, a la cabeza de los cuales se encontraba Décimo Silano.3 Posteriormente traducido y adaptado al griego por Casio Dionisio de Útica. En este idioma fue resumido, en seis libros, en el epítome de Diófanes de Nicea, quien dedicó la obra al rey Diotaro.4 Sus preceptos sobre la agricultura eran invocados constantemente por los escritores romanos: Marco Terencio Varrón, Columela y Rutilio Tauro Emiliano Paladio, al igual que Plinio. Su trabajo también es aludido por Cicerón5 en términos que implican su reputación sobre la materia de la que trata. Es obvio que Mago habría sido, si no fuera de origen Amazigh (beréber), por lo menos amazighophono: escribiendo tal suma sobre las prácticas agrícolas y veterinarias de los campesinos locales (¡todos amazighophonos en aquella época!) habría sido imposible sin el perfecto conocimiento de esa lengua. Se dice que el comienzo de su obra empezaba con el consejo:
Si un hombre va a establecerse en el campo, debería comenzar por vender su casa en la ciudad
Todos los pasajes de escritores romanos en que se menciona la obra de Magón han sido recopilados por Arnold Hermann Ludwig Heeren.
Magón fue el comandante de la guarnición cartaginesa de Qart Hadasht (Cartagena) cuando esta ciudad fue atacada por Publio Cornelio Escipión en 209 a. C.
Magón sólo disponía de un millar de hombres en armas, pero al llegar los romanos armó a dos mil personas más y desplegó una gran energía y habilidad en la defensa, pudiendo rechazar el primer asalto romano. En el segundo asalto los romanos escalaron las murallas y ocuparon la ciudad.
Magón se retiró hacia la ciudadela (Arx Asdrubalis), pero viendo que toda resistencia era inútil se rindió y fue enviado como prisionero de guerra a Roma.
Sofonisba (en griego Σοφόνισβα; en púnico 𐤔𐤐𐤍𐤁𐤏𐤋 Saphanbaʿal) fue la hija del general cartaginés Asdrúbal Giscón. Inicialmente prometida por su padre a Masinisa cuando aún era muy joven, fue posteriormente ofrecida por Asdrúbal a Sifax en el juego de alianzas durante la segunda guerra púnica. La belleza y virtudes de Sofonisba prevalecieron frente a la elocuencia de Escipión: Sifax se casó con ella en el 206 a. C., convirtiéndose en el mayor aliado de Cartago.
Sofonisba, por su parte, jugó una parte activa en la guerra, y gracias a su influencia consiguió que Sifax, destruido su campamento por Escipión en Útica, reclutara un nuevo ejército para enfrentarse con los romanos.
Tras la batalla de Cirta, Sifax fue muerto y Sofonisba cayó en las manos del conquistador Masinisa, sobre quien su belleza ejercía tal efecto que le prometió perdonarla de la cautividad y no entregarla a los romanos, casándose con ella. Sus nupcias se celebraron sin retraso, pero Escipión, temeroso de que ejerciera la misma influencia sobre Masinisa que sobre Sifax, rehusó ratificar los esponsales, e insistió en la entrega inmediata de la princesa. Incapaz de oponerse a sus órdenes, el rey númida la libró de la humillación que suponía desfilar en Roma como parte de los rehenes, enviándole un cuenco de veneno, que ella tomó sin dilación, acabando así con su vida.
Vermina fue el hijo de Sifax, rey de los masesilos, la tribu númida más occidental. Mencionado por primera vez en 204 a. C., cuando forma junto a su padre frente a su rival Masinisa, a quien vencen. Tras la derrota y captura de su padre al año siguiente, Vermina continúa fiel a Cartago. Se une a Aníbal poco después de su desembarco en África, pero no participa en la batalla de Zama , probablemente por encontrarse reclutando fuerzas en sus propios dominios. Llega al campo de batalla poco después, al mando de un considerable ejército. Allí es atacado por los romanos y sufre una derrota con grandes pérdidas. 15.000 de sus hombres caen en batalla y 1200 son hechos prisioneros. El propio Vermina consigue escapar con dificultad en compañía de algunos jinetes. No tiene otra alternativa que rendirse. En 200 a.C. envía una embajada a Roma, solicitando el perdón, y rogando que el senado le considere como rey, aliado, y amigo. El senado replica que Vermina debe primero pedir la paz, y posteriormente enviaría comisarios a su reino para dictar los términos en la cual ésta sería concedida. Cuando los comisarios llegan a África, son recibidos por Vermina con el mayor respeto. Allí concluyen un tratado de paz cuyos términos no han quedado registrados, pero se sabe que la mayor parte de sus dominios hereditarios pasan a manos de Masinisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario