La Abadía de Alcalá la Real fue una institución eclesiástica católica secular y territorial fundada por Alfonso XI el Justiciero en 1341, con jurisdicción espiritual y señorío sobre territorios recién conquistados por el mismo rey, que comprendían aproximadamente los actuales términos municipales y poblaciones de Alcalá la Real, Frailes, Castillo de Locubín, Priego de Córdoba y Carcabuey, demarcaciones que no habían pertenecido a ningún obispado anteriormente. Más tarde, por bula de Julio III, en 1568 se le añadió en depósito Noalejo, territorio que venían disputándose el arzobispado de Granada y el obispado de Jaén. La Abadía de Alcalá la Real perduró hasta 1851, cuando estas jurisdicciones se extinguieron por las estipulaciones del Concordato de 1851.
Fundación
La fundación, llevada a cabo probablemente bajo asesoramiento del arzobispo de Toledo Gil Álvarez de Albornoz, se hizo por bula apostólica, bajo patronato real con territorio exento «vere nullius», es decir, totalmente independiente de cualquier obispado u otra autoridad distinta de la Corona, aunque sufragánea de la archidiócesis de Toledo por su carácter de primada de España y seguramente como pago de la ayuda prestada en la Reconquista por su arzobispo Gil de Albornoz, canciller y amigo del monarca fundador. Fue espiritualizada por el mismo Gil de Albornoz, que también era legado a látere y tenía concedidas facultades por Inocencio III.
Sede
La sede se estableció en la iglesia de Santa María la Mayor o de la Asunción, fundada en la Fortaleza de La Mota al mismo tiempo que la Abadía. Se ha sugerido que la iglesia de Santo Domingo de Silos, también mandada construir por Alfonso XI y actualmente en ruinas, debió de ser la primitiva iglesia mayor abacial durante los siglos xiv y xv.1
Clero abacial
Lo integraban sacerdotes seculares2 a cuya cabeza estaba el abad mayor perpetuo nombrado por el rey sin intervención papal, aunque la colación debía ser conferida por la autoridad religiosa correspondiente.
Competencias y privilegios
Los abades de Alcalá la Real tenían las mismas competencias que los obispos, excepto capacidad para administrar los sacramentos del orden y de la confirmación si no estaban consagrados. Dotados con autoridad prácticamente episcopal, los abades de Alcalá podían usar indumentaria e insignias propias del obispo, como anillo, báculo, mitra y cruz pectoral. La Abadía tenía una serie de atribuciones entre las que se contaban: proponer candidatos para dotar dos capellanías en la Capilla Real de Granada; no pagar impuestos de lanzas; asistir a los concilios de Toledo, con voz y voto; nombrar cargos en su curia; convocar sínodos; votar en el Tribunal de la Fe de Córdoba en sentencias concernientes a los procesados bajo su jurisdicción; llevar vestiduras prelaticias ante el rey y otras prerrogativas. Carlos III concedió el privilegio de que los abades de Alcalá siempre fueran obispos consagrados.
Abades
A lo largo de los más de quinientos años que existió la Abadía estuvo regida por treinta y cinco abades identificados, contando a Gil de Albornoz como el primero, algunos de los cuales ocuparon otros cargos de importancia, tanto antes como después de su mandato.
Extinción
La Abadía de Alcalá la Real quedó extinguida en 1851 por las disposiciones del Concordato del mismo año que estipulaba el cese de las jurisdicciones privilegiadas y exentas. La administración apostólica quedó encomendada entonces al obispo de Jaén. Finalmente, tras la promulgación de la bula «Quae diversa» de Pio IX el 14 de julio de 1873, los territorios que pertenecieron a la Abadía de Alcalá la Real fueron repartidos entre las diócesis de Jaén y Córdoba por decisión del arzobispo de Valladolid, cardenal Moreno, encargado de ejecutar la bula. El obispo de Jaén, futuro cardenal Monescillo, se resistió a la división al no querer perder la jurisdicción sobre el arciprestazgo de Priego.
La iglesia Mayor Abacial situada dentro de la Fortaleza de la Mota, en Alcalá la Real, provincia de Jaén, comunidad autónoma de Andalucía, España, es una obra remodelada durante el segundo cuarto del siglo XVI según las trazas de Martín de Bolívar, quien realiza las transformaciones del primitivo templo de estilo gótico para adaptarlo al estilo renacentista, recubriendo las bóvedas estrelladas con decoración plateresca y donde las capillas funerarias se conciben como monumentales portadas platerescas, al igual que los arcos de acceso al baptisterio.
El resto de la iglesia es fruto de la transformación llevada a cabo en el siglo XVI por Ambrosio de Vico; posteriormente los maestros Luis González y Fray Cristóbal de San José levantan la cabecera a modo de gran arco de triunfo dividido en tres arcos a la misma altura. La sacristía, anexa al templo, la realiza Ginés Martín de Aranda en el siglo XVII. Como testimonio de la iglesia primitiva sólo queda en pie la capilla del deán Cherinos.
En planta se distinguen sus tres fases de construcción, la primera correspondiente al primitivo templo gótico cuenta con tres naves, la primera ampliación se realiza de una sola nave, y la cabecera de nuevo con tres naves.
Destaca la capilla bautismal, con doble portada renacentista y bóveda de casetones, que algunos autores atribuyen a Jacopo Florentino, arquitecto de origen italiano que trabaja en las zonas de Granada y Murcia a principios del siglo XVI.
La abadía de Nuestra Señora de la Asunción es una abadía ubicada en la localidad española de Burgohondo, perteneciente a la provincia de Ávila, en Castilla y León.
Se encuentra situada en el municipio abulense de Burgohondo.1 Existen menciones al monasterio, de estilo románico, que se remontan al siglo xii.1 Fue el núcleo en torno al cual giró la fundación de los pueblos de la comarca, como el propio Burgohondo.
El 14 de julio de 1981 fue incoada la tramitación de la concesión del estatus de monumento histórico artístico del edificio,2 proceso que culminaría el 22 de junio de 1983 con la consiguiente declaración, en un decreto publicado en el Boletín Oficial del Estado el 13 de agosto de dicho año.
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