historia de cartaglo - batallas
El
sitio de Drépano fue un episodio militar de la
primera guerra púnica que se llevó a cabo alrededor de 249 a 241 a. C.
Drépano y
Lilibea fueron dos bastiones navales cartagineses en el extremo occidental de
Sicilia que fueron objeto de prolongados ataques romanos. Durante el inicio del asedio, la victoria naval de los cartagineses sobre la
República romana en la
batalla de Drépano destruyó el bloqueo naval romano y permitió a los cartagineses proveer apoyo a los dos puertos sitiados por el mar. El acceso por tierra a Drépano estuvo controlado por el monte
Erix, disputado por ambos ejércitos, con los romanos finalmente prevaleciendo.
En 241 a. C., los romanos bajo
Cayo Lutacio Cátulo habían reconstruido su flota e intensificado el sitio a Drépano obligando a los cartagineses a enviar una flota de apoyo.
1 La flota cartaginesa fue interceptada y destruida por los romanos, en posesión de una nueva flota, durante la
batalla de las Islas Egadas que puso fin a la primera guerra púnica.
Situación de Drépano (Trapani en el mapa) en la costa siciliana frente a las
islas Egadas.
Antecedentes
Los años que precedieron a la batalla fueron de relativa calma. Roma carecía de flota —los barcos que poseía al inicio de la guerra habían sido destruidos en la
batalla de Drépano y en la tormenta que siguió—. Cartago, no obstante, tomó una pequeña ventaja de esta situación. Las hostilidades entre las fuerzas romanas y cartaginesas se estancaron gradualmente, comenzando con operaciones a pequeña escala en Sicilia. El general cartaginés
Amílcar Barca se hizo lento al momento de completar su ventaja en la isla y, probablemente debido a esto, en 242 a. C. Roma decidió construir una nueva flota y recuperar su supremacía naval.
A pesar de haber tomado esta resolución, después de veinte años de guerra las finanzas de la República se encontraban en pésimo estado, las arcas monetarias estaban vacías. Un movimiento popular se formó rápidamente para contrarrestar esta dificultad, en una típica forma romana: los ciudadanos ricos, solos o en grupos, decidieron mostrar su patriotismo y financiaron la construcción de un barco por cada uno. El resultado fue una flota de aproximadamente doscientos
quinquerremes, construidos y equipados sin gastos públicos.
La nueva flota fue completada en 242 a. C. y confiada al
cónsul Cayo Lutacio Cátulo. Las derrotas navales sufridas en el pasado sirvieron en esta ocasión como invaluables muestras de experiencia. Las naves romanas eran ahora más resistentes a las adversas condiciones climáticas, habiendo abandonado el
corvus. Cátulo sólo tuvo que esforzarse en instruir a las tripulaciones en maniobras y ejercicios antes de dejar aguas seguras. El resultado fue una flota en la cima de sus capacidades militares.
En Cartago, mientras tanto, las noticias de las actividades enemigas no fueron recibidas en vano. Una nueva flota cartaginesa fue construida, de 250 naves alrededor, y soltada al Mediterráneo bajo el mando de
Hannón el Grande (el general derrotado en
Agrigento y en el
cabo Ecnomo).
La batalla
El primer movimiento de Cátulo fue sitiar la ciudad siciliana de
Lilibea (hoy Marsala) una vez más, bloqueando su puerto y conexión con Cartago. Se intentó con esto, aparentemente, cortar las líneas de comunicación y suministro de Amílcar Barca. Para el resto del año, Cátulo esperó por la respuesta cartaginesa.
La armada cartaginesa arribó a aliviar el bloqueo el año siguiente 241 a. C. Hannón se detuvo cerca de las islas Egadas para esperar favorables vientos que lo llevaran a Marsala. Sin embargo, la flota cartaginesa fue descubierta por exploradores romanos y Cátulo se vio obligado a abandonar el sitio para enfrentarse con sus enemigos.
En la mañana del
10 de marzo, el viento sopló a favor de los cartagineses y Hannón inmediatamente izó las velas. Cátulo midió el riesgo que habría de correr entre atacar con el viento en su proa y el riesgo en dejar llegar a Hannón a Sicilia para encontrarse con Amílcar Barca. A pesar de las condiciones desfavorables, el cónsul decidió interceptar a los cartagineses y ordenar formación de batalla. Mandó quitar los mástiles, velas y cualquier equipo innecesario para hacer más livianas las naves en aquellas duras condiciones. Cátulo no podía unirse a la batalla debido a las lesiones ocasionadas en un reciente combate, entonces en la actual batalla la flota pasó a manos de su segundo, el
pretor Quinto Valerio Faltón.
En el siguiente combate, los romanos obtuvieron una gran movilidad y agilidad en el agua, debido a los equipos de que se habían privado; los cartagineses, por su parte, estaban cargados con provisiones y equipos muy pesados lo que le restaba movilidad. Las tripulaciones cartaginesas estaban también reclutadas en forma apresurada y muy poco entrenadas. La
armada romana ganó pronto una buena posición, usando su capacidad de movilidad para embestir los barcos cartagineses. Cerca de la mitad de la flota cartaginesa fue destruida o capturada. El resto sólo fue salvado por un abrupto cambio en la dirección del viento, que aprovecharon para escapar de los romanos.
Consecuencias
Luego de su decisiva victoria sobre la armada cartaginesa, Cátulo renovó el sitio y conquistó Lilibea, esparciendo a Amílcar y a su ejército en Sicilia, entre las pocas fortalezas que aún controlaba Cartago. Sin recursos para construir una nueva flota o para reforzar las tropas terrestres, Cartago admitió su derrota y firmó un tratado de paz con Roma, dando conclusión así a la primera guerra púnica.
Antecedentes
En ese contexto, Escipión recibió la noticia de que la ciudad de
Lipari basculaba hacia el bando romano, y ansioso por conseguir nuevas victorias partió hacia allí con su flotilla.
Aníbal Giscón, el almirante cartaginés, al conocer lo ocurrido, envía allí a una flotilla de veinte navíos, al mando del
senador Boodes.
La batalla
Boodes, navegando al abrigo de la noche, se aproximó al puerto de Lipari sin ser percibido y bloqueó en el puerto a la armada romana. Al amanecer, los marineros romanos, asustados ante la vista de los barcos de Cartago, huyeron tierra adentro. Escipión fue así abandonado por sus hombres y se rindió al enemigo.
Consecuencias
Aunque el incidente arrojó gran vergüenza sobre la persona de Cneo Cornelio Escipión, que recibió el sobrenombre de Asina (en español, asno), sería elegido cónsul de nuevo seis años después (254 a. C.).
Cayo Duilio, comandante de las tropas romanas de tierra, recibió el mando de la flota, derrotando a
Aníbal Giscón en la
batalla de Milas, ese mismo año (260 a. C.).
La batalla de Mesina fue la primera acción militar de Roma desarrollada fuera de la península italiana. También fue el primer confrontamiento de fuerzas romanas y cartaginesas. Las dos ciudades-estado se habían limitado, de hecho, durante siglos a defender (o agredir) las respectivas zonas de influencia, en función de los tratados firmados. Esta batalla se considera el inicio de la primera guerra púnica.
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