El Monasterio de Santa María de Barria, de monjas cistercienses, está situado en Barria, municipio de San Millán (Álava, España). La fundación del convento data de finales del siglo XII o primeros años del siglo XIII. De esta primera edificación medieval no queda resto alguno, siendo las construcciones más antiguas que hoy se pueden ver del siglo XV.
Historia
Considerado uno de los monasterios altomedievales más relevantes de Álava, es una de las primeras fundaciones del císter en el País Vasco, bajo la jurisdicción de la abadía de Cîteaux. Constituyó una congregación junto a las abadías de Torquemada, Gradefes, Carrizo de la Ribera, Perales, San Andrés de Arroyo, Cañas, Fuencaliente de Lucio, Vileña, Villamayor de los Montes y Renuncio, afiliadas todas ellas al igual que Barría al monasterio de Las Huelgas (Burgos).
En los años setenta las monjas cistercienses abandonan el convento, trasladándose al monasterio de Santa María de Barria en Oyón junto con los archivos del convento, en los cuales se encuentra la bula de Gregorio IX, de 1232 y ratificada en 1235, en la que el Papa toma bajo su protección el monasterio y todas sus pertenencias.
Está ubicado en la falda meridional de la sierra de Urquilla, limítrofe con el municipio guipuzcoano de Oñate, en uno de los ramales del camino de Santiago que entra en Álava desde Guipúzcoa por el túnel de San Adrián.
El monasterio ha sido convertido desde 1984 en albergue juvenil.
Arquitectura
El edificio consta de cuatro zonas diferenciadas por su volumetría: la iglesia de Nuestra Señora de Barría, la zona del claustro, la antigua hospedería y el zaguán de acceso.
La iglesia de Nuestra Señora de Barria
Ubicada al norte del conjunto, es el edificio más alto. Se accede por un arco apuntado situado en el parque de la calle San Bernardo. Consta de planta rectangular y bóveda nervada de cinco tramos, tres cubren el coro de gran tamaño. El retablo mayor, Barroco, es del siglo XVIII, estando dispuesto un óculo central. Las ventanas, altas, abren al sur. Ocupa el ala norte del claustro de las monjas, del que también se accede.
El claustro
Está configurado por arcos abiertos sobre columnas en el piso inferior y en el superior entramado de madera y albañilería con ventanas.
El piso bajo es la parte más noble del conjunto. Los arcos son rebajados de sillería, las columnas con fustes cortos y acanalados, basas potentes y capiteles con rosetas, antepecho de sillarejo al exterior y sillar al interior.
El techo de este coro bajo es de madera, formando recuadros entre cabios con los cantos triangulados y pintados en blanco.
En el lateral este del claustro se encuentra el cementerio de las abadesas, en el que se sitúan los sepulcros de las mismas. Debe destacarse el arco de acceso, rebajado y moldurado sobre columnas jónicas. En la clave están tallados San Bernardo, San Juan Bautista y un escudo con siete castillos.
La construcción que bordea al claustro responde a un tipo de construcción conventual típica, muros de mampostería, dos pisos, huecos semiordenados, acceso a través de arcos, cubiertas de teja árabe, aspecto compacto. Exteriormente es el núcleo que da la imagen del convento.
Zaguán de acceso
A través de él se accedía al conjunto, y hoy se accede a las instalaciones, por una puerta de arco rebajado situada al norte, entre la hospedería y el conjunto de iglesia y claustro. Sobre esta puerta puede verse un escudo circular, con fecha de 1756, que corresponde con la segunda época de auge del monasterio.
No tiene un interés excesivo en cuanto a sus acabados, pero sí respecto a su posición y ubicación, puesto que supone dar una pauta de crecimiento del conjunto, que en un momento dado comienza a expandirse manteniendo lo existente.
La antigua hospedería
Su mayor interés radica en la continuidad que da al convento, ocupando el borde norte del solar. Su situación respecto a la calle sirve de cierre y sin embargo mantiene la imagen de la barriada en la que se está ubicada. En la parte baja del muro sur queda un ventanal geminado de lo que debieron ser los primeros edificios.
El convento de Santa Cruz está ubicado entre las calles Pintorería, San Vicente de Paúl y Cantón de Santa María, dentro del casco histórico de Vitoria (España). Su arquitectura presenta características gótico-renacentistas y desde su fundación en el siglo XVI lo habita sin interrupción una comunidad de monjas Dominicas de clausura, tratándose del más antiguo cenobio vitoriano conservado y con vida religiosa.
Historia
El convento fue fundado por las hermanas Pérez de Oñate en 1511 como beaterio y en 1522 como comunidad contemplativa, en un solar que ocupaban unas casas y unas huertas pertenecientes al desaparecido convento de Santo Domingo. Este gran cenobio extramuros de la ciudad, demolido a principios del siglo XX tras varias décadas de exclaustración en las que estuvo destinado a servir de alojamiento militar, se situaba en lo que actualmente es el arranque de la calle Portal de Arriaga, frente a la casa de los Álava Arista-Velasco y la calle Herrería, y su fundación en el siglo XIII es atribuida tradicionalmente al propio fundador de la Orden, Santo Domingo de Guzmán.
En 1522 el condestable de Castilla, don Íñigo Fernández de Velasco, dotó al beaterio de una pequeña iglesia que se ubicaba en el bajo coro del templo actual. A partir de 1530 se levantó el convento de Santa Cruz en la calle Pintorería con el patrocinio del licenciado Hortuño (o Fortunio) Ibáñez de Aguirre, miembro del Consejo Real y de la Inquisición, y su esposa María de Esquível y Arratia. Los señores de Aguirre convirtieron parte del edificio en su residencia privada. En 1547 las obras concluyeron bajo la tutela de Mateo de Aguirre, sobrino y heredero del licenciado.
En noviembre de 2007 el convento dispuso en el espacio de la iglesia la exposición Historia, arte y espiritualidad. VIII centenario de las Dominicas Contemplativas, que sacó a la luz por vez primera el patrimonio artístico y devocional atesorado por las monjas desde hace siglos. Entre las 70 obras y objetos mostrados al público destacaba, por su carácter excepcional en la diócesis, una colección de tallas barrocas articuladas de santos, vírgenes y niños de vestir.1
Descripción
Se trata de una construcción formada por dos núcleos: la iglesia y el convento, propiamente dicho. El convento, habitado por la comunidad de religiosas dominicas, tiene planta cuadrada y un gran claustro central en el interior. Al exterior presenta el aspecto de un muro sólido muy cerrado que le confiere una apariencia sobria y austera, pero posee un elemento de gran interés: la portada, donde encontramos un acceso sencillo, en arco de medio punto, con el escudo de la comunidad dominica sobre él.
En uno de sus extremos se localiza la iglesia. La portada exterior, abierta en el muro oeste, consta de un arco de medio punto flanqueado por dos pares de columnas estriadas y adosadas bajo arquitrable listado. Sobre la cornisa, el espacio correspondiente al frontón está ocupado por un relieve con la escena de Cristo camino del Calvario, al que flanquean volutas con los escudos heráldicos de los Aguirre y los Esquível, y corona un escudo imperial de Carlos I. La portada está protegida por una reja y una malla recientemente incorporada, a continuación de su restauración, para protegerla de las palomas.
En el interior se advierten las moderadas dimensiones del templo, que es de una sola nave de tres tramos entre contrafuertes exteriores, con rica bóveda de crucería, siguiendo la tradición tardogótica. El tramo de bóveda más elaborado corresponde al del presbiterio, donde terceletes y combados dibujan una estructura geométrica en forma de rosa. El retablo mayor, adosado a un ábside de tres lienzos, es una obra barroca del siglo XVIII. El patio, no visitable por hallarse en la clausura, lo componen galerías sostenidas por austeros arcos ligeramente escarzanos y apoyados en pilastrones de sección cuadrada. En el centro del espacio se yergue una estatua moderna del fundador de la Orden de los Predicadores.
El mobiliario artístico-religioso incluye un cuadro de una procesión de la virgen del Rosario en la Vitoria del siglo XVI, un relicario que contiene dos partículas del Lignum Crucis realizado en el primer tercio del siglo XVIII, tallas de la escuela del escultor sevillano Juan Martínez Montañés y de los artistas Alfonso Giraldo Bergaz y Alonso del Arco correspondientes a los siglos XVII y XVIII, otras obras de los artistas locales Valdivielso y Ullibarri, un Niño Jesús pasionario representando a Santa Catalina, una colección de cantorales y dos vírgenes de Malinas.
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