El Parnaso, llamado también Apolo y las musas, es un cuadro realizado por el pintor francés del Clasicismo Nicolas Poussin. Mide 145 cm. de alto y 197 cm. de ancho, y está pintado al óleo sobre lienzo. Data de los años 1631-1633. Actualmente se exhibe en el Museo del Prado de Madrid, España.
Realizó este cuadro inspirado por el Parnaso de Rafael que pudo ver en la Sala de la Signatura (Stanza della Segnatura). Se cree que procedía de la colección Meyers y en España se le menciona por vez primera en el inventario del palacio de La Granja de San Ildefonso en el año 1746.
Descripción[editar]
Se trata de una escena mitológica. En el monte Parnaso se encuentra el dios Apolo rodeado por las musas, cada una de ellas portando objetos que permiten reconocer a cada una de ellas, y otros tantos poetas. La figura central podría ser Homero, al que la musa Calíope corona de laurel.
Puerto con el desembarque de Cleopatra en Tarso es un cuadro realizado por el pintor francés del Barroco Claudio de Lorena. Mide 117 cm de alto y 147 5 cm (+20) de ancho, y está pintado al óleo sobre lienzo. Fue pintado en 1642 y se encuentra en el Museo del Louvre, en París (nº INV 4716).
Claudio de Lorena fue un pintor francés establecido en Italia. Perteneciente al período del arte Barroco, se enmarca en la corriente denominada clasicismo, dentro del cual destacó en la pintura de paisaje. En su obra reflejó un nuevo concepto en la elaboración del paisaje basándose en referentes clásicos —el denominado «paisaje ideal»—, que evidencia una concepción ideal de la naturaleza y del propio mundo interior del artista. Esta forma de tratar el paisaje le otorga un carácter más elaborado e intelectual y se convierte en el principal objeto de la creación del artista, la plasmación de su concepción del mundo, el intérprete de su poesía, que es evocadora de un espacio ideal, perfecto.1
Este cuadro fue un encargo del cardenal Angelo Giori, uno de los más estrechos colaboradores del papa Urbano VIII. Quizá por ello aparecen en el cuadro las armas de la familia Barberini —el nombre secular del papa Urbano era Maffeo Barberini—. Giori encargó a Claudio ocho obras entre 1638 y 1643.2
En 1683 era propiedad de Luis XIV, quien lo colocó en el palacio de Versalles. En 1785 pasó al museo del Louvre. El lienzo sufrió dos adiciones de 10 cm a derecha e izquierda en 1695. Fue restaurado en 1797.3
Formaba pareja (pendant) con Paisaje con Samuel consagrando a David rey de Israel (1643, museo del Louvre, París).3
Figura en el Liber Veritatis —un cuaderno de dibujos donde Claudio dejaba constancia de todas sus obras para evitar las falsificaciones— con el número 63.3
Descripción[editar]
Este paisaje pertenece al período de madurez del artista. Por entonces Claudio era uno de los más famosos paisajistas de Europa, honrado por soberanos como Urbano VIII y Felipe IV. En los años 1640 recibió la influencia de Rafael —a través de los grabados de Marcantonio Raimondi—, especialmente en las figuras,4 así como de Annibale Carracci y Domenichino, como se denota en sus obras Paisaje con San Jorge y el dragón (1643), Paisaje con Apolo custodiando los rebaños de Admeto y Mercurio robándoselos (1645) y Paisaje con Agar y el ángel (1646).5
El tema representado es el desembarque de Cleopatra en la ciudad cilicia de Tarso para reunirse con Marco Antonio (41 a. C.), el que sería su primer encuentro y marcaría el inicio de una alianza tanto política como personal. Claudio se inspiró probablemente en el Antonio de las Vidas paralelas de Plutarco.3
La escena muestra un puerto al anochecer, uno de los temas favoritos de Claudio. En primer término, en la parte inferior del cuadro, aparece Cleopatra con su séquito tras desembarcar en el puerto, siendo recibida por las autoridades de la ciudad. A la izquierda hay varios barcos, que con sus mástiles y sus velas ocupan toda la altura del costado izquierdo del cuadro. Entre los barcos y el puerto hay varias barcas desembarcando pasajeros. En el lado derecho se ve la fachada de un palacio de estilo renacentista y, en segundo plano, otro palacio, tras el cual se yerguen unos altos árboles. Al fondo hay varios barcos que se difuminan en la luz del atardecer, con el disco solar en la parte central del lienzo. Los elementos arquitectónicos son imaginarios, sin un referente concreto, al contrario que en otras ocasiones en que se perciben edificaciones reales, como en Puesta de sol en un puerto(1639, museo del Louvre, París), donde se puede percibir la Villa Médicis.6
Algunos detalles de la composición fueron tomados de obras anteriores de Claudio, como Paisaje con el embarque en Ostia de Santa Paula Romana (1639, museo del Prado, Madrid) y Puerto con el embarque de Santa Úrsula (1641, The National Gallery, Londres).3
Uno de los elementos más destacados en esta obra es la presencia del sol: una de las características principales en la obra de Lorena es su utilización de la luz, no una luz difusa o artificial como en el naturalismo italiano (Caravaggio) o el realismo francés (La Tour, hermanos Le Nain), sino una luz directa y natural, proveniente del sol, que sitúa en medio de la escena, en amaneceres o atardeceres que iluminan con suavidad todas las partes del cuadro, en ocasiones situando en determinadas zonas intensos contrastes de luces y sombras, o contraluces que inciden sobre determinado elemento para enfatizarlo.7 En numerosas ocasiones utiliza la línea del horizonte como punto de fuga, disponiendo en ese lugar un foco de claridad que atrae al espectador, por cuanto esa luminosidad casi cegadora actúa de elemento focalizador que acerca el fondo al primer plano.8 La luz se difunde desde el fondo del cuadro y, al expandirse, basta por sí sola para crear sensación de profundidad, difuminando los contornos y degradando los colores para crear el espacio del cuadro. Por lo general, Lorrain disponía la composición en planos sucesivos, donde gradualmente se iban difuminando los contornos, hasta perderse en la luminosidad ambiental, produciendo una sensación de distancia casi infinita donde en última instancia se pierde la mirada. Solía introducir el disco solar en marinas, en sus típicas escenas situadas en puertos, que sirven de pretexto para dar acción a la temática figurativa; en cambio, los paisajes situados en el campo tienen una luz más difusa, proveniente de los lados del cuadro, que baña la escena con suavidad, no tan directamente como en los puertos.9
De esta obra se conserva un dibujo preparatorio en la colección del duque de Devonshire, en Chatsworth House, Derbyshire.
Puerto con el embarque de la Reina de Saba es un cuadro realizado al óleo sobre lienzo por el pintor francés Claude Lorrain. Mide 148 cm de alto y 194 cm de ancho. Fechado en 1648, actualmente se encuentra en la National Gallery de Londres.
Esta obra fue realizada para el cardenal Camillo Pamphili, sobrino del papa Inocencio X, pero poco antes de su entrega se produjo el escándalo de su renuncia a los hábitos para casarse con Olimpia Aldobrandini, hecho por el cual tuvo que exiliarse durante cuatro años, por lo que finalmente el cuadro fue vendido al duque de Bouillon, general de la armada pontificia. En la base del cuadro puede leerse: CLAVDE GELE I V FAICT POUR SON ALTESSE LE DUC DE BVILLON A ROMAE 1648.
Descripción[editar]
Especializado en el paisaje, de ambientación frecuentemente religiosa o mitológica, Lorrain tenía una visión idealizada del paisaje, donde el culto a la Antigüedad, la serenidad y placidez de mar y cielo, del sol, de las figuras, reflejan un espíritu evocador, idealizador de un pasado mítico, perdido pero recordado en una ideal perfección. Claude recreó frecuentemente en sus obras un tipo de paisaje lírico, con un gusto por los panoramas amplios, los puertos de mar, el análisis de la luz y los recuerdos de un pasado clásico prestigioso. Una de las características principales en la obra de Lorrain es su utilización de la luz, generalmente natural, proveniente del sol, que sitúa en medio de la escena, a menudo —como este caso— en marinas, en escenas situadas en puertos, que sirven de pretexto para dar una cierta acción a la temática figurativa.
La temática escogida para este cuadro gira en torno a la figura mítica de la Reina de Saba, referida en los libros Reyes y Crónicas de La Biblia, el Corán y en la historia de Etiopía, gobernante del Reino de Saba, un antiguo reino en el que la arqueología presume que estaban localizados los territorios actuales de Etiopía y Yemen. Según el Antiguo Testamento, la reina acude a Israel habiendo oído de la gran sabiduría del rey Salomón, quedando tan impresionada por la sabiduría y las riquezas del sabio rey hebreo que se convirtió al monoteísmo, entonando una alabanza al dios Yahvé.
Lorrain escogió una escena inusual en la iconografía bíblica, la del viaje de la reina de Saba hacia Israel, componiendo un escenario de aire bucólico, bañado en una espléndida luz de amanecer, situando el sol naciente en el centro del cuadro, en el punto de fuga del horizonte, donde inevitablemente se dirige la mirada del espectador. La escena se enmarca en una arquitectura de tipo clásico, con un puerto repleto de barcos y pequeñas barcas de remos, y numerosas figuras humanas con vestimentas que evocan la tradición greco-romana. El artista puso gran cuidado en todos los detalles del cuadro, destacando las imponentes columnas de orden corintio situadas a la izquierda, el galeón a la espera de recibir a la reina, las operaciones de carga en las barcas -según la leyenda, la reina llevó numerosos regalos a Salomón-, figuras como la de la mujer pobre o el muchacho recostado observando la escena, y la reina de Saba bajando las escaleras en dirección a la barca, vestida de rojo y azul y con una corona de oro.
Sobre la composición, Lorrain empleó la técnica del "repoussoir", una forma de pintar por capas que dan sensación de regresión espacial, de profundidad en el horizonte. El contraste entre la claridad del sol y la oscuridad de las arquitecturas circundantes provocan igualmente un efecto de profundidad del cielo, de perspectiva en fuga. La maestría del artista en matizar los tonos de color consigue de forma magistral esta sensación de profundidad, al ir graduando los colores hacia tonos más fríos conforme se alejan en el espacio. Los colores del alba, conseguidos con distintas gradaciones de amarillo ocre y blanco de titanio, denotan cotas de gran perfección en la plasmación pictórica de la luz, como pocos artistas más del barroco consiguieron hacer, equiparable a la obra de grandes maestros como Velázquez y Vermeer. También es de destacar el cromatismo del mar, en combinaciones de azul índigo y amarillo ocre que proporciona unos tonos verdosos que parecen captar a la perfección el reflejo de la luz sobre la superficie del agua.
Este cuadro formaba pareja (pendant) con Paisaje con la boda de Isaac y Rebeca (1648, National Gallery, Londres).
Sobre este cuadro existe una anécdota famosa relativa al pintor inglés Joseph Mallord William Turner: el artista donó su cuadro Dido construye Cartago, o el auge del reino cartaginés (1815), de similar composición a las típicas de Lorrain, a la National Gallery con la condición de que fuera colgado junto al Puerto con el embarque de la Reina de Saba de Lorrain.
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