La Iglesia y el Convento de las RR. MM. Concepcionistas se sitúa en el entorno del Arco de Trajano, en la calle Concepción. Se trata de un edificio del s.XVI regentado por una comunidad femenina de clausura perteneneciente a la Orden de la Inmaculada Concepción. Cada 8 de diciembre tiene lugar, en este templo, la Renovación del Voto municipal de la ciudad de Mérida a la Inmaculada Concepción de María, una tradición secular que se ha mantenido viva en la capital desde 1620.
Historia
El convento fue fundado en 1588 por el mecenas emeritense Francisco Moreno de Almaraz, quien participó junto a Francisco Pizarro en la Conquista de Perú y que también propició la reforma de la Puerta de Santa María de la Concatedral de Mérida y la construcción de la Capilla de la Virgen de la Guía.
Por su parte, la Iglesia del convento fue terminada en el año 1630 bajo la dirección del maestro Hernando de Contreras.
Arte
La iglesia, de una sola nave, es de planta basilical y fue construida entre los siglos XV y XVI. La actual cubierta del templo conventual, con bóveda de lunetos y cúpula semiesférica en la capilla mayor, se construyó en la primera mitd del XVIII. Del interior cabe destacar el retablo mayor presidido por la imagen de la Inmaculada Concepción.
Voto a la Inmaculada
En el año 1620 el Cabildo municipal de Mérida decidió rendir pleitesía a la Virgen realizando el solemne acto del Voto y Juramento de la defensa de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Desde entonces, y de manera ininterrumpida, las distinta corporaciones que han gobernado la ciudad han venido realizando este histórico acto que sirve de antesala a las fiestas patronales en honor a Santa Eulalia.
Cada 8 de diciembre, por la mañana, la corporación municipal sale en solemne procesión civil desde el Palacio Municipal. El cortejo, que es presidido por los maceros y por el pendón de la ciudad, se dirige por la plaza de España, Félix Valverde Lillo, Trajano y Concepción hasta la Iglesia de las Madres Concepcionistas. Una vez dentro, el alcalde otorga el bastón de mando a la Madre Superiora y da comienzo la Solemne Eucaristía que suele ser presidida por el Arzobispo de la ciudad. Concluida la celebración, el Alcalde, en nombre de la Corporación y de toda la ciudad de Mérida, renueva el Voto de la defensa del Dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Han pasado los siglos y en la ciudad de Mérida sólo queda una ermita, de las muchas que tuvo, y un convento. La ermita de Nuestra Señora de la Antigua, que ha quedado para el culto religioso, muchos años ha estado abandonada y casi destruida. Se restauró en la época del alcalde Antonio Vélez y se utilizó como lugar de actos sociales: conferencias, conciertos, exposición de belenes... Se entregó para el culto religioso al arzobispado de Mérida-Badajoz por el actual alcalde Pedro Acedo.
Sólo queda un convento, el de la Purísima Concepción, con monjas de clausura, aunque esta clausura ya es más llevadera. Las Madres Concepcionistas llevan en este lugar desde su fundación, en 1597, por Francisco Moreno de Almaraz.
ARTICULO El convento de la Purísima Concepción de Mérida, según un artículo de La Cronista de 1991, con motivo de una publicación de las RRMM Concepcionistas Recuerdos de un convento , y que se reprodujo en el IV centenario del monasterio de la Concepción de la Madre Santa Beatriz de Silva, fue fundado por el emeritense Francisco de Almaraz, amigo y compañero de armas de Francisco Pizarro en la conquista y pacificación de Perú, que envió desde Cuzco, en el año 1597, el dinero para que se hiciera en su pueblo natal un convento en honor de la "Pura y Limpia Concepción de la Virgen María".
No pudo ver realizada su obra ya que murió en 1585, antes de la firma formal de su fundación, pero antes de morir dio los poderes necesarios para que comenzaran las obras en el lugar previsto y en el mismo centro de la ciudad, lugar de su propiedad. De la firma de la escritura y de la fundación y de los estatutos que habían de guardarse y las cláusulas que habían de cumplirse, se encargaron sus sobrinos carnales Alonso Moreno Dalba, el licenciado García Rodríguez Dalba y su sobrino político, el doctorado Juan Dávalos Altamirano.
El historiador Vicente Navarro del Castillo en su libro Historia de Mérida y su Comarca ,en el II tomo, hace un amplio recorrido de su familia.
Los descendientes firmaron las escrituras en 1598. Las condiciones expuestas por su fundador a la abadesa fundadora y religiosas profesas firmantes fueron las siguientes: el número de religiosas no excedería de 30; el fundador se reservaba 5 plazas de las comprendidas en el número anterior para religiosas de su familia, que podrían ingresar sin dotes; la abadesa y convento deberían ofrecer para el fundador y familiares fallecidos 6 misas cantadas a celebrar los 3 primeros viernes de Cuaresma, el día de Difuntos y los dos primeros viernes de Adviento y 24 misas rezadas, a celebrar los dos primeros lunes de cada mes.
Hemos recibido documentación de Francisco Ruano López de Ayala descendiente directo del fundador de la Concepcionistas, según la Cronista "los descendientes del fundador de las Concepcionistas son los López de Ayala, que siempre han sido bienhechores de la Comunidad". Ahora solo quedan 10 monjas, la más joven con 65 años y la mayor con 93, pero desde hace siglos forma parte de la historia de esta ciudad.
El convento de las Madres Concepcionistas fue fundado por el emeritense Francisco Moreno de Almaraz, que luchó en América al lado de Hernán Cortés y Pizarro. La primera abadesa y religiosas fundadoras se hicieron cargo de forma provisional de este convento en 1597, un año antes de la escritura fundacional, que se rubricó con la aprobación del prior de la Provincia de León, residente en Mérida, Nicolás Corriazo, murió siendo obispo de Guadix.
LAS MONJAS En el convento se recibieron las cinco monjas la sin dote que manda la escritura, de la familia del fundador. Creció hasta tal punto el número de religiosas, según el historiador Bernabé Moreno de Vargas, en 1630 llegaron a cuarenta, entre ellas ocho sobrinas de Francisco Moreno de Almaraz. Algunas fueron abadesas. Más tarde se fundó otro convento de las mismas características en Guadalcanal (Sevilla). La primera abadesa, Juana Moreno de la Concepción, era la sobrina del fundador.
Durante la invasión francesa en la Guerra de la Independencia, en 1811, este convento, como tantos otros, ermitas e iglesias, fue reducido casi a ruinas. Las monjas tuvieron que abandonarlo. En este edificio del convento las fuerzas españolas se resistieron con bravura y esta es la causa de que los franceses emplazaran su artillería para atacar el enclave y las descargas que sufrió el edificio fueron tales que casi lo hacen desaparecer.
Las religiosas no quisieron abandonar Mérida y se refugiaron en la calle Obispo y Arco número 2 donde permanecieron hasta 1820, cuando se restauró y se hizo lo indispensable para que las monjas volvieran a ocuparlo, aunque muy pobremente.
Arrasaron los franceses, como en ellos era habitual, ya lo habían hecho en el convento de Alcántara destruyendo su biblioteca. Aquí se perdieron todos los bienes, documentación, fondos y todo aquello que pudiera darnos un idea de como vivían estas monjas desde su fundación.
Sólo se conserva la iglesia y la imagen de Nuestra Madre Purísima y un Niño Jesús de talla que guardaron en un hueco de la escalera. Durante los dieciocho años de exclaustración y de extravío de la documentación no podían recoger rentas. Un sacerdote estuvo durante estos años a su lado, Diego de Salas. Fue quien implicó a la ciudadanía emeritense, principalmente a los ricos y empresarios fuertes para reedificar el convento.
Este sacerdote logró casi el milagro, interesó a pobres y ricos según consta en los archivos en la restauración, unos daban limosnas en metálico y otros en especie o en trabajos personales ayudando a sacar escombros.
Se creó un ambiente tal que se hizo como costumbre el que las hortelanas que vendían en la plaza daban como limosna diaria algunas de su hortalizas. La comunidad las obsequiaba con dulces en Navidad.
Cuando la desamortización de Mendizabal existían cuatro conventos en Mérida. Fueron ocupados el convento de Santa Clara, actual Museo Visigodo; Dominicas; La Piedad y Comendadoras y se salvó las Concepcionistas Franciscanas, por la forma que el fundador había cedido sus derechos, únicamente a las monjas, de tal modo que faltando estas, pasaba a la propiedad de sus descendientes.
Grandes fueron las estrecheces de aquellos años. La caridad de estas religiosas y el comportamiento de Mérida supuso su continuidad y cada año se unen con ella en su festividad.
El convento de Santa Clara de la Parra en un edificio conventual, en la actualidad aprovechado como hostal, situado en la localidad española de La Parra, provincia de Badajoz, comunidad autónoma de Extremadura.
Historia
La historia del convento comienza con su fundación en 1673 por Juana González Lozano. El mismo sería ocupado por monjas clarisas. En 1979 fue abandonado por las últimas monjas que lo ocupaban, al trasladarse a otras casas de la Orden en Badajoz y Almendralejo, pasando algunos años más tarde (1985) a ser propiedad del Ayuntamiento y a tener uso como centro cultural.2 A finales de los años noventa, el Ayuntamiento de La Parra y la Junta de Extremadura realizaron la rehabilitación del edificio, según proyecto del arquitecto Francisco Viñao D'Lom.2 El proyecto de rehabilitación conservó los aspectos de interés patrimonial del edificio. Posteriormente el Ayuntamiento arrendó el inmueble, reformado como hospedería, a una empresa hostelera.2 Sin embargo, debido a un embargo en relación al inmueble, el hotel pasó a su actual propietario en 2007, conservando este uso.2
La historia del convento comienza, tal y como se ha dicho, con la donación hecha en Almendral mediante la escritura otorgada el 26 de abril de 1673 ante el escribano público de esta villa por Juana González Lozana, viuda de Cristóbal Callexa de la Barrera, vecina de La Parra, manifestando la misma en ella su deseo de fundar un convento con sus bienes.2 Para ello ofreció las casas de su propiedad en la calle de Santa María. Juana González Lozana dispuso además que la fundación debía disponer de “capilla o iglesia o lo que diere lugar la capacidad de ellas. Finalmente se fundó la congregación el 17 de julio de 1673 con profesas de la Tercera Orden de San Francisco.2
Ubicación y características
El convento se sitúa en el número 16 de la calle Santa María, ocupando una parcela de aproximadamente 2500 m². No se trata de un edificio exento, sino que se sitúa entre medianeras dentro de una manzana cerrada.2 La única fachada del inmueble se localiza en la citada calle, y un espacio libre anejo al convento que sirve de aparcamiento, da a la calle Luis Chamizo.2
Originalmente, la superficie del convento fue mayor, pero durante el siglo XX este vio reducido su perímetro, al ceder la comunidad porciones de terrenos libres de la edificación, sobre todo en su zona norte, a distintos vecinos.2 Además, en la segunda mitad del siglo XX se demolieron varias dependencias anejas del convento.2 El convento, estilísticamente, se encuadra dentro de un cierto barroco popular, siendo la sencillez, tan propia de la arquitectura franciscana, una de sus características más notables.2
El edificio conserva sustancialmente su estructura original.2 Está construido en su mayor parte mediante muros de carga; pilares; bóvedas de arista y de cañón; viguería de madera —o de materiales contemporáneos en las zonas más reformadas—; y cubierta de teja curva.2 El material de construcción es, sobre todo, mampostería y ladrillo.2
Elementos destacables del edificio son: la portada adintelada de piedra; la iglesia o capilla del Santísimo Cristo de las Misericordias y San Juan Bautista (con su coro); el claustro; la sala capitular; el refectorio o la crujía de las celdas.2 Otros elementos de interés patrimonial bien conservados son: el torno original, carpinterías, solados o las rejas. También molduras y algunos restos de pinturas murales; sin embargo, es el blanco de la cal el elemento distintivo de la edificación.2
De particular valor son los tres retablos de la iglesia.2 Ninguno conserva ni imágenes ni pinturas originales; se trata de tres retablos barrocos de un solo cuerpo.2 El retablo principal, situado en el testero del templo, podemos datarlo en la segunda mitad del siglo XVII, tal y como parecen atestiguar las columnas salomónicas con ramos de vid tallados en ellas.2 Los otros dos retablos se sitúan a ambos lados del primero, y parecen corresponder al siglo XVIII, tal y como indican los característicos estípites de este período.2 Los únicos elementos iconográficos visibles en los retablos son emblemas franciscanos, un angelote, así como la representación de un pelícano, símbolo eucarístico, tallado en la puerta del sagrario de uno de ellos.2
Se abrió un expediente de incoación para una declaración como bien de interés cultural el 9 de octubre de 2012.2 y el 28 de mayo de 2013 se declaró finalmente bien de interés cultural en la categoría de monumento el 21 de mayo de 2013.
La historia del convento comienza con su fundación en 1673 por Doña Juana González Lozano.
El mismo sería ocupado por monjas clarisas. En 1979 fue abandonado por las últimas monjas que lo ocupaban, al trasladarse a otras casas de la Orden en Badajoz y Almendralejo, pasando algunos años más tarde (1985) a ser propiedad del Ayuntamiento y a tener uso como centro cultural. A finales de los años noventa, el Ayuntamiento de La Parra y la Junta de Extremadura realizaron la rehabilitación del edificio, según proyecto del arquitecto Francisco Viñao D´Lom. El proyecto de rehabilitación, en líneas generales, fue muy respetuoso, conservando los aspectos de interés patrimonial del edificio. Posteriormente el Ayuntamiento arrendó el inmueble, reformado como hospedería, a una empresa hostelera. Sin embargo, debido a un embargo en relación al inmueble, el hotel pasó a su actual propietario en 2007, conservando este uso.
La historia del convento comienza, tal y como se ha dicho, con la donación hecha en Almendral mediante la escritura otorgada el 26 de abril de 1.673 ante el escribano público de esta villa por Juana González Lozana, viuda de Cristóbal Callexa de la Barrera, vecina de La Parra, manifestando la misma en ella su deseo de fundar un convento con sus bienes. Para ello ofreció las casas de su propiedad en la calle de Santa María. Juana González Lozana dispuso además que la fundación debía disponer de “capilla o yglesia o lo que diere lugar la capacidad de ellas”.
Finalmente se fundó la congregación el 17 de julio de 1673 con profesas de la Tercera Orden de San Francisco.
El convento se sitúa en la calle Santa María, 16, ocupando una parcela de aproximadamente 2.500 m2. No se trata de un edificio exento, sino que se sitúa entre medianeras dentro de una manzana cerrada. La única fachada del inmueble se localiza en la citada calle, y un espacio libre anejo al convento que sirve de aparcamiento, da a la Calle Luis Chamizo.
Originalmente, la superficie del convento fue mayor, pero durante el siglo XX este vio reducido su perímetro, al ceder la comunidad porciones de terrenos libres de la edificación, sobre todo en su zona norte, a distintos vecinos. Además, en la segunda mitad del siglo XX se demolieron varias dependencias anejas del convento.
El convento, estilísticamente, se encuadra dentro de un cierto barroco popular, siendo la sencillez, tan propia de la arquitectura franciscana, una de sus características más notables.
El edificio conserva sustancialmente su estructura original. Está construido en su mayor parte mediante muros de carga; pilares; bóvedas de arista y de cañón; viguería de madera -o de materiales contemporáneos en las zonas más reformadas-; y cubierta de teja curva. El material de construcción es, sobre todo, mampostería y ladrillo.
Elementos destacables del edificio son: la portada adintelada de piedra; la Iglesia o Capilla del Santísimo Cristo de las Misericordias y San Juan Bautista (con su coro);el claustro; la sala capitular;
el refectorio; la crujía de las celdas; etc. Otros elementos de interés patrimonial bien conservados son: el torno original, carpinterías, solados, rejas, etc. También molduras y algunos restos de pinturas murales. Sin embargo, es el blanco de la cal el elemento distintivo de la edificación.
De particular valor son los tres retablos de la iglesia. Ninguno conserva ni imágenes ni pinturas originales. Se trata de tres retablos barrocos de un solo cuerpo. El retablo principal, situado en el testero del templo, podemos datarlo en la segunda mitad del siglo XVII, tal y como parecen atestiguar las columnas salomónicas con ramos de vid tallados en ellas. Los otros dos retablos se sitúan a ambos lados del primero, y parecen corresponder al siglo XVIII, tal y como indican los característicos estípites de este período. Los únicos elementos iconográficos visibles en los retablos son emblemas franciscanos, un angelote, así como la representación de un pelícano, símbolo eucarístico, tallado en la puerta del sagrario de uno de ellos.
Tanto los tres retablos citados como el púlpito, pila bautismal, y elementos de carpintería y rejería originales del convento son parte inseparable del inmueble y del Bien incoado.
Podemos concluir, por tanto, señalando que aunque el Convento de Santa Clara de La Parra, excelente ejemplo de arquitectura conventual de tipo barroco popular, no presente elementos de especial valor histórico-artístico, es, sin embargo, el edificio en su conjunto, con su enorme sencillez, su mayor valor. Además, la respetuosa rehabilitación del Bien, llevada a cabo en su momento es muestra de cómo es posible rehabilitar edificaciones antiguas y adaptarlas a un nuevo uso sin alterar los valores esenciales de un monumento, conservando no sólo los elementos de más singular valor patrimonial como molduras, portada, etc., sino aquellos más modestos como carpinterías, obras de forja o solados originales.
La zona en la que se ubican tanto el Bien objeto de protección como su entorno se localizan en el casco urbano de La Parra, entre las calles Santa María; Santísimo Cristo de la Miseri - cordia; y Luis Chamizo.
El Bien lo constituye la finca situada en la calle Santa María, 16. Respecto al entorno de protección, no se considera necesario que el entorno del Bien ocupe una superficie exacta de cien metros perimetrales, tal y como marca la Ley de Patrimonio Histórico y Cultural de Extrema - dura en su artículo 39.3 en referencia a los elementos arquitectónicos porque dada la localización del bien entre medianeras dentro de una manzana de viviendas cerrada, se entiende como suficiente para proteger el mismo de cualquier posible impacto visual o similar, la delimitación de entorno que se plantea y que incluye los inmuebles más próximos.
En consecuencia, de acuerdo con lo establecido en el artículo 9.1.47 del reformado Estatuto de Autonomía de Extremadura y con el artículo 9.1 de la Ley 2/1999, de 29 de marzo, de Patrimonio Histórico y Cultural de Extremadura, a propuesta de la. Consejera de Educación y Cultura, y previa deliberación del Consejo de Gobierno de la Junta de Extremadura, en sesión celebrada el día 21 de mayo de 2013.
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