martes, 26 de abril de 2016

Neuroanatomía

columna vertebral

Los ligamentos de la columna vertebral

ligamentos
Los ligamentos son como un jefe de seguridad, cuyo trabajo es prevenir cualquier movimiento fuera del rango normal. Del mismo modo, los ligamentos espinales permiten cierto movimiento hacia adelante, atrás, y el movimiento lateral, pero que ponen en los frenos para reducir el movimiento excesivo que pueda causar daño.
Los ligamentos son bandas fuertes, fibrosas que tienen algo de elasticidad, pero no mucha. Los ligamentos largos aseguran la columna vertebral de la parte delantera y la espalda; los ligamentos más pequeños unen las partes y aseguran las vértebras. En concreto, el ligamento longitudinal anterior se une a lo largo de la parte delantera de las vértebras y establece los límites de lo mucho que la espalda se puede doblar hacia atrás.
El ligamento longitudinal posterior corre a lo largo de la parte posterior de las vértebras, y el ligamento supraespinoso se adhiere a las puntas de las apófisis espinosas. En combinación, estos dos ligamentos limitan hasta dónde nos podemos doblar hacia adelante. Por supuesto, es posible estirar demasiado los ligamentos y por supuesto que puede ser una causa de dolor de espalda.
El ligamento alar es un lapso de tejido conectivo que fija la segunda vértebra cervical, conocido como el axis o C2, con el cráneo. A medida que el axis es el hueso que permite la rotación de la cabeza en el cuello, el ligamento alar ayuda a limitar el rango de movimiento como cuando la cabeza gira de lado a lado. También conocido como elligamento de verificación de la odontoides, este ligamento controla la rotación y evita que la cabeza gire demasiado para cualquiera de los lados.
El ligamento atlantoaxial anterior es una membrana sólida, que se fija desde el borde inferior del arco hasta el atlas pasando a continuación a la parte frontal del cuerpo del axis.
El ligamento atlantoaxial posterior es una amplia membrana delgada que une el borde inferior del arco posterior del atlas; pasando a continuación a los bordes superiores de las láminas del axis.
El ligamento nucal se extiende desde la protuberancia occipital externa en el cráneo y la línea nucal mediana a la apófisis espinosa de la séptima vértebra cervical en la parte inferior del cuello.
El ligamento longitudinal anterior que se extiende desde la base del cráneo a lo largo de la parte frontal de cada cuerpo vertebral y disco y hacia abajo del sacro anterior. Se fusiona con una funda, al periostio, que se envuelve firmemente alrededor de cada vértebra. Este ligamento es el único ligamento vertebral que resiste la inclinación hacia atrás y limita la curva adelante de las regiones del cuello y lumbares.
El ligamento longitudinal posterior que también se funde con el periostio de los cuerpos vertebrales y al cráneo pero esta vez posteriormente. Corre a lo largo del lado posterior de los cuerpos vertebrales, discos y hacia abajo en el canal vertebral que se encuentra dentro del sacro. Ofrece sitios de unión para el saco dural del canal espinal. Limita la inclinación hacia delante.
La cápsula de la articulación facetaria, es como la estructura un globo que se envuelve alrededor de cada articulación facetaria. Sus receptores sensoriales guian el movimiento entre vértebras adyacentes.
El ligamento amarillo es el que conecta la parte posterior de los arcos vertebrales y forma la pared posterior del canal espinal. Se le conoce como el ligamento amarillo por el color impartido por la preponderancia de las fibras elásticas. A los lados, se fusiona con las cápsulas de las articulaciones facetarias. En la línea media, se convierte posteriormente en el ligamento interespinoso. Alargado por flexión (flexión hacia delante) de la columna vertebral, sus fibras elásticas proporcionan una fuerza de retorno fuerte. El área de la columna vertebral con la más flexión, es la región lumbar, y es donde el ligamento amarillo es más grueso.
El ligamento interespinoso ejerce su funcionamiento entre las apófisis espinosas. Sus fibras más anteriores son ricas en elastina y se mezclan con el ligamento amarillo; sus fibras más posteriores se funden con el ligamento supraespinoso.
Los ligamentos intertransversos son los que se unen a los extremos de las apófisis transversas y resisten la flexión lateral hacia el lado opuesto.
El ligamento supraespinoso es el que une las puntas de las apófisis espinosas y se combina con la fascia toracolumbar.
Esta tabla aclara la ubicación y los limites de cada ligamento:
LigamentoRegión espinalLímites
AlarAxis - cráneoRotación de Cabeza y flexión lateral
Atlantoaxial AnteriorAxis & AtlasExtensión
Atlantoaxial PosteriorAxis & AtlasFlexión
Ligamento nucalCervicalFlexión
Longitudinal AnteriorAxis - SacroExtensión y refuerza frente del anillo fibroso
Longitudinal PosteriorAxis - SacroFlexión y refuerza la espalda del anillo fibroso
Ligamento amarilloAxis - SacroFlexión
SupraespinosoTorácica y lumbarFlexión
InterespinosoLumbarFlexión
IntertransversosLumbarLa flexión lateral
IliolumbarLas articulaciones sacroilíacasEstabilidad y movimiento
Estos ligamentos espinales, los discos y las cápsulas de las articulaciones facetarias son todas estructuras del tejido conectivo necesarias para mantener la fuerza y ​​flexibilidad para que puedan permitir la unión de la columna vertebral, así como la movilidad. Los movimientos de enderezamiento, intermitente de las curvas de la columna, la rotación de las vértebras a través de su rango fisiológico de movimiento y la ligera separación de cada par de vértebras a lo largo de toda la longitud de la columna vertebral como el cuerpo se expande y contrae, todos son movimientos que sirven para retrasar el envejecimiento de este conectivo tejido que viene con el tiempo, el daño y la inactividad.
La columna vertebral constituye el eje vertical del cuerpo, el soporte central que mantiene la cabeza y el tronco rectos y erguidos, permitiendo además su movilidad en diferentes planos, y que también sirve de protección a la médula espinal. Para ello debe poseer una gran solidez y fortaleza además de suficiente flexibilidad.
La columna vertebral consta de 33 vértebras que se distribuyen de la siguiente manera:
- 7 vértebras cervicales.
-12 vértebras dorsales.
- 5 vértebras lumbares. -
- Hueso sacro formado por 5 vértebras soldadas entre sí.
- Cóccix, con dos vértebras también soldadas.
Entre cada par de vértebras existe un disco intervertebral, una almohadilla cartilaginosa que permite la movilidad entre las vértebras, además de absorber los impactos (por ejemplo al saltar o correr). La médula espinal recorre verticalmente la columna a través del orificio vertebral. La solidez de las vértebras le sirven de protección.
Desde la médula salen los nervios espinales por los espacios entre vértebras.
Las apófisis espinosas sirven de protección a la columna de posibles lesiones. A ellas se sujetan los músculos y forman los salientes que notamos bajo la piel. Su angulación varía según su posición dentro de la columna. En la zona cervical están muy inclinadas hacia abajo, después se van poniendo cada vez más planas hasta llegar a la zona lumbar donde son casi horizontales.
En la zona cervical las apófisis están muy cerradas para proteger el canal raquídeo. En las dorsales siguen estando bastante cerradas, limitando el movimiento de las vértebras dorsales, ya que son el soporte de las costillas. En la zona lumbar la angulación es mucho mayor, las apófisis están casi horizontales, lo que permite una mayor movilidad en esta zona del raquis.
Vista desde atrás, la línea formada por las apófisis espinosas debe ser una recta. Cuando existe una desviación lateral de la columna vertebral, se produce lo que llamamos escoliosis. Esta desviación suele estar asociada a una rotación de las vértebras, o bien a una hipercifosis (gibosidad o chepa) o hiperlordosis.
Vista de perfil, la columna vertebral presenta varias curvas que aumentan la resistencia en los esfuerzos de compresión axial. Estas curvas son: lordosis cervical, cifosis dorsal y lordosis lumbar. Cuando estas curvas son muy pronunciadas se habla de hiperlordosis e hipercifosis, lo que constituye una desviación de la columna que puede llegar a ser dolorosa.
Una lesión habitual es la contracturación de los músculos posteriores del cuello, que se tensan, se contraen, produciendo dolor e incluso el desplazamiento de las vértebras. En casos extremos se puede llegar a perder la curvatura natural de la zona cervical (lordosis) dando paso a un cuello rígido. La alteración de la curvatura vertebral trae consigo efectos negativos para el riego sanguíneo que se ve reducido, pudiendo provocar mareos. También son alteradas las terminaciones nerviosas pudiendo quedar presionadas o pinzadas, lo que produce irritación en el nervio y sensación de dolor. Una buena terapéutica para este tipo de lesión son los movimientos de cuello propios del inicio o calentamiento de una sesión de yoga, siempre realizados de manera lenta y consciente.
En caso de sufrir hiperlordosis lumbar recomendamos evitar las posturas de flexión posterior (bhujangasana, ustrasana, dhanurasana, etc). Una postura que además de beneficiosa en estos casos es fácil y agradable de realizar es la postura del feto, o bien su variante tumbado boca arriba, y llevando los muslos al pecho y abrazarlos. También es aconsejable fortalecer los músculos abdominales.
Si tu dolencia es una curvatura dorsal exagerada (chepa o gibosidad), acompañada de unos hombros encorvados, pecho hundido y la cabeza proyectada hacia delante, la recomendación es practicar aperturas de pecho (bhujangasanaustrasana, etc). También la práctica de respiraciones lentas haciendo hincapié en la inspiración y con pequeñas retenciones de aliento con los pulmones llenos (apenas unos pocos segundos), te ayudarán a ir abriendo poco a poco tu tórax.
En el caso de la hernia discal, cuando se produce el desplazamiento del disco intervertebral fuera de su situación entre las vértebras, se produce la compresión de las raíces nerviosas, lo que da lugar a las lumbalgias o lumbociáticas si las vértebras afectadas son L4-L5 o L5-S1. Las hernias de disco son habituales en la zona lumbar y cervical. Durante el período agudo y mientras exista dolor, la única postura recomendada es shavasana. Una vez desaparecido el dolor se aconseja prudencia en la reanudación de la práctica, evitar flexiones o extensiones demasiado pronunciadas, evitar las torsiones y favorecer la práctica de posturas de equilibrio y posturas que impliquen estiramiento axial. La movilización de los tobillos proporciona un efecto sedante.


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