Arte de la prehistoria http://www.historiadelarte.us
Artista, cazador y chamán
Como se acaba de explicar la caza era una de las actividades fundamentales de este hombre del Paleolítico, de forma que casi todos sus esfuerzos se dirigian para llevarla a buen puerto, y de entre ellos, la pintura cumplía una función ritual. Es por este motivo es que era necesaria la presencia de alguien que fuera especialmente hábil a la hora de pintar. Así, se procuraba buscar a aquél que sobresaliera en su talento para imaginarse figuras en las formas geomórficas de las rocas de las grutas y, después, que tuviera la facultad de pintarlas. A esta figura se le conoce como el mago-artista.
A este binomio anterior le tendríamos que añadir otro término más, el del cazador, desde el momento en que el hombre paleolítico, por antonomasia, es ante todo eso: un cazador. Y esta tríada iba indisolublemente unida siempre. Así pues, la caza era su actividad principal. Para ello, se organizaban en hordas poco numerosas, haciendo uso de armas fabricadas en muchas ocasiones a partir de lo que les proporcionaban esas mismas criaturas, así como de trampas. Con el tiempo, todo esto se iría complementando con la pesca y la recolección de frutos silvestres.
Debido a ello, de entre todos los cazadores de la tribu, se escogía como líder aquél que tuviera más facilidad para ser a la vez artista y chamán, es decir, que tuviera el suficiente poder para ejecutar pictóricamente, y de la forma más naturalista posible, la representación de sus futuras presas. Para ello, y siguiendo con su mentalidad de mimesis en relación a la posesión, no sólo se dedicaban a pintar animales de forma realista, sino incluso el mismo mago-artista intentaba aprehender esos rasgos animales.
Por este motivo, iba vestido con pieles animales, llevaba máscaras y cornamentas, y se movía imitando los movimientos de los mismos -ritmo en el que se ha visto el origen de la danza-. Y es que se tiene la necesidad de asumir la forma de ciertos seres, ya que de esta manera se obtienen mayores facultades cercanas a esos animales, o sus características.
Con todo, la asociación a un animal determinado resulta difícil de averiguar en estas representaciones, aunque destaca el grupo de figuras ornitocéfalas. Aparte, como líderes dotados de ese don que les diferenciaba del resto, llevaban un bastón de mando, generalmente realizado sobre hueso o marfil, y que presentaba decoraciones animales en grabado, como el hallado en la Cueva del Pendo, en Escobedo (Camargo, Cantabria). Ahora eran ellos la obra de arte, sin necesidad de pasar por la creación de un “objeto”.
En algunas ocasiones, aparte de representar la presa de caza, ellos mismos se “autorretrataron”, en una serie de figuras antropomorfas, híbridos entre seres humanos y animales, que constituyen manifestaciones de las primeras tentativas humanas de dar forma a conceptos religiosos y la actitud del hombre frente a lo sobrenatural. Con todo, en estas pinturas aparecen con bastantes deformaciones, en un deseo de acercarse a la fisonomía animal.
Hay una escena al respecto -una de las primeras composiciones de la “Prehistoria” del Arte-, en las cuevas de Lascaux, que ilustra a la perfección todo lo que se está comentando: en la llamada escena del “pozo” se representa a un chamán con los brazos extendidos y la cabeza animal, a su lado el bastón de mando -cuya parte superior también ostenta la forma de un ave-, mientras que frente a él está el bisonte herido, atravesado por una lanza.
De cualquier forma, dejando a un lado la cuestión iconográfica, la diferencia de estilo entre el esquematismo de la figura humana y el detallismo del rostro y del pelaje de la bestia son evidentes. El hombre paleolítico intentaba pintar de la misma forma que cuando cazaba, empleando un estilo simple, pero seguro y dinámico, y que recuerda a las características de la cinegética. No obstante, algunos historiadores y antropólogos defienden la hipótesis de que en realidad pintaban sólo animales -y figuras humanas con rasgos zoomórficos, ante su incapacidad de representar seres humanos.
Como se puede comprobar, aquellos antepasados ya tenían un cierto sentimiento religioso. Se sabe que procedían a la inhumación de los muertos, que los enterraban cerca de donde estaban los vivos -no se distinguía aún claramente entre la vida y la muerte-, y existía un culto a los cráneos. Aparte de esto, existían diferentes tipos de ritos (de iniciación, de antropofagia). Pero los más importantes, una vez más, iban dirigidos hacia la caza.
En este sentido, más que hogares, las grutas donde se han encontrado todas estas pinturas tenían antes una consideración de santuarios. Es por ello que se cuidaban de que las pinturas estuvieran bien protegidas y en un lugar más próximo y en comunión con el centro de la Tierra. En este sitio, rodeados de todas estas pinturas, tenían lugar los diferentes rituales. En las cuevas de Niaux, por ejemplo, se han encontrado huellas de niños que intentaban acceder a la categoría de cazador.
La aparición de la llamada “Revolución neolítica” supuso la introducción de la agricultura -cultivo de la tierra-, de la ganadería -domesticación de animales-, de una vida más sedentaria, así como la aparición de nuevas actividades, tales como la alfarería o la tejeduría. Por todo ello, la caza ya no lo era todo para este nuevo hombre. En consecuencia, la finalidad de sus pinturas ya no era la misma. De ahí que el naturalismo presente hasta entonces dejara paso a un estilo mucho más simbólico y esquemático, como se puede ver en el arte levantino.
A este binomio anterior le tendríamos que añadir otro término más, el del cazador, desde el momento en que el hombre paleolítico, por antonomasia, es ante todo eso: un cazador. Y esta tríada iba indisolublemente unida siempre. Así pues, la caza era su actividad principal. Para ello, se organizaban en hordas poco numerosas, haciendo uso de armas fabricadas en muchas ocasiones a partir de lo que les proporcionaban esas mismas criaturas, así como de trampas. Con el tiempo, todo esto se iría complementando con la pesca y la recolección de frutos silvestres.
Debido a ello, de entre todos los cazadores de la tribu, se escogía como líder aquél que tuviera más facilidad para ser a la vez artista y chamán, es decir, que tuviera el suficiente poder para ejecutar pictóricamente, y de la forma más naturalista posible, la representación de sus futuras presas. Para ello, y siguiendo con su mentalidad de mimesis en relación a la posesión, no sólo se dedicaban a pintar animales de forma realista, sino incluso el mismo mago-artista intentaba aprehender esos rasgos animales.
Por este motivo, iba vestido con pieles animales, llevaba máscaras y cornamentas, y se movía imitando los movimientos de los mismos -ritmo en el que se ha visto el origen de la danza-. Y es que se tiene la necesidad de asumir la forma de ciertos seres, ya que de esta manera se obtienen mayores facultades cercanas a esos animales, o sus características.
Con todo, la asociación a un animal determinado resulta difícil de averiguar en estas representaciones, aunque destaca el grupo de figuras ornitocéfalas. Aparte, como líderes dotados de ese don que les diferenciaba del resto, llevaban un bastón de mando, generalmente realizado sobre hueso o marfil, y que presentaba decoraciones animales en grabado, como el hallado en la Cueva del Pendo, en Escobedo (Camargo, Cantabria). Ahora eran ellos la obra de arte, sin necesidad de pasar por la creación de un “objeto”.
En algunas ocasiones, aparte de representar la presa de caza, ellos mismos se “autorretrataron”, en una serie de figuras antropomorfas, híbridos entre seres humanos y animales, que constituyen manifestaciones de las primeras tentativas humanas de dar forma a conceptos religiosos y la actitud del hombre frente a lo sobrenatural. Con todo, en estas pinturas aparecen con bastantes deformaciones, en un deseo de acercarse a la fisonomía animal.
Hay una escena al respecto -una de las primeras composiciones de la “Prehistoria” del Arte-, en las cuevas de Lascaux, que ilustra a la perfección todo lo que se está comentando: en la llamada escena del “pozo” se representa a un chamán con los brazos extendidos y la cabeza animal, a su lado el bastón de mando -cuya parte superior también ostenta la forma de un ave-, mientras que frente a él está el bisonte herido, atravesado por una lanza.
De cualquier forma, dejando a un lado la cuestión iconográfica, la diferencia de estilo entre el esquematismo de la figura humana y el detallismo del rostro y del pelaje de la bestia son evidentes. El hombre paleolítico intentaba pintar de la misma forma que cuando cazaba, empleando un estilo simple, pero seguro y dinámico, y que recuerda a las características de la cinegética. No obstante, algunos historiadores y antropólogos defienden la hipótesis de que en realidad pintaban sólo animales -y figuras humanas con rasgos zoomórficos, ante su incapacidad de representar seres humanos.
Como se puede comprobar, aquellos antepasados ya tenían un cierto sentimiento religioso. Se sabe que procedían a la inhumación de los muertos, que los enterraban cerca de donde estaban los vivos -no se distinguía aún claramente entre la vida y la muerte-, y existía un culto a los cráneos. Aparte de esto, existían diferentes tipos de ritos (de iniciación, de antropofagia). Pero los más importantes, una vez más, iban dirigidos hacia la caza.
En este sentido, más que hogares, las grutas donde se han encontrado todas estas pinturas tenían antes una consideración de santuarios. Es por ello que se cuidaban de que las pinturas estuvieran bien protegidas y en un lugar más próximo y en comunión con el centro de la Tierra. En este sitio, rodeados de todas estas pinturas, tenían lugar los diferentes rituales. En las cuevas de Niaux, por ejemplo, se han encontrado huellas de niños que intentaban acceder a la categoría de cazador.
La aparición de la llamada “Revolución neolítica” supuso la introducción de la agricultura -cultivo de la tierra-, de la ganadería -domesticación de animales-, de una vida más sedentaria, así como la aparición de nuevas actividades, tales como la alfarería o la tejeduría. Por todo ello, la caza ya no lo era todo para este nuevo hombre. En consecuencia, la finalidad de sus pinturas ya no era la misma. De ahí que el naturalismo presente hasta entonces dejara paso a un estilo mucho más simbólico y esquemático, como se puede ver en el arte levantino.
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