El monumento al Cid Campeador, dedicado a Rodrigo Díaz de Vivar, hidalgo y guerrero castellano del Siglo XI, más conocido como el Cid Campeador, se encuentra en el barrio de Caballito de la Ciudad de Buenos Aires.
En la imagen se observa a su caballo Babieca, que levanta una de sus patas delanteras. El Cid aparece levantando su brazo derecho, en el cual sostiene una lanza, mientras que en la cintura está su espada Tizona. La altura es de casi 12 metros hasta el extremo de la lanza, sobre un pedestal que no es el que existió originalmente, aunque todavía se desconoce cuál fue el motivo del cambio. El basamento sufrió cambios a lo largo de los años. Se pueden encontrar viejas fotografías con otro pedestal. Sin embargo, la majestuosidad que le otorga la altura lo distingue de sus otros emplazamientos como el de Nueva York ó Sevilla.
Es uno de los puntos más característicos de esa zona de la ciudad. Se encuentra en la intersección de las avenidas Gaona, San Martín, Ángel Gallardo, Dr. Honorio Pueyrredón y Díaz Vélez. Se trata de un nudo de comunicaciones internas de la ciudad, en una zona de gran importancia comercial.
La escultura de bronce sobre basamento de mármol, es obra de Anna Hyatt Huntington, artista estadounidense (1876 - 1973). La obra fue erigida inicialmente en Sevilla, España, en 1927, la segunda copia fue enviada a Buenos Aires, está enteramente construida en mármol y bronce, convirtiéndose junto a “Juana de Arco” de Nueva York, (de la misma escultora) en las más grandes esculturas hechas por una mujer en la historia del arte.
Fue inaugurada el 13 de octubre de 1935.
La obra de la estadounidense se inauguró en la primavera porteña de 1935 sobre un pedestal de enorme dimensiones lo que le dio una particular apariencia monumental en la intersección de las Avenidas San Martín, Angel Gallardo, Diaz Velez, Honorio Pueyrredón y Gaona, en las cercanías del centro Geográfico de la Ciudad. Fue una donación de la Spanish Society of America, que en su edificio de Nueva York presenta la misma obra en un marco de diferente altura. Esa Sociedad, —que fuera fundada y presidida por el marido de la escultora— posee hoy una enorme Biblioteca con incunables en castellano y primeras ediciones de los libros más importantes de la literatura española. El trabajo llegó por barco a la capital porteña, se la depositó en galpones del Municipio hasta que se designó el lugar en que debía emplazarse, tarea que demandó casi un año. Por fin, en octubre de 1935 se realizó el acto oficial de inauguración con la presencia de las más altas autoridades. Se cuenta que las piedras sobre las cuales se colocó el cemento de la base llegaron desde Burgos, específicamente de Vivar del Cid, la tierra natal de Don Rodrigo Díaz de Vivar.
Entre los años 2006 y 2014 se le hicieron cambios importantes en las luminarias por pedido del Grupo Cid Campeadorianos del Mundo y gestión del Gobierno de la Ciudad. En marzo de 2015 se iniciaron obras en su entorno para dotarlo de una fuente de aguas, y un pequeño jardín adyacente.
En la preparación de los festejos de sus ochenta años se prevé una ferial medieval en la zona y el enterramiento de una cápsula del tiempo para llevar el homenaje a las próximas generaciones.
Anna Hyatt Huntington nació en 1876 y falleció en 1973. Su prolífica obra la ubica entre los artistas norteamericanos más importantes del siglo XX. Sus monumentales obras adornan también las ciudades de Nueva York, San Francisco, Washington y Barcelona, entre otras.
El Cristo Bendicente1 (1942) es una escultura que se encuentra en la cima del cerro San Javier, en Yerba Buena (provincia de Tucumán). Mide 28 metros de altura y levanta su brazo derecho en signo de bendición.
El escultor
La estatua de Cristo es una de las principales obras del escultor tucumano Juan Carlos Iramain (1900-1973). Fue inaugurada en 1942.
En 1973 se inauguró el Museo Iramain, que exhibe las obras de este escultor.
Los restos del escultor descansan bajo este Cristo.
Placa en la base de la estatua
En la base de la estatua, el escultor Iramain puso una frase extraída de la Biblia: «Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad».
El Cristo del Portezuelo es una escultura de Cristo, de 16 metros de altura ubicado en la ciudad de Chilecito, Provincia de La Rioja, Argentina.
El monumento al Cristo Redentor es una obra realizada por el escultor argentino Mateo Alonso que fue erigida en el paso de Uspallata, junto en la línea de la frontera argentino-chilena a 3854 msnm, por iniciativa de monseñor Marcolino Benavente, obispo de Cuyo, y de Ángela Oliveira Cézar, hermana de Filiberto de Oliveira Cézar y cuñada de Eduardo Wilde, impulsora de la idea.
Inaugurado el 13 de marzo de 1904, sirvió para conmemorar la superación pacífica de un conflicto por cuestiones de límites que había llevado a ambos países a estar al borde de la guerra. Un fragmento del discurso del obispo de Ancud, Ramón Ángel Jara, dado durante ese día, resume la intención y el simbolismo del monumento: Se desplomarán primero estas montañas, antes que argentinos y chilenos rompan la paz jurada a los pies del Cristo Redentor.
Existe una réplica del monumento en el Palacio de la Paz, en La Haya, donde sesiona la Corte Internacional de Justicia. La obra fue declarada Monumento Histórico Nacional y Patrimonio Cultural de la Nación por el gobierno argentino en 2003.
Historia
Conflicto de límites entre Chile y la Argentina
Durante la segunda mitad del siglo XIX la Argentina y Chile, que en la actualidad comparten unos 4.500 km de frontera, mantuvieron numerosas discusiones sobre cuáles debían ser los lugares de la cordillera de los Andes por donde debía pasar el límite entre los dos países.
Entre 1898 y 1904 ambas naciones incrementaron considerablemente sus armas bélicas: en Chile, donde gobernaba el presidente Federico Errázuriz, compraron un crucero, tres destructores y dos acorazados británicos. En la Argentina, donde el presidente era Julio Argentino Roca, la armada adquirió dos acorazados italianos.1
Aunque ambos presidentes se habían reunido en febrero de 1899 para llegar a un acuerdo pacífico, en el inicio del siglo XX, se difundieron en ambos países los rumores de una guerra. Se exageraban incidentes de poca importancia y la prensa alentaba el clima bélico.
Creación del Cristo
El Papa León XIII, al iniciarse el siglo XX, dirigió una serie de cartas encíclicas rogando por un mundo de paz y armonía y reclamando una mayor devoción por el Cristo Redentor. Teniendo en cuenta esta petición y preocupado por la posibilidad de un conflicto armado entre Argentina y Chile debido al litigio fronterizo de larga data, el dominico y obispo de Cuyo, monseñor Marcolino del Carmelo Benavente, prometió públicamente, en 1900, realizar una colecta para erigir una estatua al Cristo Redentor que recordara el mensaje de paz que Jesús había traído al mundo.
La forma que hemos determinado para manifestar la fe y la gratitud es erigir una estatua colosal en la cumbre de los Andes a Cristo Redentor.2
Benavente consiguió el bronce de antiguos cañones y le encargó al escultor Mateo Alonso (nacido en 1878 en la Ciudad de Buenos Aires) que realizara la estatua.
La idea inicial del obispo era colocar la obra sobre el monte Panta, frente al Puente del Inca, en Mendoza, Argentina.
Terminada la efigie, durante un tiempo quedó en exhibición en el patio del Colegio Lacordaire, de la orden dominica, ubicado en Buenos Aires.
Fin del conflicto y cambio de planes
La idea era que el día de la inauguración coincidiera con los 25 años de Pontificado de León XIII, o sea, el 20 de febrero de 1903. Pero una serie de acontecimientos cambiarían la fecha y el destino de la escultura: el 15 de septiembre de 1899 el litigio por la Puna de Atacama quedó resuelto en un encuentro entre Errázuriz y Julio Roca, en el Estrecho de Magallanes, llamado "Abrazo del Estrecho". Y el 28 de mayo de 1902 ambas repúblicas, en Santiago de Chile, llegaban por fin a una solución pacífica mediante los llamados Pactos de Mayo. Se dejó en manos de la Corona Británica decidir por donde pasaría el límite.
La amistad entre ambos países comenzó entonces a consolidarse y la prensa y la opinión pública contribuyeron ahora a un clima favorable. Finalmente el laudo inglés se produjo el 20 de noviembre de 1902, con una solución que fue acatada por ambos países y no se atenía ni a las pretensiones de la Argentina ni de Chile.
Mientras tanto, en el colegio donde se encontraba en exhibición el Cristo, solía reunirse la Asociación de Madres Cristianas, presidida por la señora Ángela Oliveira Cézar de Costa (1860-1940), nacida en Gualeguaychú (Entre Ríos), pero perteneciente a la aristocracia porteña, quien consideró que, dadas las nuevas circunstancias, sería una buena idea trasladar la estatua al límite mismo de ambos países, en lo más alto de la cordillera de los Andes en caso de que firmaran la paz, como un símbolo de unión entre las dos naciones. Ella había sufrido particularmente la posibilidad de un conflicto bélico pues tenía un hermano general que había estado en la cordillera preparándose para lo que se había considerado una guerra inminente.
Después de presentar su propuesta al Obispo de Cuyo, quien aceptó de buen grado la propuesta, buscó convencer a las autoridades de ambos países.
Gracias a sus influencias (era amiga del presidente argentino Julio Argentino Roca) logró que éste visitara el colegio para ver la estatua en una ceremonia a la que también asistió una delegación chilena, y así convenció a los gobiernos de la Argentina y de Chile de su proyecto. Se fijó como día de inauguración el 13 de marzo de 1904.
Ángela comenzó entonces a movilizarse para obtener apoyo y recursos por suscripción pública; y junto con el obispo Benavente gestionó el traslado de la figura a la provincia de Mendoza para ser emplazada en el paso de la Cumbre del Bermejo. Por este paso, en 1817, cruzó hacia Chile, de acuerdo con las órdenes del general José de San Martín, parte del Ejército de los Andes al mando del general Juan Gregorio de Las Heras, con el objetivo de acabar con la dominación española y la reinstauración del gobierno independentista en Chile.
El traslado del Cristo
El Cristo mide casi 7 metros de alto y pesa 4 toneladas. Su pedestal fue proyectado por el ingeniero mendocino Juan Molina Civit a partir de un bosquejo del escultor. La altura del mismo era de 6 metros de alto y fue construido de hormigón y acero laminado para poder soportar los fuertes vientos de la cordillera.3
En 1904 las piezas de bronce del Cristo se transportaron 1200 km por tren hasta cerca del pequeño poblado argentino de Las Cuevas y luego se las subió a lomo de mula hasta la cumbre andina, a 3854 msnm. El 15 de febrero de 1904 quedó terminado el pedestal de granito diseñado por Civit siendo la obra dirigida por el Ingeniero Conti, trabajando unos cien obreros para su construcción. El escultor Mateo Alonso dirigió los trabajos de montaje de las piezas que forman el Cristo. La figura de Jesús se colocó de manera que mira siguiendo la línea del límite, en pié sobre la mitad de un globo terráqueo. Con la mano izquierda sostiene la cruz, de 7 metros de alto, apoyada sobre el hemisferio terrestre, y con la derecha parece impartir la bendición.3
La inauguración
El día anterior a la inauguración las fuerzas argentinas que participarían en el acto se concentraron en Las Cuevas. Estaban compuestas por el Regimiento I de Artillería de Montaña, una compañía del 2° de Cazadores de los Andes y la Banda 10 de música de la Infantería de Buenos Aires.
En el balneario termal del Puente del Inca, sobre el río Las Cuevas, el hotel se hallaba completo y había además unas 200 personas en el exterior, en carpas.4
En la mañana del 13 de marzo de 1904, pese a lo inhóspito del lugar, llegaron hasta Las Cuevas, por tren, tanto la comitiva argentina como la gente que quería presenciar el acto. Iban corresponsales de distintos diarios y además las empresas de telégrafo Pacífico, Europea, Centro y Sud América instalaron en carpas sus oficinas, junto a gran cantidad de fotógrafos. Se calcula que presenciaron el acontecimiento unas 3.000 personas.
Una vez en Las Cuevas las tropas y los demás ascendieron penosamente en lomo de mula hasta el sitio donde el Cristo se hallaba listo para la inauguración. A las 9 habían llegado a la cumbre, y una hora después llegaron las tropas chilenas. Las tropas argentinas se colocaron del lado chileno frente al Cristo y entonaron el Himno Nacional chileno; a la inversa, las tropas chilenas se colocaron del lado argentino para ejecutar el Himno Nacional de su vecino. Hecho esto, los ejércitos de ambos países, que poco tiempo atrás tal vez hubieran tenido que destrozarse, dispararon pacíficamente juntos las 21 salvas de reglamento. La gente estalló en aplausos y aclamaciones vivándose con igual entusiasmo por ambos todos a Chile, a la Argentina, a la paz y a los presidentes,5 de ambos países: el argentino General Julio Argentino Roca y el chileno Germán Riesco, quienes no pudieron concurrir al homenaje pero sí lo hicieron los ministros de relaciones exteriores, Raimundo Silva Cruz, por Chile y José Antonio Terry, por la Argentina. También estuvieron presentes el arzobispo de Buenos Aires, Mariano Antonio Espinoza, los obispos Monseñor Benavente de Cuyo (Argentina) y Monseñor Ramón Ángel Jara de San Carlos de Ancud (Chile).
Se corrió entonces el velo que tapaba al Cristo y se lanzaron 21 nuevas salvas. En la pomposa ceremonia, se colocaron en su pedestal dos placas: una del Círculo de Obreros Católicos de Chile y otra fundida en los talleres del Arsenal de Guerra de la Argentina, que fue también una obra de Mateo Alonso. Esta placa muestra un libro abierto en la cual dos damas con vestimenta griega, simbolizando a Chile y a la Argentina, se estrechan en un abrazo. Una inscripción en latín dice: Ipse est pax nostra qui facit utraque unum (Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno).6 Para representar a las damas el escultor se inspiró en retratos de Ángela y de la esposa del Ministro de Relaciones Exteriores chileno Raimundo Silva Cruz. Pero a Silva la idea no le agradó. Ángela transmitió su preocupación a Roca sobre esto, a lo cual el popularmente apodado zorro contestó: "No se preocupe señora; se le va a pasar al petiso".7
Después de varios discursos, se ofició una misa, y el obispo Jara pronunció la frase que numerosas veces sería recordada:
Y cuando las futuras generaciones suban por estos desfiladeros, conducidos por brazos del vapor, no encontrarán, como en las Termópilas, escrito con sangre en las desnudas piedras, aquel testamento de los heroicos espartanos: "Aquí rendimos la vida por defender las patrias leyes". Antes bien, llegarán a esta cumbre, y en el bronce de este glorioso monumento verán grabada con caracteres de fuego una leyenda sublime: "Se desplomarán primero estas montañas, antes que argentinos y chilenos rompan la paz jurada a los pies del Cristo Redentor".Monseñor Ramón Ángel Jara, Obispo de San Carlos de Ancud, 13 de marzo de 1904.
Hubo un banquete y se repartieron postales y medallas recordativas. En el anverso de las mismas se había grabado la frase de Paul Groussac: Servabo pacem in finibus vestris (Conservaré la paz en vuestras fronteras).
La retirada se realizó a las 13 horas, momento en que un fuerte viento comenzó a soplar, lo que casi ocasiona una tragedia cuando el coche que conducía al ministro chileno y al gobernador de la provincia de Mendoza casi cae en un precipicio.
Hechos posteriores
Ángela Oliveira Cézar, luego del traslado del Cristo, creó la Asociación de Paz Sudamericana. También escribió un libro llamado "El Cristo de los Andes". Le llegaron reconocimientos de distintas partes del mundo, entre ellas del zar de Rusia, Nicolás II. En 1905, en los Estados Unidos, donde el acontecimiento había sido muy comentado, se le solicitó al presidente del Consejo de Paz de Nueva York, Andrew Carnegie, que insistiera al Congreso que iba a reunirse en La Haya para pedir que se levantasen estatuas similares en los límites de otras naciones cristianas para que ninguna guerra entre ellas fuera declarada.
En 1907, Ángela solicitó al Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico que donasen terrenos para colocar en ellos una ermita de refugio a los pasajeros, un correo, e instalar un monasterio cisterciense, una sala de auxilios y un observatorio sísmico. El ferrocarril donó los terrenos e incluyó una fuerte rebaja en los fletes, sin embargo el refugio nunca se concretó. Pero sí logró Ángela, a instancias del mencionado Carnegie, que una réplica del Cristo realizada ad honorem por el francés Lagae, se colocase en el salón de Arbitraje del Palacio de La Paz de la Haya. Esto se hizo a 1913, a pesar de que la idea estuvo a punto de naufragar a último momento pues el decano del cuerpo diplomático turco no quería saber nada de que en un edificio internacional fuese colocado un símbolo de una determinada religión. Enterada del triunfo argentino, la reina Guillermina de Holanda fue a ver el Cristo al palacio. Y Ángela fue recibida por el Papa Pío X (quien no había sido recibido en la inauguración del palacio debido al anticlericalismo que existía en aquella época en las relaciones internacionales) quien le dijo: ¡Hija mía, donde no han dejado entrar al Papa, tú has hecho entrar a Cristo!.5
Ángela fue candidata al premio Nobel de la Paz y cuando se inició la primera guerra mundial recolectó firmas para pedir al presidente de Estados Unidos que hiciera cesar el fuego. Murió a los 83 años en Buenos Aires y sus restos se hallan en el cementerio de Olivos.
Años después las inclemencias del tiempo destruyeron la cruz del Cristo. Esta parte fue restaurada en 1916 aprovechándose el bronce original de la pieza para acuñar medallas conmemorativas del acontecimiento de 1904.
Varias placas conmemorativas se fueron añadiendo con paso del tiempo, entre ellas una colocada el 17 de enero de 1937 por los Rotary Club de Uruguay, Chile y la Argentina con la inscripción de la frase dicha el día de la inauguración por el obispo de Ancud, Ramón Angel Jara: "Se desplomarán primero estas montañas, antes que ...".
El Cristo se convirtió en un icono de la cordillera, y aún hoy se ofrecen viajes turísticos para ir a visitarlo.
El deseo de que la paz entre los dos países fuese eterna casi se rompe hacia 1978, cuando los gobiernos dictatoriales de Augusto Pinochet, en Chile, y Jorge Rafael Videla, en la Argentina, estuvieron cerca de llevar a los países a una guerra, debido a que no podían ponerse de acuerdo en el denominado Conflicto del Beagle. La posibilidad de dicha guerra se diluyó gracias a la mediación del Papa, en aquel entonces Juan Pablo II, quien había sido consagrado como tal precisamente en ese año. En noviembre de 1984 se firmó el Tratado de paz y amistad entre Chile y Argentina poniendo fin al diferendo.
En 1993 peligraba la estabilidad de la obra debido a que el clima y los movimientos sísmicos habían dañado al terreno. El gobierno mendocino realizó reparaciones tanto al monumento como a los dos únicos edificios cercanos que alguna vez fueron utilizados como estaciones meteorológicas.
El 20 de marzo de 2000 la provincia de Mendoza lo declaró Bien del Patrimonio Cultural de la Provincia de Mendoza y el 4 de diciembre de 2003, la Cámara de Diputados de la Nación Argentina, declaró la obra Monumento Histórico Nacional y Patrimonio Cultural de la Nación.
El 13 de marzo de 2004 el presidente argentino Néstor Kirchner y su colega de Chile, Ricardo Lagos se reunieron junto al Cristo para celebrar los cien años de su inauguración, acompañados de los nuncios apostólicos de los respectivos países. En el acto reafirmaron "el compromiso solemne de hermandad entre ambas naciones".
Una semana después, en recuerdo de la Misa celebrada en 1904 por Monseñor Jara para la inauguración, delegaciones chilenas y argentinas llegaron al pie del monumento para una Misa presidida por el Arzobispo de Mendoza, Mons. Josemaría Arancibia y concelebrada por el Obispo de San Felipe de Aconcagua, Mons. Cristián Enrique Contreras Molina O. de M. Estos obispos dirigen las diócesis que dan a la frontera entre ambas naciones.
A partir del 15 de enero de 2008 y durante los siguientes 10 días, los Scouts de Argentina y Chile cruzaron a pie desde Argentina a Chile pasando por el Cristo Redentor. La travesía dio inicio en el pueblo de Las Cuevas, Argentina, y finalizó en la ciudad chilena de Valparaíso. El objetivo central del cruce era fortalecer los lazos de hermandad y paz entre ambos países. Fueron invitados al evento las delegaciones de Scouts de Brasil, Bolivia, Paraguay, Perú y Uruguay.
Entre enero y febrero de 2010, en el contexto de las celebraciones por el Bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810 y el Bicentenario de la Primera Junta de Gobierno de Chile, los ejércitos de ambos países recrearon la hazaña del cruce de los Andes comandada por el general José de San Martín en 1817 para independizar el actual territorio chileno de la corona española. Al llegar al pie del monumento Cristo Redentor, la expedición conjunta formada por más de un centenar de efectivos se agrupó en dos columnas y realizaron un acto recordatorio de dicha gesta.8
Ubicación geográfica
El monumento se levanta en el paso de Uspallata o paso de la Cumbre, llamado así por ser el punto más alto de la travesía entre Mendoza y Santiago de Chile. También denominado paso Iglesia (del lado de Chile) y Bermejo del argentino, por el color dominante de las montañas del lugar. Por supuesto también se lo conoce como paso del Cristo Redentor y dejó de utilizarse como ruta entre ambos países en 1980 al construirse el Paso Internacional Los Libertadores.
El paso es un abra compuesta de dos portezuelos contiguos, entre la ciudad argentina de Uspallata y la chilena de Los Andes. El poblado más cercano es la villa argentina de Las Cuevas (32°48′S 70°01′O) con menos de 20 habitantes permanentes. Las temperaturas invernales llegan a veces a los -30ºC.
Desde Las Cuevas parte un camino sinuoso de 9 km de largo que sube 1 km y conduce hacia el Cristo. Es sólo accesible durante el verano, cuando no nieva. Se trata de un camino de cornisa, escarpado en la roca y grava, en medio del grandioso paisaje de la cordillera, que antiguamente era el camino obligado entre Uspallata y la localidad chilena de Juncal, hasta la construcción del túnel del Cristo Redentor cerca de Las Cuevas. A 50 m de este antiguo camino, sobre la pendiente de un cerro cubierto de abundante material suelto, a 3.854 msnm, rodeado de dos bajos edificios de piedra que alguna vez cobijaron estaciones meteorológicas y empequeñecido por las imponentes montañas, está emplazado el mayor símbolo de confraternidad entre Argentina y Chile.
El acceso por el lado chileno está habilitado para vehículos todoterreno; los automóviles a su propio riesgo. El desvío al Cristo Redentor se encuentra por el lado derecho de la entrada, por el lado chileno del túnel internacional. También puede ser escalado a pie. Se debe llenar formulario en policía internacional en la aduana chilena y pagar el peaje al retorno.
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