domingo, 19 de febrero de 2017

Estilos arquitectónicos del siglo XIX

arquitectura colonial

El NH Jousten Hotel es un establecimiento de categoría cuatro estrellas que se encuentra en la Avenida Corrientes esquina 25 de Mayo, arteria céntrica de la ciudad de Buenos Aires. Escenario de sucesos históricos, como las conspiraciones militares previas a la Revolución del 43, cerró en 1980 y fue reabierto en el año 2000 por la cadena NH Hoteles.

Historia

En 1925, la señora María Lidia Lloveras, princesa de Faucigny Lucinge, le pidió al cuñado de su hermana, el arquitecto e ingeniero Raúl Pérez Irigoyen, que realizara los planos de lo que es el actual Jousten. Ella era propietaria de una vivienda que se encontraba en el terreno del futuro establecimiento, que comenzó a construirse en 1926. Cabe recordar que a fines del siglo XIX existía allí otro hotel, el Hotel de Inmigrantes.
Dos años más tarde, el Presidente Marcelo T. de Alvear encabezaba la inauguración del Jousten Hotel, de gran categoría y que supo hospedar durante las siguientes décadas a viajeros que llegaban del puerto cercano. El Jousten, como los hoteles de su tiempo, era para permanencia durante períodos extensos, y sus habitaciones estaban equipadas como pequeños departamentos, al estilo acostumbrado.
Las décadas siguientes, el cambio en la organización de los hoteles y la decadencia del centro porteño llevó al lujoso hotel a su cierre, efectuado el 30 de marzo de 1980. En los siguientes meses, el mobiliario original, la decoración de interiores y la vajilla fueron rematados; y el edificio quedó abandonado por décadas.1
A fines de 1998, la cadena española NH Hoteles compró el deteriorado Jousten con el objetivo de incluirlo en la red de hoteles que estaba empezando a formar en la Argentina.2 3 Las obras de restauración y remodelación se desarrollaron durante ese año, y el nuevo NH Jousten Hotel reabrió en mayo de 2000. Ese año, la Sociedad Central de Arquitectos y el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo entregaron al proyecto el premio anual al Mejor Edificio Reciclado.
En noviembre de 2003, el Museo de la Ciudad otorgó al hotel la distinción de Testimonio Vivo de la Memoria Ciudadana, por considerarlo un edificio “(...) que ha mantenido su carácter y decoración originales, respetados en su proceso de reciclado.”4

Arquitectura

Fachada original pintada, en una postal de los años '30.
El Jousten con el Edificio Comega ya terminado (ca. 1934).
Fachada con detalles neoplaterescos, y el nuevo basamento revestido en granito

Proyecto original (1925)

El Jousten Hotel fue proyectado por los arquitectos Luciano Chersanaz y Raúl Pérez Irigoyen, en estilo neoplateresco, una corriente del barroco español que en Buenos Aires también ostentan edificios como el Teatro Nacional Cervantes y el Banco de Boston, ambos diseñados en su misma época.
Construido por la empresa del Ingeniero Mauricio Kimbaun, el edificio ocupa un terreno sobre una marcada pendiente, por lo cual el nivel del subsuelo —donde se instaló el restaurante “El faisán”— sale a la superficie hacia el este. Debajo, en el sótano, estaban la bodega, el sector de lavandería y la caldera.
La planta baja, cuya fachada ostenta un amplio arco de acceso al hotel, custodiado por dos soldados de armadura realizados en bajorrelieve, da acceso al lobby del hotel mediante una escalinata. Al costado derecho, estaba el salón para señoras, y del lado izquierdo el salón de lectura, mientras un pasillo hacia el fondo conducía al restaurante en el subsuelo y una escalera junto a dos ascensores, a los pisos superiores. Sobre la ochava, un local comercial servía era alquilado por la propietaria.
En el primer piso, se dispusieron la sala de desayuno junto a la cocina, y el gran salón de fiestas hacia el lado de 25 de Mayo. El segundo piso posee una esquina con ochava a 45°, pero desde el tercero hasta el octavo la ochava es curva y las plantas fueron diseñadas con distribución idéntica. En cada piso había dieciséis habitaciones y dos baños, ubicados de forma simétrica en el sector correspondiente con el eje del acceso al hotel. Una planta en formato de "C" permitía que todas las habitaciones tuvieran luz natural, aunque no estuvieran sobre la fachada exterior del edificio.
En el noveno piso, otro bar y restaurante con terraza al aire libre ocupaba la azotea, y poseía una gran cocina sobre un entrepiso. A partir de allí, surge la torre que corona al edificio, junto a la cual se instaló la sala de máquinas de los tres montaplatos que servía al sector de empleados.

Restauración y reformas (1998)

La restauración realizada para la cadena NH Hoteles en 1998, estuvo a cargo de los estudios de arquitectura Urgell-Fazio-Penedo-Urgell, Fernández-Otero y Caparra-Entelman y Asociados; la constructora fue la firma RT Construcciones.5
En cuanto a la fachada, fue restaurada y mantenida según su diseño original, pero el basamento fue muy modificado en el formato de sus aberturas y revestido en granito gris, mientras originalmente ostentaba un revoque con técnica de almohadillado. Así, perdió las rejas artísticas que ostentaba originalmente, mientras el local comercial que tenía entrada por la esquina de 25 de Mayo fue cerrado y su puerta reemplazada por una ventana. Así, el interior de la planta baja si fue reformado, aprovechando el espacio originalmente destinado al local de alquiler para salas de estar; además, el acceso al restaurante en el subsuelo fue modificado, y se agregaron escaleras de emergencia inexistentes en el antiguo hotel, y ahora obligatorias por ley.
Los pisos de habitaciones también fueron totalmente modificados, reduciendo la cantidad de habitaciones por piso pero dotando a todas de baño privado, un rasgo infaltable actualmente para un hotel de cuatro estrellas. Ochenta habitaciones ocupan los pisos del segundo al octavo, mientras el noveno piso y la torre fueron destinadas a las cinco suites del Jousten.6
Por último, se mantuvieron y restauraron detalles tales como las columnas ornamentadas del subsuelo, el cielorraso artesonado y los revestimientos originales de cerámica en la planta baja. Para los sectores realizados a nuevo, se utilizaron materiales nobles como mármol y madera, combinados con revoque símil piedra.






El Museo de Arte Español Enrique Larreta se encuentra en el Barrio de BelgranoCiudad de Buenos Aires, Argentina. La casa, de arquitectura neocolonial, fue la residencia del escritor argentino Enrique Larreta, cultor de la literatura y el arte español.
El museo posee una colección de obras que abarcan desde el medioevo hasta principios del siglo XX y un jardín de estilo andaluz que cuenta con un ejemplar de ginkgo biloba y una centenaria glicina.
También se dictan en el museo cursos, conferencias y seminarios.

Historia

Originalmente la residencia era una quinta de veraneo de estilo italianizante. Fue construida en 1886 por el arquitecto Ernesto Bunge para sus suegros: Francisco Chas (hijo de Juana Belgrano, hermano del prócer argentino Manuel Belgrano) y Catalina Salas. Chas había ocupado, entre otros cargos públicos, el de senador por la provincia de Buenos Aires.
A la muerte de ambos la hija de ellos, Rosario Chas, vivió alguna temporada en ella. La propiedad fue adquirida en 1894 por Mercedes Castellanos de Anchorena, y al casarse su hija Josefina Anchorena con Enrique Larreta, en 1903, ésta la recibió como regalo de bodas.
Galería al jardín.
La casa hasta entonces tenía solo unas habitaciones abiertas a una galería en la que unas columnas delgadas sostenían el alero. Los nuevos dueños decidieron realizar modificaciones, y solicitaron consejo al arquitecto Martín Noel. Siguiendo las ideas de éste, el arquitecto Cristhian Schindler la convirtió, en 1916, en un "palacio castellano", de estilo neocolonial. La razón de este cambio obedece a las ideas de la época: una reacción contra la arquitectura extranjera, que amenazaba terminar con los valores culturales propios. Martín Noel fue el pionero, en el arte de la arquitectura, de esta "restauración nacionalista".
Se incorporaron habitaciones en el primer piso, nuevas áreas de servicio posteriores y se cubrió el patio central. Fue así como la casa fue modificada para recrear los sentimientos y las inclinaciones estéticas del escritor, que se interesaba por el período renacentista español y barroco: casi todas las piezas expuestas son de temática religiosa.
En 1961, al fallecer Larreta, sus hijos vendieron la casa a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, con la finalidad de dedicarla como museo, y donaron la colección de obras de arte y mobiliario. En octubre del año siguiente el Museo abrió oficialmente sus puertas, contando entonces con una mayoría de objetos de entre los siglos XV y XVIII que pertenecían al escritor, más otros adquiridos nuevos o recibidos como donación.
Las ventanas al jardín, sobre Av. Juramento (derecha de la imagen).
Entre quienes fueron sus ilustres huéspedes figuran, entre otros, el rey Leopoldo II de Bélgica, los príncipes imperiales de Japón y el ex secretario de Estado norteamericano y premio Nobel de la Paz Henry Kissinger.1

Descripción

La propiedad ocupa 7.244,74  y el jardín 6.500 m². Antiguamente ocupaba toda la manzana.
El museo tiene 12 salas de exposiciones y se accede al mismo por la avenida Juramento 2291.

La casa

Casa de Basavilbaso.
En la reestructuración de la casa, realizada en 1916, se dotó a la construcción de un ancho portal de madera a tableros, coronado con molduras y ornamentos peruanos, y una puerta verde adintelada, a dos hojas, con arco escarzano, que se abre aparte de la carpintería general. El pórtico barroco imita al de la ya desaparecida Casa Basavilbaso, conocida como Aduana Vieja.
Las ventanas poseen guardapolvos rectos y cortinas de tablillas horizontales unidas que, por medio de unas pequeñas cadenas, pueden ser recogidas en la parte superior. Las rejas son de hierro voladizo.
Los muros son blancos, rematados con tejas de gambas.
La casa está ambientada con criterio historicista, como si se tratara de un palacio renacentista.
Acceso al jardín.
En oportunidad de realizar Larreta un servicio diplomático en Francia, trajo al país una colección de obras de arte de origen español para ambientar su nuevo hogar. De esta manera se logró que el interior de la casa reproduzca estéticamente la España del Renacimiento.
Hay obras de arte, imágenes religiosas, tallas de madera, retablos policromados (el más llamativo es el realizado en honor a Santa Ana), muebles fraileros y tallas de madera. Entre estas últimas se destaca la del Patrono de la Ciudad de Buenos Aires, San Martín de Tours que posee dos metros de altura.
Hay además piezas relacionadas con la nobleza y con la guerra, como diversas armas y armaduras.
En el museo funciona además la biblioteca "Alfonso El Sabio", especializada en literatura española). Su anexo, denominado "La Casita de Arriba", está dedicado a la literatura infantil.

El jardín andaluz

Glicina centenaria.
Entrada al jardín andaluz.
Uno de los atractivos principales de este museo es su frondoso jardín andaluz, que de por sí merece una visita.
Tres ventanas de reja, abiertas, permiten verlo desde el exterior. Único en su tipo en Sudamérica, ha sido diseñado según la tradición hispano-islámica, como un lugar para la meditación. Es un muestrario de ideas, símbolos y tradiciones que se remontan a la Edad Media.2 Dicen los entendidos que hasta resulta difícil de encontrar uno de tan buen gusto y bien ornamentado, incluso, en España.1
El pórtico de acceso al jardín está adornado con pequeñas cerámicas granadinas cuadradas, blancas y azules, que se intercalan con las baldosas color ladrillo. Las paredes forman arcadas y unos macetones de gran tamaño contienen distintas clases de plantas con flores.
Una escalinata sirve de acceso al sendero que conduce a la "fuente de los sapos" y a la escultura en granito "De reojo", obra de Pablo Larreta. Los arbustos de plantas de boj se extienden por un total de 701 metros lineales, dibujando un camino laberíntico y dividiendo el jardín en sectores (llamados "eras") donde las plantas crecen como si el hombre no interviniera en su desarrollo.
En la esquina de Juramento y Cuba, puede observarse una pérgola con una glicina de más de un siglo de vida.
Como todo jardín hispano musulmán, se busca que el oído se satisfaga con el murmullo de las pequeñas fuentes de agua, el olfato con el perfume de las flores y el tacto con la variedad de brisas y las diversas texturas del piso, conformado por baldosas, ladrillos, tierra y ripio.
Se encuentran diversas especies exóticas y nativas de plantas: El ginkgo biloba, el ombú hembra, la glicina mencionada, un cipréspalmeras, un palo borracho y el naranjo amargo, común en los jardines españoles. También existe en él una réplica en terracota de la estatua de David.
En primavera suele utilizase el jardín para conciertos al aire libre y exposiciones. Se puede acceder a él en forma libre y gratuita, y hay visitas guiadas los sábados.

Fuentes consultadas

  • Sitio del museo
  • Nani A. Incollá (Idea, Coordinación General y Dirección Editorial). Guía Patrimonio Cultural de Buenos Aires. Dirección General de Patrimonio.
  • Elisa Casella de Calderón (1984). Belgrano, la ciudad yuxtapuesta. Revista Buenos Aires nos cuenta n° 6, cuarta edición, julio 1996.

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