Las primeras pinturas del Levante español fueron descubiertas en 1903 por Juan Cabré. Y los últimos estudios las sitúan en el Neolítico. Jordá establece una relación entre el arte levantino y el final del mundo neolítico, siendo paralelo al fenómeno del megalitismo.
La pintura rupestre levantina se extiende por la zona montañosa cercana al Mediterráneo, desde Huesca y el sur de Cataluña hasta Almería, penetrando igualmente en las provincias actuales de Teruel, Cuenca y Albacete. Se concentra básicamente en Castellón y Valencia, teniendo como marco las covachas y las paredes rocosas al aire libre. Esta es una de las principales particularidades que la distinguen de otras pinturas prehistóricas anteriores a ella. A pesar de encontrarse ciertos caracteres particulares según las zonas, sí cabe hablar de una cierta homogeneidad de estilo entre ellas.
El clima unifica una nueva manera de vivir. La elevación de la temperatura y el aumento del grado de humedad traerá un ascenso de la población y, por consiguiente, la necesidad de una nueva manera de sobrevivir: la agricultura y la ganadería. En este sentido cabe hablar de la existencia de una divinidad femenina relacionada con la agricultura y con la caza (Agua Amarga, Cueva de los Caballos).
Cabe destacar el predominio de las escenas sobre las figuras aisladas que encontrábamos en las pinturas anteriores; se trata, en su mayor parte, de representaciones humanas combinadas con figuras de animales de intenso contenido narrativo. El hombre pasa a ser el protagonista.
Los procedimientos técnicos en la pintura levantina son semejantes a los del Paleolítico: los pigmentos naturales eran triturados y diluidos con grasas animales y claras de huevo. Seguramente se utilizaban unos pinceles hechos de plumas de ave para su aplicación. Las figuras eran realizadas sin preparación en la roca.
Domina la monocromía (rojo -procedente de almagres y ocres-, negro y, muy raramente, blanco), con tintas planas para contornos y siluetas. Se rellenaba totalmente de color la silueta de la figura, tanto humana como animal, aunque también se ha encontrado algún ejemplo en que únicamente existe el contorno y la parte interna con escasos trazos. Precisamente, la utilización de la tinta plana refleja una pobreza de medios de expresión que se atenuó con el gusto por el movimiento que tenían esos pueblos. La creación de una perspectiva basada en la línea oblicua de fuga, en cuya dirección se ordenaban las figuras, fue de capital importancia para conseguir sus objetivos de movimiento.
Un ejemplo de esta aportación se encuentra en la serie de arqueros en el Charco del Agua Amarga. Otra de las importantes novedades del arte levantino fue la disposición de las figuras dentro de un encuadre romboidal dispuesto oblicuamente, como en la escena de caza representada en la Cueva Remigia de Ares del Maestre (Castellón). Hábilmente también, el hombre levantino supo aprovechar magníficamente los salientes o huecos de una roca, como la Cueva de la Araña de Bicorp (Valencia), creando distintos niveles de profundidad.
Tanto las figuras antropomorfas como zoomorfas representadas reflejan el nuevo clima reinante en todo el Levante español. Así, las vestimentas apuntan a un clima suave y seco. También la fauna representada es muy significativa de las nuevas condiciones. La cabra fue objeto de caza, aunque también encontramos algún ejemplo, como en la Cañada de Marco, en que aparece domesticada junto al rebaño y el pastor. El toro aparece solo o en rebaños y, posiblemente, domesticado. El ciervo resume perfectamente el nuevo marco físico protagonizado por las praderas.
Además de esta particular presencia, cabe destacar cómo el animal es concebido como elemento participante en una escena, tanto venatoria como religiosa. Igualmente cabe hablar de escenas relacionadas con cultos zoolátricos o antropomorfos. Uno de los ejemplos más representativos es el culto al toro, de gran tradición en el Mediterráneo, con escenas de ofrendas, sacrificios, danza ritual (Dos Aguas) y de tauromaquia (Cogull, La Gasulla, Los Grajos). El animal es igualmente representado en escenas de caza.
El hombre, sin embargo, y como se ha señalado, es el verdadero protagonista, ya representado como cazador, arquero o jefe de guerra. Jordá apunta la idea de que en esas escenas se está viviendo un claro ejemplo de una nueva sociedad agrícola y ganadera, y no tanto de una comunidad recolectora o cazadora propia del Paleolítico. Así, junto a escenas de recolección de miel (La Araña) o de aceituna (La Sarga), se han hallado escenas de un posible arado (Dos Aguas) y de algún rebaño de cabras (Cañada de Marco) o de toros (Arpera).
Por lo que respecta a la figura humana, cabe dejar constancia de una posible organización social basada en fuertes estructuras militares. Así, el varón aparece siempre como guerrero y cazador, mientras que la mujer se representa en escenas religiosas y agrícolas. Al mismo tiempo, la presencia de las figuras importantes de la sociedad, de mayor tamaño que las otras, o más ataviadas, apunta a una sociedad fuertemente jerarquizada.
Uno de los ejemplos más claros viene dado en las escenas de batallas o cacería, en las que el jefe de guerra o de caza se distingue del resto de los personajes por su mayor tamaño o por sus adornos.
Otro de los puntos a destacar como novedad es la vestimenta, que apuntaría tanto a un nuevo clima como a un nuevo gusto: la vestimenta femenina incorpora una falda más o menos acampanada, que en algunas ocasiones está decorada por franjas verticales u horizontales. Igualmente se presta atención a los complementos de decoración, tales como las cintas o diademas y tocados de pluma.
Vaso neolítico, procedente de la Cueva de los Murciélagos en Zuheros (Museo Arqueológico, Córdoba, España). El fondo del vaso es liso y está decorado con líneas incisas, con un acabado sencillo. Presenta una decoración a la "almagra", que es la aplicación de un colorante rojizo que se obtiene del óxido de hierro. Esta técnica se conocía en períodos anteriores, pero no había sido fechada hasta el momento de este hallazgo en el Neolítico.
Origen y distribución de la pintura rupestre levantina
El arte rupestre levantino se desarrolló en la zona oriental de la península ibérica, extendiéndose por casi toda la costa mediterránea, desde Lleida hasta Almería. También se han encontrado manifestaciones importantes en otros lugares como Río Vero en Huesca, Albarracín en Teruel o Cuenca.
Uno de los principales problemas que plantea es el de la cronología, ya que no hay un conocimiento exacto de cuándo surgió. Se barajan distintas. Unas establecen su origen y desarrollo en el paleolítico, otras lo consideran epipaleolítico o mesolíticos y por último están las que lo integran en el Neolítico.
Finalmente, los estudios más recientes, le atribuyen un origen epipaleolítico.
Temática y estilo
A diferencia del paleolítico, el arte levantino situó sus conjuntos artísticos en abrigos rocosos o en oquedades naturales al aire libre que se forman en las sierras calizas. Emplearon el color rojo, el negro y blanco, que eran obtenidos de diferentes minerales. Y no los mezclaron, por lo que en sus pinturas no existe ni la bicromía, ni la policromía, ni la gradación de tonalidades.
Otra novedad que incorporan es que las figuras humanas y animales, que son las protagonistas de sus obras, aparecen formando escenas de gran dinamismo. Podemos establecer tres tipos: las bélicas, con escenas de combate, desfiles y danzas guerreras; las que reproducen actividades relacionadas con la caza y las de la vida cotidiana, que se centran en la recolección de alimentos, en la organización jerárquica y en las danzas rituales.
El hombre se pinta desnudo, con adornos en algunas partes de su cuerpo (cabeza, brazos, piernas y cintura) y sujetando el arco y las flechas. La figura femenina se representa con el tronco desnudo y con una falda acampanada que llega hasta la rodilla o los pies.
Los animales también forman parte de las escenas. Los más comunes son los caprinos, los cérvidos, los equinos y los bóvidos. En ocasiones aparecen sin la presencia del hombre como cazador, solos y en diversas actitudes: estáticos, en estado de alerta, caídos en una trampa, con el cuerpo lleno de flechas o incluso muertos.
No existe una intención realista, les interesa captar el movimiento y para ello crean composiciones en diagonal. También utilizan la llamada perspectiva torcida, que consiste en mostrar el cuerpo entero de perfil exceptuando algunas partes que se colocan en posición frontal. Reducen la representación a las líneas esenciales, es decir, a las características identificativas y a las actitudes, eliminando el resto de los detalles. Así, por ejemplo, el arco y la flecha permiten reconocer a un cazador o a un guerrero. Consiguen escenas de gran dinamismo.
Principales Conjuntos Pictóricos
El Abrigo de Cogull, en Lleida, es uno de los conjuntos pictóricos más completos, posee representaciones de distintas épocas que responden a diferentes grados de estilización y a distinta técnica de ejecución. Entre ellas, unas mujeres con enormes pechos al descubierto, vestidas con una falda hasta las rodillas y en el centro, la figura hombre completamente desnudo, con adornos en las rodillas y un exagerado miembro viril. Se trata de la representación de un acto ritual, una danza fálica.
En el Barranco des Gascons, en Teruel, hallamos la imagen de un arquero en color rojo oscuro al lado de una cabra montés. El cazador porta el arco en la mano mientras una de sus piernas está flexionada.
Podemos ver en la Cueva de los Caballos de la Valltorta, Castellón, una cacería de ciervos. La composición enfrenta las figuras de los arqueros a los animales basándose en la combinación de líneas horizontales, conseguidas con las flechas, los arcos y los brazos, y las verticales, originadas con las patas de los animales.
En la Cueva de la Araña, en Bicorp (Valencia) encontramos una cacería de cabras salvajes. Un grupo de cazadores en círculo acorralando a los animales. Una de las cabras se ha caído debido al impacto de una flecha, está en el suelo, patas arriba, al lado de una mancha de color oscuro, que es sangre.
La más conocida es una escena de recolección de miel. El personaje, que sujeta el cesto con una mano, está suspendido y rodeado de las abejas que revoletean alrededor del panal.
Otros ejemplos con importantes restos son El Abrigo de Cantos de la Visera, en Yecla, Murcia; las cuevas de la Solana de las Covachas en Albacete; en las Cuevas de la Sarga, en Alcoy, (Alicante); la Cocinilla del Obispo y Cueva del Val del Charco del Agua Amarga en Teruel.
Les Dogues. Escena bélica según Porcar a mitad de tamaño natural.
Con el final de la glaciación de Würm, que se sitúa cronológicamente hace unos 9.000 años, la temperatura de la tierra comenzó a elevarse.
El cambio climático y el consecuente cambio en la vegetación llevaron hacia el norte a las grandes manadas que habían constituido el sustento de los pueblos de cazadores del Paleolítico, que en parte las siguieron en sus desplazamientos y en parte permanecieron en las cuevas que les habían servido de refugio durante tantos miles de años. En uno y otro caso, de produjo un deterioro cultural que marca el final del período Magdaleniense.
El momento en que se producen estos hechos, que es posterior al esplendor paleolítico y previo a la revolución neolítica, se conoce como Epipaleolítico o Mesolítico y la transformación cultural que tuvo lugar se puede valorar a través de la pintura levantina.
Su denominación se debe a la ubicación de sus obras, repartidas por diferentes zonas de la serranía del tercio oriental peninsular, desde los Pirineos hasta la Penibética (Lérida,Teruel, Castellón, Valencia, Albacete,...), manteniendo todas ellas unas características similares: se parte de un cierto naturalismo, que se aplica a grandes figuras de animales aislados y estáticos, para avanzar, a través de una progresiva estilización de las formas, hacia un claro esquematismo.
Sin embargo, su datación cronológica ha sido objeto de encendidos debates.
El abate Breuil las supuso del Paleolítico Superior, posición hoy insostenible, ya que la fauna representada (ciervos, vacas, cabras...) corresponde a un período posglacial.
Para otros autores son del Mesolítico por los utillajes encontrados junto a ellas, mientras que otros expertos las sitúan en el Neolítico por ciertos indicios proporcionados por las propias pinturas, como los tipos de puntas de flechas o algunas representaciones donde se ha querido ver escenas de domesticación.
Así, la hipótesis más aceptada en la actualidad es la de Antonio Beltrán, quien las ha datado entre el 6000 y el 1500 a.C. En el tramo comprendido entre el 6000 y el 4000, se dan las pinturas más importantes, con escenas humanas y de animales.
En estas pinturas, tanto la ubicación, como su apariencia formal y finalidad, son muy distintas a las del Paleolítico.
Ya no se pinta en el interior de las cuevas, sino en paredes de abrigos rocosos abiertos al exterior, porque la vida en aquella época posglacial se realizaba ya en poblados al aire libre y no dentro de las cuevas.
La altitud de estos abrigos es muy variable aunque generalmente oscila entre los 300 y 1000 metros y se encuentran en lugares bastante abruptos, próximos a barrancos donde, en los momentos en que se realizaron los frisos, existían corrientes de agua que, por una parte, permitían los asentamientos humanos y, por otra, servían de atracción a las especies animales de forma que estos parajes eran idóneos para la actividad cazadora, de la que, como veremos, son un buen exponente las propias pinturas.
LA PINTURA RUPESTRE: CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS Y ARTÍSTICAS
La temática parece abandonar el sentido mágico para tratar asuntos de carácter narrativo, que cuentan la vida de la tribu, con grupos de humanos solos u hombres con animales: cacerías, desfiles, luchas, danzas o rituales componen escenas con personajes colocados en el espacio.
CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS:
- Empleo casi exclusivo de la pintura, ya que el grabado es sólo utilizado de manera excepcional y cuando se usa se hace sólo como mera técnica complementaria para el trazado de los perfiles.
- Utilización de la pintura en dos fases diferenciadas, una primera en la que, con un trazo más o menos grueso, se perfilan las figuras, y una segunda en la que se rellena ese contorneado con una tinta plana. Sólo en las microfiguras “de estilo caligráfico” se diseña con una única pasada de pincel.
- Excepcionalmente encontramos figuras que no se han rellenado en su totalidad, bien porque están inacabadas, bien porque esta circunstancia se emplea como recurso artístico, tal es el caso de los cervatos de la cueva dels Cavals, donde se ha querido expresar el moteado del pelaje de las crías para diferenciarlas de los individuos adultos, además de su menor tamaño. Asimismo la ausencia de tinta plana puede deberse a la necesidad de marcar las líneas de modelado del cuerpo para dar volumen ala figura.
- Los instrumentos empleados para la aplicación de la pintura son pinceles de pelo, plumas finas u otra materia orgánica. Por el contrario, no hay indicio de la utilización de los dedos o del soplado para difuminar los colorantes, como ocurre en el arte paleolítico.
- Los colores utilizados por orden de frecuencia son: rojo, negro y blanco, de los que es muy difícil definir las tonalidades, que son especialmente variadas en los rojos. Dichas tonalidades son, en la mayor parte de los casos, producto de factores ajenos a la intencionalidad del autor.
- Las figuras son siempre monocromas ya que únicamente conviven dos colores cuando se han realizado repintes.
- El tamaño de las figuras tiene una media de unos 10 centímetros, aunque es muy variable ya que oscila entre poco más de un metro y los tres o cuatro milímetros, pero en general dominan las de tamaño reducido y son escasas las representaciones que sobrepasan el medio metro.
- En conjunto puede afirmarse que las representaciones naturalistas y estáticas de las primeras fases son más grandes que las de la etapa de estilizaciones dinámicas, hecho lógico si se tiene en cuenta que es en esta fase de dinamismo cuando se componen los grandes conjuntos escenográficos con la intervención de un elevado número de figuras.
CARACTERÍSTICAS ARTÍSTICAS
- Desde el punto de vista estilístico, el Arte levantino muestra todo tipo de concepciones, desde el naturalismo hasta el esquematismo, pasando por diversas fases de estilización y llegando al geometrismo.
- Una de las características más singulares es el desarrollo de la composición; como consecuencia de ello el individuo, la figura aislada, pasa a un segundo término para convertirse en parte integrante de una escena al ser el conjunto lo que requiere mayor atención. Este interés por la escena se deriva de que la finalidad básica del arte levantino es la de constituirse en un documento narrativo de las actividades e inquietudes de sus autores.
Por ello sus frisos son eminentemente expresionistas hasta el punto de que el detallismo y el naturalismo se sacrifican en aras de una mayor viveza y expresión del movimiento, ya que es la actitud y no el personaje lo que interesa destacar.
Este movimiento se persigue y se consigue muchas veces mediante ciertos recursos estereotipados. Así, en las grandes escenas de cacería o de lucha la idea de velocidad de sus participantes se expresa mediante la ejecución de unos músculos extraordinariamente desarrollados que dan la sensación de potencia en la zancada, y por la colocación de las piernas en una línea horizontal que proporciona la idea de que las figuras están más en actitud de vuelo que de carrera propiamente.
Esta idea de rapidez se acentúa todavía más colocando al conjunto en movimiento descendente, siguiendo una dirección en diagonal desde el ángulo superior derecho hasta el inferior izquierdo de la zona.
- Por otra parte, las figuras aparecen realizadas directamente sobre el fondo rocoso, al que no se le da ninguna preparación previa; además, falta la representación del paisaje o de un determinado marco, salvo en las contadas ocasiones en las que se aprovechan los propios accidentes naturales de la roca para esconder a un personaje o a una pieza de caza, para simular la oquedad de una colmena, para depositar un recipiente, o para hacer abrevar a un animal junto a una grieta que simula una caída de agua.
Esta ausencia de paisaje hace que la representación de elementos vegetales sea muy escasa y que cuando aparecen se presenten de forma muy estilizada y siempre en función de la actividad recolectora humana, pero no como elemento del paisaje.
- Otro aspecto que conviene destacar es el desigual tratamiento que el arte levantino da a sus dos protagonistas: la figura humana y la figura animal, pues mientras la primera se plasma de forma estilizada e incluso pronto tiende a la esquematización, la figura animal conserva, en la mayoría de las representaciones, un marcado carácter naturalista, indicándose con frecuencia detalles anatómicos y manteniendo casi siempre las proporciones correctas.
La mayoría de los tipos humanos posee un tronco muy estrecho en comparación con las extremidades y, especialmente, con las inferiores que, como antes hemos apuntado, adquieren un importante desarrollo para dar la sensación de vigor y aptitud para la carrera. Sin embargo, algunas de las figuras de tamaño medio y, sobre todo, las de dimensiones más reducidas, adquieren un carácter filiforme, sin ningún volumen ni detalles anatómicos, al estar realizadas con un solo toque de pincel.
La cabeza suele reducirse a una mancha de tendencia circular, a excepción de aquellos casos en los que se indica el peinado. Los rasgos faciales, salvo en raras excepciones, no están reproducidos a pesar de que en la mayoría de las ocasiones las figuras aparecen de perfil. Por el contrario, resulta bastante frecuente la representación del sexomasculino y de los senos femeninos, habitualmente con proporciones algo exageradas.
En contraposición a la falta de detalles anatómicos, choca el especial cuidado que los pintores levantinos ponen en la ejecución de los adornos corporales así como del armamento y del utillaje en general, que o bien es transportado o simplemente utilizado en su actividad.
Los animales, como ya hemos dicho, suelen ser naturalistas, aunque hay excepciones como el caso del arte macroesquemático de la región alicantina, donde se reproducen dentro de pautas bastante esquemáticas.
Sin embargo, el hecho de que estén realizados con tintas planas es una circunstancia que no favorece la reproducción de ciertos detalles, como el pelaje, los detalles de las pezuñas o el propio volumen del cuerpo.
- La temática tratada (ver más adelante) explica que las figuras humanas y animales constituyan la inmensa mayoría de las representaciones de este arte; le siguen muy de lejos los geométricos y son todavía más excepcionales los elementos vegetales. Más frecuentes son los útiles o artefactos relacionados con las actividades humanas, como es el caso de armas, recipientes, escalas, sogas, etc., igualmente son numerosas las reproducciones de atuendos como tocados, taparrabos, faldas, calzones, etc., pero tanto los útiles como los ornatos corporales constituyen, en realidad, un complemento de la figura humana, pues, salvo en caso excepcionales, no se reproducen de manera aislada.
Pinturas rupestres del barranco castellonense de La Valltorta.
Recogida de la Miel. Cueva de la Araña
Cueva Remigia del Barranco de la Gasulla (Ares del Maestre, Castellón de la Plana).
LA PINTURA RUPESTRE: LA TEMÁTICA
Es el apartado más interesante del Arte levantino, ya que debido a su carácter narrativo y a la variedad de actividades que refleja, así como al detallismo que ofrece en la reproducción de útiles e indumentaria, constituye un documento de enorme importancia para el conocimiento de las actividades y formas de vida de sus autores.
Los aspectos que se reproducen pueden quedar englobados en tres grandes apartados: actividades económicas, actividades bélicas y manifestaciones de carácter lúdico o religioso, si bien existen algunas escenas de difícil interpretación, bien porque no nos resultan suficientemente comprensibles, bien porque su mala conservación complica su lectura.
ACTIVIDADES ECONÓMICAS
A través de las pinturas levantinas reconocemos a una sociedad con claro predominio de las actividades predadoras, especialmente por la gran importancia de la caza, pero junto a ellas podemos conocer también la práctica de algunas tareas relacionadas con la economía de producción, como son la agricultura y la domesticación de animales, evidencia esta que nos lleva a situar buena parte de los frisos levantinos en momentos posteriores a la generalización del neolítico por estas tierras.
- La Caza. Constituye la actividad más reproducida y la que ofrece mayor número de escenas con gran número de participantes. Es posible, sin embargo, que el claro predominio de la caza sobre el resto de actividades reproducidas no corresponda a la estricta realidad y se deba al carácter aleatorio de la propia acción cinegética, cuyo rendimiento está determinado por muchos factores, en gran medida ajenos a la propia pericia humana, por lo que se apelaría a través de las pinturas a fin de que la acción fuera coronada por el éxito.
A juzgar por los datos que tenemos de grupos culturalmente similares, es lógico pensar que fueran gentes de una economía mucho más diversificada, con actividades de carácter estacional dirigidas al aprovechamiento integral de un buen número de recursos naturales del entorno; entre estas actividades se encontrarían, sin duda, algunas de las que aparecen reproducidas de manera esporádica como es la recolección vegetal y de productos animales y otras de las que no nos ofrecen datos las pinturas como puede ser la pesca.
Dejando aparte la importancia que la caza pudo llegar a tener entre estas gentes dentro de su dieta alimenticia y las causas por las que su representación es tan frecuente, vamos a analizar algunos de los datos objetivos que estas escenas nos ofrecen.
En primer lugar es interesante atender a las especies cazadas y a su proporción numérica.
Las especies objeto de las capturas representadas en los frisos levantinos, por orden de frecuencia son: cápridos, ciervos, jabalís, bóvidos y équidos, además de algunas figuras no identificadas.
Todas estas especies, así como los porcentajes de frecuencia con que aparecen, están en consonancia con los datos generales que nos brindan los análisis faunísticos de yacimientos próximos cultural y cronológicamente.
Faltan, por el contrario, representaciones de caza de especies menores, como puede ser el conejo, cuyos restos, sin embargo, son habituales en muchos yacimientos. Esta ausencia podría reforzar la idea de que reproducen aquellas cacerías que entrañan riesgo, esfuerzo y, sobre todo, inseguridad sobre el posible éxito de la operación.
Con respecto a las fórmulas empleadas en las capturas, si tomamos al pie de la letra los datos que nos proporcionan las pinturas, la más habitual sería mediante el sistema de ojeo, dirigiendo a la manada hasta el lugar donde un grupo de cazadores estaban apostados, allí los animales eran heridos mediante dardos disparados por arcos. Aparecen también escenas de enfrentamientos directos entre cazador y presa en solitario y otras que pueden interpretarse como capturas con trampas y lazos.
Los protagonistas de estas escenas cinegéticas son, claramente, figuras masculinas, que, en muchas ocasiones, tienen marcado el sexo, y en el caso de las figuras asexuadas parece lógico identificarlas también como hombres, ya que sus atuendos, la potencia de la musculatura de sus piernas y otros detalles son iguales a los de las figuras masculinas. Estos cazadores se representan habitualmente desnudos. En cambio, es muy habitual que se adornen con tiras que cuelgan de la cintura, las piernas o los brazos o que lleven tocados de formas muy variadas
El armamento utilizado para las cacerías está compuesto, en la mayoría de las ocasiones, exclusivamente por un arco (de tamaño y características muy variables).
- La Recolección. Por el número de representaciones, sigue en importancia a la caza, aunque a gran distancia. Esta actividad implica tanto la obtención de productos vegetales como de derivados animales. La recogida de la miel, por ejemplo, es reproducida, de forma más o menos clara, en una decena de ocasiones.
Las escenas de recolección de productos vegetales presentan más dificultades de interpretación, pudiéndose confundir con auténticas escenas de agricultura. Las más claras afectan a la recolección de frutos.
La mayor parte de los personajes que actúan en estas escenas son asexuados, parecen ir desnudos y emplean productos de cestería (escalas, cuerdas, recipientes de esparto y palmito...)
- La Agricultura. Aunque no hay absoluta certeza de la práctica de esta actividad a través de las pinturas, sí existen indicios importantes que permiten reforzar esta idea. En las representaciones más claras los personajes que intervienen (mujeres en esta caso vestidas con amplias faldas y dejando ver los senos) se inclinan sobre el suelo, llevando en sus manos instrumentos que pueden ser palos de cavar; en otras, aunque los individuos no están en el acto de trabajar la tierra, llevan en sus manos aperos semejantes a determinados útiles agrícolas.
- La Domesticación Animal: Pastoreo y Monta. El pastoreo no aparece con la suficiente nitidez como para que podamos aceptarla sin reservas, reduciéndose las escenas así interpretadas a representaciones de grupos de animales de una misma especie, en actitud más o menos estática, en ocasiones,en ademán de pastar, sin ser acosados por ningún cazador ni presentar ningún tipo de herida. Por el contrario, sí existen algunas escenas de doma y monta de équidos que reproducen, con bastante claridad, un estadio avanzado del dominio de estos animales
ACTIVIDADES BÉLICAS
Escenas de guerra.
Estas acciones reproducen el enfrentamiento entre dos individuos o entre dos grupos y se representan dentro de unos esquemas bastante parecidos a los que se conciben para las escenas de caza.
Así, en algunos casos, los protagonistas aparecen lanzados a la carrera, con las piernas creando una línea horizontal para dar la sensación de vuelo.
Al igual que los cazadores llevan el tronco desnudo y adornos en extremidades, cintura y cabeza, y su armamento se compone de arco y flechas. Con ellos consiguen herir al enemigo que, a veces, aparece con los dardos clavados y huyendo del escenario de la contienda.
En algún caso, los individuos que integran cada bando se diferencian por el tipo de atuendo. Además, dentro de cada bando destaca un personaje,por su posición central y en vanguardia, por su mayor tamaño y también por la complejidad y vistosidad de su atuendo, confirmando que también los ornatos personales sirven para destacar la situación de los individuos dentro del grupo.
Por otra parte, la existencia de estos jefes plantea la existencia de una sociedad en la que se ha iniciado el proceso de estratificación.
En algún caso encontramos reproducido el acribillamiento, a flechazos, de un individuo por parte de un pelotón, no sabemos si por tratarse de un prisionero de guerra, o por la infracción de alguna norma establecida.
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