domingo, 19 de febrero de 2017

Nuevo testamento - Religión

eventos en la vida de Jesucristo

La Adoración de los Reyes es una escena dentro de la historia que hace referencia a estos personajes. En la religión cristiana los Magos son unos personajes que aparecen en el Evangelio de Mateo (Mt 2-12) en el libro del Nuevo Testamento. Sin embargo, no aparecen en el relato de la infancia de Jesucristo que está en el Evangelio de Lucas.
Mateo hace un relato muy escueto en el que no aparece ni el número ni el nombre de estos magos. A partir de Orígenes (185-224) y con los Evangelios apócrifos se van añadiendo datos y detalles que la Iglesia va aceptando y los artistas aprovechan en sus obras. La historia de los Reyes Magos ha tenido siempre una gran atracción para las narraciones artísticas.

Iconografía

La Adoración de los Reyes Magos, en un cuadro de Durero.
La escena plasmada por El Greco.
La escena de la adoración en Belén es una de las más antiguas en el mundo artístico. En ocasiones viene a tomar parte del episodio de la Navidad. El pasaje de la adoración ya se representaba en las catacumbas romanas donde puede verse a María en el extremo de la obra y a los tres magos llevando sus regalos sobre bandejas muy simples. El antecedente de esta representación está en las obras de la Roma Antigua en que las personas del pueblo sometido llevan presentes al romano vencedor durante la ceremonia conocida como triunfo.
En el siglo V cambia la disposición de la escena situando a María en el centro entre los Magos y añadiendo la comparsa de los camellos. Más tarde en época bizantina aparece en la escena un ángel que lleva una estrella y uno de los Magos hace una genuflexión. En Occidente y durante la Edad Media se suele vestir a los Magos con manto real y con corona. Sus regalos van en recipientes lujosos que se suponen hechos de metales preciosos. En el siglo XIII es frecuente un modelo en el que el primer rey se arrodilla y el segundo mira al tercero para mostrarle la estrella.
La adoración de los Magos - Anónimo
La escena va enriqueciéndose con otros detalles y a partir del siglo XVI pasa del puro simbolismo a lo anecdótico y atractivo.

La adoración de los magos es uno de esos relatos que aparecen en la Biblia, ampliamente difundidos y que han originado tradiciones que llegan hasta nuestros días. Cualquiera puede decirnos hoy, inclusive los menos creyentes, los nombres de estos famosos personajes, de dónde provenían, a qué razas pertenecían, qué regalos traían para el Niño Jesús y hasta contarnos a grandes rasgos el episodio de su aventura. Pero ¿quiénes eran y qué buscaban realmente de estos enigmáticos personajes que dejaron una impresión tan pintoresca en nuestra cultura?, ¿qué nos trata de decir la Biblia al presentarnos tan peculiar historia?, para hacerlo debemos dirigirnos al texto con humildad y tratar de extraer bajo la luz del Espíritu Santo el mensaje de la Palabra de Dios que nos llega bajo las letras del escritor sagrado.
¿Magos o reyes?

Tal vez no sepamos que la Biblia no habla de “reyes”, sino simplemente de “magos” venidos del oriente, sin especificar nombres, razas, o posición social; ni siquiera se dice que fueran tres. De lo que nos habla el evangelio es de quiénes eran, y para ello utiliza la palabra “magos”, que en la antigüedad era utilizada para designar a cualquiera que tuviera habilidades que escapaban al entendimiento de la mayoría, ya que la distinción entre ciencia y superstición no estaba muy clara, sobre todo si el objeto de estudio comprendía las estrellas, a las cuales se les atribuía influencia sobre los acontecimientos humanos, de hecho, sabemos que la astrología que tuvo su origen en la antigua Mesopotamia, precisamente al oriente de Israel.

Podemos ver en ellos a personas paganas, sin un conocimiento claro de la teología judía, pero que a la vez eran estudiosas, que examinaban la naturaleza para descubrir la razón de las cosas. Una suerte de científicos y adivinos, que buscaban pistas en la creación para conocer al Creador de semejante universo y que tal vez tuvieron contacto con algunos judíos que quedaron en Babilonia luego de la última deportación, lo que pudo haberles dejado algún conocimiento sobre la esperanza de judía acerca de la llegada del Mesías.

Lo siguiente que nos dice Mateo es que los magos se presentaron en Jerusalén preguntando “¿dónde está el rey de los judíos que ha nacido?, pues hemos visto su estrella en el oriente y hemos venido a adorarle” (Mt 2,2). Llaman la atención varios aspectos de esta lectura que no son fáciles de responder, sobre todo el hecho de que la pregunta supone que todos deberían conocer la respuesta, ya que da por sentado que todos saben que ha nacido un nuevo rey, del cual hablan hasta las estrellas y que él mismo es imagen de Dios o que lo representa hasta el punto de merecer adoración. Sin embargo lo que provocan es un gran sobresalto, ya que en ese país nadie estaba enterado del acontecimiento que habían logrado descifrar estos extranjeros. ¿Cómo pudieron saber esto aquellos peregrinos del oriente?

Para quien busca a Dios a tientas en la oscuridad de la noche, una estrella es suficiente para alumbrar el camino y ponerse en marcha. Ciertamente estos magos lograron ver e interpretar una señal de Dios a través de su limitada ciencia, quien en su infinita misericordia no se negó a aquellos que lo buscaban, poniendo en el cielo nocturno una estrella en el lugar indicado para anunciar su venida. Muchas veces Dios se vale de cualquier medio para atraer a quienes lo buscan, aún los menos ortodoxos, sin embargo la observación de la estrella no fue suficiente para asegurar el encuentro, aún faltaba algo más.


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Anunciación a los pastores es la denominación convencional de un episodio evangélico muy tratado como tema en el arte cristiano. Se recoge en el segundo capítulo del Evangelio de Lucas,1 inmediatamente después de la escena de la Natividad e inmediatamente antes de la escena de la Adoración de los pastores. Tradicionalmente se considera que estas escenas son anteriores a la Adoración de los magos (que en realidad se recoge en el Evangelio de Mateo, donde no se reflejan las escenas con los pastores). La advocación de "Buen Pastor" será aplicada al propio Jesucristo.

Episodio evangélico

Grabado de Rembrandt, 1634, barroco holandés.


Lucas, en los versículos 8 al 20 del segundo capítulo de su Evangelio, narra cómo los pastores estaban cuidando de sus rebaños en los campos cercanos a Belén, cuando quedan asombrados por la aparición de un ángel que les da la "buena nueva" (el significado literal de "evangelio") del nacimiento de un salvador, identificado como el Mesías, dándoles la señal de que lo encontrarán envuelto en pañales en un pesebre.3
Tras esto, aparecen muchos más ángeles alabando a Dios con las palabras "Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor", "en quienes Él se complace" o "de buena voluntad" (en la Vulgata gloria in altissimis Deo et in terra pax in hominibus bonae voluntatis,4 en el original griego epi gēs eirēnē en anthrōpois eudokias ἐπὶ γῆς εἰρήνη ἐν ἀνθρώποις εὐδοκίας -con la última palabra en caso genitivo, que quizá refleje una expresión semítica, dado lo raro de su uso en griego- o epi gēs eirēnē en anthrōpois eudokia ἐπὶ γῆς εἰρήνη ἐν ἀνθρώποις εὐδοκία -con los dos casos en nominativo-).5 Los pastores acuden al pesebre o portal de Belén donde se produce la siguiente escena (Adoración de los pastores).

Interpretación teológica

Generalmente la exégesis considera significativo que el mensaje se diera en primer lugar a pastores, es decir, gente humilde (véase pobreza y riqueza en el cristianismo) y con fama de "pecadores" por no respetar la propiedad,6 en contraste con otros personajes de gran poder que se mencionan en la narración evangélica, como el emperador Augusto o el rey Herodes. Tal hecho parece reflejar las palabras de la Virgen María en el Magnificat ("Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos", Lucas, 1:52-53).7 También parece que la condición de judíos de los pastores contrasta con la condición de gentiles de los tres magos, que en la tradición cristiana posterior se identifican con los tres continentes o las tres razas, representando la primera declaración de la universalidad del mensaje cristiano a todos los pueblos del mundo. La interprestación de la frase "a los hombres de buena voluntad" o "que ama el Señor" se ha hecho tanto en sentido restrictivo (es decir, que no incluye a todos los hombres, sino sólo a los escogidos)8 como en un sentido amplio e inclusivo, viendo a Dios dispensando su favor a todo el mundo.9

Iconografía

Tímpano del pórtico románico de la catedral de Verona, 1139.
Vitral de mediados del siglo XIV.
Fresco de Taddeo Gaddi en la Basílica de la Santa Croce, Florencia, 1332-1338. Gótico italiano.10
Initialmente sólo se representaba como parte de la escena de la Natividad, pero la Anunciación a los pastores se convirtió en un tema independiente en el siglo IX,12 aunque tal novedad no se extendió, permaneciendo como la costumbre más habitual representarse junto a las demás escenas del ciclo.13La convención bizantina, que todavía se usa en los iconos de la Iglesia ortodoxa, es mostrar la escena como paisaje de cierre de la escena del Nacimiento, habitualmente en la derecha, mientras los Reyes Magos se aproximan por la izquierda.14 La convención también fue muy común en el arte de la cristiandad latina de la Edad Media, aunque en muchas ocasiones se omitían los Reyes Magos. Así, por ejemplo, Ghirlandaio (1485)15 incluye la escena periféricamente, en la esquina superior izquierda, como recurso que indica que tal episodio ocurre con anterioridad a la escena principal. De forma sililar, en la Navidad de noche16 de Geertgen tot Sint Jans (ca. 1490), la escena se representa en una colina que se ve desde una abertura de la pared del portal.17
Los paisajes varían, aunque suelen incluir colinas o incluso montañas escarpadas, resaltando su posición más elevada sobre la escena del Nacimiento, como hace Jacopo di Cione (1370).18 El número de pastores es muy variable,12 aunque en la pintura occidental suele ser típico que aparezcan tres. También suelen incluirse ovejas u otros animales propios del pastoreo, y uno o varios perros, como en la obra de Taddeo Gaddi (1332-1338 -véase también animalística-). En los últimos siglos de la Edad Media el tema se trató menos como escena independiente,12 pero no es infrecuente encontrar ejemplos de ello en siglos posteriores, a veces en pendant con la escena de la Adoración, como hace Abraham Hondius (1663).19
Como escena nocturna,20 permite utilizar recursos de luz en el arte que comparte con otras de horario similar, como la Oración del Huerto o el Prendimiento de Cristo, que fueron especialmente explotados por la pintura flamenca del siglo XV. La aparición de los ángeles puede ser aprovechada para utilizar recursos similares a los de un rompimiento de gloria (nubes, luces violentas, etc.)
El Renacimiento hace a los pastores tocar instrumentos musicales para asociarlo a las escenas mitológicas de Orfeo.21 Una rara y curiosa miniatura del libro de horas flamenco La Flora (ca. 1489) muestra a los pastores tocando para el Niño Jesús, mientras la Virgen asiste encantada a un lado.

Liturgia y música

El tema Gloria in excelsis es un himno litúrgico de la misa que ha dado origen a numerosas composiciones musicales. La letra latina contiene una ligera variación sobre la Vulgata (in excelsis en vez de in altissimi -"en las alturas", en ambos casos-).
Como otras escenas del ciclo de la Natividad, la Adoración de los pastores es mencionada en las obras musicales que tratan la navidad, como el Oratorio de Navidad (Weihnachtsoratorium) de Juan Sebastián Bach (1734) y en multitud de villancicos y Christmas carols; como hace el villancico alemán Noche de paz (Stille Nacht) o el francés Les Anges dans nos campagnes ("los ángeles en nuestras campiñas": Bergers, loin de vos retraites / Unissez-vous à leurs concerts / Et que vos tendres musettes / Fassent retentir dans les airs: / Gloria, in excelsis Deo, / Gloria, in excelsis Deo).28 De gran difusión es Adeste fideles, que repite insistentemente Venite adoremus. Entre los villancicos españoles está En el portal de Belén, que contiene los versos: pastores venid, pastores llegad, / a adorar al Niño, a adorar al Niño / que ha nacido ya.
O Little Town of Bethlehem (Phillips Brooks, 1867) lleva los versos: O morning stars together, proclaim the holy birth, / And praises sing to God the King, and peace to men on earth!. En Hark! The Herald Angels Sing (Charles Wesley, 1739) se canta: Hark! The herald angels sing, / "Glory to the newborn King; / Peace on earth, and mercy mild, / God and sinners reconciled!" / Joyful, all ye nations rise, / Join the triumph of the skies; / With th'angelic host proclaim, / "Christ is born in Bethlehem!". Entre los que se dedican enteramente al tema está While Shepherds Watched Their Flocks (Nahum Tate, 1700). También tiene gran parte en otros como The First NowellAngels from the Realms of Glory, etc.

"Paz en la Tierra"

La expresión "paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad" se ha utilizado y parafraseado ampliamente en gran variedad de contextos; como, por ejemplo, en la encíclica de Juan XXIII Pacem in terris (1963), o en el mensaje de despedida de Samuel Morse (1871): Greetings and thanks to the telegraph fraternity throughout the world. Glory to God in the highest, on earth peace, good will to men. – S. F. B. Morse.29 I Heard the Bells on Christmas Day, escrito por Henry Wadsworth Longfellow durante la Guerra de Secesión recoge la frase en un sentido pacifista, como también lo hace It Came Upon the Midnight Clear.30 Peace on Earth es el título de una película de animación de 1939, que tuvo un remake en 1955. Con el título Paz en la Tierra se exhibió en los países hispanohablantes la película The World Moves On, de John Ford (1935).31
¿Cómo, después de darnos Dios paz desde que nace hasta que se subió al Cielo, hay tanta discordia y guerras en la Tierra? Porque los ángeles dicen: Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a los hombres. Y ellos ¿qué dicen? Que han de tener gloria en la tierra, aunque pese al Cielo. Pues porque mal contentos con la paz que les dan, quieren usurpar la gloria que Dios reserva, pierden la paz y la gloria. San Bernardo, epist. 127

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