El convento de San Pedro de las Justinianas en Cuenca (España), data de mediados del siglo XVIII, cuando el canónigo Lujando decidió llamar a Alejandro González Velázquez y a Blas de Rentería para que hicieran las trazas y redactaran las condiciones de las obras de la iglesia, aunque quien realmente la diseñó fue Alejandro González Velázquez.
La ejecución de la obra corrió a cargo del Arquitecto José Martín, en colaboración con el maestro de cantería y albañilería Francisco Biñuales.
Descripción
La iglesia, llamada de las Petras, tiene un exterior cúbico y austero. Sus dos fachadas se pintaron en el siglo XVIII.
A finales del siglo XIX se acometen restauraciones en el edificio; en la fachada principal se somete a un tratamiento semejante al de un edificio civil, con ordenación vertical a base de ventanas, en la que únicamente destaca por su disposición, que no por su tratamiento, la portada. La puerta es adintelada, y está enmarcada por unas pilastras que sostienen un amplio entablamento, sobre el que se dispone un óculo ovalado; éste se adorna con una guirnalda en la que figura la insignia del Papa -la mitra y las llaves-, emblema de la Orden de San Lorenzo Justiniano.
El convento tiene una planta elíptica, de tradición barroca, con eje longitudinal en uno de cuyos extremos se abre el coro, mientras en el otro se sitúa un presbiterio profundo y cuadrado. El tratamiento del muro, con arcuaciones entre pilastras corintias, que soportan la cornisa, es de gran refinamiento, y heredado en parte del siglo XVII. Las tribunas se cierran con unas hermas.
La ornamentación, tan refinada, se vio completada en su día por la pintura que había en el centro de la rebajada bóveda, dentro de un marco elíptico.
El retablo mayor se componía de un bajorrelieve con la Virgen del Pilar, emplazado entre cuatro columnas de orden corintio. Los seis nichos de la nave se dispusieron como altares pequeños: Dos de ellos estaban presididos por los bajorrelieves de la Santísima Trinidad y de Santa Ana, San José y la Virgen María.
Tanto la pintura de la bóveda como los retablos fueron destruidos durante la Guerra Civil de 1936.
El convento de la Santa Cruz o convento de los Dominicos en Villaescusa de Haro (Provincia de Cuenca, España) fundado en el siglo XVI por Sebastián Ramírez de Fuenleal, es de estilo plateresco. Desde 1997 está considerado Bien de Interés Cultural.
Historia
El Convento de la Santa Cruz o convento de los Dominicos, en Villaescusa de Haro, fue fundado por Sebastián Ramírez de Fuenleal en 1542, y concluido en su mayor parte en 1547. Durante la guerra de la Independencia fue utilizado por las tropas francesas como cuartel. En 1835 sufrió los rigores de la Desamortización, siendo poco después incendiado y sus materiales vendidos por el Estado, en 4.000 reales, a Eugenia de Montijo (1858) quien los necesitaba para las tareas de restauración de su castillo de Belmonte. En 1868 ya solo quedaba la iglesia, sus muros solamente, y su fachada, siendo luego vendido a particulares. Desde finales de los noventa es de propiedad municipal.
Arquitectura
Es de estilo plateresco. El convento se estructuraba en torno al claustro, de planta cuadrangular, con unos 40 metros de longitud por cada planta. Su nivel inferior, de arcos levemente aplanados, estaba cubierto por bóvedas de crucería, y desde la planta alta se accedía al coro de la iglesia y a las dependencias conventuales. La iglesia tenía numerosas capillas abiertas en los laterales a la nave única y cabecero poligonal, posiblemente cubierto por una bóveda de crucería que surgiría de las potentes pilastras adosadas interiormente en el templo.
Del exterior se conserva la portada que es una joya de la arquitectura plateresca castellana
De la parte de los pies de la iglesia, consta de dos cuerpos de estilo del primer renacimiento. El primero de estos dos cuerpos presenta un arco triunfal, con pilastras dobles; todo ello coronado por entablamento con ático en cuyas hornacinas de concha hay esculturas realizadas en piedra; este cuerpo presenta, asimismo, decoración de medallones en las enjutas y escudos orlados con guirnalda. El segundo cuerpo mantiene una hornacina central, de concha, entre dos escudos; a los lados, otras hornacinas de concha entre pilastras estriadas, que cobijan imágenes. Termina en una cornisa y, encima de ella, tiene una ventana de arco en derrame entre restos de alfiz.
La fábrica exterior es de mampostería, reforzada por sillarejo en las esquinas. En el interior de la iglesia se aprecia la cuidada estereotomía de los elementos construidos conservados (pilastras, arcadas, etc.).
Conservación
A pesar de haber sido declarado como Bien de Interés Cultural, debido a a su estado de ruina y abandono, fue incluido en la Lista roja de patrimonio en peligro. En diciembre de 2010, el Ministerio de Fomento destina fondos para la excavación arqueológica en el recinto de la iglesia (en fases posteriores se incluirá el resto del solar) y la limpieza, consolidación y restitución de piezas pétreas faltantes en de los muros de cerramiento. Se retira de la lista roja y pasa a la sección "Patrimonio restaurado o en restauración".
El Convento de San Benito de Alcántara es un convento que se encuentra en la ciudad española de Alcántara en la provincia de Cáceres, (España).
Historia
Reconquistada definitivamente la villa de Alcántara por Alfonso IX en 1213, cuatro años más tarde la donó a la Orden de Calatrava. Ésta, ante la imposibilidad de defenderla, la cedió en 1218 a Nuño Fernández, maestre de la Orden de San Julián de Pereiro - creada en 1156 y aprobada por Alejandro III en 1177 -, que al establecerse en ella cambió el nombre por el de Orden Militar de Alcántara. Pronto habilitaron el castillo los alcantarinos, que en 1308 fue ocupado por los templarios y para cuya recuperación se libró una cruenta batalla.
Hasta 1423 se desarrolló con plenitud la vida conventual de freires y caballeros; comenzaron entonces importantes obras de ampliación que obligaron a algunos religiosos a salir del recinto religioso militar y vivir en casas particulares, con lo que se produjo así la relajación de la vida comunitaria. El capítulo general celebrado en Plasencia en 1488 decidió la construcción de un nuevo convento con todas las dependencias, que se inició después de la Guerra de Granada, en 1494, tras pasar el maestrazgo de la Orden a los Reyes Católicos en 1494. Decidido el cambio de emplazamiento, al norte de la villa de Alcántara, dieron comienzo nuevamente las obras en 1505, que se dilataron a lo largo del siglo XVI.
Fue saqueado en 1706, durante la Guerra de Sucesión, sus muros sufrieron considerablemente son el terremoto de Lisboa de 1755; el convento fue abandonado tras la desarmortización de 1835, período en el que comenzó su ruina, que afectó más a las dependencias conventuales que a la iglesia. El conjunto fue adquirido por Hidroeléctrica Española, que inició un proceso de restauración que culminó en 1966. En 1985 pasó a la Fundación San Benito de Alcántara.
Arquitectura
La iglesia fue concluida en 1576, y el exterior sorprende por su majestuosidad, en el que destaca la triple cabecera con grandes escudos. La portada se encuentra en los pies y es obra posterior, con una imagen de la Virgen en alabastro. El interior manifiesta su poca profundidad a la vez que las amplísimas proporciones de sus tres naves, con dos tramos cada una, de la misma altura, cubiertas con bóveda de crucería, al igual que las capillas de la cabecera. En la mayor se labraron grandes escudos imperiales y las laterales fueron dotadas por los comendadores Diego Santillán (lado del Evangelio) y Nicolás de Ovando (lado de la Epístola). En el muro de la epístola se ubica la capilla del comendador de Piedrabuena, Antonio Bravo de Jerez, que tuvo un retablo pintado por Luis de Morales, actualmente en la iglesia de Santa María de Almocóvar. Una puerta con arco carpanel da ingreso al claustro.
El convento se levanta en el lado norte de la iglesia. Su fachada se muestra sobria y un pequeño claustro permite el acceso al principal, obra de verdadero interés que muestra el paso del gótico al Renacimiento. De dos plantas, cuadrado, en la inferior se abren arcos de rebajados sobre altos podios, mientras que en la superior las ventanas se agrupan de dos en dos. Se cubre con bóvedas de crucería y en él se abren distintas dependencias. Hay que hacer una mención especial a la galería porticada de la hospedería o de Carlos V, que ha recuperado su aspecto primitivo hasta mostrar sus tres plantas con sus correspondientes columnatas de orden jónico, sobre las que se levantan arquerías de arcos rebajados en la inferior y de medio punto en la principal; la tercera es adintelada. En sus extremos, hay dos torrecillas cilíndricas rematadas con pináculos, gótica una y renacentista la otra, y los escudos de Carlos V y Felipe II.
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