domingo, 15 de octubre de 2017

Apuntes de Historia Universal

MARCO AURELIOSIGUIENTE
Antonino Pío se ganó la fama de ser uno de los emperadores romanos más benévolos y paternales con su pueblo. Concedió generosamente la ciudadanía romana, continuó con la política de sus antecesores de asistencia a pobres y huérfanos, Justino mantuvo su escuela cristiana en Roma y el emperador extendió a los judíos la política de tolerancia con los cristianos.
Precisamente, en 140 fijó su residencia en Roma Valentín, un pensador cristiano de origen egipcio que había estudiado en Alejandría, por lo que su doctrina era gnóstica, y tal vez una de las más sofisticadas. He aquí un resumen:
Tres proyecciones sucesivas de eones emanaron por parejas del absoluto. De una de estas parejas nació el Demiurgo, ser intermediario entre Dios y el mundo inferior. Este mundo inferior comprende la materia y los hombres carnales, los hílicos, cuya inteligencia está ahogada por los órganos del cuerpo. Entre estos hombres, algunos han conseguido desprenderse parcialmente de las tinieblas y de los sentidos: primero los judíos, psíquicos, y luego los cristianos, pneumáticos. De los esfuerzos combinados de todos los eones nacerá el eón superior, Jesús, que restablecerá el orden y lo volverá a llevar todo al absoluto.
Ciertamente, la filosofía griega estaba en decadencia, pero el cristianismo más tradicional tampoco era mejor:
En un principio estaba el Verbo, y el Verbo estaba ante Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en un principio en Dios. (Jn. 1-2)
Entre los dogmas de fe de la actual Iglesia Católica, uno afirma que estas palabras tienen sentido, y que además expresan la idéntica naturaleza divina del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
En 141 murió la esposa de Antonino, Faustina la Mayor (llamada así para distinguirla de su hija, Faustina la Joven), y en su honor construyó un templo en el Foro romano. Tras la muerte del emperador el templo fue dedicado también a su persona, y actualmente es la iglesia de San Lorenzo in Miranda. También dedicó a su esposa una nueva institución de caridad (puellae Faustinianae).
Durante su reinado apenas hubo acontecimientos bélicos. El emperador consideró que la provincia de Britania era suficientemente segura como para extender más al norte la frontera, y así en 142 se construyó una nueva muralla a unos ciento cincuenta kilómetros de la muralla de Adriano. La Muralla de Antonino no era tan sólida, pues estaba hecha de tierra apisonada en vez de piedra, pero también contaba con un foso y fortificaciones.
Poco más se sabe del reinado de Antonino Pío. Probablemente la falta de información se debe a que no pasó nada relevante. Su reinado fue esencialmente un periodo de paz. Culturalmente tampoco hubo grandes novedades. Hay pocas figuras literarias de mención, entre las que destaca Lucio Apuleyo, nacido en Numidia, estudió filosofía en Atenas, donde se estaba forjando una versión más elaborada y mística de la filosofía de Platón, conocida como neoplatonismo. Luego se casó con una viuda rica y vivió con ella en Cartago. Escribió algunos tratados filosóficos: De deo Socratis (Sobre el dios de Sócrates), De Platone eiusque dogmate (Sobre Platón y su dogma) y De Mundo (Sobre el Mundo), pero su obra más famosa es la Metamorfosis, aunque es más conocida como El asno de oro.
La principal figura científica de la época es Claudio Ptolomeo. Nació a principios de siglo, probablemente en la ciudad de Ptolemaida (de donde deriva su nombre), pero al parecer pasó toda su vida en Alejandría. Escribió un tratado enciclopédico conocido como Almagesto en el que desarrolla la trigonometría griega, si bien no de forma teórica y general, sino únicamente demostrando los teoremas que necesita para sus aplicaciones a la astronomía. En el Almagesto se describe un modelo matemático que permite calcular la posición de los planetas. La Tierra es el centro del universo y los astros describen pequeñas órbitas circulares cuyos centros giran a su vez circularmente alrededor de la Tierra inmóvil. Por supuesto, estas ideas no son originales, sino que son una sistematización de la obra de los científicos alejandrinos de los siglos anteriores. Ptolomeo también escribió sobre geografía, cartografía, astrología y música.
Por esta época reinaba en China el emperador Shundi. En las últimas décadas el reino había extendido sus fronteras hacia el este, y allí se había tropezado con los Qiang, tribus bárbaras cuyos ataques se convirtieron en una grave amenaza durante el reinado de Shundi. Por otra parte, China sufría también conmociones internas. Los anales hablan de unos "rebeldes demoníacos" que usan  "signos y prodigios" para legitimar su causa. Al parecer se trataba de un grupo revolucionario de filosofía taoísta que aspiraba a un cambio de dinastía como parte de una "renovación cósmica". Para colmo, también la propia corte tenía sus problemas. La ley de sucesión tuvo diferentes interpretaciones y así, a la muerte de Shundi, acaecida en 144, se proclamaron tres soberanos distintos, y lo mismo iba a suceder repetidas veces en las décadas siguientes.
En 145 Marco Aurelio se casó con Faustina la Joven, la hija de Antonino, y desde entonces participó en el gobierno.
En 147 murió el rey parto Vologeso II y fue sucedido por Vologeso III, que finalmente pudo consolidar su autoridad y puso fin a las guerras civiles partas. Reclamó a los romanos la restitución del trono de oro que Trajano había confiscado al invadir Ctesifonte. Ante la negativa, amenazó con invadir Armenia, pero los meros preparativos de Antonino bastaron para apaciguarlo.
En 150 el gnóstico Marción fundó una iglesia en Alejandría. Los marcionitas rechazaban el Antiguo Testamento y sólo admitían como textos sagrados el evangelio según san Lucas y diez epístolas de san Pablo (en versiones previamente corregidas).
Por esta época debió de vivir un rey semilegendario llamado Conn, que fundó el reino de Connacht en Irlanda, con capital en Rathcroghan. Con la fundación de Connacht se terminó de configurar la llamada Irlanda de los cinco quintos, cinco grandes reinos llamados Ulster, Connacht, Munster, South Leinster (o Meath) y North Leinster. El más poderoso de ellos era Ulster, pero Conn conquistó Munster y se trasladó a la capital de este reino, Tara. La tradición dice que fue el primer alto rey (Aird Righ) que teóricamente tenía la supremacía sobre los demás reyes, si bien esta autoridad nunca llegó a ser muy efectiva.
En 157 un joven de veintiocho años empezaba a destacar en Pérgamo por sus conocimientos de medicina y fue nombrado médico de los gladiadores. Se llamaba Claudio Galeno. Era hijo de un famoso arquitecto llamado Nicón, y había estudiado matemáticas, filosofía y medicina en Pérgamo, Esmirna, Corinto y Alejandría.
En 160 murió Marción, pero su Iglesia tuvo seguidores durante más de un siglo.
Antonino Pío murió en 161. Se cuenta que cuando el capitán de la guardia de palacio se presentó para pedir la contraseña del día el emperador dijo, "ecuanimidad", y poco después murió. Fue enterrado en el Mausoleo de Adriano, sentando una tradición que continuarían los emperadores siguientes.
Los sucesores designados por Adriano eran Marco Aurelio y Lucio Vero, pero Antonino había juzgado indigno al segundo, por su vida despreocupada e irresponsable. No obstante, Marco Aurelio decidió que lo justo era respetar la voluntad de Adriano y estableció que, por primera vez, el Imperio Romano tendría dos emperadores simultáneamente. No obstante, en la práctica tuvo poco más que uno, pues Lucio Vero apenas participó en el gobierno, y se limitó a entregarse a los placeres. Pese a todo, es probable que la decisión de Marco Aurelio fuese acertada, pues si hubiera privado a Lucio Vero del trono tal vez éste habría conjurado contra él y Roma habría quedado una vez más bajo un emperador inepto.
Marco Aurelio fue un gobernante modélico. En realidad era un filósofo, el más famoso de los estoicos, influido en gran parte por la doctrina de Epícteto. No creía en la felicidad, sino en la tranquilidad. Creía también en la justicia, en la sabiduría y en la templanza. Nunca eludió cualquier sacrificio que le exigiera el cumplimiento de su deber. Los cristianos le inspiraban desconfianza. La política de tolerancia de los emperadores anteriores permitió que la doctrina cristiana se difundiera públicamente en Roma, lo que hizo patente de nuevo su pertinaz y grosera negación de todas las demás religiones, en especial del culto imperial. En este punto los cristianos infringían las leyes y, si bien Marco Aurelio nunca dictó ningún decreto en especial contra los cristianos, tampoco impidió una persecución que, de acuerdo con la legislación en vigor, se decretó contra ellos en Roma en 163. Marco Aurelio se preocupó por sanear la economía y la justicia. Trató con rigor a los delatores y humanizó la interpretación de las leyes.
Probablemente, el rey parto Vologeso III pensó que una Roma con dos emperadores estaba abocada a la guerra civil, así que hizo lo que no se atrevió a hacer mientras reinó Antonino Pío: invadió Armenia e impuso un rey parto. A continuación invadió Siria. Marco Aurelio envió al este a Lucio Vero, acompañado de un buen general: Avidio Casio Pudens. Casio penetró en Mesopotamia y en 165 tomó Seleucia, que a la sazón era la mayor ciudad grecohablante fuera del Imperio Romano. Sin razón alguna, Casio incendió la ciudad, lo que supuso un duro golpe para el helenismo en Oriente. Luego los romanos cruzaron el Éufrates y tomaron Ctesifonte. El palacio real fue destruido, pero la ciudad quedó más o menos intacta. Ese mismo año Justino fue asesinado en Roma, por ser cristiano. Se le recuerda como san Justino Mártir.
En 166 Marco Aurelio dio el título de César (es decir, heredero del Imperio) a su hijo Marco Aurelio Cómodo. Lucio Vero recibió un triunfo en Roma por su victoria contra los partos. Aparentemente la expedición había sido un éxito, pero en realidad tuvo consecuencias catastróficas. Los soldados trajeron a Europa una epidemia de peste. La enfermedad se extendió rápidamente y en los años siguientes las víctimas fueron incontables. La medicina popular de la época no tardó en diagnosticar la causa de la enfermedad: eran los cristianos, así que la hostilidad contra ellos fue en aumento.
Algunos germanos aprovecharon los problemas de Roma para invadir Italia. En 167 Marco Aurelio los había expulsado de Italia y trataba de empujarlos hasta el Danubio. Ese año murió mártir san Policarpo,obispo de Esmirna.
En 168 los invasores germanos ya estaban al otro lado del Danubio, pero en 169 fueron los marcomanos los que atravesaron el río. A ellos se unieron sus vecinos orientales, los cuados, que eran otro pueblo germánico muy mezclado con los sármatas. Marco Aurelio y Lucio Vero acudieron ambos a la frontera.
Galeno fue llamado a Roma por los emperadores, y se convirtió en médico de la corte. Había visitado la ciudad siete años atrás y dejó tras de sí una gran fama. Tal vez fue llamado para atender a Lucio Vero, pues el emperador murió ese mismo año. Por lo visto Galeno era un buen orador y su especialidad era hablar bien de sí mismo. Congregaba grandes auditorios ante los que realizaba experimentos espectaculares, entre ellos disecciones de animales. Escribió más de un centenar de tratados de medicina.
A partir de 170, las familias poderosas de la corte imperial china se habían destruido mutuamente, y el emperador Lingdi era un títere en manos de los eunucos, quienes habían desatado una serie de persecuciones políticas para garantizar su autoridad, persecuciones que se prolongarían durante casi dos décadas. En 172 un sector rebelde proclamó un nuevo emperador en el sur.
En Occidente la peste renovó las teorías apocalípticas que los cristianos estaban olvidando. Un sacerdote de Cibeles convertido al cristianismo afirmó ser un enviado del Espíritu Santo, para finalmente revelarse como el propio Espíritu Santo. Se llamaba Montano y recorría el Imperio acompañado de dos profetisas, Priscila y Maximila. Anunciaba la inminencia del fin del mundo, y la próxima llegada de Cristo. El montanismo partió de Asia Menor y se extendió por toda el África romana, y también hubo brotes en la Galia. Era una especie de puritanismo, que propugnaba una estricta virtud para estar preparados ante el juicio final.
Los marcomanos firmaron la paz, pero los cuados resistieron hasta 174. Al año siguiente, en 175, fueron los sármatas los que se alzaron en armas, si bien fueron pacificados antes de acabar el año por Avidio Casio. Sus legiones lo proclamaron emperador, pero murió asesinado a los pocos meses por dos de sus oficiales. Al parecer, el Senado se alineó firmemente con Marco Aurelio, por lo que éste, en correspondencia, adoptó algunas disposiciones para restaurar (nominalmente) el prestigio de la institución.
El emperador conmemoró sus victorias en una columna. Según los acuerdos de paz, los germanos devolvieron todos los prisioneros romanos, cedieron una estrecha zona al norte del Danubio y los pueblos vencidos aceptaron el status de protectorado romano. A cambio se les admitió por primera vez en el Imperio como colonos y soldados. Era una medida necesaria. La peste estaba despoblando Europa y, lo que era más grave, estaba dejando al Imperio sin los soldados necesarios. A partir de este momento, las legiones romanas aceptaron cada vez más germanos en su seno.
Ese mismo año murió Arriano, el general romano discípulo de Epícteto. Dejó escritos varios libros, entre ellos una biografía de Alejandro Magno, entre cuyas fuentes contó, al parecer, con una biografía escrita por Ptolomeo, el fundador de la dinastía de reyes egipcios.
En 177 los marcomanos y los cuados se rebelaron de nuevo y Marco Aurelio acudió a la frontera junto con su hijo Cómodo. Mientras tanto se produjo otra sangrienta persecución de cristianos en Lyon, en la que sufrió el martirio el obispo san Potino. Parece ser que fue el primer obispo de Lyon y procedía de Asia Menor. Unos años antes había ordenado sacerdote a Ireneo, también procedente de Asia Menor, pero que estaba en las Galias desde hacía más de veinte años y ahora se convirtió en el nuevo obispo. Fue uno de los primeros autores cristianos que escribió razonadamente contra el gnosticismo. Las disensiones entre los cristianos eran numerosas. Por ejemplo, unos años antes Potino había enviado a Ireneo a persuadir a Eleuterio, el obispo de Roma, para que no excomulgara a los orientales que celebraban la pascua el mismo día que los judíos. En efecto, los cristianos, siguiendo su costumbre de absorber ritos y fiestas ajenos, transformaron la pascua judía (que celebra la salida de Egipto) en una conmemoración de la muerte y resurrección de Jesucristo. Ello dio lugar a una gran variedad de ritos y a numerosas polémicas y confusiones sobre la fecha en que era apropiado celebrarlos. Finalmente, la opción de celebrar la pascua cuando siempre se había celebrado empezaba a ser tenida por herética.
En 178 un segundo emperador reclamó el trono de Lingdi en Luoyang.
En 180, mientras se encontraba cerca de la actual Viena en la campaña contra los marcomanos, Marco Aurelio murió víctima de la peste. En sus últimos años había recogido por escrito sus pensamientos en un libro conocido como las Meditaciones o los Pensamientos de Marco Aurelio.







SEPTIMIO SEVEROSIGUIENTE
Apenas acababa de morir su padre, cuando Cómodo, ansioso de entrar en Roma como emperador, hizo una paz con los marcomanos y los cuados por la que se malversó gran parte del esfuerzo de Marco Aurelio. Una vez en Roma, se entregó a los lujos y placeres y dejó el gobierno en manos de subalternos, no de los que habían formado parte del equipo de Marco Aurelio, cuya eficiencia estaba más que probada, sino de favoritos sin más interés que su propio provecho. El primero fue Tigidio Perennis, al que nombró jefe de la guardia pretoriana.
En 182 el Senado urdió una conjuración contra el despotismo de Cómodo, encabezada por Claudio Pompeyano. El intento fracasó y fue seguido de numerosas ejecuciones entre los senadores. Cómodo instauró de nuevo un reinado del terror, volvieron los tiempos de las acusaciones anónimas y las condenas caprichosas.
En China se multiplicaban las amenazas contra el emperador Lingdi. Un rebelde llamado Zhang Jue quiso iniciar una nueva dinastía de emperadores, por lo que preparó a conciencia un levantamiento que debía estallar simultáneamente en diversos lugares, en un día determinado de 184. Una traición le obligó a adelantar sus planes, que pese a los imprevistos tuvo éxito y se produjeron levantamientos al sur, al este y al noroeste. Los rebeldes fueron conocidos como Turbantes amarillos, por el color de su uniforme.
De forma independiente, otra secta cuyo origen se remonta a los tiempos del emperador Shundi, conocida como "la de las cinco fanegas de arroz", se levantó al mismo tiempo en el oeste bajo su líder Zhang Lu, que constituyó un estado independiente basado en nuevos ideales comunitarios y religiosos.
El populacho romano protestó contra Tigidio, y Cómodo no dudó en entregarlo para que lo lincharan. En su lugar puso a un frigio llamado Cleandro, que estimuló en el emperador las conductas propias de los monarcas orientales. Cómodo decía ser Hércules y se hizo llamar Hijo de Júpiter. Cambio el nombre de Roma por el de Colonia Commodiana. Su mayor diversión era matar animales en el anfiteatro (desde una posición segura). Incluso parece ser que participó en combates de gladiadores. Esto deterioró considerablemente su imagen, pues, aunque el pueblo disfrutaba con las luchas, consideraba que los gladiadores estaban en lo más bajo del escalafón social, y era completamente indigno de un emperador rebajarse a ese nivel. Las numerosas fiestas, los dispendios y los juegos arruinaron al estado.
En China murió Lingdi, y su hijo Xian era menor de edad, así que He Jin fue nombrado regente. La facción de la corte contraria a los eunucos pidió al emperador que tomara medidas contra ellos, pero He Jin no estaba seguro de la fuerza de este partido y vaciló, a la espera de conseguir la ayuda de las regiones fronterizas. Los eunucos descubrieron la trama y dieron un golpe de estado y asesinaron a He Jin en 189.Sus enemigos reaccionaron con una masacre en la que murieron unos dos mil eunucos. A partir de ese momento el gobierno quedó a merced de las disputas de los generales más poderosos: Dong Zhuo, Yuan Shu, su primo Yuan Shao, Cao Cao, nieto por adopción de un eunuco, y Sun Ce. Ninguno de ellos consiguió las alianzas necesarias que le aseguraran el predominio, y de las disputas salieron fortalecidos Yuan Shao y Cao Cao. Sin embargo, el poder de Yuan Shao residía en las provincias orientales, y fue decayendo a causa de conflictos internos, de modo que fue sucumbiendo ante los ataques que le infligió Dong Zhuo a partir de 190. Mientras tanto Cao Cao reunía un potente ejército que terminaría convirtiéndolo en el general más poderoso. Hay que decir, por otra parte, que Cao Cao fue también un gran poeta.
Ireneo, el obispo de Lyon, tuvo que interceder por segunda vez ante el obispo de Roma por los cristianos orientales y el asunto del día de la Pascua, pues un año antes había muerto san Eleuterio y el nuevo obispo, Víctor, amenazaba de nuevo con la excomunión.
En 191 murió el rey parto Vologeso III y fue sucedido por Vologeso IV.
Finalmente, en 192 triunfó una conjura en Roma: Macia, la amante de Cómodo, trató de envenenarlo y, como el veneno no hizo efecto, hizo que un atleta lo estrangulara. Ahora Roma se encontraba en la misma situación que tras la muerte de Nerón y la de Domiciano. En el primer caso lo que siguió fue un año de guerra civil, mientras que en el segundo el Senado supo canalizar la sucesión a través de un "emperador de transición", como fue Nerva. Ahora el Senado trató de imitar el segundo precedente, pero el resultado fue peor que el primero. En efecto, los conjurados habían dispuesto que el nuevo emperador fuera el anciano y respetado Publio Helvio Pertinax, y la guardia pretoriana estaba dispuesta a aceptarlo como tal. De origen humilde, Pertinax había ascendido poco a poco hasta convertirse en el equivalente al "alcalde" de Roma. Pertinax se sentía muy mayor para hacerse cargo del Imperio, pero la guardia pretoriana insistió, y el anciano tuvo que aceptar a su pesar. Pero cuando trató de reorganizar la economía maltrecha por los derroches de Cómodo, la guardia pretoriana se rebeló, y cuando Pertinax se presentó ante los amotinados para explicarles la situación fue asesinado. Había sido emperador tres meses.
Entonces se produjo un triste suceso que demostraba lo mal que andaban las cosas en Roma: la guardia pretoriana decidió subastar el cargo de emperador: sería emperador quien les prometiera mayor paga. En la puja participó un senador llamado Marco Didio Juliano, tal vez bromeando, incapaz de dar crédito a la situación, pero ganó la subasta y se vio convertido en el nuevo emperador. Ahora bien, las cosas no eran tan fáciles. Al igual que a la muerte de Nerón, los principales generales reclamaron el Imperio. Ahora los candidatos eran los generales al mando de las legiones de Britania, el Danubio y Asia Menor. El que estaba más cerca era el del Danubio, Lucio Septimio Severo, que se apresuró a entrar en la capital. Entró en Italia en junio de 193, y la guardia pretoriana se puso de su parte (tenía varias legiones bajo su mando, y Juliano no). El Senado hizo lo mismo, con lo que Juliano fue arrastrado al cadalso mientras gritaba "Pero, ¿a quién he hecho daño?, ¿a quién he hecho daño?"
Su primer decreto fue disolver la guardia pretoriana para reconstruirla con soldados de las provincias leales a su persona. A continuación tuvo que ocuparse de los otros aspirantes al Imperio. Uno era Décimo Clodio Séptimo Albino, apoyado por las legiones de Britania, el otro Cayo Pescenio Níger Justo, en Asia Menor. (Curiosamente, Albino y Níger significan en latín Blanco y Negro.)
Severo nombró heredero a Clodio Albino, con lo que logró mantenerlo neutral mientras se enfrentaba a Pescenio Níger. Las provincias orientales se decantaron por Níger, que confiado en su popularidad no creyó necesario hacer nada, y esperó a que Severo acudiera a presentarle batalla. El emperador llegó a Bizancio antes de que acabara julio. Allí se encontraba el grueso de los partidarios de Níger. A lo largo de 194 Severo libró tres batallas y las ganó todas. Finalmente capturó a Níger mientras trataba de huir a Partia y fue decapitado en el acto. Sin embargo los partidarios de Níger, que sabían que correrían la misma suerte, resistían en Bizancio. La situación de la ciudad la hacía casi inexpugnable, pero Severo persistió en el cerco.
El rey parto Vologeso IV aprovechó los desórdenes entre los romanos para invadir un territorio de la Alta Mesopotamia que estaba en poder de Roma desde los tiempos de Adriano.
En 196 el emperador Chino Xian llamó ante su presencia a los dos generales más poderosos: Yuan Shao y Cao Cao. El primero se negó a comparecer, pues tenía pretensiones al trono, mientras que el segundo sí compareció y se convirtió en el principal apoyo del monarca. Se puso al mando del gobierno y reorganizó la corte. Dio brillantes títulos a sus camaradas de lucha y reorganizó la administración para asegurar la competencia de los funcionarios.
Tras dos años de asedio, Bizancio cayó finalmente, pero Severo, irritado por la resistencia que había ofrecido, mandó saquearla y arrasó sus murallas. Cuando volvió a Roma, Clodio Albino comprendió que no tardaría mucho en tocarle el turno, así que decidió atacar primero y pasó a la Galia con sus legiones en 197. Severo corrió hacia el norte y los dos ejércitos se encontraron cerca de Lyon, por entonces la ciudad más populosa de la Galia. Fue la mayor batalla entre romanos desde Filipos, y Severo obtuvo una victoria completa. Lyon fue arrasada y ya no se recuperó. Finalmente Septimio Severo fue el dueño indiscutible del Imperio.
Es difícil saber si por elección o por necesidad, pero Severo no trató de imitar la política de Augusto, sino que reconoció al ejército como el primer poder de Roma y basó en él la autoridad imperial. Los soldados vieron incrementada su paga, y se les concedió algunos privilegios, como el poder casarse mientras prestaban servicio o el ser convertidos en equites tras su retiro. El número de legiones aumentó a treinta y tres, y en cada una de ellas aumentó el número de tropas auxiliares, con lo que Roma llegó a tener unos 400.000 soldados, todos los cuales estaban bajo el mando directo del emperador. Todo vestigio de autoridad del Senado sobre las legiones fue suprimido. El Imperio se centralizó. Severo dividió algunas provincias en otras menores para que ningún gobernador fuera muy poderoso. Italia pasó a ser una provincia más.
No había acabado el año antes de que Septimio partiera hacia el Este para discutir sobre fronteras con Vologeso IV. Las legiones romanas pasaron de nuevo por Babilonia, pero esta vez ya no había nada allí. Ya no quedaba nada de la que había sido la mayor ciudad del mundo.
También este año volvió a Cartago, su ciudad natal, Quinto Septimio Florente Tertuliano. Había tratado de hacer carrera como abogado en Roma, pero dos años atrás se había convertido al cristianismo (más concretamente, al montanismo), y decidió retirarse a Cartago para escribir contra el paganismo y contra el gnosticismo, abogando por la vida puritana según las concepciones montanistas. Fue el primer pensador cristiano que escribió en latín.
En 198 Ctesifonte fue tomada por tercera vez. Severo la saqueó. Mató a los hombres y se llevó a las mujeres y niños como esclavos. En el camino de vuelta puso sitio a Hatra, una ciudad entre los dos ríos cuya conquista se había resistido a Trajano, y había sido una de las causas que detuvieron su avance. La fortaleza continuó inexpugnable y Severo tuvo que retirarse no sin cierta humillación.
Severo estaba casado con Julia Domna, hija de Julio Basiano, el gran sacerdote de un templo de la ciudad siria de Emesa, consagrado al dios del Sol Elagabal. La emperatriz hizo que afluyeran a la corte muchos intelectuales sirios. Entre sus protegidos estaba el ya anciano Galeno, que continuaba siendo el médico de la corte, cargo que le había permitido reunir una respetable fortuna. También estaba Diogenes Laercio, nacido en la ciudad de Laerte, en Asia Menor. Escribió varias biografías breves de varios filósofos antiguos. Se centra principalmente en anécdotas y citas curiosas, pero precisamente por esta superficialidad la obra tuvo mucho éxito, se hicieron muchas copias y algunas de ellas han sobrevivido y son nuestra única fuente de información sobre algunos personajes.
Otra figura destacada de la época fue Dión Casio, nacido en Bitinia, descendía de Dión Crisóstomo por parte de su madre. Su padre había sido gobernador de Dalmacia y luego de Cilicia. Dión llegó a Roma el año en que murió Marco Aurelio, donde se hizo amigo de Septimio Severo y fue senador durante el reinado de Cómodo. Severo lo nombró Curador (administrador del tesoro) de Esmirna, que fue el primero de una serie de altos cargos que ocuparía en los años siguientes.
Cuando Severo fue convertido en emperador adoptó el sobrenombre de Pertinax para vincularse a su antecesor. Ahora decidió hacer algo similar con sus hijos. El mayor tenía diez años y se llamaba Basiano, como su abuelo materno, pero pasó a llamarse Marco Aurelio Antonino, y recibió el título de Augusto, lo que lo convertía en heredero del Imperio. Severo tenía un segundo hijo, de nueve años, cuyo nombre pasó a ser Publio Septimio Antonino Geta, y recibió el título de César, lo que lo situaba en el segundo lugar en la línea sucesoria.
Por esta época, el rey de Connacht, en Irlanda, descendiente del rey Conn, conquistó el reino de Ulster.
En 200 murió Panteno, el director de una escuela cristiana en Alejandría, y fue sucedido por Tito Flavio Clemente. Como los gnósticos, Clemente combinaba la filosofía griega con la teología cristiana y consideraba igualmente el conocimiento (gnosis) como el ideal cristiano. No obstante, sus teorías no fueron tan radicales como las de los gnósticos. Más en la línea de san Justino, Clemente consideró al cristianismo como una filosofía, pero una filosofía superior a la filosofía griega. "Demostró" que los textos hebreos eran más antiguos que los textos de la filosofía griega, así como que contenían toda la verdad, mientras que los textos griegos sólo contenían parte de la verdad.
En 201 murió Galeno. En 202 volvió Severo a Roma de su campaña en el Este y celebró un triunfo que conmemoró con el Arco de Severo. A partir de este momento se abrió un nuevo periodo de paz que Severo aprovechó para reorganizar la legislación. Ese mismo año promulgó un decreto por el que prohibía a los cristianos hacer proselitismo, el cual sirvió de base para varias persecuciones en los años siguientes.
En 205 Severo cesó al jefe de la guardia pretoriana, Plautiano, detestado por la emperatriz, y lo sustituyó por el jurisconsulto Emilio Papiniano, tutor de los hijos del emperador, con quien colaboró en la reforma legislativa. Los comentarios de Papiniano constituyeron la base del Derecho Romano durante los tres siglos siguientes. La economía del Imperio fue saneada mediante varias medidas, entre ellas una política de confiscaciones.
Mientras tanto, el general chino Cao Cao lograba derrotar a su principal enemigo, Yuan Shao, con lo que dominaba la mitad norte del Imperio Chino. Más al norte y al noreste, los hunos trataban de imponerse contra los Xianbei.  Cao Cao restableció las antiguas colonias de soldados-agricultores, que debían garantizar el abastecimiento de las tropas, al tiempo que ellas mismas participaban en las tareas defensivas. Sin embargo, ahora no sólo se establecían en las fronteras exteriores, sino también en el interior del país. La parte sur estaba fuera del dominio imperial y se la repartían dos generales: Sun Quan (hermano de Sun Ce, que había muerto cinco años antes) y Liu Bei.
En 208 murió San Ireneo, el obispo de Lyon. En Britania, los acosos de los caledonios eran cada vez más intensos. Tras la construcción de la muralla de Antonino los romanos descuidaron el mantenimiento de la muralla de Adriano, pero la muralla de Antonino era más débil, y los caledonios terminaron filtrándose por ambas. Además, el número de soldados romanos en Britania había disminuido desde que Albino transportó sus legiones a la Galia, y Severo había dividido en dos la provincia para debilitar a sus gobernadores, debilidad que también se hacía sentir frente a los bárbaros.
El emperador decidió ocuparse personalmente del asunto, y se trasladó a Britania junto con sus dos hijos. El mayor había popularizado en Roma una capa larga de origen galo llamada caracallus, por lo que era más conocido por el sobrenombre de Caracalla. En 209, tras un año de intensos combates, el emperador tuvo que conformarse con unos gestos formales de sumisión por parte de los caledonios, pero conseguidos al precio de abandonar la muralla de Antonino y retirar la frontera a la muralla de Adriano, que fue restaurada y reforzada. Geta recibió el título de Augusto, lo que significaba que él y su hermano Caracalla serían coemperadores a la muerte de Severo, al igual que lo habían sido Marco Aurelio y Lucio Vero.
Ese mismo año murió el rey parto Vologeso IV, y fue sucedido por Artabán IV.
En Indochina se había formado un nuevo reino llamado Shampa, situado entre China y el reino de Fu-nan, a orillas del mar de China.
Por esta época, Yehudá ha-Nasi codificó por escrito en sesenta y tres tratados una serie de comentarios de los rabinos judíos sobre la Torá, o ley escrita, que hasta entonces se habían transmitido oralmente y que se conocen como la Mishná.







CONSTANTINOSIGUIENTE
Al inicio del siglo IV, Diocleciano había reconstruido definitivamente el Imperio Romano, al menos desde un punto de vista político, pero la situación económica era muy diferente a la que precedió a los años de anarquía. La recuperación había exigido fijar altos impuestos, muchos de los cuales sólo podían ser pagados en especie por unos campesinos y artesanos al borde de la ruina. Grandes masas de población se vieron obligadas a ofrecerse como siervos de grandes señores terratenientes. Ante el gran número de artesanos y agricultores que abandonaban sus trabajos, se promulgaron leyes que les obligaban a continuar en ellos. Los siervos tenían prohibido abandonar las tierras sin la autorización de su señor, a los artesanos se les prohibía ingresar en el ejército como medio de mejorar sus ingresos. El ejército se nutrió cada vez más de bárbaros contratados.
El budismo estaba penetrando en el reino de Shampa. De esta época datan inscripciones en sánscrito de soberanos con nombres hindúes.
En 301 Diocleciano trató de aliviar la situación con un edicto en el que fijaba precios máximos y salarios mínimos. Trató de establecer severas medidas contra los señores que incumplieran el edicto y se aprovecharan de sus siervos, pero el intento fracasó. El resultado fue que la población perdió todo sentimiento de lealtad hacia el gobierno. A la gente le daba igual ser esquilmado por bárbaros que llegaban en una correría o por funcionarios enviados por el gobernador.
Las penurias aumentaron la popularidad del cristianismo, que se había expandido notablemente en los últimos años, no sólo entre las clases humildes, sino que ahora era posible encontrar cristianos en altos cargos, e incluso en el ejército. Más aún, los prisioneros romanos empezaban a difundir su religión entre los bárbaros. A éstos hay que añadir a los que en épocas de persecución se refugiaron en otros estados, como en Persia y, sobre todo, en Armenia. Este mismo año, el rey Tirídates III convirtió al cristianismo en la religión oficial de Armenia.
En 302 murió el rey persa Narsés y fue sucedido por su hijo Ormuzd II. No se sabe mucho de su reinado, pero parece ser que trató de enfrentarse a la aristocracia terrateniente persa. Por esta época el Imperio Persa tenía que hacer frente a incursiones provenientes de Arabia, donde las antiguas tribus nómadas se habían organizado finalmente en varios reinos.
Volviendo a Roma y al cristianismo, las iglesias cristianas estaban cada vez mejor organizadas y jerarquizadas. Las incesantes desgracias convencían cada vez a más gente de que el fin del mundo estaba cerca y que Jesucristo no tardaría en volver para juzgar a vivos y muertos. Esto aumentó la autoridad de la Iglesia sobre el pueblo y no tardó en despertar temores en las autoridades. Además los cristianos se reafirmaron en su negativa a aceptar las pretensiones divinas de los emperadores, uno de los pilares de la recuperación política. Por ello, en 303 Galerio instó a Diocleciano a que iniciara una persecución contra los cristianos. Así sucedió. Fue tal vez la persecución más cruenta a la que los cristianos tuvieron que hacer frente. Los cristianos fueron expulsados del ejército y de todos sus cargos, se confiscaron y quemaron libros sagrados, las iglesias fueron destruidas y, en general, cuando una muchedumbre pagana se rebelaba, todo se resolvía matando a algunos cristianos que, por supuesto, habían tenido la culpa de todo. En 304 murió en el martirio san Marcelino, obispo de Roma, y el cargo quedó vacante por tres años.
De esta época datan las primeras representaciones cristianas de Jesucristo en la cruz. Esto refleja una evolución del pensamiento cristiano. Aunque la idea de que Jesucristo había muerto para redimir a los hombres es original de san Pablo, lo cierto es que durante los primeros siglos los cristianos no la habían asimilado, y para ellos la crucifixión era objeto de vergüenza. Las alusiones a la crucifixión se hacían mediante cruces simbólicas, que eran parte del complicado sistema de símbolos esotéricos de que se valían para ocultar su doctrina y pasar desapercibidos. Ahora, en cambio, los cristianos veían la muerte de Jesucristo como un heroico sacrificio voluntario digno de admiración. La representación de Jesucristo en la cruz provocaba admiración y devoción en lugar de vergüenza. Representaba un modelo a seguir: quien moría por Jesucristo en defensa de su fe alcanzaba indudablemente la salvación. Tanto fue así que la cruz se convirtió en el símbolo por excelencia del cristianismo para desconcierto de los paganos, pues la imagen que esto les debía de causar era similar a la que hoy causaría una secta religiosa cuyo emblema fuera una horca o una silla eléctrica.
También hay que advertir que Constancio Cloro no aprobó la persecución contra los cristianos, y en sus territorios no tuvo efecto, si bien él no era cristiano, sino mitraísta.
Finalmente Diocleciano decidió visitar Roma. Estaba previsto que él y Maximiano fueran aclamados en un triunfo, pero la ceremonia no resultó muy lucida. Desde la distancia, Diocleciano había intentado mostrar respeto hacia Roma, había ordenado la construcción de baños, una biblioteca, un museo y otros edificios, pero los romanos no le perdonaron que hubiera trasladado la capital a Nicomedia. El emperador fue objeto de burlas y sarcasmos. Al cabo de un mes abandonó la ciudad sumamente contrariado. Parece ser que el incidente le deprimió y poco después de su regreso a Nicomedia cayó enfermo.
En 305 Galerio convenció a Diocleciano para que abdicara. Tenía ya más de sesenta años y estaba cansado del gobierno. Por el contrario, Galerio estaba ansioso por ocupar su lugar. Diocleciano aceptó, pero tenía sus ideas de cómo tenía que producirse la abdicación. Obligó a abdicar también al coemperador Maximiano para que los dos césares, Galerio y Constancio, se convirtieran simultáneamente en Augustos. A su vez éstos tenían que nombrar dos nuevos césares.
Maximiano abdicó de mala gana, y Diocleciano se retiró a un gran palacio que se había construido en la ciudad Iliria de Salona, cerca de la aldea donde había nacido. Galerio, convertido en emperador, consideró que le correspondía el mismo papel preponderante sobre su colega Constancio que Diocleciano había tenido sobre Maximiano, así que decidió nombrar él mismo tanto su César como el de Constancio, sin consultar su decisión con éste último. Para sí eligió a uno de sus sobrinos, Galerio Valerio Maximino Daya, mientras que para Constancio eligió a uno de sus oficiales, Flavio Valerio Severo. Esto causó la indignación del hijo de Maximiano, que se llamaba Marco Aurelio Valerio Majencio y se consideraba con derecho a heredar la autoridad de su padre. Constancio también tenía sus objeciones, pues quería como César a su hijo Cayo Flavio Valerio Aurelio Claudio Constantino.
El primero en actuar fue Majencio, que se hizo proclamar emperador en Roma y llamó a su padre Maximiano, que no dudó en secundar sus planes. Galerio envió a Italia a Severo, pero fue derrotado y muerto por las tropas de Majencio, que conservó el dominio de Italia.
Mientras sucedía todo esto, Constancio estaba ocupado en una campaña contra las tribus del norte de Britania, mientras que su hijo Constantino estaba retenido en Nicomedia por Galerio para garantizar el buen comportamiento de su padre. Sin embargo, Constancio murió en 306 antes de haber podido acabar su campaña, y Constantino logró escapar, se dirigió a Britania a toda prisa y allí las legiones de su padre lo aclamaron emperador.
La debilidad del emperador chino frente a las intrigas de los nobles habían sumido al país en una guerra civil que se había prolongado durante los seis últimos años y que ahora se zanjaba con el ascenso al trono del nuevo monarca Xi Jin.
En 307 Constantino se casó con una hija de Maximiano, que lo reconoció como coemperador. Galerio se vio así enfrentado a una alianza entre Maximiano, Majencio y Constantino. Trató de penetrar en Italia, pero fue rechazado.
En 308 un jefe de los hunos meridionales que se habían infiltrado en el norte de China se proclamó emperador. El emperador chino Xi Jin no pudo hacer gran cosa, pues China aún no se había recuperado de las guerras civiles.
En 309 murió el rey Persa Ormuzd II. Parece ser que no supo tratar a la nobleza persa y fue víctima de una conjura. El hijo que debía sucederle en el trono fue asesinado, otro fue cegado y otro encarcelado. Con esto la dinastía sasánida estaba al borde de la desaparición, pero la nobleza comprendió que no era conveniente instalar en el trono a un usurpador, pues los sasánidas habían logrado el favor del pueblo. La mujer de Ormuzd II estaba embarazada y se acordó que el niño aún no nacido sería el nuevo rey. Hasta se cuenta que se celebró una "coronación" en la que se puso la diadema sobre el vientre de la reina y los nobles se arrodillaron prestando juramento al rey.
Afortunadamente para los nobles, la criatura resultó ser un varón, que nació ya convertido en Sapor II. Los nobles gobernaron el Imperio de forma bastante desordenada, buscando cada cual sus propios intereses. Durante la minoría de edad del rey los árabes no tuvieron dificultades en traspasar las fronteras y saquear las ciudades persas. Asolaron Mesopotamia, incluyendo la capital, Ctesifonte.
En 310 Galerio, incapaz de controlar a sus emperadores rivales, decidió pedir ayuda a Diocleciano, que tomó de nuevo las riendas del poder en la parte oriental del Imperio. Destituyó nuevamente a Maximiano y nombró emperadores de Occidente a Valerio Liciniano Licinio y a Constantino. Esto puso a Constantino de su parte, que no tardó en traicionar a Maximiano. Se enfrentó a él, lo derrotó y luego lo hizo ejecutar.
En 311 el emperador chino Xi Jin fue hecho prisionero de los hunos y la casa imperial tuvo que refugiarse en el sur. El imperio chino se redujo a la zona sur, con capital en Nankin, mientras que el norte pasó a formar parte del nuevo reino huno de Wei. No obstante, los hunos asimilaron pronto la cultura china, de modo que Wei puede considerarse en la práctica un reino chino gobernado por una aristocracia de origen extranjero.
Ese mismo año murió Galerio, y Maximino Daya fue elegido emperador. Maximino se alió con Majencio, que todavía resistía en Italia. En 312 Constantino marchó sobre Italia contra Majencio. Obtuvo una victoria en el valle del Po y Majencio tuvo que retirar sus tropas hasta Roma. Los ejércitos se encontraron en un puente sobre el Tíber, en la batalla del puente Milvio el ejército de Majencio trató de impedir el paso al de Constantino, pero fracasó y Constantino no tardó en apoderarse de Roma. Majencio murió en la batalla. El Senado proclamó emperador a Constantino, quien se apresuró a disolver definitivamente la guardia pretoriana, que había nombrado y depuesto a tantos emperadores.
En este momento Constantino dio un giro inesperado a la historia con una astuta decisión estratégica. Afirmó que antes de la batalla del puente Milvio se le había aparecido una cruz de fuego en el cielo bajo la cual leyó las palabras "In hoc signo uinces" (bajo este signo vencerás). La leyenda posterior afirma que Constantino puso insignias cristianas en los escudos de sus hombres, y que fue Dios quien le hizo vencer a Majencio, una empresa en la que Severo y Galerio habían fracasado. Los cristianos celebraron la noticia de que Dios les había dado un emperador dispuesto a protegerlos. Automáticamente, Constantino tuvo de su parte a una importante quinta columna en Oriente, donde las persecuciones contra los cristianos no habían cesado desde el edicto de Diocleciano nueve años atrás. Tal vez fue ese mismo año cuando Constantino ordenó construir la Catedral de Letrán. (Letrán es una plaza de Roma, llamada así, según Tácito, porque en ella había estado la residencia de los Laterani).
Los cristianos aprovecharon que ya no eran perseguidos para perseguirse mejor los unos a los otros. El obispo de Casae Nigrae, en Numidia, llamado Donato, mantenía una pugna contra el obispo de Cartago al que reprochaba su indulgencia contra los cristianos traidores que habían entregado los libros santos a los paganos. Ahora el obispo de Cartago acababa de morir y en su lugar fue elegido su diácono Ceciliano, pero Donato se negó a reconocerlo, llamándolo verdugo de los mártires. Donato nombró obispo de Cartago a Mayorino, pero poco después él mismo lo sustituyó en el cargo, con lo que Cartago tenía dos obispos, cada cual con sus partidarios. Los partidarios de Donato, que fueron conocidos como donatistas, sostenían que el sacerdocio sólo podía ser ejercido por hombres dignos, de modo que los sacerdotes que habían eludido el martirio durante las persecuciones y habían entregado los libros sagrados profanando su fe no podían ahora ser admitidos en la Iglesia. Esto tenía una consecuencia inquietante, pues, si los sacramentos administrados por un sacerdote indigno no eran válidos, ¿cómo sabía un cristiano si su sacerdote era de fiar?, ¿podría uno creer que estaba recibiendo la atención espiritual adecuada y en realidad estar al borde del infierno? Frente al puritanismo donatista estaba la postura de que la Iglesia era Santa, y que los sacramentos administrados en su nombre eran válidos aunque el sacerdote fuera imperfecto. Por otra parte, todos los hombres, sacerdotes incluidos, podían lograr el perdón y la expiación por diversos medios.
En 313 Licinio derrotó a Maximino Daya en Tracia (el cual se suicidó tras la batalla) y se reunió con Constantino en Milán. Allí se reconocieron como coemperadores, Constantino en Occidente, Licinio en Oriente. Promulgaron el Edicto de Milán, que garantizaba la tolerancia religiosa en todo el Imperio.
Ese mismo año murió Diocleciano en su palacio en Salona. Se cuenta que unos años antes Maximiano le había escrito una carta instándole a ocuparse nuevamente del Imperio (como finalmente hizo por un breve lapso de tiempo a petición de Galerio), y que su respuesta fue: "Si vinieses a Salona y vieses los vegetales que cultivo en mi jardín con mis propias manos, no me hablarías del Imperio". Al parecer Diocleciano pasó sus últimos años felizmente en su palacio, sin que le importara lo más mínimo que sus intentos de estabilizar la política romana hubieran fracasado.
Mientras tanto, el obispo de Roma, Milcíades, convocó un sínodo en Letrán donde se condenó el donatismo.
En 314 se produjo un enfrentamiento entre los dos emperadores. Resultó un empate, pero quedó claro que las relaciones entre las dos mitades del Imperio iban a ser hostiles. Cuanto más apoyaba Constantino a los cristianos, más recelaba de ellos Licinio. No hay que deducir de la actitud de Constantino que se hubiera convertido al cristianismo. Al contrario, no consintió en ser bautizado y durante toda su vida rindió culto al dios del Sol mitraísta. Los cristianos no dudaron en minimizar este detalle y ofrecieron su lealtad a un emperador que ya no era un dios, sino que gobernaba por la Gracia de Dios.
Tras la muerte de san Milcíades fue elegido obispo de Roma Silvestre I, quien representó un papel importante en el ascenso del cristianismo tras su legalización. Bajo su pontificado se edificaron las primeras basílicas en Roma y se inició el proceso por el que la administración y la jerarquía eclesiásticas fueron imitando cada vez más a la civil.
El donatismo seguía siendo fuerte en Cartago, pues había adquirido tintes políticos como reacción del campesinado bereber frente al gobierno romano. Ese mismo año el emperador organizó un sínodo en Arles, que nuevamente condenó el donatismo. En 316 el emperador en persona oyó los argumentos en favor y en contra del donatismo, y se decantó en contra. Constantino tenía mucho interés en que los cristianos formaran una iglesia unida, pues contaba con ellos como su más importante apoyo en todo el Imperio. Lo peor que le podría ocurrir sería que los cristianos de Occidente se convirtieran en una facción enemiga de los de Oriente, donde en estos momentos no tenía ningún poder efectivo.
En 318 esta posibilidad se convirtió en una seria amenaza en Alejandría cuando un sacerdote libio ordenado cinco años antes empezó a provocar discusiones con su predicación. Se llamaba Arrio, y afirmaba que Jesucristo no era un verdadero Dios, sino la primera criatura creada por Dios. Jesucristo era sólo un hombre. El más santo de los hombres y de los profetas, pero no un dios, puesto que Dios sólo había uno.
Tras la caída del imperio Kusana, la India se había dividido en pequeños reinos. En 320 el rey del pequeño reino de Magadha, al noreste, se anexionó extensos territorios a la muerte de su suegro, que reinaba en el actual Nepal. Se hizo llamar rey de reyes y fue conocido como Chandragupta I. Fue el fundador de una larga dinastía de reyes indios.
Desde que Antonio se retirara a los desiertos de Egipto unos cuarenta años atrás, dichos desiertos se habían poblado con numerosos anacoretas, esto es, religiosos que vivían en solitario o en pequeños grupos retirados de las tentaciones del mundo. Uno de estos anacoretas se llamaba Pacomio, que tras su conversión al cristianismo se había retirado a las ruinas de un templo de Serapis. Ahora fundo una comunidad cristiana a orillas del Nilo, que se convirtió en el primer monasterio en sentido moderno: los monjes seguían una regla escrita y obedecían a un superior. La idea se difundió rápidamente por Oriente y los monasterios se multiplicaron.
En 321 Constantino promulgó una ley por la que se prohibía la administración de justicia y los trabajos manuales en el que para los cristianos era el "día del Señor", esto es, el domingo, y para los paganos era el "día del Sol". Recordemos que Constantino era mitraísta, es decir, adoraba a Mitra, el dios del Sol, por lo que la idea de convertir al domingo en un día festivo también era acorde a sus propias creencias.
Las predicaciones de Arrio no sólo contradecían el sentir popular de los cristianos, que preferían adorar a un Jesucristo más tangible que a un Yahveh abstracto al estilo judío, sino también a la tradición teológica de Alejandría, que había creado la doctrina del trinitarismo. Los sacerdotes de Alejandría instaron a su obispo, llamado Alejandro, a convocar un sínodo en torno al arrianismo. Así lo hizo en 323 y en él las tesis de Arrio fueron declaradas heréticas. Sin embargo, Arrio no aceptó la decisión y fue excomulgado. Entonces se dirigió a Palestina y a Asia Menor, donde encontró numerosos partidarios, especialmente a Eusebio, el obispo de Nicomedia, que se convirtió en el auténtico impulsor del arrianismo. Es posible que el auge de esta rama del cristianismo inquietara a Constantino. La verdad era que Licinio seguía mostrándose hostil hacia los cristianos, pero si el arrianismo crecía y Licinio decidiera apoyarlo, Constantino podría perder su ventaja.
En 324 Constantino avanzó hacia el este y sus ejércitos se enfrentaron a los de Licinio en Adrianópolis, al oeste de Bizancio. Obtuvo una victoria y Licinio tuvo que refugiarse tras los muros de Bizancio. Constantino controlaba una flota que manejó con la suficiente habilidad como para cortar los suministros a la ciudad a la vez que lograba aprovisionar sus propios ejércitos. Licinio consiguió burlar el cerco y escapar a Asia Menor con unos pocos hombres, donde reunió un nuevo ejército. Constantino mantuvo el sitio a la vez que enviaba un destacamento por Licinio. Se libró una nueva batalla en Crisópolis, frente a Bizancio, al otro lado del Bósforo. Nuevamente los hombres de Constantino resultaron vencedores y le proporcionaron el dominio efectivo sobre todo el Imperio. La situación real se hizo oficial en 325,cuando Constantino hizo estrangular a Licinio y se convirtió en el único emperador romano.
Constantino realizó un esfuerzo similar al de Diocleciano para asegurarse de que su autoridad no sería discutida. Como éste, adoptó la pompa y la magnificencia propias de las monarquías orientales, en particular la diadema como símbolo del poder. Además decidió construir una nueva capital para el Imperio, una capital grandiosa que marcara el resurgimiento del Imperio e hiciera su poder incuestionable. Durante un tiempo pensó en reconstruir Troya, pero mientras meditaba sobre ello se ocupó de una cuestión más acuciante: decidió tomar cartas en la disputa contra el arrianismo.
Constantino convocó lo que se llamó el Primer Concilio Ecuménico, esto es, universal, llamado así porque en él participaron por primera vez obispos de todo el Imperio (alrededor de trescientos). Incluso fue invitado un obispo godo llamado Teófilo. El concilio se celebró en Nicea, al sur de Nicomedia, que por el momento seguía siendo la capital del Imperio. Allí se convino que existe una única Iglesia Universal (o, dicho en griego, una única Iglesia Católica), cuya doctrina se plasmó en un Credo que desde entonces pasó a formar parte del ceremonial católico. Además de la unidad de la Iglesia, el concilio de Nicearatificó las tesis trinitarias frente a las de Arrio y también zanjó algunas disputas menores sobre la fecha de la Pascua. No obstante, Arrio y muchos de sus seguidores no aceptaron las decisiones del concilio y tuvieron que exiliarse, entre ellos Eusebio, que fue despojado de su cargo de obispo.
Al margen de las cuestiones teológicas, del concilio de Nicea también se extrajeron varias consecuencias prácticas. En primer lugar quedó asentado que era el emperador el que tenía la atribución de convocar concilios ecuménicos, lo cual le confería un notable control sobre la Iglesia. En segundo lugar se fijó una prelación entre los obispos, que hasta entonces habían tenido todos el mismo rango. Se aceptó la supremacía de tres de ellos: el de Roma, que a la sazón era Silvestre, el principal asesor de Constantino en lo tocante al cristianismo; el de Alejandría, que entonces era Alejandro, el más reputado en cuestiones de teología, y el de Antioquía, la tercera ciudad en importancia del Imperio y cuna del cristianismo. Fue en Antioquía donde san Pablo desarrolló su doctrina y nunca había dejado de ser un punto de referencia en materias doctrinales.
Estos tres obispos fueron llamados patriarcas (o primeros padres) de la Iglesia. En realidad Silvestre no estuvo presente en el concilio de Nicea, sino que envió como representante al obispo de Córdoba, que fue uno de los cinco únicos obispos occidentales que acudieron (a causa de la distancia, principalmente). La victoria del trinitarismo era previsible, pues era la doctrina de Alejandría y Alejandría era entonces la capital cultural del mundo. El principal defensor del trinitarismo no fue el propio Alejandro, sino su diácono Atanasio. Todo parecía apuntar a que el patriarca de Alejandría estaba destinado a ser la cabeza de la Iglesia Católica, pero ese mismo año Constantino iba a tomar una decisión que frustraría esta aspiración.

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