Cuadros de Toulouse-Lautrec
Henry Samary de la Comédie Française es un cuadro del pintor francés Henri de Toulouse-Lautrec. Está realizado al óleo sobre cartón. Mide 74,9 cm de alto y 51,9 cm de ancho. Fue pintado en 1889, encontrándose actualmente en el Museo de Orsay, París, Francia.
En este retrato Toulouse-Lautrec representa al actor de la Comédie-Française, Henry Samary. Aparece de cuerpo entero, sobre el escenario. Representa a Raoul Vaubert, personaje de comedia, vestido a la manera del típico dandi parisino, con zapatos de charol y sombrero de copa en la mano.
La pelirroja con blusa blanca es un cuadro del pintor Henri de Toulouse-Lautrec, realizado en 1889, que se encuentra en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.
El pintor retrata a una de sus modelos preferidas en su etapa parisina, Carmen Gaudin, que fascinaba al artista por su cabello pelirrojo y su blanca piel.1 Así, se convirtió en la protagonista de una serie de obras como Carmen Gaudin, La lavandera, Carmen de frente, Carmen la pelirroja o Carmen la pelirroja con cabeza baja. Otros pintores, como Albert Besnard, Émile Bernard, Henri Rachou y François Gauzi también la tomarían como modelo.
Esta y las demás obras mencionadas fueron pintadas en el interior del taller que tenía junto a Henri Rachou en la rue Ganneron de París y no en el exterior, escenario preferido por los pintores impresionistas coetáneos.2
La mayor parte de la producción de Toulouse-Lautrec fueron bocetos sobre papel e ilustraciones (viñetas satíricas, carteles), con los cuales se hizo popular ya en vida y le sirvieron para mantenerse económicamente. Por el contrario, sus pinturas al óleo son escasas y no tuvieron gran repercusión en exposiciones o ventas.
La toilette es un cuadro del pintor francés Henri de Toulouse-Lautrec. Está realizado al óleo sobre cartón. Mide 67 cm de alto y 54 cm de ancho. Fue pintado en 1889, encontrándose actualmente en el Museo de Orsay, París, Francia.
Es un cuadro tomado del natural, en uno de aquellos prostíbulos que el artista visitaba y en los que pasaba muchas horas del día. El encuadre es fotográfico, con evidente acento en el punto de vista en picado, de arriba hacia abajo.
La modelo, los pobres objetos de la ambientación recuerdan a Degas, del que Toulouse-Lautrec se consideraba un continuador ideal. La intimidad femenina le atrae del mismo modo que a Degas, como puede verse en esta obra y otras análogas de la misma época: Mujer peinándose (1891), Mujer que se estira la media (1894) o En el aseo (1898).1
Los colores son utilizados con parsimonia, en algunos puntos aflora el color del cartón que sirve de fondo. Las intuiciones impresionistas se superan en este cuadro, gracias a las sugerencias realistas próximas a Van Gogh.
Los colores son fríos y luminosos. La pincelada es vigorosa. Produce la sensación de cuadro inacabado, de boceto.
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