LUDOVICO PÍO | SIGUIENTE |
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Revisemos el estado del mundo civilizado tras la muerte de Carlomagno:
La China de los Tang trataba de recuperarse de la crisis de finales del siglo precedente. Su influencia sobre Japón aumentó. La nobleza estaba ganando el apoyo popular frente a los funcionarios del estado, que mantenían un agobiante sistema de impuestos. Muchos nobles apoyaron el budismo, que desarrolló variedades más cercanas a las gentes sencillas, por contraposición a las doctrinas elitistas que se enseñaban en las escuelas de las grandes ciudades.
La religión islámica estaba empezando a infiltrarse en el Imperio Turco. En Bagdad se había impuesto finalmente el califa al-Mamún frente a su hermano al-Amín. Era un hombre de gran cultura y estaba totalmente bajo la influencia persa. Bajo su reinado el califato experimentó un gran avance cultural. La literatura árabe entró en su periodo clásico y proliferaron los poetas.
En Kufa vivió un alquimista llamado Yabir. Enseñaba la transmutación de los metales, pero negaba la influencia de los astros sobre su creación. Parece ser que descubrió el ácido sulfúrico, el ácido nítrico y el agua regia. Creó carbonato de plomo y separó el arsénico y el antimonio de sus sulfuros. Describió la fabricación del acero, el tinte de telas y cueros y la destilación del vinagre para obtener ácido acético.Su Summa perfectionis constituye el tratado de química más antiguo que se conoce.
En Bagdad vivió el matemático al-Jwarizmi, que escribió el Libro de la reducción (Kitab al-yabr), del que procede la palabra álgebra. En él se consignan, en efecto, las primeras reglas del cálculo algebraico y se desarrolla completamente la teoría sobre las ecuaciones de segundo grado. También contiene diversas demostraciones geométricas. Otra de sus obras, cuyo original árabe se ha perdido, es De numero indorum, en la que se describe el sistema de numeración usado por los indios y que es el que usamos actualmente con el nombre de numeración arábiga. Del nombre de al-Jwarizmi proceden también las palabras guarismo y algoritmo.
Los vikingos, después de varios tanteos sobre las costas inglesas, habían decidido que las costas del norte eran más vulnerables, y concentraban sus ataques sobre los pictos, los escotos y los celtas de Irlanda.
El reino de Asturias se reafirmaba cada vez con más vehemencia sobre el emirato de Córdoba. Durante el reinado de Alfonso II se descubrió una tumba en la localidad gallega de Compostela y a nadie le cupo duda de que se trataba de la tumba del apóstol Santiago, el que había evangelizado España según Beato de Liébana y que fue ejecutado en Judea por Herodes Agripa. No se sabe a ciencia cierta quién está enterrado allí, pero una teoría más verosímil es que se trata del obispo Prisciliano. En 816 el ejército de Alfonso II se enfrentó con el apoyo de los vascos a un gran ejército moro.
En el Tíbet subió al trono el que sería el último de los reyes guerreros, un budista llamado Ralpa-chan.
Mientras tanto murió el papa san León III y fue sucedido por Esteban IV. Como ya era habitual, el nuevo pontífice temía por su seguridad frente a la aristocracia romana y se apresuró a buscar la protección del monarca franco. Juró fidelidad al emperador e instó al pueblo romano a hacer lo mismo. Luego propuso a Luis visitarle en cualquier lugar que él designase. La astuta política de Carlomagno había dado sus frutos, la monarquía franca había ganado el pulso al papado y ahora el papa estaba dispuesto a arrojarse a los pies del emperador suplicando su protección. Pero Luis no era Carlomagno. Recibió a Esteban IV en Reims, y tan pronto como lo tuvo ante sí fue él quien se postró a los pies del papa y le pidió que lo coronase emperador. Luis ya se había coronado emperador a sí mismo ante su padre tres años antes, sin la intervención del papa, y la coronación había sido aceptada por todo el mundo, hasta por el papa. Ya había sido establecido que el papa no era necesario para investir a un monarca con la dignidad imperial, y ahora Luis lo había echado todo a perder. Carlomagno debió de revolverse en su tumba. Necedades como esta le valieron al ingenuo emperador el apelativo de Luis el Piadoso, Ludwig der Frommeo Ludouicus Pius. Por ello es más conocido en la historia por la versión latina de su nombre: Ludovico Pío. Ludovico llevó a gala tal sobrenombre, pero era menos admirable de lo que hoy podría parecer. Para los nobles francos, esa "piedad" era signo de debilidad y afeminamiento, por lo que despreciaron y ridiculizaron a su "emperador". Por su parte, el clero supo bien cómo aprovechar la piedad de Ludovico.
La nueva coronación se celebró en Reims y el papa recobró para siempre la potestad de coronar (y, eventualmente, destituir) emperadores. Al contrario que su padre, Ludovico Pío ya no volvió a llevar el título de "Rey de los francos y los lombardos", sino que se hizo llamar solamente emperador. Con Ludovico Pío el Imperio Romano se hizo un poco más real que con Carlomagno.
En Al-Ándalus, el emir al-Hakam no acababa de superar las dificultades. La inseguridad en que se movía le llevó a crearse una guardia de corps formada por soldados extranjeros conocidos como los mudos,porque no conocían las lenguas locales. Se trataba de un recurso habitual en este tipo de situaciones, pues la falta de comunicación hace que la guardia no se relacione con la población nativa, sino que, más bien al contrario, se establece una relación mutua de rechazo, con lo que es muy improbable que la guardia traicione al gobernante en defensa de otros intereses. Hacía ya un tiempo que los alfaquíes (teólogos islámicos) soliviantaban a la población contra el emir denunciando la prepotencia de los mudos y la falta de piedad de al-Hakam y sus cortesanos. Recordaban sin duda la "jornada del foso" y así en 817lograron que estallara la que se llamó Rebelión del Arrabal, en la que el emir se vio acosado en palacio y logró salvar la vida gracias a su sangre fría. Como represalia ordenó decapitar a un gran número de alfaquíes y a los sublevados que sobrevivieron se los exilió. Unos 15.000 hombres partieron por mar conducidos por Abú Hafs, cruzaron el Mediterráneo y se apoderaron de Alejandría, ciudad que usaron como base para dedicarse a la piratería por el Mediterráneo oriental.
El emperador bizantino León V derrotó al kan búlgaro Omurtag en una violenta batalla. Desde entonces los búlgaros abandonaron toda pretensión sobre Constantinopla y se volcaron hacia el noroeste, formando un gran imperio entre el Imperio Franco y el Imperio Bizantino.
Mientras tanto murió el papa Esteban IV y fue sucedido por Pascual I, que no tuvo dificultades en obtener de Ludovico Pío el reconocimiento del derecho absoluto del papa sobre los Estados Pontificios. Carlomagno seguía aporreando su lápida.
Ludovico Pío tenía tres hijos: Lotario, Pipino y Luis. El emperador quiso dejar acordada la sucesión, por lo que convocó una reunión de la nobleza en la que se acordó que Lotario, el mayor de los hermanos, fuera proclamado emperador y sucesor de Ludovico Pío, mientras que Pipino y Luis fueron nombrados reyes de dos territorios situados en los extremos opuestos del Imperio: Pipino se convirtió en rey de Aquitania y Luis en rey de Baviera. Quedó acordado que ambos reyes estarían sometidos a la autoridad del emperador. Los tres hermanos aceptaron de buen grado el reparto. Quien no lo aceptó fue Bernardo, el sobrino de Ludovico Pío que había heredado de su padre el trono de Italia. Decidió sublevarse, pero fue capturado en 818 y condenado a muerte. Por clemencia se decidió conmutar la pena por la de sacarle los ojos, pero murió a consecuencia de la "operación". Ese año murió también Ermengarda, la esposa de Ludovico Pío, el cual se casó a los cuatro meses con una joven princesa bávara llamada Judit.
En 820 Ludovico Pío destituyó a Bera, el conde de Barcelona, y en su lugar puso a Rampón, el conde de Gerona, con lo que ambos condados quedaron unidos durante algún tiempo. Además el condado de Ausona había sido absorbido por el de Barcelona.
Por otra parte, el conde de Aragón, Aznar Galindo I, tenía dos hijos, llamados Céntulo y Galindo, y una hija, Matrona. Ésta se casó con García el Malo, llamado así porque mató a Céntulo, repudió a Matrona, contrajo segundas nupcias con una hija del noble Íñigo Íñiguez y, con las tropas que le proporcionó su suegro, expulsó a Aznar Galindo I y se erigió en conde de Aragón. (Según la tradición, la causa de todo esto fue que Céntulo y Galindo habían gastado a su cuñado la broma de encerrarlo en un pajar el día de San Juan.) Aznar Galindo I marchó a Aquisgrán, y Ludovico Pío lo puso al frente de los condados de Urgel y Cerdaña, encomendándole la misión de repoblarlos.
El emperador bizantino León V tenía un amigo, antiguo compañero de armas, llamado Miguel. Desde que empezó a defender la iconoclastia los monjes no dejaron de urdir conspiraciones, por lo que León V terminó sospechando (probablemente con razón) que Miguel ya no era de fiar, así que lo acusó de traición, lo hizo apresar y ordenó su ejecución. Un argumento en favor de que las sospechas del emperador estaban fundadas es que inmediatamente, el día de Navidad, mientras León V dirigía el canto en los servicios de la capilla de palacio, un grupo de conspiradores se lanzó sobre él. León V trató de defenderse levantando una pesada cruz, pero los atacantes eran muchos y lograron asesinarlo. Miguel fue sacado de su celda y proclamado emperador, con lo que pasó a ser Miguel II, también conocido como Miguel el Tartamudo. Para consolidar su posición hizo salir de un monasterio a Efrosina, hija de Constantino VI, y se casó con ella. Miguel II firmó una alianza con los búlgaros, para los cuales la principal amenaza eran los francos, que iban extendiendo lentamente sus fronteras hacia el este.
Tras la muerte del rey picto Constantino Mac Fergus, parece que destacó un caudillo escoto llamado Alpin, aunque no se sabe prácticamente nada de su reinado y hasta qué punto tenía influencia sobre los pictos.
Al-Mamún encargó el gobierno de Jurasán (la región situada al sur del mar Caspio, en el actual Irán) al general Tahir ibn Husayn, quien desde el final de la guerra civil había sido gobernador de Siria y de la Alta Mesopotamia. En este destino más alejado, Tahir logró una gran autonomía, hasta que al año siguiente, en 821, Jurasán fue declarado Estado independiente vasallo del Califato de Bagdad. Tahir inició así la dinastía de los Tahiríes, con capital en Nishapur.
En 822 murió el emir Hakam I de Al-Ándalus y fue sucedido por su hijo de treinta años Abd al-Rahmán II. Ordenó una ampliación de la mezquita de Córdoba, fue un gran protector de las artes y las letras, pero durante su reinado continuó la inestabilidad política y social que caracterizó el reinado de su padre. Una de las regiones más inestables fue Murcia, la que había sido el reino de Teodomiro, que por esta época ya había sido anexionado al Emirato.
La nulidad política de Ludovico Pío hizo que los antiguos ministros de Carlomagno se pusieran en su contra, por lo que muchos de ellos fueron desterrados poco después de la sucesión. Así mismo, Ludovico Pío había encerrado en un convento a sus hermanas y sobrinas, pero éstas recibieron el apoyo de los obispos y lograron que el emperador protagonizara un humillante acto de penitencia en el que se retractó de sus decisiones. Los desórdenes provocados en Italia por la rebelión y la ejecución de Bernardo todavía no habían cesado, y Lotario inició una larga campaña para apaciguar el territorio.
En 823 el papa Pascual I coronó emperador en Reims al que pasó a ser definitivamente Lotario I. Ese mismo año Ludovico Pío tuvo un hijo con Judit, que recibió el nombre de Carlos en honor a su abuelo.
El rey Egberto de Wessex dominaba ya todos los reinos sajones, y ahora Anglia Oriental le pidió ayuda en la guerra que sostenía contra Mercia. En 823 Egberto derrotó al ejército de Mercia.
En 824 murió el papa san Pascual I, y fue sucedido por Eugenio II, cuya elección fue obra de la nobleza franca. Firmó con Ludovico Pío la Constitutio Romana, que establecía el protectorado franco en Roma, otorgaba gran poder el emperador e incluso reconocía que el papa y sus súbditos le jurarían fidelidad.
El hijo de Íñigo Jiménez, llamado Íñigo Arista, se negó a aceptar la soberanía franca y se erigió en (el primer) rey de Pamplona. (Arista viene del vasco Aritza, y significa "roble".) Ludovico Pío envió una expedición contra él al frente de la cual estaban los condes Eblo y Aznar. Por su parte, Íñigo Arista contó con el apoyo de su hermanastro por parte de madre, Musá ibn Musá, hijo de Musá ibn Fortún y que se había casado con Assona, hija de Íñigo. A ellos se unió a su vez el conde de Aragón, García el Malo, y entre todos rechazaron a los francos.
En 825 Egberto dominaba casi toda Mercia.
Lotario I dio por concluida su labor en Italia y Ludovico Pío lo asoció al gobierno, es decir, hizo que pasara a ejercer de coemperador.
El rey Alfonso II de Asturias derrotó a dos ejércitos moros que penetraron en Galicia.
El rey danés Hemming había muerto y los hijos de su predecesor, Godofredo, disputaban el trono a Harald I, quien pidió ayuda a Ludovico Pío. Éste exigió como condición que se convirtiera al cristianismo, y en 826 Harald I fue bautizado junto con su familia y sus soldados. Antes de que acabara el año estaba firmemente consolidado como rey de Dinamarca y allí recibió a Anscario, un monje benedictino de veinticinco años que inició la evangelización de los daneses.
Ese año murió el conde Rampón y Ludovico Pío nombró conde de Barcelona-Gerona al duque de Septimania, Bernardo, hijo de san Guillermo, el conde de Tolosa. Al poco tiempo se produjo una rebelión, porque la población nativa no estaba contenta con la intervención franca en la Marca Hispánica. Los sublevados, capitaneados por Aissó, contaron con un ejército moro que en 827 asedió sin éxito las ciudades de Barcelona y Gerona. Luego se dedicaron al saqueo por la región, que terminó prácticamente despoblada. Ludovico Pío recompensó a Bernardo asignándole numerosos condados de Septimania. Por su parte, el hermano de Bernardo, llamado Gaucelmo, era conde de Rosellón y de Ampurias, por lo que todos estos condados formaron un núcleo político muy sólido.
Ese mismo año se convirtió en emperador de China Wenzong. Durante su reinado proliferaron las empresas ilegales, el contrabando y la piratería.
Tras la muerte de Eugenio II, fue elegido papa Valentín, pero murió a los cuarenta días, tras lo cual fue elegido Gregorio IV. Él fue quien introdujo la fiesta de Todos los Santos en el calendario romano.
También murió el dux veneciano Agnello, y fue sucedido por su hijo Giustiniano.
El gobernador abasí de Egipto ofreció un buen soborno a Abú Hafs, el cual comprendió al punto que unos valerosos musulmanes como eran sus hombres no debían causar disturbios en territorio musulmán, sino en territorio bizantino, así que partió con ellos y se apoderó de la isla de Creta, donde fundó un emirato independiente. Erigió una nueva capital llamada Chandax, y con el tiempo toda la isla fue conocida con la versión italiana de este nombre: Candia.
Al mismo tiempo que Bizancio perdía Creta, el comandante naval que tenía a cargo Sicilia decidió sublevarse. Se llamaba Eufemio, y decidió pedir ayuda a los musulmanes Aglabíes, los cuales enviaron una flota que pronto empezó a luchar por su cuenta. En 828 Eufemio murió en una emboscada, pero los aglabíes no se retiraron, sino que continuaron combatiendo en la isla contra el ejército bizantino.
Ese año un barco mercante veneciano llevó a su capital desde Egipto nada menos que los restos del evangelista san Marcos, que fueron depositados en la capilla ducal. Es difícil saber quién tuvo la idea, pero sin duda el dux Giustiniano comprendió que podía dotar a Venecia de un prestigio religioso inmenso, tal vez sólo superado por Roma. Desde entonces, el león alado, símbolo de san Marcos, surcaría el Mediterráneo oriental.
En 829 Egberto de Wessex dominaba los reinos sajones y el reino de Mercia salvo una región al norte, había obtenido la sumisión nominal de Northumbria y era aliado de Anglia Oriental. En definitiva, Wessex estaba ahora a la cabeza de la heptarquía. El monje Anscario hizo un viaje de un año al territorio que actualmente es Suecia, donde continuó su labor misionera. Los nórdicos transformaron su nombre en Óscar.
Ese mismo año murió el emperador Miguel II, y fue sucedido por su hijo Teófilo.
Judit, la segunda esposa de Ludovico Pío, llevaba años insistiendo a su marido para que modificara el acuerdo de sucesión de modo que su hijo Carlos tuviera también una parte equiparable a la de sus tres hermanastros. Finalmente logró convencerlo y el emperador convocó una nueva reunión de la nobleza en la que se nombró a Carlos rey de Neustria, decisión que contó con la firme oposición de los tres hermanos, Lotario, Luis y Pipino. Éstos pronto recibieron el apoyo de diversos nobles, principalmente los de las familias de sus respectivas esposas, que se prestaron a apoyar a los "legítimos herederos" a conservar toda su herencia frente al hermanastro advenedizo confiando, por supuesto, en que tal apoyo redundaría a la larga en beneficio propio. En 830 los tres hermanos contaban con un poderoso ejército con el que enfrentarse a su padre. Ludovico Pío fue capturado junto con su esposa y su hijo menor, y fueron enviados a monasterios distintos. Al parecer los tres hermanos confiaban en que su padre, como consecuencia del disgusto, optaría por hacerse monje y renunciaría al trono. En tal caso sería fácil privar a Judit y a Carlos de todo derecho a la sucesión. La emperatriz Judit fue acusada de adulterio con Bernardo, el duque de Septimania, que tuvo que huir de la corte y refugiarse en sus posesiones. Probablemente, la acusación fue un intento de desanimar a Ludovico Pío, porque Bernardo se convirtió pronto en consejero de Pipino.
El califa al-Mamún hizo construir en Bagdad una "Casa de la sabiduría" en la que reunió a sabios de todo el mundo. Allí se tradujeron al árabe y se estudiaron las obras científicas y filosóficas de los autores clásicos griegos. Los principales traductores fueron cristianos nestorianos. También se construyó un observatorio para el estudio de la astronomía.
Irlanda sufrió la primera gran ofensiva vikinga.
En 831 los musulmanes lograron apoderarse de Palermo pese a los esfuerzos bizantinos por defenderla, y convirtieron la ciudad en una base para dedicarse a la piratería. Los piratas moros eran conocidos como sarracenos.
Los sectores leales a Ludovico Pío (el clero, sobre todo, y una parte del ejército que consideraba significativo que el emperador fuera hijo de Carlomagno) lograron llevarlo a Austrasia, donde se convocó una reunión de la nobleza en Nimega (en la actual Holanda) y allí se confirmó el acuerdo de otorgar un reino a Carlos. Además Ludovico Pío quitó sus posesiones al duque Bernardo de Septimania y se las otorgó a Berenguer, el conde de Tolosa.
El monje Anscario, evangelizador de los daneses, se convirtió en el primer arzobispo de Hamburgo, ciudad fundada por Carlomagno unos años antes.
El kan búlgaro Omurtag murió y fue sucedido por Malamir, bajo cuyo reinado el Imperio Búlgaro continuó fortaleciéndose y extendiéndose hacia el oeste.
El emperador Teófilo resultó ser un acérrimo defensor de la iconoclastia. En 832 promulgó un edicto que declaró ilegal el culto a los iconos y nuevamente intentó simplificar el culto bizantino.
Los musulmanes sunníes habían desarrollado la "teoría" de que el Corán era eterno e increado: existía desde el principio de los tiempos y le había sido revelado a Mahoma palabra por palabra. Frente a esta opinión, los mutazilíes afirmaban que el Corán estaba escrito en árabe y era obra del hombre. Como tal, podía tener imperfecciones, ambigüedades o anacronismos y estaba sujeto a la crítica reverente. Además los mutazilíes sostenían que la razón permite llegar al conocimiento de Dios, por lo que el hombre no debe aceptar ciega y fanáticamente lo que se le presente como voluntad divina. En 833 el califa al-Mamún, que era un hombre ilustrado, convirtió al mutazilismo en la religión oficial, e incluso hizo ejecutar a algunos fundamentalistas radicales. Sin embargo, murió ese mismo año y, bajo su sucesor, su hermano al-Mutasim, el mutazilismo no tardó en perder prestigio, hasta que la doctrina de la naturaleza eterna e increada del Corán pasó a formar parte de la ortodoxia sunní.
Al igual que había hecho el emir al-Hakam en Al-Ándalus, al-Mutasim se rodeó de una guardia de corps bárbara. Concretamente, eligió mercenarios turcos y, aun así, no se sintió seguro en la enorme y turbulenta Bagdad, así que se retiró a Samarra, situada también sobre el Tigris, unos cien kilómetros río arriba. Para evitar disturbios, estableció que Samarra sería la ciudad de residencia del califa, mientras que la capital del Califato seguiría siendo Bagdad. En Samarra, al-Mutasim llevó una vida desentendida de la política, entregado a los placeres y delegando su autoridad en sus ministros.
En la India murió el rey Prathiara Nagabhatta II. Fue sucedido por Rambhadra, un monarca incapaz que hizo declinar su reino, en beneficio del vecino rey bengalí Devpala.
Las relaciones de Ludovico Pío y sus hijos eran tensas desde el intento de éstos de derrocar a su padre. En un momento dado, el emperador se enfadó con Pipino y decidió desheredarlo, así que añadió Aquitania al reino de Carlos. Una consecuencia indirecta de esta decisión fue que los condados francos de Pallars y Ribagorza en la Marca Hispánica dejaron de depender del conde de Tolosa para ser anexionados a los dominios de Aznar Galindo I, el que había sido conde de Aragón y que ahora era conde de Urgel y Cerdaña.
La reacción de los hijos de Ludovico Pío no se hizo esperar. Se rebelaron nuevamente y esta vez el clero no se alineó con el emperador tan claramente como en la ocasión anterior. Al clero le preocupaba que los arrebatos de Ludovico Pío acabaran desintegrando el Imperio Franco, lo que dejaría indefenso al papado y a la Iglesia Occidental en general. Lotario se encontraba en Italia y aprovechó la reprobación del clero franco hacia el emperador para tratar de convencer al papa Gregorio IV para que instase a abdicar a Ludovico Pío. El papa, que no se atrevió a ir tan lejos, trató de mediar en el conflicto, pero no consiguió nada. Lotario formó un ejército con el que se dispuso a unirse a sus hermanos, pero decidió entrar antes en Roma con fuerzas suficientes para que Gregorio IV no considerara oportuno rechazar su invitación de unirse a la expedición.
Su ejército se encontró con el de su padre cerca de Colmar (en la actual Alsacia). Los soldados de Ludovico Pío se horrorizaron al comprobar que frente a ellos estaba el mismo papa. Temiendo por la salvación de sus almas, se negaron a combatir y el emperador fue capturado sin lucha. Para la mentalidad feudal, la traición que las tropas de Ludovico Pío habían hecho a su señor era un crimen terrible, y el lugar donde no se celebró la batalla fue conocido desde entonces como el Campo de las Mentiras.
Ludovico Pío fue retenido más firmemente que en la ocasión anterior. Se le acusó de una larga lista de crímenes, se le obligó a confesar sus faltas en un humillante ritual de penitencia y se le forzó a renunciar al trono. También intentaron hacerle monje (lo que le incapacitaría definitivamente para reinar), pero en esto no transigió. Tal vez esperaba que sucediera lo que en efecto sucedió: los tres hermanos intentaron repartirse el Imperio según el acuerdo original de 817, pero no lograron ponerse de acuerdo. Lotario reclamaba el vasallaje de sus hermanos, según lo dispuesto entonces, pero éstos acababan de luchar junto a él en términos de igualdad y no veían por qué tenían que quedar en segundo plano cuando habían contribuido por igual. Estalló una nueva guerra civil y ahora el clero, que había dado la espalda a Ludovico Pío en aras de la estabilidad del Imperio, vio que ello no había servido de nada y le devolvieron su apoyo. Ludovico Pío fue absuelto de todas las acusaciones y un grupo de obispos lo coronó emperador nuevamente. Pipino y Luis también apoyaron a su padre en contra de Lotario. En 834 Ludovico Pío volvió a Aquisgrán y allí se le unieron su esposa y su hijo Carlos. Lotario tuvo que retirarse a Italia, al igual que Pipino y Luis regresaron a sus dominios. Todos ellos fueron perdonados por su padre. En los años siguientes hubo continuas negociaciones y cambios sobre los territorios que corresponderían a cada hermano sin que ninguna solución resultara satisfactoria para todos, pero al menos no hubo guerras.
Ludovico Pío transfirió los condados de Ampurias y Rosellón, que estaban en manos de Gaucelmo, el hermano de Bernardo, el duque de Septimania caído en desgracia, al conde Suñer I, hijo del conde de Carcasona.
En Toledo se produjo una insurrección por cuestiones sociales y la ciudad permaneció en la anarquía durante varios años sin que Abd al-Rahmán II lograra controlarla.
En 835 murió el conde de Tolosa y para entonces Bernardo había logrado congraciarse con Ludovico Pío, el cual le devolvió sus posesiones.
ALFREDO EL GRANDE | SIGUIENTE |
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En 870 el rey Rotislav de Moravia fue derrotado por Svatopluk, que se convirtió en el nuevo rey y extendió considerablemente sus fronteras.
Los ejércitos daneses habían conquistado ya casi toda Inglaterra. Sólo resistía la parte septentrional de Northumbria, la parte occidental de Mercia y, sobre todo, Wessex, que seguía intacto. En 871 los daneses llegaron al Támesis, donde se encontraron con el ejército dirigido por el rey Ethelred y su hermano Alfredo (el que había acompañado a su padre Ethelwulf en su viaje a Roma). Una vez más, el ejército de Wessex derrotó a los nórdicos (aunque más tarde se dijo que Ethelred y Alfredo no habían participado igualmente en la batalla: Alfredo había dirigido el ataque mientras Ethelred asistía a una misa). No obstante, la victoria no fue decisiva. Los daneses recibieron refuerzos y un par de semanas más tarde estaban preparados para otro encuentro. Esta vez los hombres de Wessex se vieron obligados a retirarse y Ethelred cayó mortalmente herido. El rey tenía dos hijos pequeños, pero los tiempos que corrían no eran para nombrar rey a un niño estando ahí Alfredo, que era un guerrero consumado. Así Alfredo fue elegido rey de Wessex con veintitrés años de edad. Los daneses aprovecharon la confusión que sigue siempre a una sucesión para invadir el país, y derrotaron a Alfredo en Wilton, a unos cuarenta kilómetros de Winchester, la capital sajona. Pero Alfredo pudo retirarse a tiempo y conservar su ejército esencialmente intacto. De todos modos, Alfredo sabía que necesitaba tiempo para reorganizarse, así que ofreció dinero a los daneses a cambio de una tregua. Los daneses juzgaron conveniente aceptar y dedicarse a sofocar la última resistencia de Mercia y Northumbria para poder luego dedicarse plenamente a Wessex.
El emperador Luis II dirigió finalmente la expedición contra los sarracenos que había estado preparando con la ayuda de los bizantinos, y logró tomar la ciudad de Bari, que los piratas habían tomado a Constantinopla ya hacía varias décadas. Los bizantinos se apresuraron a tomar de nuevo el control de la ciudad con lo que, en realidad, Luis II no obtuvo ningún provecho directo. Luego intentó someter al ducado de Benevento, pero no tuvo éxito. Incluso llegó a ser capturado y estuvo retenido durante algún tiempo como rehén.
En Al-Ándalus, Mutarrif ibn Musá, hermano de Musá ibn Musá, se alzó contra el emir de Córdoba y tomó Tudela. Pronto fue capturado y asesinado junto con sus tres hijos, pero entonces sus hermanos Ismaíl y Fortún se aliaron con Alfonso III de Asturias y se adueñaron nuevamente del valle del Ebro.
En 872 murió el papa Adriano II y fue sucedido por Juan VIII, quien demostró tener una gran energía al dirigir él mismo una campaña contra un desembarco sarraceno.
Tras la muerte del conde Bernardo de Tolosa, Carlos el Calvo adjudicó el condado a su rival, el marqués de Gotia Bernardo Plantevelue. Los condados de Pallars y Ribagorza se independizaron entonces del de Tolosa.
Por esta época un caudillo vikingo llamado Harald Harfager (el de la bella cabellera) logró una gran victoria naval sobre sus enemigos, los Jarls, y logró expulsarlos de su territorio. A partir de este momento inició un proceso de unificación política que le llevó a dominar la mayor parte de la costa escandinava. Estableció un sistema de impuestos y se convirtió así en Harald I, el primer rey de Noruega.
Los muchos noruegos forzados al exilio por Harald I siguieron suertes diversas. Algunos se refugiaron en las islas próximas, pero Harald I los persiguió en varias expediciones a las islas Shetlands, las Orcadas y las Hébridas; otros se incorporaron a las expediciones vikingas que asolaban Escocia, mientras que otros llegaron aún más lejos: en 874, un noruego llamado Ingolfur Arnarson llegó hasta la isla que llamó Islandia (tierra de hielo). Es posible que la isla hubiera recibido algunas visitas anteriores, probablemente de monjes irlandeses que huían de las primeras incursiones vikingas, pero lo cierto es que Islandia estaba deshabitada desde hacía más de setenta años. Los noruegos se convirtieron en sus primeros pobladores estables al fundar la ciudad de Reykjavik.
Ese mismo año murió el undécimo imán chiita y dejó como sucesor a un niño de cinco años, llamado Muhammad al-Mahdí. Al parecer, el tiempo había hecho ver a los chiitas que tener un imán desaparecido como el de los ismailíes era más conveniente que tener uno sometido a las miserias humanas, así que aprovecharon la ocasión para hacer "desaparecer misteriosamente" a la criatura, según la versión oficial, y desde entonces su religión adoptó también el carácter mesiánico que tenía la versión ismailí. No obstante siguieron caminos separados: por una parte estaban los chiitas septimanos y por otra los duodecimanos, según el número de imanes que reconocían antes de la "ocultación".
Los moravos fueron obligados a reconocer la dominación franca.
Mientras tanto los daneses acabaron la conquista de Mercia, con lo que ya dominaban toda Inglaterra a excepción de Wessex, contra el cual volvían ahora su mirada. La tregua que habían pactado años antes con el rey Alfredo podía darse por acabada. Pero Alfredo no había perdido el tiempo en esos años. Comprendió que lo que hacía fuertes a los daneses era su dominio del mar, y que para hacerles frente en igualdad de condiciones era necesaria una flota. Buscó la ayuda de piratas frisios, que dirigieron la construcción de barcos y se ofrecieron a tripularlos. En 875 la flota de Alfredo derrotó a los sorprendidos daneses.
En China la dinastía Tang no lograba reconstruir el poder estatal. Un grupo de campesinos insurrectos, organizados por Wang Xianzhi y Huang Chao, recorrían el país saqueándolo.
La zona más oriental del Califato Abasí reclamó también su independencia bajo su gobernador Samán Judat, un mazdeísta que se había convertido años antes al Islam. Ahora la autoridad del Califato sólo se extendía sobre Arabia, Mesopotamia y poco más.
El emir de Córdoba, Muhammad I, sustituyó a los viejos y expertos recaudadores de impuestos por otros más jóvenes que no tardaron en herir los sentimientos de los muladíes. Mérida se rebeló bajo Abd al-Rahmán ibn Marwán, a la vez que Umar ibn Hafsún extendía la rebeldía por la zona sur. Mientras, los banú Qasí seguían resistiendo en el valle del Ebro. Abd al-Rahmán ibn Marwán capturó a Hasim ibn Abd al-Aziz, ministro de Muhammad I, y lo entregó al rey Alfonso III de Asturias como muestra de buena voluntad. Muhammad I envió a León sus tropas fronterizas de Toledo y Guadalajara, al tiempo que un ejército mayor partía de Córdoba para reunirse con las otras fuerzas. Alfonso III atacó por sorpresa a las primeras hasta aniquilarlas, tras lo cual se dispuso a defender León. Cuando el ejército cordobés se enteró de lo sucedido trató de retroceder, pero también fue alcanzado y derrotado. El emir se vio obligado a pagar un rescate en oro por Hasim ibn Abd al-Aziz, el cual, de regreso en Córdoba, aconsejó a Muhammad I que pactara una tregua por tres años con Alfonso III. Era la primera vez que el emirato de Córdoba pedía una paz al reino de Asturias. El rey asturiano pasó a ser conocido como Alfonso III el Magno.
Ese mismo año murió el emperador Luis II, sin más descendencia que una hija llamada Ermengarda, que legalmente no podía heredar nada. Técnicamente, el heredero natural era Luis el Germánico, pues era el mayor de los hijos de Ludovico Pío, pero la pugna entre emperadores y papas sobre quién tenía autoridad para nombrar a quién había sido ganada por los papas (gracias a Ludovico Pío). Así pues, la decisión última correspondía a Juan VIII. Sin embargo, una cosa era quién debía decidir y otra quién podía hacerlo. Carlos el Calvo se apresuró a tomar Provenza y desde allí avanzó hasta Roma con un ejército. Hizo saber a Juan VIII que, además de sus soldados, llevaba consigo una suma considerable de dinero, así que el papa decidió invitarlo a entrar en Roma. Luis el Germánico perdió así la oportunidad de recibir el título imperial y, lo más importante, los territorios de Luis II. Tal vez perdió la ventaja porque dio por hecho que iba a ser elegido por el papa sin más discusión, o bien porque las constantes rebeliones de sus hijos le impidieron dirigirse a Italia como había hecho su hermanastro. El caso es que Juan VIII coronó emperador a Carlos el Calvo el día de Navidad, justo setenta y cinco años después de la coronación de Carlomagno.
Por otra parte, Carlomán, el hijo mayor de Luis el Germánico trató de presionar a Juan VIII para que lo nombrara rey de Italia, y empezó a intrigar con la ayuda de Engelberga, la viuda del emperador Luis II, pero Juan VIII se apresuró en coronar como rey de Italia al emperador Carlos el Calvo. Éste dejó Italia al cuidado de su cuñado Bosón, al que nombró duque de Borgoña.
En cuanto a Luis el Germánico, que hubiera perdido la iniciativa no significaba que tuviera que perderlo todo: preparó la guerra, pero murió seis meses después, en 876. Carlos aprovechó la ocasión para apoderarse de la parte de Lorena que había tenido que cederle años atrás, pero Luis el Joven reaccionó rápidamente y se enfrentó a Carlos el Calvo en Andernach, en el Rin medio, donde obtuvo una victoria. El reino de Luis el Germánico se dividió entre sus tres hijos: Carlomán se convirtió en rey de Baviera, Luis el Joven en rey de Sajonia y Carlos el Gordo en rey de Alamania.
Mientras tanto Alfredo de Wessex obtenía una segunda victoria naval frente a los daneses, aprovechando que una tormenta dañó la flota enemiga.
En 877 Engelberga, la viuda del emperador Luis II, urdió una nueva conspiración contra el papa Juan VIII, esta vez con la ayuda de Formoso, el obispo de Porto, al tiempo que los sarracenos reanudaban sus ataques. El papa llamó en su ayuda a Carlos el Calvo, pero éste murió en el camino. Su hijo Luis el Tartamudo se convirtió en Luis II, rey de Francia Occidental. Éste, que hasta entonces había sido rey de Aquitania, no nombró un nuevo rey para este territorio, pero mantuvo al duque Bernardo, por lo que Aquitania pasó a ser definitivamente un ducado. Poco después el duque de Spoleto y el marqués de Toscana expulsaron de Roma a Juan VIII, que tuvo que refugiarse en la corte de Luis el Tartamudo. Italia seguía gobernada por Bosón, y Engelberga logró que se casara con su hija Ermengarda.
Juan VIII tenía que elegir al nuevo emperador. La elección más sencilla hubiera sido Luis el Tartamudo, el único hijo vivo de Carlos el Calvo y actual protector del papa, pero necesitaba a alguien poderoso que le ayudara a recuperar el dominio de Roma, así como a enfrentarse a los sarracenos. Según estas consideraciones Luis el Tartamudo no era un buen candidato. Era débil y enfermizo, y no especialmente poderoso. Por esta época Luis el Joven se quedó definitivamente con la parte de Lorena que Carlos el Calvo le había intentado arrebatar. Así pues, Juan VIII decidió demorar lo más posible la elección del nuevo emperador.
Ese año murió san Ignacio, el Patriarca de Constantinopla, y el emperador Basilio I puso de nuevo en el cargo a su rival, Focio, pero no le permitió adoptar posturas extremas contra Roma. También murió Juan Escoto Eriúgena. El rey escocés Constantino I vivió luchando contra los vikingos y murió luchando contra ellos. Fue sucedido por su hermano Aodh, pero su reinado no duró más de un año y no está claro qué pasó después.
El duque Bernardo de Septimania se rebeló contra Luis el Tartamudo. Al parecer era hijo del Guillermo que también se había rebelado contra Carlos el Calvo, a raíz de lo cual los condes Sunifredo y Suñer habían perdido sus dominios en la Marca Hispánica. Ahora sucedió lo contrario: el conde Wifredo el Velloso y sus hermanos (Miró, Riculfo, Radulfo y Sunifredo) se enfrentaron a Bernardo en apoyo del rey. En 878 éste recompensó sus servicios otorgando a Wifredo el Velloso los condados de Barcelona y Gerona y a Miró el condado de Rosellón. Poco después Wifredo segregó del condado de Gerona el condado de Besalú, que entregó a Radulfo. Riculfo y Sunifredo eran clérigos, así que no reclamaron posesión alguna. De todos modos Sunifredo ayudó a Wifredo en el gobierno de sus dominios. En los años siguientes Wifredo se dedicó a repoblar muy densamente sus dominios.
Uno de los caudillos daneses más poderosos de Inglaterra era Guthrum, que se dispuso a acabar definitivamente con la resistencia de Wessex. A principios de año, el rey Alfredo estaba en Chippenham,cerca del Támesis. Los daneses lograron acercarse sigilosamente a las murallas de la ciudad sin ser advertidos (al parecer, porque los sajones seguían celebrando la Navidad y el Año Nuevo). Cuando los daneses forzaron las puertas y entraron ya era demasiado tarde. Efectuaron una matanza y Alfredo tuvo que huir acompañado de unos pocos hombres. Tuvo que refugiarse en los bosques y marismas de Sommerset, al sur del canal de Brístol, mientras los daneses completaban la conquista de Inglaterra. Sin embargo, cinco meses después Alfredo había reunido un ejército con el que logró pillar por sorpresa a Guthrum y lo derrotó en Edington, al sur de Chippenham. Finalmente, Guthrum se encontró sitiado en una pequeña fortaleza, donde Alfredo le dio a elegir entre negociar o morir de hambre. Guthrum aceptó la negociación y Alfredo no fue muy exigente. Sólo pidió que Guthrum evacuase Wessex y a cambio reconocería la soberanía danesa en el resto de Inglaterra. No obstante, Alfredo insistió además en que Guthrum debía convertirse al cristianismo, y Guthrum aceptó. Se bautizó con el propio Alfredo como padrino. Con esta condición, aparentemente fuera de lugar, Alfredo demostró su gran visión política: una Inglaterra dividida en una mitad cristiana y otra pagana se habría destrozado en luchas continuas, mientras que si los daneses se convertían al cristianismo no tardarían en asimilar la cultura sajona, y la vida en Wessex no iba a cambiar mucho porque sus vecinos fueran anglos o daneses. Naturalmente, Alfredo contaba con que la mayoría de los daneses seguirían a su caudillo en la conversión, como en efecto sucedió. Quedaron algunos grupos de daneses independientes que conservaron el paganismo, pero sólo causaron molestias menores y a la larga se extinguieron.
El territorio gobernado por Alfredo, que no sólo comprendía Wessex, sino también Sussex, Kent, y parte de Mercia (la frontera se fijó según el curso de los ríos Dee y Támesis) siguió llamándose Inglaterra, mientras que la parte danesa fue conocida como el Danelaw, esto es, el territorio sujeto a las leyes danesas. Alfredo, que había recuperado media Inglaterra en unos meses cuando todo parecía perdido, fue conocido como Alfredo el Grande. Alfredo puede ser considerado como el primer rey de Inglaterra (pese a que su reino no abarcaba todo el territorio que hoy llamamos Inglaterra), pues con la invasión danesa la heptarquía había llegado a su fin. En realidad, el Danelaw no tardó en fragmentarse en núcleos de poder independientes, pero estas divisiones no tenían nada que ver con los antiguos reinos anglos y sajones.
Ese mismo año murió tras más de treinta años de reinado, el rey galés Rhodri Mawr (el grande), que a través de conquistas sucesivas había logrado unificar los pequeños reinos galeses, a la vez que impidió la invasión danesa. Sin embargo, a su muerte sus tres hijos se repartieron el reino y Gales volvió a quedar dividido y débil.
En Escocia, el rey Constantino I había muerto el año anterior dejando, al parecer, un hijo pequeño, y ahora dos rivales se disputaban el trono.
La tregua pactada entre Muhammad I y Alfonso III el Magno había concluido, y ambos monarcas habían aprovechado el tiempo para fortalecerse. Muhammad I envió una expedición contra el reino asturiano que resultó ser un fracaso. Mientras tanto Alfonso III, en alianza con Abd al-Rahmán ibn Marwán, marchó hacia Toledo, cruzó el Guadiana cerca de Mérida y derrotó a un ejército de Muhammad I.
El Imperio Bizantino supo aprovechar la decadencia del Califato Abasí para hacer progresos en Asia Menor. Lo peor era la flota de los musulmanes asentados en Creta. En Sicilia hizo progresos y pareció que la isla volvería a ser bizantina en breve, pero luego hubo un cambio de suerte y los aglabíes tomaron Siracusa, tras lo cual los bizantinos sólo pudieron mantener algunos puntos de la costa. El fortalecimiento de los sarracenos inquietó al papa Juan VIII. El enfermizo Luis el Tartamudo murió en 879 con sólo treinta años de edad.
El papa Juan VIII todavía no había elegido al nuevo emperador y apenas podía retrasar la decisión por más tiempo. Luis el Tartamudo había dejado dos hijos adolescentes, Luis III y Carlomán, que reinaron conjuntamente, y un hijo póstumo llamado Carlos. Por otra parte estaban los tres hijos de Luis el Germánico. Carlomán, que ya había intentado convertirse en rey de Italia a la muerte del emperador Luis II, se dirigió a Roma con el mismo propósito que había llevado a visitar la Ciudad Eterna a Carlos el Calvo unos años antes. El poder efectivo en Italia seguía ejerciéndolo Bosón, el duque de Borgoña. Su esposa Ermengarda se alió con Carlomán y éste logró que algunas autoridades religiosas proclamaran a Bosón rey de Borgoña. Con ello Carlomán tuvo el campo libre en Italia, pero Juan VIII no quiso precipitarse en su decisión y durante algún tiempo logró dar largas a su invitado. Luis el Joven aprovechó la ausencia de su hermano para ocupar Baviera. Entre tanto la Iglesia franca se extendía por Moravia y los obispos recelaban de la liturgia eslava creada por san Cirilo y su hermano Metodio. El papa llamó a Roma a éste último y nuevamente aprobó su doctrina, como ya lo había hecho su antecesor. Metodio marchó a Moravia.
Tras la muerte del emir saffarí Yaqub al-Saffar, le sucedió su hermano Amr ibn al-Layt, que extendió notablemente los dominios saffaríes. También murió Riúrik, el primer príncipe Ruso, y fue sucedido por un pariente llamado Oleg.
El emir Muhammad I envió una flota contra las costas gallegas, pero fue destruida por una tormenta.
Ese año murió también el conde Balduino I de Flandes, que fue sucedido por su hijo Balduino II.
En 880 Carlomán enfermó en Roma y murió poco después. Carlos el Gordo se convirtió en rey de Italia. Su hermano Luis el Joven estaba dedicado a hacer la guerra en el norte contra los hijos de Luis el Tartamudo, Carlomán y Luis III. Algunos nobles de Francia Occidental le alentaron para que interviniera y debilitara aún más a los dos débiles hermanos en beneficio de una mayor independencia de la nobleza. Con tales apoyos, Luis el Joven no tuvo dificultad en apoderarse de toda Lorena. Carlomán y Luis III decidieron finalmente repartirse (lo que les quedaba de) su reino: A Carlomán le correspondió Borgoña y Aquitania, mientras que Luis III se quedó con Neustria.
Juan VIII comprendió que ninguno de los monarcas carolingios que quedaban podría defender a Roma de los sarracenos, mientras que los bizantinos eran cada vez más fuertes, así que no tuvo más remedio que iniciar un acercamiento y reconoció a Focio como Patriarca de Constantinopla. De todos modos, nunca consintió en conceder que la verdadera religión cristiana pudiera seguir siendo la misma si se viera desprovista de la palabra filioque.
Ese mismo año murió Bruno, el duque de Sajonia, y fue sucedido por su hermano Otón, que hasta entonces había sido conde de Turingia.
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