Ester y Asuero (en italiano, Ester e Assuero) es un cuadro pintado óleo sobre tela de 208 cm de alto por 273 cm de ancho realizado entre 1628 y 1635 por la pintora italianaArtemisia Gentileschi. Se conserva en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, estados Unidos.
La obra
Se cree que el lienzo fue iniciado por Artemisia Gentileschi, en Venecia hacia 1628 y que se la llevó consigo a Nápoles. Artemisia demuestra de hecho, en este cuadro, haber entrado en sintonía con las lecciones de los grandes pintores venecianos a los que gustaban las ambientaciones lujosas y escenográficas de las escenas bíblicas.
El tema del encuentro entre Ester, heroína judía, y Asuero, poderoso rey de Persia, ya lo había pintado Tintoretto y el taller del Veronés. Este último cuadro probablemente fuese visto por Gentileschi en Venecia, captándose referencias a la misma en esta obra de Artemisia. La vivencia de Ester que, al término de un ayuno de tres días, va donde el rey Asuero para pedirle que ofrezca un banquete en el cual ella pudo desenmascarar el complor que el primer ministro del reino había urdido para eliminar al pueblo de Israel, es bien destacada; se conmemora con la fiesta hebrea del purim.
La versión del texto sacro en la que se inspira Artemisia Gentileschi (como ya había hecho Veronés y Tintoretto y en Génova Fiasella, pintor este último próximo a Orazio Gentileschi), representa una integración al texto del Libro de Ester, en el Antiguo Testamento, aprobada por el Concilio de Trento, versión que, además de describir con riqueza de detalles el lujoso vestuario de Ester, añade cómo, debilitada por el ayuno, junto a la presencia del rey, la joven y bellísima mujer tuvo un desmayo. La escena descrita en el texto propuesto por el Concilio de Trento es retratada fielmente por Artemisia. Ester, con la palidez del rostro del que se está desmayando, está sujetada por sus dos doncellas, mientras un Asuero, en elegante traje del seiscientos, con muchos cabellos emplumados, de levanta preocupado del trono para acudir en su ayuda.
El cuadro se deja admirar por la representación teatral del episodio bíblico y por la capacidad de captar el momento tópico del relato.
Ester y Mardoqueo es un cuadro del pintor Arent de Gelder, realizado en 1685, que se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Budapest, Hungría.
Arent de Gelder, discípulo de Rembrandt,1 pinta una escena bíblica en la que se narra la petición que hace Mardoqueo a su prima Ester para que interceda en la salvación de su pueblo, los judíos, amenazados de exterminio, según detalla el Libro de Ester.
La influencia de Rembrandt en este cuadro se percibe en el uso del claroscuro, los colores y la riqueza de detalles en los trajes.2
El autor tiene varios cuadros con su temática en torno a este episodio bíblico.
El Estudio para cabeza de Apolo fue pintado por Velázquez en 1630 y se conserva en una colección privada de Nueva York, Estados Unidos.1
Descripción del cuadro
Esta obra es un estudio preparatorio para la figura de Apolo que aparece en La fragua de Vulcano (Museo del Prado) aunque con ciertas diferencias. Así el perfil del dios mitológico aparece más autoritario en la obra definitiva que en este boceto, y además los cabellos no presentan el aspecto suelto y serpenteante que se aprecia en este estudio preparatorio.
La autoría de la obra fue motivo de discusión, ya que difería mucho de la figura visible en el citado cuadro del Prado. Luego, mediante radiografías, se comprobó que el personaje del Prado era inicialmente muy similar a este boceto, siendo luego corregido por el pintor. También el tipo de lienzo apoya la autenticidad.
La obra perteneció a la saga Wildenstein de marchantes de arte, y luego pasó a otra colección particular de Nueva York.
La Exposición del cuerpo de San Buenaventura es un cuadro de Francisco de Zurbarán de 1629 expuesto en el Museo del Louvre de París, Francia. Está pintado al óleo sobre lienzo y mide 250 cm de alto por 225 cm de ancho.
La obra representa el ritual del velatorio o exposición del cadáver del santo franciscano Buenaventura de Fidanza y se enmarca en una serie sobre él, de la que se conservan algunas pinturas en el Museo del Louvre, por ejemplo San Buenaventura en el concilio de Lyon, que precede en la secuencia cronológica a la Exposición del cuerpo.
Tras enfermar Buenaventura, al monje toscano le aquejaron tan fuertes convulusiones que no pudo recibir la extremaunción, pero entonces la Hostia atravesó su cuerpo, recibiéndola así por milagro.
San Buenaventura tiene el rostro lívido, está vestido con los hábitos litúrgicos y se destaca en sus piernas un capelo cardenalicio de vivo color encarnado sobre sus blancas ropas.
La composición es una de las más arriesgadas y mejor resueltas de Francisco de Zurbarán,1 que se caracterizaba usualmente por la sencillez de la disposición de los elementos figurados en el cuadro. Yace en un escorzo en diagonal, rodeado de personajes dispuestos en semicirculo a su alrededor, entre los que se encuentran el papa Gregorio X y el rey Jaime I de Aragón. Los rostros parecen ser estudios del natural, por su fuerte individualización y personalidad.
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