La Iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria de Carelmapu (mapudungun, Carelmapu: Tierra Verde) es un templo católico, ubicado en el pueblo de Carelmapu, en la comuna chilena de Maullín, en la X Región de Los Lagos y a 85 km de Puerto Montt. Aunque es una iglesia de madera concorde al estilo arquitectónico chilote, no forma parte del grupo de 16 iglesias de madera de Chiloé reconocidas como patrimonio de la humanidad por la Unesco, si bien al igual que los demás templos mencionados en el grupo es un monumento nacional.
Las obras de construcción de esta iglesia comenzaron el año 1913, y fue un punto de reunión para los devotos de la Virgen de la Candelaria en la zona. Actualmente, su pésimo estado de conservación llevo a que fuese cerrada el año 2008, por el peligro de derrumbe. Se necesita alrededor de US$ 1.000.000 para la restauración de esta iglesia.2
La parroquia forma parte de la Arquidiócesis de Puerto Montt.
La Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús es una parroquia ubicada en la ciudad chilena de Puerto Varas, en la Región de Los Lagos.
De estilo neorrománico y barroco, fue construida entre los años 1915 y 1918 por Edmundo Niklitschek y la colaboración de Bernardo Klenner y Adalio Morales.1 Su estructura fue fabricada usando ulmo y roble. Los Revestimientos interiores son de mañío y laurel. Externamente se encuentra revestida en muros por planchas de fierro, y en la techumbre por tejuelas de alerce. Su diseño está basado en las iglesias de Baden-Wurtemberg, Alemania.2
Fue declarada Monumento Nacional de Chile en año 1992, mediante el D.S. 290 04/06/1992. En ese mismo decreto se declararon un conjunto de otros inmuebles considerados como de valor patrimonial, además de establecer la Zona Típica de la ciudad.
La iglesia San Miguel Arcángel de Calbuco, es una iglesia católica, ubicada en la comuna de Calbuco, en la Región de Los Lagos, en el sur de Chile. Alberga en su interior una imagen de San Miguel Arcángel, santo patrono de Calbuco, que habría sido traída por los fundadores españoles en 1603.
La primera parroquia fue levantada en 1620 por el obispo Luis Jerónimo de Oré,2 en torno al Fuerte San Miguel existente desde 1602. Los libros parroquiales actualmente conservados datan de 1710, siendo algunos de los registros más antiguos del sur de Chile.2 Durante todo este periodo Calbuco fue parte de las rutas de la Misión Circular de Chiloé, y por tanto hogar de una comunidad de fiscales que oficiaban actos religiosos en ausencia de sacerdotes, y que aún subsiste en la actualidad bajo el nombre de Cofradía de Fiscales San Juan Bautista.
De acuerdo a la tradición, desde 1712 se realiza en esta iglesia la Fiesta de los Indios Caciques, en conmemoración a la restitución que habrían realizado los caciques locales de la imagen de San Miguel Arcangel, luego de robarla durante la rebelión huilliche de ese año. Dicha fiesta coincide con la celebración de la Ascensión del Señor.3 También de la época colonial data la Fiesta de las Luminarias, que se celebra cada noche del 28 de septiembre. Durante este periodo, la Iglesia de Calbuco coexistió en la isla junto a las Iglesias de Menmén y Caicaén, hoy desaparecidas.
En 1861 la iglesia sufrió serios daños productos de un torbellino, incendiándose poco después producto de la caída de un rayo. Fue reconstruida entre 1873 y 1897.4 En 1930 dado el mal estado de conservación, la iglesia fue demolida, siendo reconstruida en madera en 1935.
Las iglesias de Chiloé son templos de madera construidos en el archipiélago de Chiloé, en la zona Sur de Chile, de acuerdo a un esquema tradicional que se considera perteneciente a una escuela de arquitectura. Las construcciones más antiguas todavía en pie datan de mediados del siglo XVIII y las más recientes, del primer tercio del siglo XX. De ellas, un conjunto de dieciséis es considerado Monumento Histórico Nacional de Chile y, desde el año 2000, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Historia
Desde el siglo XVII, los religiosos encargados de la evangelización de las islas fueron los jesuitas, quienes establecieron un sistema llamado Misión circular para hacerse cargo de todas las comunidades evangelizadas. La Misión circular duraba 8 meses y significaba recorrer en total unos 4000 km en dalca y a pie, pero como debían visitar más de 80 sectores y hacer frente a las adversidades del clima, la estadía en cada capilla duraba sólo un par de días y durante el resto del año la vida religiosa quedaba a cargo del fiscal. En los primeros años de la evangelización, las iglesias eran construcciones rústicas con techo de paja.
Por la necesidad de contar con más sacerdotes, la Compañía solicitó al Rey que se permitiera la presencia de jesuitas de nacionalidad diferente a la española. La solicitud fue aceptada y llegaron frailes procedentes de diferentes partes de Europa, sobre todo de Baviera, Hungría y Transilvania. Estos sacerdotes extranjeros fueron los que durante el siglo XVIII dieron impulso a la construcción de iglesias más perdurables que sus antecesoras. Ellos aportaron los diseños, inspirados en las iglesias de sus países, y parte de las técnicas de construcción. Por su parte, los carpinteros chilotes aportaron la mano de obra, los materiales y técnicas propias, muchas de las cuales estaban inspiradas en la construcción de navíos.
Después de la expulsión de los jesuitas, en 1767, la labor misionera quedó a cargo de los franciscanos; sin embargo, la construcción de templos siguió manteniendo los modelos iniciales y se creó una tradición arquitectónica mantenida a lo largo de tres siglos, llamada Escuela chilota de arquitectura religiosa en madera. Esta tradición evolucionó a través de los años, pasando de un estilo inicial muy adornado a otro, a mediados del siglo XIX, mucho más sobrio, que poseen cierta semejanza con el barroco y el neoclásico europeos.
A esta escuela pertenecen entre 60 y 150 de las más de 400 iglesias repartidas por el archipiélago. Algunas, como la de Quilquico, no han resistido el paso del tiempo y han caído o han debido ser demolidas, pero otras se han mantenido en pie por casi 300 años y son algunas de las construcciones en madera más antiguas que quedan en pie en el planeta. La necesidad de preservarlas hizo que 16 de ellas fueran declaradas Monumento Nacional y que en 1993, la Fundación Cultural Amigos de las Iglesias de Chiloé postulara a estos 16 templos como candidatos para ser Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Fueron declaradas como tales 14 de ellas en el año 2000, extendiéndose la inscripción a las 2 restantes (iglesias de Chelín y Caguach) al año siguiente.4
Estructura
Las iglesias chilotas siguen una estructura básica común con variaciones menores según la zona geográfica o la época de construcción.
El edificio tiene forma rectangular con un techo a dos aguas y ocasionalmente a tres. La fachada usualmente está en el lado este y frente a ella hay una explanada para las procesiones. En los lugares de mayor población esta explanada ha pasado a ser la plaza del pueblo.
La fachada consta de un pórtico adornado con arcos falsos y una torre con campanario en la parte superior. El número usual de arcos es cinco, pero algunas iglesias no los tienen y otras tienen siete o nueve. Entre el pórtico y las puertas hay un espacio para guarecerse de la lluvia. La torre suele ser de forma octogonal, de dos o tres cuerpos y en algunos casos posee un ábside.
El interior está formado por tres naves, separadas por corridas de pilares. Sobre el pórtico hay un espacio para el coro. Usualmente la nave central tiene el techo cóncavo, a semejanza del fondo de un bote. Algunas de las iglesias conservan el púlpito.
Materiales
La madera usada para construir estas iglesias proviene del bosque chilote o de los bosques de la provincia de Palena. Las vigas, los pilares y la madera de revestimiento interno son de maderas duras y resistentes a la humedad, como las del ciprés, el coigüe o el mañío. Para unir las porciones más grandes se usaron tarugos de madera de luma; sin embargo, no es cierta la creencia difundida en el resto de Chile de que las iglesias chilotas no contienen clavos en su construcción pues todas los tienen en sus pisos y en su revestimiento exterior.
En el exterior de las iglesias, predominan los revestimientos de tejuelas de alerce, aunque también se usaron tablas machihembradas en los costados y láminas de zinc en los techos.
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