martes, 24 de enero de 2017

Historia - Imperios

Imperio español en Europa

La batalla de Girolata fue un combate naval que enfrentó a una flota hispano-genovesa contra otra otomana el 15 de junio de 1540 en el golfo de Girolata, situado en la costa oeste de la isla de Córcega. El enfrentamiento se produjo en el contexto de la guerra por el control del mar Mediterráneo entre el emperador Carlos V y el sultán Solimán el Magnífico. Una escuadra cristiana de veintiuna galeras lideradas por el genovés Gianettino Doria y el español Berenguer de Requesens sorprendió a un escuadrón otomano formado por once galeras que estaban ancladas en Girolata bajo mando del almirante otomano Dragut, a quien el comandante de la armada otomana, Jeireddín Barbarroja, había encargado la misión de atacar la costa italiana después de sus victorias en el mar Adriático el año anterior. Debido a que la tripulación de las naves otomanas estaba en tierra repartiéndose el botín de sus últimos saqueos, la flota hispano-genovesa los derrotó rápidamente, capturando sus once galeras y haciendo 1200 prisioneros, entre ellos al propio Dragut, que fue trasladado a Génova y condenado junto a sus capitanes a remar en galeras como un galeote.

Batalla de Girolata
Guerras habsburgo-otomanas
Fecha15 de junio de 1540
LugarGolfo de Girolata, cerca de Osani (Córcega).
ResultadoVictoria hispano-genovesa
Beligerantes
Bandera del Imperio Español Monarquía Hispánica
Flag of Genoa.svg República de Génova
Fictitious Ottoman flag 2.svg Imperio otomano
Comandantes
Flag of Genoa.svg Gianettino Doria
Bandera del Imperio Español Berenguer de Requesens
Fictitious Ottoman flag 2.svg Dragut  (P.D.G.)
Unidades militares
21 galeras111 galeras
Bajas
Menores11 galeras capturadas
1200 prisioneros
1200 galeotes liberados

Contexto histórico

Andrea Doria caracterizado como el dios Neptuno, en un retrato de Agnolo Bronzino.
En 1538 la flota otomana, liderada por Jeireddín Barbarroja, asestó un golpe decisivo a la Liga Santa cristiana formada por el papa Paulo III derrotando a su flota en la batalla de Préveza, frente a la costa griega de Epiro, y tomando Castelnuovo.2 Sin embargo, en 1540 Solimán estaba preparando una campaña terrestre en Hungría y la armada otomana estaba falta de medios y no podía realizar grandes operaciones.3 Entonces, Barbarroja envió al Mediterráneo occidental al líder de su escuadrón de exploración, Turgut Reis, conocido como Dragut, con la misión corsaria de atacar y saquear las costas italianas así como de interferir en las rutas comerciales españolas. Dragut comenzó su tarea capturando cinco galeras venecianas frente a la isla de Paxoí, cerca de Corfú. Los venecianos no pudieron tomar represalias porque firmaron un tratado de paz con el sultán poco después.3
En respuesta a la amenaza otomana, el gran almirante de Carlos V, Andrea Doria, reunió una flota de unas ochenta galeras en el puerto de Mesina con la intención de limpiar el Mediterráneo occidental de corsarios otomanos. Siguiendo el ejemplo de Pompeyo en su guerra contra los piratas cilicios, dividió a su flota en cinco escuadrones a los que asignó diferentes zonas de patrulla.1 El propio Andrea Doria navegó desde Mesina a Túnez a finales de abril al frente de 55 galeras esperando sorprender a Dragut en su base de la isla de Yerba.3 Sin embargo, el lugarteniente de Barbarroja se había movido más rápido.2 El almirante genovés envió a su pariente Erasmo Doria a proteger las islas Baleares con diez galeras, a su sobrino Gianettino Doria y Berenguer de Requesens a patrullar en Córcega y Cerdeña con veintiuna galeras, a Fadrique de Toledo a defender el golfo de Nápoles con otras once y al conde de Anguillara, ayudado por los Caballeros de Malta, a proteger Sicilia con diecisiete naves.1
Fue el escuadrón de Gianettino y Requesens el que encontró las galeras de Dragut.4 A las naves otomanas las habían visto primero frente a Bonifacio y después, cuando Dragut atacó la isla de Capraia, el disparo de sus cañones pudo oírse a bordo de las galeras cristianas. Los pescadores que huyeron de Dragut avisaron a Doria y Requesens de que el almirante otomano había navegado hasta Cap Corse y que después había fondeado en el golfo de Girolata.1

Batalla

El escuadrón otomano había anclado en el golfo de Girolata para repartir el botín de su último ataque. Dragut había elegido el lugar porque estaba deshabitado y alejado de las rutas habituales de navegación. Por ello, no dejó ninguna galera protegiendo la entrada del golfo.2 Al llegar a las aguas cercanas, Gianettino Doria envió a su familiar Giorgio Doria al frente de seis galeras para identificar a las naves allí fondeadas.1 Los relatos sobre el desarrollo de la batalla son diversos. Según Cesáreo Fernández Duro y Julien de la Gravière, los marineros y soldados otomanos estaban en tierra, durmiendo bajo los árboles o comiendo, cuando la llegada de los cristianos los tomó por sorpresa.2 3En el relato de De La Gravière, seiscientos otomanos huyeron hacia los montes cercanos antes de que comenzara ningún combate y Dragut apenas tuvo tiempo para embarcar y disparar una única andanada antes de que los españoles y genoveses abordaran sus galeras. Con los primeros disparos, muchos de sus hombres, ya fueran turcosmoros o cristianos renegados, saltaron por la borda y escaparon tierra adentro.3
Alberto Guglielmotti ofrece un relato más detallado de la batalla. Según este historiador, Dragut y sus tripulantes tuvieron tiempo de embarcar al ver a los barcos de reconocimiento que enviaron los cristianos y, tras dejar atrás dos galeras para proteger el botín, salieron para combatir a las fuerzas de Giorgio Doria con nueve galeras.1 Esperando luchar en superioridad numérica, Dragut se metió en la emboscada tendida por Doria y Requesens, cuyas quince galeras restantes aparecieron desde el oeste aprovechando el barlovento. En ese momento, el almirante otomano trató de huir virando sus naves, pero como las galeras cristianas se acercaban por popa, decidió abrirse camino entre ellas. Sin embargo, en ese momento un único disparo de cañón desde la galera de Gianettino le infligió daños importantes a su buque insignia, que estuvo a punto de hundirse. Viendo imposible la escapatoria, la mayoría de marineros y soldados otomanos saltaron por la borda para nadar hasta la playa y salvarse huyendo tierra adentro.1

Repercusiones

Retrato del siglo XVI de Turgut Reis, conocido como Dragut.
La flota cristiana capturó once galeras otomanas, dos de las cuales eran las venecianas Moceniga y Bibiena que los otomanos habían apresado en la batalla de Préveza.2 También hicieron 1200 prisioneros de guerra y liberaron 1200 galeotes cristianos. Dragut fue capturado con vida. Enfurecido por haberse dejado vencer y apresar por un joven como Gianettino Doria, insultó a su captor.4 El almirante otomano fue llevado a Génova y condenado a remar en galeras. Según el historiador francés del siglo XVI Pierre de Brantôme, al encontrar como galeote al antiguo lugarteniente de Barbarroja, Jean Parisot de La Valette, futuro Gran Maestre de la Orden de Malta, le dijo: «Señor Dragut, ¡usanza de guerra!», a lo que el otomano contestó: «Y mudanza de fortuna».4 A principios de 1541, Barbarroja pagó el rescate para liberar a Dragut, el cual ascendió a 3500 ducados. Aunque luego lo consideró un error, Doria consintió la liberación de Dragut para ganarse un favor en el caso de que uno de sus sobrinos cayera en manos otomanas.5
Aprovechando la derrota de Dragut, Andrea Doria zarpó de Mesina ese mismo verano al frente de 51 galeras y más de 30 galeotas y fustas, a bordo de las cuales iban catorce compañías de infantería española lideradas por García de Toledo Osoriovirrey de Sicilia. Atacaron posiciones otomanas en Túnez y conquistaron las fortalezas de MonastirSusaHammamet y Kélibia, que luego devolvieron al rey háfsida Mohammed V.2 La campaña corsaria de Barbarroja fue puesta a prueba de nuevo cuando el 1 de octubre de ese año los corsarios turcos fueron derrotados otra vez por los navíos cristianos en la batalla de la isla de Alborán, en el estrecho de Gibraltar.







La batalla de Jodoigne se libró el 16 de octubre de 1568 y fue una victoria de las tropas españolas de Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III Duque de Alba, que vencieron el ejército rebelde holandés de Guillermo de Orange, en el marco de la Guerra de los Ochenta Años.

La campaña

El 5 de octubre de 1568 el ejército de mercenarios reclutado por Guillermo de Orange para liberar a los Países Bajos de los Habsburgo de la Monarquía Hispánica inició su invasión por el sudeste de Bélgica.
Guillermo pretendía entrar en batalla rápidamente contra las fuerzas españolas, pero el III duque de AlbaFernando Álvarez de Toledo y Pimentel no quiso arriesgarse a una derrota, ya que sabía que difícilmente podría sustituir las bajas.
Aunque se produjeron escaramuzas todos los días, la estrategia del duque de Alba fue dejar pasar los días, puesto que conocía las dificultades económicas por las que pasa Guillermo y sabía que no podría mantener al ejército por mucho tiempo. Al poco empezaron a producirse motines en las tropas de Guillermo y sólo entonces el duque estuvo dispuesto a presentar batalla. Guillermo se dirigió hacia Francia para unirse con las tropas que los hugonotes franceses le envían de refuerzo.

La batalla

La batalla de Jodoigne, que no pasó de una escaramuza de grandes proporciones, se produjo al llegar al río Geete.
Guillermo de Orange dejó una fuerza de 5.000 arcabuceros al mando del conde de Hoogstraaten, con el fin de proteger al ejército mientras cruzaba el río. El duque de Alba envió a su hijo Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez de Guzmán al frente de la caballería y de 4.000 arcabuceros, que se lanzó contra la colina que ocupaba la retaguardia enemiga y los derrotó. A la petición de un oficial del ejército español para cruzar el río y lanzarse contra el ejército de Guillermo, el duque respondió que es a los soldados a quienes corresponde querer cruzar y combatir para distinguirse, no a su comandante.

El resultado

Al día siguiente de la batalla de Jodoige, tras haber perdido a la mayoría de sus arcabuceros y sin dinero para pagar a sus soldados, Guillermo de Orange entró en Francia con su ejército derrotado, donde se disolvió, finalizando su intento de invasión.
Batalla de Jodoigne
Guerra de los Ochenta Años
Tizian 060.jpg
El Gran Duque de Alba, artífice del triunfo español
Fecha16 de octubre de 1568
LugarJodoigne, (Flag of Belgium.svg Bélgica)
Coordenadas50°43′00″N 4°52′00″ECoordenadas50°43′00″N 4°52′00″E (mapa)
ResultadoVictoria decisiva española
Beligerantes
Prinsenvlag.svg Rebeldes holandesesFlag of Cross of Burgundy.svg Monarquía católica
Comandantes
Prinsenvlag.svgGuillermo de OrangeFlag of Cross of Burgundy.svg Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel
Fuerzas en combate
21.000 infantes
9.000 jinetes
16.000 infantes
5.500 jinetes
Bajas
3.000 muertos
27.000 desertores
20 muertos











El combate naval de Terceira (o Tercera) tuvo lugar el 26 de julio de 1582 en aguas de la isla Terceira y la isla de São Miguel (San Miguel) de las Azores entre una escuadra española de 25 naves, al mando de Don Álvaro de Bazán, y otra escuadra francesa de 64, al mando del almirante Felipe Strozzi, terminando con una aplastante, y decisiva, victoria para los españoles. Ésta fue la primera batalla naval de la Historia en la que participaron galeones de guerra, y también fue la primera batalla naval que se libró en mar abierto.

Batalla de la Isla Terceira
Sucesión al trono de Portugal
Desembarcoislasterceiras.jpg
Desembarco de los tercios, fresco de Niccolò Granello en la Sala de las batallas del Monasterio de El Escorial
Fecha26 de julio de 1582
LugarEn aguas de las Islas Azores
Coordenadas38°38′38″N 27°39′11″OCoordenadas38°38′38″N 27°39′11″O (mapa)
ResultadoVictoria decisiva española1
Beligerantes
Bandera de España Imperio españolBandera de Francia Reino de Francia
Bandera de Portugal Partidarios del prior de Crato
Comandantes
Bandera de España Don Álvaro de BazánBandera de Francia Felipe Strozzi  
Fuerzas en combate
25 naves2
4500 hombres3
64 naves4
6000 hombres5
Bajas
Hombres
  • 224 muertos
  • 550 heridos6
Naves
  • 4 hundidas
    1 capturada, el de Strozzi
    2 quemadas
    4 saqueadas y destruidas7
Hombres
  • 1500 muertos8
  • 1200 heridos o desaparecidos
  • 393 capturados y ejecutados

Antecedentes

En 1580, tras la muerte sin sucesión del rey Sebastián I de Portugal en la batalla de Alcazarquivir, y el posterior fallecimiento de Enrique I el CardenalFelipe II de España fue reconocido como rey de Portugal, con el nombre de Felipe I de Portugal, por las Cortes de Tomar.
Este nombramiento no fue demasiado bien aceptado en Francia ni Inglaterra, por el poder que significaba para la casa de Austria, por lo que apoyaron la causa de Don Antonio, Prior de Crato, que también pretendía la Corona de Portugal. Con esto intentaban evitar la unión de los imperios coloniales de España y Portugal, lo que convertía a Felipe II en uno de los monarcas más poderosos de la Historia.
Todas las posesiones portuguesas, salvo las islas Azores o Terceras, reconocían a Felipe II como rey de Portugal, siendo estas islas punto de recalada para la flota de la plata de Indias, donde hacían aguada y víveres para continuar viaje a España. Pese a no estar en guerra con España, Francia envía una flota a las Azores para apoyar al Prior.
En 1581 se presentan en Lisboa los comisarios de la isla de San Miguel para ofrecer su sumisión a Felipe II, por lo que se envía a dicha isla la escuadra de Galicia, al mando de Pedro Valdés. Estaba formada por cuatro naos grandes y dos pequeñas, llevando 80 artilleros y 600 infantes. Su misión es limpiar el mar de corsarios y recibir a las flotas de Indias, para evitar que recalen en territorio enemigo. Y conociendo que la de la India Oriental venía bajo el mando de D. Manuel de Melo, partidario del Prior de Crato, otra de sus misiones era evitar que los agentes del Prior contactaran con él.
En paralelo se prepara en Lisboa una armada de 12 naos, que, mandada por Galcerán Fenollet y con el maestre de campo Lope de Figueroa, seguiría a la de Valdés, y que llevaría a San Miguel 2200 soldados, con la intención de desembarcar en la Tercera.
El 30 de junio llega Valdés a San Miguel, y su gobernador, Ambrosio de Aguiar, le informa que en la Tercera se han recibido armas y municiones. Pero la tripulación de una carabela que había interceptado le dijo que, si bien en la Tercera había muchos partidarios del Prior, estos estaban mal armados. Dando por buena esta última información, en lugar de emprender su misión de esperar a la flota de Indias, efectuó un desembarco con 350 hombres cerca de Angra. El desembarco fue un fracaso y se perdieron más de 200 hombres, entre ellos un hijo de Valdés y un sobrino de D. Álvaro de Bazán.
Al llegar las flotas de Tierra Firme y Nueva España, con 43 naves, intentó convencer a sus generales, D. Francisco de Luján y D. Antonio Manrique, para efectuar un desembarco conjunto en la Tercera. Estos se negaron y siguieron viaje a España, encontrándose en esta singladura con la flota de Lope de Figueroa. Este les dio agua y les escoltó a Lisboa, frustrando las intenciones de Melo, que, por el descuido de Valdés, había recibido instrucciones para dirigirse a Francia.
Lope de Figueroa vuelve a las Azores, y a la vista del fracaso de Valdés, decide no efectuar el desembarco en la Tercera, al considerar que la guarnición de la isla era superior a la inicialmente estimada.
En marzo de 1582 se refuerza la isla de San Miguel con cuatro naos guipuzcoanas que lleva Rui Díaz de Mendoza, y quedan a cargo del almirante portugués Pedro Peixoto da Silva, que estaba allí con dos galeones y tres carabelas.
En mayo nueve naos francesas atacan San Miguel. El ataque es rechazado por las naos guipuzcoanas, que tuvieron 20 muertos.

La batalla

Los preparativos

En enero de 1582 da Felipe II las órdenes de preparación de la expedición naval que ha de conquistar el reducto enemigo de las Azores occidentales. Los preparativos comienzan en la primavera bajo el mando de Don Alvaro de Bazán, capitán general de las galeras de España, elegido por el Rey para comandar la armada que ha de trasladarse a las islas.
En Lisboa y Sevilla se construyen los buques y se reúnen las tropas con soldados preferentemente portugueses, aunque también figuran españoles, italianos y alemanes. Pero los preparativos se retrasan porque se tienen que construir 80 barcas planas —para que desembarque la infantería—, cuya madera se cortó a finales de febrero, y se ha de elaborar un patrón que sirva de modelo común a las atarazanas andaluzas.
La expedición ha de estar compuesta por 60 naos gruesas, con los pataches y embarcaciones auxiliares correspondientes, 12 galeras y las harcas para desembarco. Aparte de los marinos, las tropas de tierra será de 10 000 a 11 000 soldados, al mando del maestre de campo general, don Lope de Figueroa. La impedimenta compren de provisiones para seis meses, artillería de batir, carros de municiones, mulas y caballos para atender a los servicios de transporte y acarreo.
El propósito principal de la expedición, según las órdenes del rey, es la de destruir las armadas enemigas y conquistar las islas en poder de los rebeldes. El objetivo principal está claro: derrotar a la fuerza naval adversaria; logrado éste, expugnar las islas.
Mientras, Catalina de Médicis —que intenta arrastrar a su hijo Enrique III a intervenir en la intriga contra Felipe II— prepara el plan de campaña: Strozzi, después de conquistar la isla de Madeira, ocupará las Azores para el prior de Crato; después el mariscal Brissac se apoderará de las islas de Cabo Verde; en agostoFelipe Strozzi deberá reforzar la guarnición y dirigirse a Brasil, que será cedido a Francia por el pretendiente cuando sea rey de Portugal.
Sin embargo, en los contratos de asiento con los dueños de los buques figura que se utilizarán para proteger los buques mercantes, combatir a los piratas o hacer lo que ordene el rey o la reina madre. La noticia de que Felipe II está preparando una expedición naval contra las islas Azores conduce a concentrar la fuerza francesa para poder hacerle frente en vez de desarrollar el plan escalonado previsto.
En Belle Isle se reúne una imponente flota de 64 buques, comandados y dotados con la élite de la marina de Francia, y 6000 hombres de armas, organizada por Strozzi como si fuese una fuerza de infantería: a las órdenes de Brissac, elegido teniente general; de Borda, mariscal de campo, y Saint Souline y de Bus, como maestres de campo, entre los dos se reparten el mando de las 55 compañías. 7 buques ingleses entregados al pretendiente forman también parte de la flota de Strozzi.
Esta flota sale el 16 de junio y después de un mes de navegación atracan los buques en la rada de San Miguel, pensando los pilotos que están en la isla de Santa María, tomando la decisión entonces Strozzi de desembarcar 1200 hombres para asediar el fuerte de Punta Delgada, y aunque consigue un éxito inicial frente a la tropa que trata de resistirse al desembarco, no aprovecha la ocasión de rendir la plaza, viéndose obligado a reembarcar a sus soldados cuando se entera de la apremiante presencia de las naves de Don Alvaro de Bazán.
En efecto, sabiendo Felipe II de que ha salido de Francia una escuadra rumbo a las islas Azores manda de inmediato la partida de la escuadra de Bazán que se preparaba en Lisboa. El 10 de julio se hace Don Álvaro a la mar, portando su insignia en el galeón de 1.200 toneladas, el San Martín; le acompañan 27 naos y urcas y 5 pataches.

Composición de las dos flotas

La flota española estaba mandada por el gran marino militar Álvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz y Capitán General de las Galeras de España. Mandaba dos galeones del rey, 10 naos guipuzcoanas, ocho portuguesas y castellanas, 10 urcas flamencas y una levantisca, así como cinco pataches. Pero dos de las urcas desaparecieron en la noche del 24 de julio, tres naves se demoraron en Lisboa, la levantisca llegó tarde y uno de los pataches había sido apresado, por lo que, en el momento del combate, sólo tenía 25 bajeles de guerra.
El mando de la flota francesa lo tenía Felipe Strozzi, hijo de Pedro Strozzi, Mariscal de Francia, y le secundaba Charles de Brisac, Conde de Brisac, también hijo de Mariscal de Francia. Se encontraba en ella D. Francisco de Portugal, conde de Vinioso. También había un pequeño contingente inglés, al mando de Sir Howard of Effingham. Llevaban 60 navíos con 6000 a 7000 infantes y arbolaban la bandera blanca con la flor de lis dorada.

Preparativos para el combate

El 21 de julio llega el marqués a la isla de San Miguel, con solo 27 naos y la mitad de la tropa prevista. Manda dos pataches para notificar su llegada al gobernador y decir al almirante Peijoto que se una a su escuadra, y fondea el 22 en Villafranca para hacer aguada. Le sorprende el recibimiento hostil de los lugareños, recibiendo los esquifes algún arcabuzazo. Pero le dicen que son leales a Felipe II y que deberían dirigirse a Punta Delgada. En esto llega una carabela comunicando que había salido de Lisboa con otras dos carabelas y dos naos, que las dos carabelas habían sido apresadas por los franceses y que las naos habían conseguido escapar como ellos. Uno de los pataches de descubierta viene con las noticias del apresamiento de los dos pataches que se habían enviado a Punta Delgada. Ante la evidencia de la presencia de la flota francesa, acelera la aguada y se hace a la mar, avistando más de 60 velas que estaban ocultas al otro lado de la isla.

El combate

La falta de viento deja a las dos escuadras inmóviles, y con la brisa del anochecer, los españoles se dirigen hacia la mar y los franceses hacia tierra.
A media noche llega a la Capitana de Bazán una pinaza con noticias de Punta Delgada. El gobernador le comunica que los franceses habían desembarcado con 3000 hombres en la isla el 15 de julio, saqueando la villa de La Laguna y tomando Punta Delgada, salvo el castillo. Que el almirante Peijoto, en vez de hacerse a la mar, se arrimó al castillo, resultando apresadas las naves guipuzcoanas y varadas en los escollos dos carabelas y dos galeones. Que la gente de los barcos se había refugiado en el castillo, por lo que pudo resistir con más de 500 hombres. Y que al ver que los franceses se retiraban, en vez de hacerse fuertes en Punta Delgada, supusieron que había llegado la escuadra española, por lo que despacharon la pinaza para avisarles.
Al amanecer la flota francesa, que tenía barlovento, intenta romper la formación española, sin conseguirlo. Repite el intento dos veces más durante la mañana, ya que por la tarde el viento vuelve a calmarse, dejando inmóviles a las dos flotas.
En la amanecida del 24, la situación sigue igual. A las cuatro de la tarde, los franceses, en tres columnas, atacan la retaguardia que manda Miguel de Oquendo, con sus cinco naves guipuzcoanas. La presteza de Bazán en cerrar la formación hace fracasar el ataque, y los franceses se ven obligados a retirarse con daños, pero conservando el barlovento.
Bazán da orden a sus barcos de que esa noche, al ponerse la luna, sin más órdenes y sin luces, viren para ganar barlovento, esperando así encontrarse al amanecer a barlovento de los franceses, como así fue.
En la mañana del 25, se encuentra por tanto Bazán a barlovento de los franceses, y además la formación francesa está desordenada, al estar reparando las averías del combate de la tarde anterior. Sin embargo, Bazán no puede aprovechar esa oportunidad, puesto que a las nueve de la mañana, la nao de Cristóbal de Eraso, su segundo en el mando, pide auxilio, pues se ha desarbolado. Bazán le da remolque y se pierde la ocasión de atacar.
El 26 de julio amanecen las dos flotas a tres millas una de otra, y a 18 millas de la isla de San Miguel, estando la francesa a barlovento. Siguen navegando de orza, y parece que tampoco va a haber combate.

El Galeón San Mateo

Después del mediodía, el galeón San Mateo, que lleva de maestre de campo a D. Lope de Figueroa se aparta de la línea hacia barlovento. Los franceses creen que pueden aislarle de la línea española, y se dirigen hacia él la Capitana, la Almiranta y tres galeones. Figueroa acepta el combate, y sin disparar sus cañones, se ve abordado por la Capitana (por babor) y la Almiranta (por estribor), mientras los otros tres galeones le hacen disparos por proa y popa. Cuando las dos naves están muy cerca, dispara su artillería, produciendo grandes daños a los franceses, y repite la descarga antes del abordaje. Pone tiradores escogidos en la gavias que barren las cubiertas francesas. Siendo el San Mateo ya una boya, sin jarcias ni velas, mantiene combate durante dos horas. Tuvo que dar orden D. Lope a sus hombres para que no pasasen a la Capitana francesa, que se había rendido, para mantener el combate con la Almiranta.

El resto de las flotas

Los franceses atacan la línea española, que se mantiene en buen orden. El marqués suelta el remolque que llevaba y se dirige a apoyar al galeón San Mateo, al igual que el grupo de retaguardia, que llega antes. La nao Juana del capitán Garagarza aborda a la Capitana francesa, abarloada al galeón, mientras Villaviciosa lo hace con la Almiranta. Acuden naves francesas, que se amarran a estas últimas, y se forma un grupo de barcos en que los hombres combaten unos con otros. Miguel de Oquendo se mete a toda vela entre el San Mateo y la Almiranta francesa, disparando contra ella al estar en medio. Con esta maniobra, rompe las amarras y hunde el costado de la nave francesa, a la que se aferra.
Cuando llega D. Álvaro, viendo que sus barcos están dominando la situación y, al comprobar que la Capitana francesa, que mandaba Strozzi, se separa del San Mateo, la aborda, al igual que la nave Catalina. En una hora, el navío francés se rinde.
Al dar por perdidas la Almiranta y la Capitana, los franceses que no están trabados a naves españolas se retiran, terminando el combate a las cuatro horas de empezar.

Resultado de la batalla

Por parte española hubo 224 muertos y 550 heridos, y, aunque no se perdió ningún barco, todos quedaron con averías.
Por parte francesa se perdieron 10 navíos grandes, y se calcula que hubo unos 2000 muertos, entre ellos el almirante Felipe Strozzi.

Después de la batalla

El día 30 fondea la escuadra española en Villafranca, desembarcando heridos y prisioneros y empezando sus reparaciones.
Se inicia un juicio contra los prisioneros, acusándoles de piratas, ya que España y Francia estaban oficialmente en paz. Los franceses alegaron no ser piratas, y que tenían despachos del rey de Francia, pero D. Álvaro dio por falsos esos documentos, condenándoles a muerte. El 1 de agosto, en Villafranca, fueron degollados 28 señores y 52 caballeros, y ahorcados los soldados y marineros de más de 18 años de edad.
El Prior de Crato huye de la isla Tercera, embarcando en las naves francesas fugitivas.

Curiosidades

Cabe destacar que en esta batalla participó el poeta y dramaturgo Félix Lope de Vega.

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