martes, 26 de abril de 2016

Historia por países - Canadá

Historia

Indígenas, franceses, británicos y americanos comparten protagonismo en la historia de Canadá. Todo empieza hace unos 15 000 años, con la aparición de las primeras culturas indias y su diseminación por el país. Los siguientes fueron los europeos, la mayoría de los cuales llegaron a finales del s. XV. Hacia mediados del s. XVIII, el país avanzaba a toda máquina por la senda del desarrollo.
Con todo, hay algunos temas recurrentes que se repiten cíclicamente, como los conflictos entre la población autóctona y los colonos europeos, las luchas por la tierra y los recursos, y los problemas derivados de dotar de cohesión a una sociedad tan multicultural. Todo ello define la historia Canadá desde sus inicios hasta hoy.
El Gobierno designó 956 lugares de interés histórico nacional en todo el país, entre los que se cuentan fuertes, campos de batalla y casas de personajes célebres. Parks Canadá gestiona una quinta parte y a veces organiza actividades fantásticas con actores ataviados con trajes de época.

LOS PRIMEROS POBLADORES

Es probable que los primeros pobladores de Canadá fueran cazadores nómadas que, en una hambrienta persecución de caribúes, alces y bisontes, cruzaran desde Asia por el puente continental que una vez unió Siberia y Alaska a través del estrecho de Bering. A medida que los glaciares se retiraban, estos primitivos inmigrantes se fueron desplazando por todo el continente americano.
Hace unos 4500 años, otro importante movimiento migratorio trajo a los antepasados de los inuit desde Siberia. Estos pertenecían a la cultura Dorset, llamada así tras el descubrimiento de sus restos arqueológicos en Cape Dorset, en la isla de Baffin. Hacia el año 1000 una cultura inuit independiente, la de los thule, cazadores de ballenas del norte de Alaska, empezó a abrirse camino hacia el este a través del Canadá. Los thule son los antepasados directos de los actuales inuit.
A finales del s. XV, cuando llegaron los primeros europeos, los pueblos aborígenes se habían expandido más allá de la zona ártica hacia cuatro regiones principales de Canadá: el Pacífico, las planicies, el sur de Ontario y la zona del río San Lorenzo y los bosques del noroeste. 

LA ERA DE LOS DESCUBRIMIENTOS

El famoso vikingo Leif Eriksson fue el primer europeo que arribó a las costas canadienses; de hecho, él y su tripulación fueron los primeros europeos que pisaron América. Alrededor del año 1000 exploraron las costas occidentales de Canadá y establecieron asentamientos de invierno y puntos intermedios para reparar las embarcaciones y reabastecerse de provisiones, como el de L’Anse Aux Meadows en Terranova. Las tribus locales no mostraron mucho entusiasmo ante la llegada de estos intrusos, que finalmente se cansaron del clima hostil y volvieron a casa.
A finales del s. XV Cristóbal Colón consiguió el apoyo de la Corona española y, en 1492, salió en busca de una nueva ruta marítima hacia Asia, pero en lugar de llegar a Japón se topó con unas pequeñas islas en el mar Caribe. Animados por este descubrimiento, otros monarcas europeos financiaron rápidamente sus propias expediciones. Juan Caboto navegó en 1497 bajo pabellón inglés en dirección oeste hasta lo que hoy es Terranova y Cape Breton.
Caboto tampoco encontró un paso hacia China, pero sí bacalao, muy codiciado en Europa. Rápidamente, cientos de barcos empezaron a ir y venir entre Europa y los nuevos caladeros de pesca. Pronto les siguieron los balleneros vascos del norte de España. Muchos tenían su base en Red Bay, en Labrador, que en el s. XVI se convirtió en el mayor puerto ballenero del mundo.
En aquellos tiempos también se buscaba oro, sobre todo teniendo en cuenta los hallazgos de los conquistadores españoles entre las civilizaciones azteca e inca (aunque en realidad estos fueron más de plata). El rey Francisco I de Francia tenía la esperanza de encontrar riquezas parecidas en el norte helado y encargó una expedición a Jacques Cartier.
Al llegar a Labrador, Cartier solo encontró “piedras y horribles y toscas rocas”, según escribió en su diario en 1534. Después de una meticulosa exploración desembarcó en la península de Gaspé (Quebec) para reclamar la tierra en nombre de Francia. Al principio los nativos iroqueses fueron amables, hasta que secuestró a dos de los hijos del cacique y se los llevó a Europa. También hay que decir que Cartier los devolvió a su tierra un año después cuando remontaba el río San Lorenzo hacia Stadacona (la actual ciudad de Quebec) y Hochelaga (la actual Montreal). Aquí oyó hablar de un lugar llamado Saguenay, que estaba lleno de oro y plata. Este rumor motivó el tercer viaje de Cartier, en 1541, pero las míticas riquezas nunca fueron halladas.

DE CÓMO TODO CAMBIÓ CON EL COMERCIO DE PIELES

El rey Francisco I terminó aburrido de una lejana colonia que no proporcionaba riqueza alguna, pero su interés volvió a despertarse unas décadas después cuando los sombreros de piel de castor se convirtieron en el último grito. Como los castores prácticamente se habían extinguido en el viejo continente, la demanda de nuevos suministros era muy elevada.
En 1588, la Corona francesa concedió el primer monopolio comercial en Canadá con el único objetivo de despertar rápidamente el interés de otros comerciantes. Y así fue como empezó oficialmente la lucha por el control del comercio de pieles. El valor económico de aquella compañía (y por extensión su papel en el desarrollo de la historia de Canadá) fue la razón principal del asentamiento de europeos en la zona y la raíz del enfrentamiento entre franceses y británicos por su control, así como el origen de las luchas entre los grupos amerindios. Y todo por un absurdo sombrero.
Para hacerse con el dominio de las lejanas tierras se instauraron organismos europeos en la zona. Durante el verano de 1604, un grupo de pioneros franceses se estableció en Île Ste-Croix (un pequeño islote fluvial en la actual frontera estadounidense con Maine); la primavera siguiente se trasladaron a Port Royal (la actual Annapolis Royal), en Nueva Escocia. El lugar, expuesto y difícil de defender, tampoco resultó ser una buena base para controlar el comercio de pieles, así que los aspirantes a colonos siguieron remontando el río San Lorenzo hasta que llegaron a un sitio que su líder, Samuel de Champlain, consideró como un excelente lugar para asentarse y donde hoy sigue estando la actual ciudad de Quebec. Corría el año 1608 y “Nueva Francia” se convertía en una realidad.

FRANCESES CONTRA INGLESES

Los franceses disfrutaron del monopolio de las pieles durante décadas, pero en 1670 los británicos prepararon un desafío formidable. Un par de desilusionados exploradores franceses, Radisson y Des Groseilliers, les confiaron que la mejor zona peletera se encontraba al norte y al oeste del Lago Superior, y era fácilmente accesible desde la bahía de Hudson. El rey Carlos II creó de inmediato la Hudson’s Bay Company y le otorgó un monopolio comercial sobre todas las tierras cuyos ríos y arroyos desembocasen en la bahía. Este vasto territorio, llamado Rupert’s Land, abarcaba aproximadamente el 40% del actual Canadá, incluyendo Labrador, el oeste de Quebec, el noroeste de Ontario, Manitoba, la mayor parte de Saskatchewan y Alberta, y una fracción de los Territorios del Noroeste.
Esta jugada enfureció a los franceses, quienes, a su vez, provocaron a los ingleses estableciéndose más hacia el interior. Ninguno de los países tenían derecho a una tierra que no les pertenecía, pero ambos querían el dominio de la región.
El momento crítico llegó con la firma del Tratado de Utrecht, que puso fin a la Guerra de Sucesión española (1701-1713). Según sus disposiciones, los franceses tenían que reconocer oficialmente el derecho británico a la bahía de Hudson y a Terranova, y renunciar a toda Nueva Escocia (entonces Acadia), excepto a la isla de Cape Breton.
El conflicto, incubado durante décadas, culminó en 1754, cuando los dos países se enfrentaron en la Guerra de los Siete Años. La balanza pronto se inclinó a favor de los británicos cuando tomaron la fortaleza de Louisbourg, lo que les permitió controlar el acceso estratégico al río San Lorenzo.
En 1759 sitiaron Quebec y tras escalar los acantilados en un ataque sorpresa derrotaron rápidamente a los franceses; fue una de las batallas más famosas y sangrientas de Canadá y costó la vida a los generales de ambos bandos. Mediante el Tratado de París (1763), Francia cedió Canadá a los británicos.

LOS QUEBRADEROS DE CABEZA AUMENTAN

La administración del nuevo territorio supuso un buen reto para los británicos. En primer lugar tenían que sofocar los levantamientos de las tribus indígenas, como el ataque a Detroit por parte del jefe de los Ottawa, Pontiac. Por tanto, el Gobierno británico hizo pública la Proclamación Real de 1763, que impedía que los colonos se establecieran al oeste de los Apalaches y regulaba la compra de tierras indígenas. Aunque la intención era buena, su aplicación dejó mucho que desear.
Los francocanadienses fueron la causa del siguiente problema. Las tensiones aumentaron cuando los nuevos dirigentes impusieron la ley británica que restringía duramente los derechos de los católicos franceses, incluidos los de votar y ejercer un cargo público. Los británicos tenían la esperanza de que su política discriminatoria provocara un éxodo masivo y facilitara la tarea de convertir en ingleses a los demás colonos. El plan no funcionó: los franceses resistieron.
Por si estos problemas no fueran suficientes, las 13 colonias del sur comenzaron a mostrarse bastante díscolas. El gobernador británico, Guy Carleton, astutamente, entendió que ganarse la filiación política de los colonos franceses era más importante que convertirlos en bebedores de té. Ello se tradujo en la proclamación de la Quebec Act de 1774. Dicha ley confirmaba el derecho de los francocanadienses a tener su propia religión y a ejercer cargos públicos y restauraba el uso de la ley civil francesa. De hecho, durante la Guerra de la Independencia de EE UU (1775-1883), la mayoría de los francocanadienses se negó a tomar las armas en favor de la incipiente Unión, aunque tampoco fueron muchos los que defendieron voluntariamente a los ingleses.
Tras la independencia, aumentó notablemente el número de pobladores anglófonos debido a la llegada de unos cincuenta mil colonos lealistas que huían de los recién independizados Estados Unidos. La mayoría de ellos se instaló en Nueva Escocia y New Brunswick, mientras que un grupo menor se asentó en la orilla norte del lago Ontario y en el valle del río Ottawa (conformando el núcleo de lo que posteriormente sería Ontario); unas ocho mil personas se instalaron en Quebec, creando la primera comunidad anglófona de importancia dentro del bastión francoparlante.

ALTO Y BAJO CANADÁ

En parte por satisfacer los intereses de los colonos que le eran favorables, el Gobierno británico promulgó la Constitutional Act de 1791, que dividía la colonia en Alto Canadá (sureste del actual Ontario) y Bajo Canadá (hoy sur de Quebec). Este último conservó las leyes civiles francesas, aunque ambas regiones eran gobernadas según el código penal británico.
La Corona británica designó un gobernador para dirigir cada colonia. Cada uno de ellos nombraba, a su vez, a los miembros de su gabinete, que entonces era conocido como Consejo Ejecutivo. Además había un Consejo Legislativo y una Asamblea que representaba los intereses de los colonos. De hecho, la Asamblea apenas ostentaba poder porque el gobernador podía vetar sus decisiones. No es de extrañar que esa cuestión fuese motivo de numerosas fricciones. Esto ocurrió sobre todo en el Bajo Canadá, donde un gobernador inglés y un Consejo dominado por ingleses se imponían a una Asamblea mayoritariamente francesa.
El amiguismo descarado empeoró las cosas. Los miembros de la conservadora élite mercantil británica dominaban los Consejos Ejecutivo y Legislativo y demostraban escaso interés en los asuntos de los francocanadienses. Eran conocidos como Family Compact en el Alto Canadá y Château Clique en el Bajo, y entre sus filas se encontraba el cervecero John Molson y el universitario James McGill. La influencia de esos grupos creció significativamente tras la guerra de 1812, un inútil intento final de EE UU por apoderarse de su vecino del norte.
En 1837 la frustración provocada por esas enraizadas élites alcanzó su punto de ebullición. El líder del Partido Canadiense, Louis-Joseph Papineau, y su homónimo del Alto Canadá, el cabecilla del Partido Reformista, William Lyon Mackenzie, encabezaron una rebelión contra el Gobierno. Aunque ambos alzamientos fueron rápidamente sofocados, el incidente hizo comprender a los británicos que el statu quo no iba a durar mucho.

UNA UNIFICACIÓN POR PRUDENCIA

El Alto y el Bajo Canadá pronto se unieron para formar la Provincia de Canadá, gobernada por una sola Asamblea Legislativa, el nuevo Parlamento de Canadá. Cada ex colonia tenía el mismo número de representantes, lo que no era precisamente justo para el Bajo Canadá (por ejemplo, para Quebec), donde la población era mucho más numerosa. Aunque el nuevo sistema dio lugar a un gobierno responsable que limitó los poderes del gobernador y eliminó el nepotismo, a los franceses no les hizo ninguna gracia. En todo caso, el objetivo subyacente de la Union Act de acabar con la cultura, el idioma y la identidad francesas mantuvo a los francófonos más unidos que nunca. Las disposiciones de la Union Act abrieron profundas heridas que aún hoy no se han cerrado del todo.
Así fue como se creó la provincia unida en un terreno resbaladizo. La década posterior a la unificación quedó marcada por la inestabilidad política, un Gobierno era sustituido por otro en rápida sucesión. Y mientras EE UU se había convertido en un poder económico afianzado, la provincia de Canadá seguía siendo un mosaico de colonias independientes. La Guerra de Secesión estadounidense (1861-1865) y la compra de Alaska a Rusia por EE UU en 1867 provocaron el temor de una anexión. Quedó claro que solo un sistema político menos volátil podría hacer frente a estos desafíos, y el movimiento hacia la unión federal fue ganando fuerza.

LA CONFEDERACIÓN DEL CANADÁ

En 1864, Charlottetown, en la isla del Príncipe Eduardo, fue la sala de partos del Canadá moderno. En la Province House de esta población, los “padres de la Confederación”, un grupo de representantes de Nueva Escocia, New Brunswick, la isla del Príncipe Eduardo, Ontario y Quebec, se reunieron para negociar el marco de una nueva nación. Se realizaron otras dos reuniones antes de que el Parlamento aprobara la British North America Act en 1867. Y fue así como se creó el Estado moderno y autónomo de Canadá, originalmente llamado Dominio de Canadá. El 1 de julio, día en que se hizo oficial la ley, se celebra la fiesta nacional, que primero se llamó Día del Dominio hasta que en 1982 se rebautizó como Canada Day (Día de Canadá).

LA CONQUISTA DEL OESTE

La primera tarea del joven Dominio fue anexionar el resto del territorio y las colonias a la confederación. Bajo el mandato de su primer ministro, John A. Macdonald, en 1869 el Gobierno compró el vasto territorio de Rupert’s Land por la mísera cantidad de 300 000 libras (el equivalente a unos 11,5 millones de dólares de hoy) a la Hudson’s Bay Company. La tierra actualmente denominada Territorios del Noroeste solo estaba habitada por los indios de las praderas, varios miles de métis, ojibwe y comerciantes de pieles francocanadienses o escoceses, cuya primera lengua era el francés. El mayor asentamiento era la Colonia del río Rojo en los alrededores de Fort Garry (actual Winnipeg).
De inmediato, el Gobierno canadiense entró en conflicto con los métis a causa de los derechos sobre las tierras, cosa que propició que estos últimos formasen un gobierno provisional encabezado por el carismático Louis Riel. Este expulsó al gobernador nombrado por Ottawa y, en noviembre de 1869, se apoderó de Fort Garry, obligando a Canadá a negociar. No obstante, y cuando la delegación ya estaba de camino, Riel ejecutó impulsivamente y sin causa aparente a un prisionero que retenía en el fuerte. El crimen suscitó numerosas protestas en Canadá, pero el Gobierno estaba tan ansioso de incorporar el oeste que aceptó la mayor parte de las exigencias de Riel, incluyendo una protección especial para la lengua y la religión de los métis. Como resultado, la provincia de Manitoba, que entonces tenía la forma de una pinta de cerveza, fue desgajada de los Territorios de Noroeste en julio de 1870 e integrada en el Dominio. A pesar de todo, Macdonald mandó tropas en persecución de Riel pero este logró escapar a EE UU. En 1875 fue formalmente condenado a cinco años de exilio.
La siguiente frontera era la Columbia Británica creada en 1866 por la fusión de Nueva Caledonia y la isla de Vancouver. El descubrimiento de oro a orillas del río Fraser en 1858, y en la región de Cariboo en 1862, provocaron un enorme flujo de colonos hacia ciudades en pleno boom minero como Williams Lake y Barkerville. Pero cuando las minas se agotaron, la Columbia Británica quedó sumida en la pobreza. En 1871 se unió al Dominio a cambio de que el Gobierno canadiense asumiese la totalidad de su deuda y la promesa de una conexión con el este en un plazo de diez años mediante un ferrocarril transcontinental.
La construcción del Canadian Pacific Railway es uno de los capítulos más impresionantes de la historia de Canadá. Macdonald consideró que ese ferrocarril sería crucial para la auténtica unificación del país, ya que estimularía la inmigración y daría impulso al comercio y la industria. Fue una apuesta costosa que todavía resultó más difícil por el áspero y accidentado terreno que tuvieron que atravesar los raíles. Para atraer a los inversores, el Gobierno ofreció grandes beneficios, incluyendo vastas concesiones de tierras en el oeste de Canadá. El ferrocarril se concluyó el 7 de noviembre de 1885.
Para traer la ley y el orden al “salvaje oeste”, el Gobierno creó la Policía Montada del Noroeste (NWMP) en 1873, que más tarde se convirtió en la Real Policía Montada del Canadá (RCMP). Conocidos como los mounties, en la actualidad sigue siendo el cuerpo de policía nacional de Canadá. Aunque la NWMP era eficaz no pudo evitar que los problemas crecieran en las praderas, donde se obligó a los aborígenes que las habitaban a firmar varios tratados que les relegaban a reservas.
Entretanto, los métis se habían trasladado a Saskatchewan para establecerse en Batoche. Igual que en Manitota, no tardaron en chocar con los agrimensores del Gobierno por cuestiones de tierras. En 1884, y después de que sus repetidas apelaciones a Ottawa fuesen ignoradas, trajeron a Louis Riel desde el exilio para que defendiese su causa. El antiguo líder lo hizo de la única forma que sabía: formando un gobierno provisional y poniéndose el frente de los métis. Pero los tiempos habían cambiado. El ferrocarril estaba casi terminado y las tropas gubernamentales llegaron en cuestión de días. Riel se rindió en mayo y ese mismo año fue juzgado y ahorcado por traición.

EL FINAL DEL VÍNCULO CON INGLATERRA

Canadá entró en el s. XX por la puerta grande. La industrialización estaba en pleno desarrollo, los buscadores de oro habían encontrado por fin el preciado metal en el territorio del Yukón y los recursos naturales canadienses (desde trigo hasta madera) tenían una demanda cada vez mayor. El nuevo ferrocarril abrió las puertas a la inmigración. Entre 1885 y 1914 llegaron a Canadá unos 4,5 millones de personas. Entre ellas figuraban grupos numerosos de estadounidenses y europeos del este, especialmente ucranianos, que se dedicaron al cultivo en las praderas. Reinaba el optimismo: el expansivo primer ministro Wilfrid Laurier dijo: “El siglo XIX fue el de EE UU. Creo poder afirmar que Canadá ocupará todo el siglo XX”. Era inevitable que esa confianza pusiese al país en el camino de la independencia de Gran Bretaña. El tema se hizo aún más urgente cuando estalló la Primera Guerra Mundial en 1914.
Canadá, como miembro del Imperio británico, se vio arrastrado automáticamente al conflicto. En los primeros años de la guerra, más de trescientos mil voluntarios partieron hacia los campos de batalla europeos. Según se fue prolongando la guerra y miles de soldados empezaron a regresar en ataúdes, el reclutamiento se hizo más difícil. En un intento por reforzar sus menguadas tropas, el Gobierno introdujo el servicio militar obligatorio en 1917. Fue una decisión muy impopular, por decirlo de forma suave, especialmente entre los ciudadanos francófonos. La animosidad hacia Ottawa ya estaba en su punto más candente desde que, poco antes, el Gobierno había cerrado las escuelas bilingües en Manitoba y restringido el uso del francés en las escuelas de Ontario. El tema del servicio militar obligatorio echó aún más leña al fuego del nacionalismo. Miles de quebequenses salieron a las calles en señal de protesta.
Cuando acabó la Primera Guerra Mundial en 1918, la mayoría de los canadienses estaba en contra de enviar a sus hombres a luchar en lejanas guerras a favor de Gran Bretaña. Bajo el gobierno de William Lyon Mackenzie King, un excéntrico ciudadano que se comunicaba con los espíritus y rendía culto a su madre, Canadá empezó a afirmar su independencia. Mackenzie King hizo saber a Gran Bretaña que ya no podría disponer automáticamente del ejército de Canadá; firmó acuerdos sin la aprobación británica y envió un embajador canadiense a Washington. Esta firme determinación condujo al Estatuto de Westminster, aprobado por el Parlamento británico en 1931. En él se formalizaba la independencia de Canadá y otros países de la Commonwealth, aunque Gran Bretaña se reservaba el derecho a aplicar enmiendas a las constituciones de esos países.
Curiosamente, ese derecho siguió vigente otro medio siglo. Solo se eliminó con la Canada Act de 1982, que la reina Isabel II promulgó en Parliament Hill, Ottawa, el 17 de abril. Actualmente Canadá es una monarquía constitucional con un Parlamento que se compone de una Cámara Alta o Senado, por designación, y una Cámara Baja o de los Comunes, elegida por sufragio universal. El monarca británico continúa siendo el jefe del Estado de Canadá, aunque de hecho se trata de un cargo simbólico y no ejerce la soberanía del país. Dentro de Canadá el gobernador general designado es el representante del monarca.

CANADÁ YA SE HA HECHO MAYOR

El período posterior a la Segunda Guerra Mundial trajo una segunda oleada de expansión económica y de inmigración, especialmente desde Europa. Terranova finalmente se unió a Canadá en 1949.
La única provincia que quedó realmente olvidada durante los años del boom de la década de 1950 fue Quebec. Durante un cuarto de siglo estuvo controlada por el ultraconservador Maurice Duplessis y su partido, la Union Nationale, con el apoyo de la Iglesia católica y los intereses económicos. Solo tras la muerte de Duplessis en 1959 la provincia empezó a modernizarse durante la llamada “Revolución silenciosa” de la década de 1960. Entre otros avances, se amplió la inversión en enseñanza pública y se nacionalizaron las empresas hidroeléctricas provinciales. Aun así, el progreso no fue lo suficientemente rápido para un nacionalismo que veía en la independencia de Quebec la única forma de asegurar los derechos francófonos. Durante las décadas siguientes, los quebequenses fueron llamados a las urnas en varias ocasiones para decidir si se independizaban o no de Canadá.
En 1960, se concedió la nacionalidad canadiense a los pueblos indígenas. En 1985, Canadá se convirtió en el primer país del mundo en aprobar una ley de multiculturalidad y creó un Ministerio Federal de Multiculturalidad. En la actualidad, el 40% de los canadienses afirma no tener orígenes británicos ni franceses.

Los primeros habitantes de esta vasta tierra fueron tribus prehistóricas procedentes de Asia que viajaron a través del Estrecho de Bering y se establecieron en las tierras. Salvo raras visitas Vikingas, que no duraron mucho, los aborígenes vivían libremente y desarrollaron sus costumbres, lenguas y tradiciones hasta el siglo XV. En 1534, Jacques Cartier hizo a Francia la primera solicitud y Samuel de Champlain fundó la ciudad de Québec a comienzos del 1600. A mediados del siglo XVI, Canadá fue declarada provincia Francesa.
Los británicos entraron en el cuadro en 1670 y las hostilidades entre los dos colonizadores llevó finalmente al Tratado de París en 1763, cuando Francia entregó Canadá a Gran Bretaña. Las dos culturas dentro de Canadá continuaron luchando hasta que la creciente fuerza de los EE.UU. necesitó un frente más unido. En 1867 La Ley de los Ingleses de América del Norte (Ley BNA) dio a luz al moderno y autónomo país Canadá.
Sin embargo, los resentimientos entre las dos provincias continuaron, y hubo voces instando a un separado Estado Francés en Quebec, incluso hasta hace 20 años. Es sólo recientemente que el movimiento para la independencia de Québec ha perdido alguna fuerza.

Canadá es un gran y diverso país en América del Norte, el segundo país más grande del mundo, con una superficie total de 6,2 millones de millas cuadradas (9,9 millones de km2). El país, que se compone de 10 provincias y 3 territorios, se encuentra en el extremo norte del continente de Norte América y se extiende desde el Atlántico hasta el Océano Pacífico y hacia el norte a las islas del Océano Ártico. Canadá limita sólo con un país, su vecino del sur, Estados Unidos de América, con el que comparte la frontera terrestre más larga del mundo entre dos países.
 
Los registros muestran que la región ahora conocida como Canadá ha sido habitada desde hace miles y miles de años por diversos pueblos indígenas. A finales de la década de 1400, las expediciones coloniales británicas y francesas exploraron la región, y más tarde se establecieron en la costa atlántica de Canadá. Durante la Guerra Franco-India de 1763, Francia cedió casi todas sus colonias en Norteamérica a los británicos. En las décadas siguientes, la población creció de forma constante, el territorio fue explorado más a fondo y se establecieron otras colonias autónomas bajo la corona británica. El 1 de julio de 1867, tres de esas colonias se unieron formando un dominio federal que constituyó Canadá. Hoy Canadá es una democracia parlamentaria federal y una monarquía constitucional, con la Reina Isabel de Inglaterra como Jefe Oficial del Estado.
 
Canadá toma su nombre de la palabra iroquesa Kanata, que significa "pueblo", y es una de las naciones con mayor diversidad étnica y multicultural del mundo, pues desde hace siglos ha acogido inmigrantes de todos los rincones del globo. Su población actual de aproximadamente 35 millones de habitantes está formada por personas de variados antecedentes étnicos, religiosos y lingüísticos, todos los cuales se suman a la gran cultura que hace de Canadá un lugar popular para vivir y visitar.Tribu Canadiense
 
La cultura de Canadá, como la de cualquier otro país del mundo, es el resultado de su historia, geografía, sistema político, etc. Como nación de colonos, Canadá ha sido formada y moldeada por las oleadas de migraciones que se han combinado para formar colectivamente una mezcla única y atractiva de costumbres, rituales, tradiciones y gastronomía, las características culturales que han marcado el desarrollo socio-cultural de la nación. Para conocer más a fondo Canadá y la cultura que lo define, a continuación vamos a repasar los rasgos culturales más importantes del país, como el idioma, la religión, el arte, la gastronomía, el deporte, los días festivos y las celebraciones.

La cultura de Canadá: El idioma

Canadá es un país bilingüe: el inglés y el francés son sus lenguas oficiales. En asuntos legales y de gobierno, el inglés prevalece en todas las provincias excepto en Quebec, donde las versiones en inglés de todos los estatutos actúan como árbitro final en las controversias de interpretación. Hace veinte años, la proporción de los canadienses que reconocían el inglés como su lengua materna era un poco menos de 60 por ciento, mientras que los que se identificaban con el francés como lengua materna era alrededor de 25 por ciento. Hoy los números muestran que hay un porcentaje aún mayor de personas de habla inglesa en el país (y menos francófonos), en gran parte debido a la gran afluencia de estadounidenses que han tomado la residencia en Canada.
 
Se estima que alrededor del 17 por ciento de todos los canadienses son bilingües, inglés y francés, aunque estos números son un fenómeno regionalizado y no representan necesariamente el país en su conjunto. En las provincias con mayor número de personas que hablan francés, como Quebec y Nueva Brunswick, el porcentaje de personas bilingües es del 38 por ciento y 33 por ciento respectivamente. Por otra parte, la provincia de Ontario, que representa más del 30 por ciento de la población total, la tasa bilingüe inglés - francés es sólo del 12 por ciento. Estos números son, en parte, el resultado de los patrones de inmigración que con el tiempo han demostrado que la mayoría de los inmigrantes se sienten atraídos a Ontario, en parte porque todos los servicios oficiales y comerciales en Ontario se llevan a cabo estrictamente en inglés, aunque el francés está garantizado por la ley pero no por la práctica . En pocas palabras, para los que viven fuera de Quebec y Nueva Brunswick, el bilingüismo inglés - francés es cada vez menos importante en sus vidas cotidianas.
 
Además de los dos idiomas oficiales de Canadá, también hay muchas lenguas minoritarias que se hablan en el país. Estas lenguas se remontan a los patrones de inmigración en Canadá, patrones que han cambiado drásticamente en los últimos años. Después de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, la mayoría de los inmigrantes canadienses provenían de Europa, y sólo el 54 por ciento de estas personas tenía una lengua materna diferente del inglés o francés. De estas personas, el 25 tenían como lengua materna el italiano, el alemán o el griego. Por el contrario, de todos los inmigrantes que llegaron a Canadá entre 1991 y 1996, el 80 por ciento hablaba un idioma diferente del inglés o francés y más de la mitad de ellos provenían de países de Asia y el Medio Oriente. Chino era el idioma materno de poco menos del 25 por ciento de estos inmigrantes, mientras que el árabe, Punjabi, Tamil, y persa en conjunto representaron el 20 por ciento.
 
Hoy día las lenguas minoritarias de Canadá continúan reflejando los patrones de inmigración del país. Tal vez el cambio más importante ha sido el gran número de inmigrantes de habla hispana que se han establecido recientemente en el país, más de tres cuartos de millón de hispanoparlantes, que ahora representan la minoría lingüística más grande de Canadá. Después de español, los idiomas de las minorías más prevalentes en Canadá en la actualidad son italiano (661.000), alemán (622.650), chino (472.080), Punjabi (456.090), cantonés (434.720), árabe (365.000), holandés (350.500), tagalo (324.120), e hindi (299.600). Los estudios demuestran que, si bien el número de personas que no hablan los idiomas oficiales europeos (excepto el español) está disminuyendo gradualmente en Canadá, otros idiomas como el español, cantonés, mandarín, árabe y Punjabi van en aumento.
 
Hay muchas lenguas indígenas que aún se hablan en Canadá, a pesar de que representan sólo una pequeña parte de los que no hablan los idiomas oficiales. Estas lenguas son de gran importancia política y cultural en Canadá, pues los grupos de las Primeras Naciones exigen mayores y más apremiantes demandas de soberanía política y cultural. De estas lenguas, sólo la cree, la inuktitut y la ojibway son lo suficientemente prevalentes como para poder perdurar a largo plazo.

La cultura de Canadá: La religión

En Canadá, como en muchos países desarrollados, la afiliación religiosa es mucho más frecuente que la observancia religiosa, aunque las estadísticas oficiales varían según el grupo étnico y religioso. La mayoría de los canadienses indican pertenecer a algún tipo de afiliación religiosa, a menudo al cristianismo, aunque el número de personas que no declaran afiliación religiosa alguna ha aumentado de manera constante desde 1980. Sin embargo, en Canadá se encuentran un gran número de profesionales de diferentes religiones y creencias.
 
Si bien no existe una religión oficial en Canadá, el preámbulo de la Carta Canadiense de Derechos y Libertades se refiere a "Dios", y el monarca lleva el título de "Defensor de la Fe" Por otra parte, el cristianismo parece ser reconocido, aunque no lo promueve la ley canadiense, con prácticas como los juramentos sobre una Biblia durante los procedimientos judiciales, y en funciones oficiales es común que se empiece con algún tipo de oración cristiana.
 
Según datos del último censo disponibles, el 67 por ciento de la población canadiense se auto-identifica como cristiana, el 38 por ciento católica romana y el 29 por ciento protestantes. Las denominaciones protestantes más prevalentes en el país, nombradas por orden, son: la Iglesia Unida de Canadá, Iglesia Anglicana de Canadá, la Bautistas, Luterana y Presbiteriana.
 
Los que no tienen afiliación alguna religiosa comprenden el segundo bloque religioso más grande de Canadá, que representa el 24 por ciento de la población total. Estas personas incluyen tanto los agnósticos (los que afirman no tener afiliación religiosa) como los ateos (los que no cree en Dios o poder superior alguno).
 
Debido a su amplia diversidad de personas, Canadá también acoge a varias religiones minoritarias que se practican en una pequeña, aunque significativa, proporción de la población. En orden de prevalencia, estas religiones minoritarias son: el islam, el hinduismo, el sijismo, el budismo y el judaísmo. Además, hay varias prácticas religiosas aborígenes que aún continúan entre los grupos que reivindican su linaje indígena.
 
Durante las últimas décadas, la práctica religiosa entre el pueblo canadiense ha disminuido gradualmente, una tendencia similar a la de muchos otros países industrializados. Esto parece ser sobre todo un fenómeno del cristianismo, pues los practicantes de algunas de las otras religiones del mundo tienden a hacer un esfuerzo especial por mantener sus observancias religiosas como parte del proceso de conservar su identidad étnica o cultural original. Algunos grupos religiosos cristianos han crecido en número de miembros, como el cristianismo evangélico, pero en general, la tendencia en Canadá ha sido hacia el incremento de la laicidad tanto en la vida pública como la privada de los canadienses.
 
La mayoría de los oficiales religiosos en Canadá están asociados a las principales religiones o iglesias que representan, aunque hay algunas diferencias étnicas. Por ejemplo, los profesionales religiosos especializados, como los curanderos, son comunes en las comunidades portuguesas, como la de Toronto, así como en muchas de las religiones minoritarias africanas que se practican, aunque no comúnmente, en el país.
 
La mayoría de los canadienses creen en el modelo cristiano de vida después de la muerte, en el cielo y el infierno. Las prácticas funerarias varían según el grupo religioso, pero por lo general las celebraciones funerarias y los enterramientos son la responsabilidad de la familia del fallecido.

La cultura de Canadá: Las artes

Al igual que en los Estados Unidos y la Europa Occidental, la mayoría de los artistas de Canadá son "autosuficientes", aunque sólo una pequeña minoría obtiene todos sus ingresos de su labor artística. Hay, sin embargo, varios programas financiados con fondos públicos, en todos los niveles del gobierno canadiense, creados para apoyar las artes y prestar asistencia financiera a artistas de todo tipo. Los Premios del Gobernador General se otorgan cada año a los actores, escritores, músicos y otros artistas. También hay una Galería de Arte Nacional federal, y casi todas las provincias tienen una importante galería de arte financiada con fondos públicos, ubicada por lo general en la capital provincial.
 
La literatura canadiense
 
A diferencia de Europa y Estados Unidos, Canadá no tiene una sola tradición literaria nacional, sino que participa y tiene su lugar en el mundo más amplio de la literatura inglesa. Por supuesto que hay muchos autores de renombre internacional procedentes de Canadá, pero en general aún no hay un canon único de la literatura canadiense en su conjunto. Una excepción a esta regla es la provincia de Quebec, donde existe una venerable literatura "nacional", conocida por su crítica social y la experimentación.
 
En los últimos 30 años, el número de escritores canadienses con obras publicadas ha aumentado de manera espectacular, y como aspecto cultural, la comunidad canadiense compra y lee más libros que la mayoría de las naciones industrializadas. Sin embargo, aún no se ha dado ninguna preferencia especial a la literatura canadiense.
 
Las artes gráficas
 
Canadá cuenta con un gran número de artistas que trabajan en diferentes disciplinas artísticas. Casi todas las ciudades pequeñas del país (y todas las grandes ciudades) tienen muchas galerías de arte donde los ciudadanos pueden consultar libremente y comprar obras de arte, muchas de ellas son galerías financiados por los contribuyentes. Existen varias cooperativas de artistas en las ciudades de todo el país, que ofrecen soporte artístico y financiero a sus miembros. No existe un modelo único para la presentación artística en marcha en todo el país.
 
La artes escénicas
 
Hay cientos de teatros y centros de artes escénicas dispersos en Canadá. Las ciudades más grandes, tales como Toronto, tienen uno o más teatros profesionales en los que se escenifican obras de teatro elaboradas y óperas, mientras que la mayoría de las ciudades más pequeñas cuentan con compañías de teatro de la comunidad. También existen varias empresas especializadas y eventos, como el Festival de Shakespeare de Stratford y el Festival Shaw. Estos dos festivales, con sede en Ontario y que se celebran cada año, atraen a miles de personas, entre ellas decenas de visitantes internacionales procedentes de todo el mundo.
 
Se reconoce a Toronto, Canadá como uno de los líderes mundiales en el arte. La ciudad tiene la peculiaridad de presentar más aperturas de teatro por año que cualquier otra ciudad en el mundo de habla inglesa. Sus teatros incluyes grandes espacios comerciales que ofrecen sobre todo obras musicales, varios lugares grandes para otros tipos de interpretaciones musicales, y una diversa gama de teatros y compañías teatrales que ofrecen tanto obras originales de la propia compañía, como obras de casi todas las tradiciones lingüísticas y culturales.
 
Como es el caso en todo el mundo, la asistencia a las producciones teatrales en Canadá tiende a seguir las líneas de clases sociales: gran parte de los eventos satisfacen a los miembros más ricos del país. Hay, sin embargo, algunas excepciones. Los pequeños teatros de las comunidades suelen atraer un amplio espectro de los canadienses, sobre todo los que ofrecen un tipo de teatro original, experimental o político.

La cultura de Canadá: La cocina

PoutineIdentificar una cocina particular de Canadá no es una propuesta fácil, ya que el carácter multiétnico y la composición multicultural de Canadá han dado lugar a una amplia gama de preferencias y estilos de cocina. Cuando se piensa en la cocina canadiense, sin lugar a dudas se piensa en artículos tales como el bacón canadiense y el sirope de arce, y si bien estos alimentos se consideran únicamente canadiense, sólo arañan la superficie de esta deliciosa y bastante peculiar gastronomía.
 
Los canadienses están muy orgullosos de sus tradiciones culinarias, unas tradiciones cargadas de imaginación y un sinfín de deliciosos ingredientes y especias. Desde los fiambres ahumados de Montreal a las patatas de renombre mundial de la Isla Prince Edward, los canadienses tienen una opción colosal de alimentos locales con los que experimentar, muchos de ellos disponibles todo el año.
 
Los estilos culinarios de Canadá fueron, en un principio, una fusión de los estilos traídos al país por los ingleses y los franceses, pero hoy en día reflejan lo mejor que el mundo pueda ofrecer, con influencias de Europa, Asia, América y Oriente Medio. Entonces, ¿qué hace que un alimento sea exclusivamente canadiense? El haber sido inventado aquí para empezar, pero también puede ser el resultado de recetas de otras partes del mundo modificadas para satisfacer los paladares de la nueva gente canadiense.
 
Una comida realmente canadiense es "poutine", que parece que se inventó en Quebec durante la década de 1950. En su versión original, poutine consistía en una mezcla de patatas fritas saturadas de salsa y queso semicurado. Aunque desde que se inventó, la receta ha sido engalanada con regularidad y adaptada a muchas formas extrañas y sabrosas, desde la versión gourmet con langosta y fuagrás añadido, a la peculiar versión “donut” de la receta. Hay muchos restaurantes y tiendas de bocadillos en todo Canadá se que se especializan en este alimento Canadiense tradicional—y tradicionalmente delicioso.
 
Aunque ni el sushi ni la pizza pueden ser etiquetados como platos canadienses, cuando se los pone juntos el resultado es algo real y únicamente canadiense: Sushi pizza. Si, es cierto. Sushi pizza, que es muy popular en la ciudad de Toronto, se ha convertido en un alimento absolutamente imprescindible para los amantes del sushi de la ciudad.
 
Al igual que sus vecinos del sur, Estados Unidos, cada vez más canadienses se esfuerzan por llevar una dieta más saludable estos días, una dieta que a menudo consiste en más alimentos étnicos, al tiempo que equilibran su pasión por la repostería y la comida casera. Además de bacón canadiense, sirope de arce, poutine, y sushi pizza, algunas otras comidas favoritas son:
  • Ketchup Chips. Patatas fritas y untadas de kétchup es sólo uno de los aperitivos culpables de producir placer que disfrutan los canadienses.
  • Butter Tarts. La tarta de mantequilla es un postre clásico canadiense hecho con mantequilla, azúcar, siropes y huevos, todo dentro de una masa pastelera y que a menudo incluye además pasas y nueces.
  • Beaver Tails o colas de castor. Antes de que des un grito de asco, los Tails Beaver canadienses no son más que una marca registrada de pasteles distribuidos por todo el país. Son dulces de masa frita con una forma que aparentan ser la cola de un castor real, y a menudo están cubiertos con chocolate, dulces y fruta.
  • Game Meat. La carne de caza constituye una parte importante de la dieta de canadiense, y es muy abundante en los restaurantes y carnicerías del país. Entre las carnes caza más populares en Canadá están: el jabalí, el bisonte, el ciervo, el caribú y el conejo.

La cultura de Canadá: Los deportes

Boxing Day en Toronto, CanadáEl deporte es muy popular en Canadá, tanto desde el punto de vista de la participación como el de formar parte del público. Los canadienses tienen muchos deportes favoritos, sobre todo dos deportes nacionales del país: el hockey sobre hielo y el lacrosse.
El hockey sobre hielo, que se conoce simplemente como "hockey" en Canadá, es la actividad deportiva de invierno más popular y frecuente, y la que más éxitos ha reportado a Canadá en las competiciones internacionales. Muchos jóvenes canadienses (hombres y algunas mujeres) aprenden hockey a una edad muy temprana. Las competiciones se celebran para casi todos los grupos de edades, incluyendo la escuela secundaria y la universidad, donde los participantes sueñan con un día poder patinar con su equipo favorito en la Liga Nacional de Hockey (NHL), que atrae a millones de espectadores canadienses cada año.
Al igual que el hockey, el lacrosse es un deporte de origen nativo americano y el deporte oficial de verano de Canadá.
 
El fútbol canadiense también es popular en Canadá, el segundo deporte para espectadores más popular en el país después de hockey. Miles compiten en la liga de fútbol canadiense (CFL) de cada año, y su campeonato anual, la Copa Grey, es el mayor evento deportivo anual del país.
 
Otros deportes que están ganan en popularidad en Canadá, sobre todo desde la perspectiva de la participación, son el fútbol de asociación (fútbol), el golf, la natación, el baloncesto, el béisbol, el voleibol, el esquí, el ciclismo y el tenis. Como es de esperar, por su clima frío, Canadá siempre ha tenido más éxito en los Juegos Olímpicos de Invierno que en los Juegos Olímpicos de Verano.

La cultura de Canadá: Fiestas y celebraciones

El pueblo de Canadá disfruta de una serie de fiestas y celebraciones importantes. Algunas son exclusivamente canadienses, mientras que otras tienen sus raíces en las tradiciones francesas e inglesas. Algunas de sus fiestas y celebraciones más importantes son:
  • Feast of the Assumption of the Blessed Virgin Mary. La Fiesta de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María se celebra el 15 de agosto por el grupo religioso canadiense conocido como los acadios; esta fiesta es una de las celebraciones más importantes de su calendario religioso.
  • Boxing Day. Recibe el nombre del inglés del siglo XIX y se celebra el 26 de diciembre, cuando era costumbre dar cajas o dinero a los siervos y familiares. También se conocía como el Día de San Esteban.
  • Canada Day. El Día de Canadá es la celebración del cumpleaños de la nación. El primer Día de Canadá (que se llamaba entonces Día del Dominio) se celebró el 1 de julio de 1867.
  • Festival de Islandia. También conocido como "Islendingadagurinn", el Festival de Islandia es un día de carnaval con temática vikinga que se ha celebrado en Canadá desde 1890.
  • Remembrance Day. Se celebra cada 11 de noviembre y es un día festivo creado para honrar a los veteranos de guerra de Canadá que perdieron la vida durante las dos guerras mundiales.

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