martes, 7 de febrero de 2017

La inquisición

inquisición en méxico

La Inquisición mexicana fue una extensión de la Inquisición española en el Nuevo Mundo. La conquista española del Imperio azteca, no fue solo un evento político para los españoles, también fue un evento religioso. A principios del siglo XVI la Reforma Protestante, la Contra Reforma y la Inquisición estaban en plena vigencia en casi toda Europa. Los españoles habían reconquistado la Península Ibérica, dándoles una posición especial dentro del reino católico Romano, incluyendo libertad para la conversión de los pueblos nativos de Mesoamérica. Cuando la Inquisición fue llevada al Nuevo Mundo, fue empleada por las mismas razones y en contra de los mismos grupos sociales como en Europa, menos a los indios, en gran medida. Casi todos los eventos asociados con el establecimiento oficial de El Santo Oficio de la Inquisición ocurrió en la Ciudad de México, en donde el Santo Oficio tenía su propio "palacio", que ahora es el Museo de Medicina de la UNAM en la calle de República de Brasil. El periodo oficial de la Inquisición duró de 1571 a 1820, con un número desconocido de víctimas.1 2
Aunque los registros están incompletos, un historiador estima que alrededor de 50 personas fueron ejecutadas por la Inquisición mexicana.3 Se incluyen en ese total 29 personas ejecutadas como «judaístas» entre 1571-1700 de 324 personas procesadas por practicar la religión judía.

Convento de San Diego que contiene una placa en memoria de las víctimas de la Inquisición que fueron quemadas vivas en este lugar.

Catolicismo español

La Inquisición Mexicana fue una extensión de lo que venía ocurriendo en España y en el resto de Europa desde tiempo atrás. El Catolicismo Español se había reformado bajo el reinado de Isabel la Católica (1479–1504), reafirmando doctrinas medievales y reforzando la disciplina y la práctica. Introdujo el Santo Oficio de la Inquisición en 1480, combinando la autoridad secular y religiosa en la materia. Gran parte del afán de reafirmar dogmas católicos tradicionales surgieron de la historia de la Reconquista. Aquellos que derrocaron la dominación musulmana de la península, estaban muy comprometidos con el propósito de hacer al catolicismo completamente dominante en donde pudieran.1 "Después del descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo, el esfuerzo de esparcir la fe incluía la creencia de que los no cristianos de ahí se beneficiarían de la instrucción en la "verdadera fe."5

Introducción del Cristianismo a la Nueva España

Esta mezcla condujo a la dominación de la Corona española de todos los asuntos religiosos en la Nueva España. El papa Alejandro VI en 1493 y después El papa Julio II en 1508 otorgaron a la corona amplia autoridad sobre este ámbito con el objetivo de convertir a los indios al catolicismo. Oficiales españoles nombraron autoridades religiosas en México e incluso allá tenían el poder de rechazar las bulas papales.5El proceso de evangelización y más tarde la Inquisición tenían motivaciones políticas. El objetivo de la conversión cristiana fue fortalecer las fuentes alternativas de legitimidad a la autoridad del tlatoani, o jefe de la unidad política básica de la ciudad-estado.1
Los frailes Franciscanos empezaron el trabajo de evangelización a mitad de la década de 1520 y continuaron bajo el primer obispo en México, fray Juan de Zumarraga en 1530. Varios de los evangelistas franciscanos aprendieron las lenguas nativas y hasta registraron mucha de la cultura nativa, proporcionando mucho del conocimiento actual que se tiene de ellos.1 Los dominicos llegaron también en 1525. Ambos eran vistos como intelectuales y agentes de la Inquisición, debido a su papel como tales en España.5 Estas dos órdenes, junto con los agustinos, proporcionaron la mayoría del trabajo de evangelización en México. Para 1560, estas tres órdenes tenían más de 800 sacerdotes trabajando en la Nueva España. Más tarde los jesuitas llegarían en 1572. La cantidad de clero católico creció a 1500 en 1580 y después a 3000 para 1650. En los primeros años, la atención del clero se centró en la conversión de los indígenas. En los últimos años, sin embargo, el énfasis en las luchas entre órdenes religiosas así como segmentos de la sociedad europea tomarían precedente.1
Una serie de tres concilios eclesiásticos se reunió en el curso del siglo XVI para dar forma a la recientemente establecida Iglesia en la Nueva España. En 1565, el Segundo Concilio Eclesiástico Mexicano, se reunió para discutir cómo implementar las decisiones del Concilio de Trento (1546–1563). El catolicismo habiendo sido impuesto aquí, fue fuertemente influenciado por la Contrarreforma y requirió total consentimiento de sus creyentes. Su objetivo principal no estaba en la creencia o conciencia individual sino en la observación colectiva de los preceptos y prácticas clericalmente ordenadas. Esta combinación de autoritarismo y colectivismo se transfirió a las Indias durante el curso del siglo XVI.1
Este sentido de colectivismo permitió una cierta laxitud en la conversión de la población indígena.1 ya que eran similares muchas de las prácticas externas. Ambos sistemas entrelazaron la autoridad religiosa y secular, practicaron un tipo de bautizo con el posterior renombramiento del niño y la práctica de la comunión, tuvieron paralelismos en el consumo de las divinidades aztecas.5 Estudios franciscanos y dominicos sobre la cultura y lenguaje indígena llevaron a tener apreciación por ella. Fue diferente del Islam por el que la Reconquista había creado tanto desprecio. En su lugar, la religión indígena fue tildada como paganismo, y como una auténtica experiencia religiosa pero corrompida por influencias demoniacas. Mucho de esto fue apoyado por el hecho de que varios paralelismos podían ser trazados entre los dioses y los cultos a los santos así como a la Virgen María. Por esta razón, la evangelización no resultó en un ataque directo contra la creencia indígena, sino más bien en un intento de cambiar la creencia existente a un paradigma cristiano. Al final, si bien en teoría el cristianismo era tener absoluta supremacía en todas las cosas religiosas, en la práctica, la Iglesia no se opuso a cualquier práctica que no entrara en conflicto directo con su doctrina.1

Adaptación indígena a la nueva religión.

Los nativos se adaptaron a aquellos aspectos del cristianismo que concordaran con la visión del cosmos que ya conocían, incluyendo el concepto de la interrelación de ambas, autoridad religiosa y secular. Varias prácticas europeas e indígenas continuaron lado a lado y varias creencias indígenas fueron rediseñadas con nombres y referencias cristianas. El objetivo era preservar la mayor cantidad de símbolos antiguos que siempre habían dado significado al universo. Entre más alejada estuviera la comunidad de la intervención directa de la Iglesia, más delgada era la influencia cristiana. Las creencias y prácticas prehispánicas, por lo tanto sobrevivieron en la nueva religión y dieron color a su expresión. El ejemplo más famoso de esto es el del nacimiento del culto a la Virgen de Guadalupe. El fray franciscano Bernardino de Sahagún sospechaba que era una adaptación posterior a la conquista, del culto Azteca de Tonatzin, la diosa madre. Hubo especulación en aquella época, que el dios Quetzalcoatl había sido retratado como el Apóstol Tomás.1
Sin embargo, no todas la reacciones de los nativos fueron dóciles. Al principio, hubo una fuerte resistencia en Tlaxcala. La sierra de Oaxaca resistió violentamente hasta finales de la década de 1550, así como el pueblo Otomí y otros más en partes del estado de Michoacán a finales de la década de 1580.1

Llegada de la Inquisición

En la época del descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo, Adriano de Utrecht era el Inquisidor General de España. Nombró a Pedro de Córdoba como Inquisidor de las Indias Occidentales en 1520. También tuvo poderes inquisitivos en México después de la conquista pero no tenía el título oficial. Cuando Juan de Zumárraga se convirtió en el primer obispo de México en 1535, también tuvo estos deberes. Uno de los primeros actos de Zumárraga como inquisidor, fue la persecución de un Señor Azteca quien tomó el nombre de Carlos en el bautismo. Él probablemente era sobrino de Nezahualcoyotl. Zumarraga acusó a este Señor de volver a la adoración de los dioses antiguos y lo mandó quemar a la hoguera el 30 de noviembre de 1539. Sin embargo, esta persecución no fue considerada prudente ni por los españoles seculares, ni por las autoridades religiosas y el mismo Zumárraga fue reprendido por ello. Por muchas razones, la persecución de los nativos por delitos religiosos no fue perseguida activamente.2 En primer lugar, ya que muchas de las prácticas nativas tenían paralelismos con el cristianismo, y ya que este "paganismo" no era ni el judaísmo ni el islamismo que los españoles habían combatido con tanto celo, las autoridades eclesiásticas optaron mejor por impulsar las prácticas nativas hacia el cristianismo. También, muchos de los monjes enviados a evangelizar a los nativos, se convirtieron en sus protectores contra el trato cruel a manos de las autoridades seculares.1 Esto contrastaría fuertemente con el tratamiento de los herejes europeos más tarde en el periodo colonial. Sin embargo, como cuestión práctica, probablemente no era prudente seguir dicha ejecución rígida en un entorno en donde los indígenas superaban en número a los conquistadores europeos, quienes también necesitaban gobernar a través de intermediarios indígenas.6
Esta es parte de la razón por la cuál la Inquisición no fue formalmente establecida en la Nueva España sino hasta 1571. Pero esto no quiere decir que prácticas similares nunca fueron usadas después de la ejecución del Señor Azteca Carlos. El antagonismo con los españoles llevó a la resistencia Maya en Yucatán en 1546–1547. El fracaso de este movimiento llevó a una evangelización más agresiva, con los Franciscanos descubriendo que a pesar de sus esfuerzos, gran parte de su prácticas y creencias tradicionales sobrevivieron. Ellos, bajo el mandato de Fray Diego de Landa, decidieron hacer un ejemplo de aquellos que consideraban que habían regresado a antiguas prácticas, sin tener en cuenta los trámites legales correspondientes. Un gran número de personas fueron sometidas a la tortura y muchos de los códices Mayas y libros sagrados fueron quemados.1

Inquisición en el periodo colonial

Cuando el Santo Oficio de la Inquisición se estableció en la Nueva España en 1571, no ejerció jurisdicción sobre los indígenas, excepto para el material impreso en lenguas indígenas.1 El primer inquisidor oficial fue Pedro Moya de Contreras, quien estableció el “Tribunal de la Fe” en la Ciudad de México. Para esto, transfirió los principios de la inquisición establecidos por Tomás de Torquemada en España.2 Sin embargo, toda la fuerza de la inquisición se haría sentir en las poblaciones no indígenas como la “negra,” “mulata” e incluso ciertos segmentos de la europea.6 El historiador Luis González Obregón estima que 51 sentencias de muerte se llevaron a cabo entre los 235–242 años que el tribunal estuvo oficialmente en operación. Sin embargo, los registros de esta época son muy pobres y los números exactos no pueden ser verificados.2
Un grupo que sufrió durante esta época fue el del llamado “Cripto-judaísmo” de ascendencia portuguesa. Los judíos que se rehusaban a convertirse al catolicismo, fueron expulsados de España en 1442 y de Portugal en 1497. Cuando España y Portugal se unieron poco después, muchos portugueses recién convertidos llegaron a la Nueva España en busca de oportunidades comerciales. En 1642, 150 de estos individuos fueron arrestados en un lapso de tres a cuatro días, y la Inquisición comenzó una serie de juicios. Esta gente fue acusada de ser ‘judaizantes’ , lo cual significaba que aún poseían creencias judías. Muchos eran comerciantes involucrados en las principales actividades de la Nueva España. El 11 de abril de 1649, el estado virreinal realizó el auto de fe más grande, en la Nueva España, en el cual doce de los acusados fueron quemados después de haber sido estrangulados y una persona fue quemada viva. La mayoría de los que quedaron fueron conciliados y deportados a España.1
El caso más conocido de este tipo, fue el de Luis de Carvajal y de la Cueva. Nacido como judío en España en el silo XVI, se convirtió al cristianismo. Sin embargo, se casó con una mujer que no pudo renunciar a su fe hebrea a pesar de que él trato de convertirla. Finalmente cuando decidió quedarse mientras él fue a las Indias Occidentales para comerciar vino, trasladándose a la Nueva España. Ahí se convirtió en un hombre de negocios pero fue más notable como soldado. Peleó para los españoles contra los indios en Xalapa y áreas de la Huasteca Cuando se hizo de un nombre, trajo a parte de su familia, incluyendo su esposa e hijos, desde España a vivir en el estado fronterizo de Nuevo León. Se le acusó de haber hecho una fortuna gracias a la captura y venta de esclavos indios.7 Se rumoraba que la familia practicaba secretamente ritos judíos.6 Fue llevado ante la Inquisición y tuvo 22 capítulos de cargos, incluido el comercio de esclavos, pero el cargo principal fue regresar a la fe judía. Fue condenado en 1590 y sentenciado a un exilio de seis años de la Nueva España pero murió antes de que la sentencia pudiera ser impuesta. Más adelante el 8 de diciembre de 1596, la mayoría de su familia, incluida su esposa Francisca y sus hijos Isabel, Catalina, Leonor y Luis, así como Manuel Díaz, Beatriz Enríquez, Diego Enríquez y Manuel de Lucena, un total de nueve personas, fueron torturados y quemados en la hoguera en el Zócalo en Ciudad de México. Uno de sus sobrinos se suicidó saltando de una ventana para evitar la tortura.8
Otro caso fue el de Nicolás de Aguilar. Aguilar fue un mestizo, descendiente de un soldado español y una mujer Purépecha. Fue nombrado como funcionario civil en un distrito en Nuevo Mexico. Trató de proteger a los indios Tompiro de los abusos de los sacerdotes Franciscanos. En 1662, debido a las quejas de los Franciscanos, fue arrestado, encarcelado y acusado de herejía. Juzgado en Ciudad de México, Aguilar se defendió pero fue declarado culpable y sentenciado a someterse a un auto de fe , expulsado de Nuevo Mexico por 10 años y de la administración pública de por vida.9
Tras una serie de denuncias, las autoridades arrestaron a 123 personas en 1658 por sospecha de homosexualidad. Aunque 99 de ellos lograron desaparecer, la Corte Penal, sentenció a muerte en la hoguera a catorce hombres de diferentes orígenes sociales y étnicos, de acuerdo a la ley aprobada por Isabel la Católica en 1497. Las sentencias se realizaron en un solo día, el 6 de noviembre de 1658. Los registros de estos juicios y aquellos que ocurrieron en 1660, 1673 y 1687, sugieren que en la Ciudad de México al igual que en otras ciudades grandes de la época, había un submundo activo.1
El último grupo que tuvo que ser cuidadoso durante esta época fueron los eruditos. Los primeros intentos de reforma de los planes de estudio para mantener el ritmo con influencias europeas contemporáneas fueron exterminados durante la década de 1640 y 1650 por la Inquisición. El objetivo central fue el fray Diego Rodríguez (1569–1668), quien asumió la Primera Cátedra de Matemáticas y Astronomía en la Real y Pontificia Universidad de México en 1637, y trató de introducir las ideas científicas de Galileo y Kepler al Nuevo Mundo. Por treinta años, discutió la eliminación de la teología y metafísica del estudio de la ciencia. Fue el líder de un pequeño círculo de académicos que se reunían semi clandestinamente en casas particulares para discutir nuevas ideas científicas. Las luchas políticas de la década de 1640, puso las sospechas de la Inquisición sobre ellos y una serie de investigaciones y juicios tuvieron lugar a mediados de la década de 1650. Cuando los académicos trabajaban para ocultar libros prohibidos por el decreto del Santo Oficio en 1647, la Inquisición requirió a las seis librerías de la ciudad, sometieran sus listas a revisión bajo la amenaza de multa y excomunión.1
Aquellos que eran sentenciados por la Inquisición tenían castigos de los cuales el más extremo era la ejecución, llevada a cabo en una ceremonia llamada “auto de fe,” que en su mayoría eran realizados en la Ciudad de México. Para lo cual, todos los personajes notables y la mayoría de la población se vestía con sus mejores atuendos. La Iglesia montaba un escenario con púlpitos, mobiliario de calidad para los invitados de la nobleza, tapices, finas telas drapeadas para la decoración y para servir como dosel sobre el escenario. No se reparó en gastos con el fin de mostrar el poder y la autoridad de las autoridades eclesiásticas en esta materia.2 La ceremonia empezaba con un sermón y una larga declaración de lo que constituía la verdadera fe. La asamblea era requerida de jurar a esto. El condenado era llevado hacia el escenario, vestido con capas con marcas que mostraban su crimen y su castigo. También usaban una especie de gorro de castigo. Se les daba una oportunidad de arrepentirse, en muchos casos, para modificar sus sentencias, como ser estrangulado en lugar de quemado vivo en la hoguera. Entonces la sentencia se llevaba a cabo.6
La inquisición permaneció en el poder oficialmente hasta principios del siglo XIX. Primero fue abolida por decreto en 1812. Sin embargo, las tensiones políticas y el caos la trajeron de vuelta entre 1813 y 1820. Fue abolida definitivamente en 1820.

EL SANTO OFICIO DE LA INQUISICIÓN EN MÉXICO .- ..........................:https://www.mexicodesconocido.com.mx/la-inquisicion.html

LOS LIBROS PROHIBIDOS POR LA INQUISICIÓN NOVOHISPANA DEL SIGLO XVI

 Celia Vargas Martínez
 Facultad de Filosofía y Letras de la
 Universidad Nacional Autónoma de México

 El libro es ese ese
. La inquisición
tardó en interesarse por el.
 La inquisición apareció como un tribunal de la Iglesia Católica, cuyos objetivos eran descubrir y suprimir la herejía. Su fundación se debe al Sínodo de Toulouse (Tolosa) de 1229, se estableció y operó durante mucho tiempo en Italia, España, Francia y Portugal, en estos países sirvió para suprimir movimientos heterodoxos.
 En España la Inquisición se estableció en 1232 en Aragón y fue hasta 1480 que se difundió a toda la península, con la participación de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando que buscaban suprimir la herejía en todos sus dominios. En 1491, cuando la ciudad de Granada fue reconquistada, se concertó un solemne compromiso que obligaba a los Reyes de España y a sus sucesores, a proteger los bienes, costumbres sociales y prácticas religiosas de sus habitantes
La acción de la Inquisición iba contra los conversos que continuaban ocultamente con sus antiguas religiones. A fines del siglo XV la religión Católica se consolidó en la Península Ibérica y España se convirtió en vigorosa aliada del Pontificado.
 La Iglesia de América nació subordinada a la autoridad de los monarcas españoles, dado que, la Bula Papal de Alejandro VI les concedió todos los derechos y obligaciones sobre las nuevas tierras. La llegada de los primeros colonizadores, seguida de la cristianización tan masiva como superficial de la población indígena, había ocasionado la implantación de las estructuras religiosas de la metropoli y por lo tanto, de modo muy natural, la de los tribunales Inquisitoriales.
 Después de la conquista militar de 1521, hubo en México una Inquisición Monástica, donde los frailes inquisidores asumían los poderes episcopales (1522-1532). El Papa había otorgado dichas facultades por medio de las Bulas de 1521 y 1522, conocidas como la Omnimoda, se autorizaba a los prelados para realizar casi todas las funciones episcopales, excepto la ordenación, en ausencia de Obispos o cuando la sede se encontraba a dos días de distancia. Posteriormente fue sustituida por la Inquisición Episcopal (1535-1571).
 La gran extensión de las nuevas tierras y la preocupación de los monarcas por detener la Reforma Protestante, ocasionaron la improvisación de funcionarios y ordenanzas, y en ocasiones la implantación de las leyes españolas en realidades distintas.
 Los primeros tribunales inquisitoriales no tuvieron un gran desempeño en las primeras décadas de la conquista y se puso de manifiesto los peligros de un mal control. Al principio se consideró al indígena igual que al español, responsable de sus actos y con la misma posibilidad de ser sancionado por la Inquisición. Sin embargo los indígenas fueron castigados por practicar la idolatría, la brujería, los sacrificios, etc. El 30 de diciembre de 1571 se consideró que los indígenas dejaban de pertenecer al fuero inquisitorial y sólo dependerían del Obispo en cuanto a la moral y a la fe.
 La Inquisición Mexicana se fundó en 1571 al igual que la de Perú, y ambas dependían de la Secretaría de Aragón, la que a su vez era Precedida por la de Castilla.
 Los códigos aplicados en la Nueva España eran los mismos que se encontraban vigentes en España, y son: Las Constituciones de Torquemada, las del Arzobispo de Granada, las de Diego de Deza, las de Fernando de Valdés. Posteriormente el Cardenal Inquisidor General y Presidente del real Consejo, Don Diego de Espinosa, juzgó pertinente elaborar instrucciones complementarias que se adaptaran a las condiciones particulares de la Colonia.
 Los monarcas no controlaron a los funcionarios y eso ocasionó una libertad de acción y un abuso de autoridad.
 La Inquisición Mexicana funcionó para el 20% de la población, unas 450,000 personas aproximadamente entre españoles metropolitanos, criollos, europeos en general, mestizos, africanos, mulatos y asiáticos, puesto que la única condición para que interviniera el Santo Oficio era que el sujeto fuese cristiano. Durante el siglo XVI la inquisición fue una institución débil que no podía actuar igual que en Europa, poco a poco logró acrecentar su poder e intervenir en la mayoría de los asuntos religiosos.
 Las autoridades civiles y eclesiásticas en la Nueva España combatieron con energía la introducción en los dominios ultramarinos de España, de cualquier tipo de obras que atacaran la fe, la moral o las instituciones. Diversas disposiciones y normas habían sido expedidas en la metrópoli desde fines del siglo XV y principios del XVI, tendientes a regular la impresión y el comercio de los libros y en las cuales se insistía en vigilar con particular cuidado cualquier tentativa de introducir libros prohibidos en las colonias.
 Sin embargo, el interés de conocer obras humanísticas y protestantes llevó a los lectores a ingeniarse para obtener materiales considerados como prohibidos.
 La imprenta en España se desarrolló a finales del siglo XV en regiones como Segovia, Zaragoza, Valencia, Salamanca, Burgos, Valladolid, etc., sin embargo es en Sevilla donde alcanza un gran desarrollo y se constituye en el centro de comercio del libro español. Al principio el Estado no intervino en el control de las publicaciones, pero en 1480 inicia un control de los materiales bibliográficos otorgando permisos para su impresión. Posteriormente en 1502, la censura se establece y se ordena a los libreros, impresores, mercaderes y autores a presentar sus libros ante las autoridades para su revisión, declarando también la existencia de material anterior a la ley, bajo pena de confiscación de bienes y destierro. Se exceptuaban los libros litúrgicos y gramaticales, dicha orden se extendía a las bibliotecas de conventos, universidades y a colecciones particulares. La ley fue modificada por Felipe II en 1558, prohibiéndose también publicar libros de poco interés o contrarios a la religión y las buenas costumbres.
 Después de la Reconquista Española se preocupó por el control ideológico de la población y buscó evitar cualquier influencia nociva a la ortodoxia. La Casa de Contratación de Sevilla (1503-1717) actuaba como agencia aduanal, y tenía dentro de sus funciones la revisión y selección del material que podía ingresar a las colonias. A partir de 1500 por decreto Real, se debía expresar el título y el contenido de cada una, para impedir el paso de las obras prohibidas. En 1559 el examen del libro religioso fue más riguroso para no permitir el contrabando. Fernando de Valdés inquisidor general, promulgó el Catálogus Librorum qui prohibentur que se revisaba periódicamente en Roma y España, y que era una lista de libros prohibidos o un índice. Los libreros debían tener una copia del catálogo para no introducir en las colonias las obras que en él se marcaban.
 El tribunal de la Inquisición dio repetidas instrucciones a los Comisarios que se encontraban en los puertos de mayor actividad comercial con España, para que procedieran a inspeccionar con minuciosidad los libros que llegaban, siguiendo cuidadosamente sus índices a efectos de confiscar aquellos que ahí aparecían registrados. A pesar de tales empeños el libro se introdujo sistemáticamente en América. Así, junto a la evangelización llegó la heterodoxia religiosa o científica. En la Nueva España penetraron biblias protestantes, obras de autores luteranos, escritos de humanistas del Renacimiento, libros de historia clasificados como ortodoxos, libros de caballería, además de obras de medicina y cosmografía.
 La Iglesia utilizó todas las armas que el derecho canónico y la fuerza le daban. El concilio de Trento (1545-1563), limitaba la circulación de los libros "sospechosos o perniciosos" el Concilio Provincial Mexicano (1555), en su capítulo LXXIV insistía sobre el peligro que representaba la imprenta y la difusión de libros considerados dañinos. Para remediar el problema de los libros prohibidos, se pide que no se imprima o publique ninguna obra que no sea revisada por la Inquisición y quien lo hiciera sería excomulgado y pagaría una multa de 50 pesos para obras pías. Se les prohibía a los libreros comprar sin autorización so pena de excomunión y multa de 100 pesos, tampoco podían vender. Pedían a todos los que tenían libros los llevaran para su aprobación so pena de 50 pesos y excomunión, 6 días después de la pronunciación de la constitución. Que no se vendieran libros a los indios porque se ofendía a Dios.
 En el 2º Concilio Provincial (1565) se prohibió que los indios tuvieran biblias y sermonarios. En el 3er. Concilio (1585), el capítulo dedicado a la impresión y elección de libros, se sancionaba con la excomunión a los infractores que imprimieran o comerciaran con libros que antes no hubieran sido examinados. Se prohibe imprimir, circular, comprar, vender, y tener libros si antes no han sido examinados o aprobados por el ordinario.
 El Index Librorum Prohibitorum suministró el más completo catálogo de libros heréticos, de versiones no autorizadas de la Biblia, de libros de ciencia heterodoxos y de obras de adivinaciones, sortilegios y magia.
 El Manual Qualificatorum Sanctae lnquisitionis enumeraba los libros sujetos a expurgación o bien que debían ser quemados. Ambas obras rigieron la censura libresca inquisitorial novohispana hasta principios del siglo XIX y dieron origen desde fines del siglo XVI a multitud de edictos, emitidos por dicho tribunal con el fin de evitar la difusión de los libros heterodoxos que, pese a todo, continuaban en circulación.
 Periódicamente se inspeccionaban bibliotecas y librerías que, casi siempre se realizaban sorpresivamente, sacaban a la luz pública las obras prohibidas que sus poseedores leían, y que para nosotros resultan un adecuado índice para conocer tanto el estado de la cultura en la Nueva España como las diversas características que adoptó la represión libresca a lo largo del siglo XVI.
 Pasaban a la Nueva España obras de Erasmo, biblias heterodoxas 1531, 1532, 1542, 1546, 1549, 1551, etc. Circulaban obras clásicas de Homero, Plutarco, Virgilio, Cicerón, Ovidio, Marco Aurelio, Lucano, Terencio, Petrarca, Camoens, etc., que circulaban con libertad. También se han encontrado obras de los clásicos hispanos, poetas, dramaturgos, novelistas y místicos como Jorge de Manrique, Juan de Mena, Herrera, Garcilazo, Ercilla, Lope de Vega, Francisco de Rojas, Diego de San Pedro, Mateo Alemán, Espinel, Cervantes y los dos Luises de Granada y de León. Libros de caballería prohibidos como Amadis de Gaula, el caballero de Febo, D. Oliveros de Castilla, Palmerín, los dos caballeros Celidón y el Determinado, D. Olivante de Laura, D. Belianis, Roncesualles, Roldán, etc. Obras históricas, geográficas, tratados de ciencia y jurisprudencia, etc.
 A pesar de la vigilancia y control ejercidos por las autoridades civiles y eclesiásticas, existía un intenso contrabando de libros, la técnica seguida era pasarlos en barricas de vino, toneles de fruta seca o en cajas de doble fondo.
 Eran mercancias pagadas a muy buen precio y valía la pena el riesgo.
 El tribunal contaba con funcionarios encargados de la censura de los libros, llamados comisarios (eruditos en la ley canónica), para que examinaran los libros que se importaban a la Colonia. Los comisarios en Veracruz abordaban las naves en San Juan de Ulúa, y mientras se revisaban los pasaportes de los pasajeros y marinos, los comisarios buscaban libros prohibidos en los equipajes.
 Hacían inventario de los libros encontrados y los enviaban a la aduana. Las obras eran examinadas y se regresaban a sus dueños si no aparecían en la lista. Los libros que no se autorizaban se confiscaban y posteriormente se investigaba a sus dueños.
 Los funcionarios de la Inquisición no podían controlar la entrada del material impreso y por tal motivo la Nueva España pudo tener en las colecciones particulares e institucionales gran variedad de obras que nos demuestran el interés de la sociedad novohispana por el conocimiento y la cultura.
 Así, podemos mencionar que durante el siglo XVI, las órdenes religiosas en su labor evangelizadora fundaron Seminarios, Escuelas y Colegios, difundiendo la cultura por las provincias de la Nueva España. Unidos a estos centros de educación aparecieron los Recintos Librarios denominados Librerías (Bibliotecas). Al principio de pequeñas dimensiones, pero que gracias a las frecuentes donaciones enriquecieron sus acervos rápidamente llegando a constituir el depósito cultural de la Colonia. En dichas librerías predominaban las obras religiosas, filosóficas y de autores clásicos, además de textos en lenguas indígenas y crónicas eclesiásticas.
 Cuando en el acervo de las bibliotecas se localizaban libros incluidos en los índices de libros prohibidos o expurgados, se les colocaba en estantes separados, enrejados y con la indicación "son de los prohibidos". A este grupo de libros y estantería se le llamaba "el infierno". Sólo podían ser consultados por el Prior o el Rector del colegio, o por aquellos usuarios que lograban un permiso especial.
 Algunas bibliotecas del siglo XVI fueron: la Biblioteca del Convento de San Francisco, Biblioteca de Tiripitío en Michoacán, Biblioteca del Colegio de San Juan, Biblioteca del Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo, Biblioteca del Colegio de San Ildefonso, Biblioteca del Colegio de San Pablo, Biblioteca del Colegio del Carmen de San Ángel, Biblioteca de la Real y Pontificia Universidad de México, etc. La finalidad de las bibliotecas era complementar la educación de los alumnos de los colegios a los que pertenecían.

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