EL FIN DE LA DINASTÍA HAN | SIGUIENTE |
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El Imperio Parto nunca consiguió apoderarse definitivamente de Persia, que había mantenido una precaria independencia basada sobre todo en su defensa de la cultura irania y su repulsa absoluta a la cultura helénica. Así, Persia había sido el refugio de todos los habitantes del antiguo Imperio Persa, ahora Imperio Parto, que se oponían al helenismo de la clase dirigente. En 211, tras una disputada sucesión, el trono persa quedó en manos de Ardacher I (una forma posterior del viejo nombre real "Artajerjes"). Bajo su reinado, Persia se reorganizó y fue adquiriendo poder. Ello hizo surgir inevitablemente leyendas sobre su rey. Según estas leyendas, era nieto de un pastor llamado Sasán, que en tiempos de Marco Aurelio había reunido los distintos principados persas en un reino unificado. Por ello los descendientes de Ardacher I son llamados sasánidas.
Mientras tanto, el emperador Septimio Severo moría en Eboracum (la actual York). Según su voluntad, sus hijos Caracalla y Geta pasaban a ser coemperadores. Los dos hermanos se odiaban profundamente. Establecieron una rápida paz en Britania y marcharon a Roma a discutir sus diferencias. Caracalla esgrimió un argumento definitivo por el que se convertía en el único emperador, y fue que hizo asesinar a su hermano en 212, que murió en brazos de su madre. Luego eliminó a todos los que fueron testigos de su implicación en este asesinato, entre ellos a Emilio Papiniano, que había tratado de mediar entre los dos hermanos y terminó enemistado con ambos. Al frente de la guardia pretoriana puso a Marco Opelio Macrino, un caballero de origen mauritano que había alcanzado el rango de senador.
Antes de que acabara el año, Caracalla encontró un lugar en la historia al promulgar un edicto por el que todos los habitantes del Imperio adquirían la ciudadanía romana. La diferencia era más honorífica que práctica a estas alturas de la historia, e incluso es razonable pensar que la decisión no fue tomada por altruismo, sino porque había ciertos impuestos que sólo eran aplicables a los ciudadanos romanos, y así el Estado aumentaba sus ingresos.
No obstante, Caracalla es hoy más recordado por las famosas Termas de Caracalla. A lo largo de la historia romana el hábito de tomar baños había ido ganando popularidad, y con el Imperio se convirtieron en un símbolo de lujo. Proliferaban los baños públicos, grandes construcciones con distintas habitaciones, de modo que los bañistas podían pasar de un baño a otro con agua a distintas temperaturas, había habitaciones con vapor de agua, otras para hacer ejercicios, otras para ser untados con aceites y recibir masajes, otras para descansar, leer, conversar u oír recitaciones, etc. Las Termas de Caracalla eran unos gigantescos baños públicos que ocupaban más de trece hectáreas en Roma.
El precio de los baños públicos no era elevado, por lo que eran muy frecuentados. No obstante, los satíricos romanos y, sobre todo, los cristianos, consideraban decadente tanto lujo. En algunos baños entraban conjuntamente hombres y mujeres, lo que escandalizó a muchos moralistas, que suponían que allí tenía lugar toda suerte de perversiones, cosa que probablemente no era cierta.
A partir de 214 Caracalla otorgó un alto grado de participación en el gobierno a su madre, Julia Domna. Mientras tanto, él dirigió una brillante campaña ofensiva contra los germanos, a los que mantuvo a raya a lo largo del Danubio. Los caledonios dejaron de ser un problema, pese a la forma precipitada en que Caracalla había abandonado Britania. Ante todo, por esta época los documentos romanos dejan de referirse a los caledonios y, en su lugar, hablan de los pictos. En latín, picto significa "pintado". Es posible que el nombre haga referencia a una costumbre de pintarse o tatuarse la piel, tal vez como distintivo de los guerreros, aunque también puede ser que picto sea simplemente una deformación de un nombre tribal. No es plausible que los pictos hicieran desaparecer a los caledonios. Lo más probable es que los caledonios hubieran sido una tribu dominante que ahora era reemplazada por la de los pictos, si bien la población en su conjunto siguiera siendo la misma. Fuera como fuera, los pictos apenas presionaron la frontera romana durante mucho tiempo, debido a que se encontraron con problemas en el norte. En efecto, los irlandeses habían descubierto la piratería y se dedicaban a hacer incursiones cada vez más profundas en las costas de Caledonia. Estos piratas fueron conocidos genéricamente como Escotos, probablemente el nombre de alguna de las tribus gaélicas que tomaron parte en las incursiones.
Caracalla fue el segundo emperador romano que visitó Egipto, después de Adriano. Allí tomó una decisión que lo enemistó con todos los intelectuales de su tiempo, en particular con los historiadores: consideró que el museo de Alejandría llevaba ya mucho tiempo sin aportar nada valioso y suspendió la subvención estatal que hasta entonces había recibido. Probablemente la estimación de Caracalla no era desacertada, y también es cierto que las finanzas del Imperio no iban muy bien, por lo que la subvención al Museo era ciertamente un lujo difícilmente sostenible. A partir de entonces el ya decadente Museo aceleró su declive, y otra consecuencia fue que los historiadores acusaron a Caracalla de los crímenes más desaforados. Se dijo que miles de ciudadanos murieron cuando ordenó saquear Alejandría a causa de una ofensa insignificante. Tal vez su decisión sobre el Museo provocó algunos disturbios que tuvo que aplacar, pero los relatos al respecto son sin duda exagerados. No obstante, parece ser que en su momento perjudicaron sensiblemente la imagen del emperador.
El declive del Museo y la filosofía clásica en Alejandría coincidió con el auge del pensamiento cristiano. Por esta época murió Clemente, y la Escuela Catequética de Alejandría, que él había dirigido, pasó a manos de su discípulo Orígenes. Bajo su dirección, la escuela se convirtió en una auténtica escuela de Teología. Su padre había sido un mártir del cristianismo. Orígenes consagró su vida a los estudios religiosos y se dice que se castró a sí mismo para evitar distracciones. Escribió numerosas obras en las que comentaba e interpretaba las Escrituras Sagradas, así como obras en las que, siguiendo el ejemplo de su maestro, ponía la filosofía griega al servicio de la teología cristiana. Unos años antes, un filósofo platónico llamado Celso había escrito un libro sobre el cristianismo. Se trataba del primer libro pagano que analizaba seriamente el cristianismo, y su carácter técnico y racional no lo hicieron nada popular, hasta el punto de que no sabríamos nada de él si no fuera porque Orígenes lo reprodujo casi íntegramente en su libro Contra Celso. De este modo sabemos que Celso había afirmado que la teología cristiana había sido tomada de la filosofía griega y deformada en el proceso. Su argumentación era fría y desapasionada, y con ella ponía en evidencia que no era aceptable creer en vírgenes parturientas o en pescados que se multiplican.
En 215 el general chino Cao Cao logró finalmente someter el Estado occidental que había fundado Zhang Lu más de treinta años atrás. Cao Cao había convertido el Estado en una dictadura militar en la que los soldados profesionales y sus familias formaban una casta aparte. Estableció un sistema de promoción basado en el mérito y la recomendación que, junto al éxito de diferentes programas económicos, afianzaron su poder. No obstante, no pudo someter a las regiones del sur, sino que a lo máximo a lo que llegó fue a frenar su expansión en la batalla del Muro Rojo, que más tarde se convertiría en leyenda.
Caracalla no molestó a los cristianos, y éstos aprovecharon el periodo de calma para pelearse entre sí. En 217 murió san Ceferino, obispo de Roma, y se eligió como sucesor a Calixto, que era esclavo de un cristiano llamado Carpóforo. La decisión fue cuestionada y otras facciones eligieron como obispo a Hipólito, al parecer mucho más competente. Calixto promulgó un edicto por el que perdonaba a ciertos herejes, lo que le valió las críticas de Hipólito y otros rigoristas como Tertuliano.
La discusión principal entre los cristianos de la época era la naturaleza de Jesucristo. El problema era si Jesucristo era Dios o si, por el contrario, era sólo un hombre, un hombre santo, un enviado de Dios, pero no Dios. No cabe duda de que Jesús de Nazaret se hubiera escandalizado ante la idea de ser considerado Dios, al igual que les habría ocurrido a sus discípulos, pues todos ellos eran más o menos samaritanos ortodoxos, judíos en definitiva, y no podían admitir más dios que Yahveh. Los discípulos, que insistieron en el carácter mesiánico de Jesús, lo concebían probablemente como un enviado divino al estilo de Elías. Sin embargo, tal vez inadvertidamente, los discípulos de Jesús lo trataron a él y al Espíritu Santo como iguales a Dios, en el sentido de que los cristianos rezaban a Jesucristo, adoraban a Jesucristo, esperaban la llegada de Jesucristo como juez en el fin del mundo, etc.
San Pablo recogió estos planteamientos, pero nunca entró directamente en la cuestión de si Jesucristo era o no Dios. Simplemente, aún no se había formulado el problema abiertamente. Por supuesto, en sus cartas hay pasajes que se pueden interpretar como se quiera. En cualquier caso, lo cierto es que el Cristo Paulino reunía todos los requisitos para ser considerado un dios. El evangelio según san Juan parece reflejar la opinión de que Jesucristo y el Espíritu Santo existían junto con Dios desde el principio de los tiempos y que, de algún modo, eran parte de Dios. No obstante, la teología cristiana primitiva no era capaz de hilar mucho más fino.
La primera defensa teórica de la divinidad de Jesucristo provino de los gnósticos, pero era demasiado exagerada, pues concedía la divinidad de Jesucristo a costa de negársela a Yahveh o, al menos, de reducirla a un plano inferior. Esto entraba en contradicción directa con la doctrina apostólica. En estos momentos, la cabeza del pensamiento cristiano era la escuela teológica de Orígenes, en Alejandría. No era gnóstica, pues reconocía la divinidad de Yahveh, pero al mismo tiempo conservaba del gnosticismo la insistencia en la divinidad de Jesucristo. Los cristianos de Alejandría no habían tenido inconveniente en despreciar al dios de los judíos, pero jamás habrían aceptado que Jesucristo quedara en segundo plano frente a éste. El gnosticismo siguió existiendo durante un siglo, pero perdió poder en Alejandría (se conservó sobre todo en Asia Menor). En su lugar, los teólogos alejandrinos defendían el trinitarismo, ya presente como mero esbozo en la doctrina apostólica, según el cual Dios era a la vez Uno y Trino: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo eran a la vez tres personas distintas y una sola esencia o naturaleza. Para que este atentado a la matemática elemental (o este misterio, según la doctrina cristiana) pudiera pasar por una postura seria y respetable, era necesario apoyarlo con toda la sutileza de la filosofía griega debidamente prostituida, por lo que la defensa del trinitarismo comprometía a defender los más mínimos detalles de la teología que lo sustentaba, y no fueron pocos los que a lo largo de la historia trataron de adoptar alternativas más sensatas.
Por ejemplo, justo el año en que Calixto e Hipólito fueron nombrados simultáneamente obispos de Roma, Sabelio defendió que el Padre y el Hijo eran una misma persona en lugar de dos, lo que inmediatamente fue condenado como herejía por ambos obispos. Otras variantes de la doctrina de Sabelio incrementaban la herejía al afirmar que las tres personas eran manifestaciones diferentes de un único Dios. Quizá el fondo fuera el mismo, pero en el trinitarismo la forma lo era todo.
Mientras tanto Caracalla había iniciado una campaña contra los Partos. Parece ser que el rey Artabán IV se había negado a conceder al emperador la mano de una de sus hijas. Caracalla avanzó triunfante por Mesopotamia y llegó hasta el Tigris. Podría haber llegado más lejos sin problemas, pero fue asesinado por Macrino, que al parecer se creyó amenazado (no sabemos si justificadamente) por el emperador. Caracalla fue el último emperador romano enterrado en el Mausoleo de Adriano. Cuando Julia Domna se enteró de la muerte de su hijo se negó a comer y se dejó morir de hambre.
Macrino se proclamó emperador y nombró César a su hijo Diadumeniano. Trató de ganarse al ejército y al Senado con repartos de trigo y reducciones de impuestos. No obstante, los partos aprovecharon la crisis para recuperarse e invadir Siria. Macrino se vio obligado a firmar una paz bastante desfavorable que provocó la indignación de los soldados.
Caracalla no tenía descendencia, pero su madre, Julia Domna, tenía una hermana, Julia Mesa, la cual tenía dos hijas, Julia Soemias y Julia Mamea. Ambas estaban casadas y tenían sendos hijos. El hijo de Julia Soemias se llamaba Sexto Vario Avito Basiano, que aún no había cumplido los catorce años, pero ya era sacerdote en el templo del dios del Sol Elagabal, en Emesa, como lo había sido su bisabuelo Basiano. En 218 Julia Mesa presentó a su nieto ante una legión romana que estaba en Emesa. Afirmó que era hijo de Caracalla y que se llamaba Marco Aurelio Antonino. Los soldados quedaron impresionados ante la seriedad y belleza del joven, y decidieron proclamarlo emperador. Fue más conocido por una deformación de Elagabal que, mezclado con Helios, el nombre griego del Sol, se convirtió en Heliogábalo. Macrino trató de resistir, pero fue derrotado cerca de Antioquía, donde murió junto con su hijo. Heliogábalo envió una carta al Senado en la que prometía seguir el ejemplo de Augusto y Marco Aurelio, y fue reconocido como emperador. Su entrada en Roma fue triunfal, y con él iban su madre, su tía y su abuela, que fueron las que realmente gobernaron en los años siguientes. Julia Mesa hizo que Heliogábalo adoptara a su primo Alexino, el hijo de Julia Mamea, que pasó a llamarse Marco Aurelio Severo Alejandro. El sobrenombre de Alexino o Alejandro se debe a que había nacido en (o cerca de) un templo dedicado a Alejandro Magno. Además recibió el título de César, lo que le convertía en heredero del Imperio.
Una gran piedra negra, centro del culto a Elagabal en Emesa, fue llevada a Roma e instalada en el Palatino. Elagabal fue convertido en el dios supremo del Imperio, para disgusto de los romanos, que veían cómo la corte se teñía cada vez más de unas costumbres y ritos orientales en detrimento de la propia tradición romana.
En 220 murió el general chino Cao Cao y su hijo Cao Pi asumió sus poderes. Más aún, aceptó la abdicación del último emperador Han y se proclamó a sí mismo emperador de Wei (el territorio que realmente dominaba). Así terminó la dinastía Han, al tiempo que el Imperio Chino se descomponía en tres reinos. En efecto, al año siguiente, en 221, Liu Bei afirmó pertenecer a la dinastía Han y, como legítimo heredero, se proclamó rey del Estado de Shu Han, al oeste. Sun Quan acató en un primer momento la autoridad imperial de Cao Pi, pero a cambio de ser reconocido como rey de Wu, en el este. A partir de 222 su reino fue totalmente independiente de Wei.
Ese mismo año murió Tertuliano. Unos años antes se había visto obligado a romper con la iglesia cartaginesa, pues era montanista y el montanismo había caído en la lista de las herejías, así que continuó su labor en una pequeña comunidad montanista cercana, desde donde siguió influyendo en el pensamiento cristiano de la época. También murió uno de los dos obispos de Roma, san Calixto, pero ello no resolvió el conflicto, pues sus partidarios eligieron como obispo a Urbano, así que Roma siguió teniendo dos obispos rivales: Urbano e Hipólito. Por último, también fue el año en que los romanos se cansaron definitivamente de su emperador impío Heliogábalo, de modo que él y su madre fueron asesinados por la guardia pretoriana. La piedra negra de Elagabal fue devuelta a Siria. No obstante, se respetó la sucesión prevista y el Imperio quedó en manos de su primo, Severo Alejandro. El nuevo emperador era menor de edad (tenía entre catorce y diecisiete años), así que su madre, Julia Mamea, ejerció de regente y su abuela, Julia Mesa, no perdió su influencia.
La madre de Alejandro creó una comisión de senadores y prestigiosos legistas para aconsejar al gobierno. Entre ellos estaban Julio Paulo, que había sido en su día rival de Papiniano, Domicio Ulpiano, que, por el contrario, había sido su asesor mientras fue jefe de la guardia pretoriana (Heliogábalo lo había desterrado, pero ahora fue llamado de nuevo a Roma y se convirtió prácticamente en un primer ministro), y Modestino, discípulo de Ulpiano.
En 224 el rey persa Ardacher I tenía bajo su mando a todos los poderes iranios y se enfrentó al rey parto Artabán IV, cuya dinastía era cada vez menos popular, ante las continuas y humillantes derrotas que había sufrido frente a los romanos. Se inició así una lucha entre partos y persas en la que cada vez los últimos ganaban más adeptos.
En 226 murió Jula Mesa, la abuela de Severo Alejandro, con lo que Julia Mamea se convirtió en la única autoridad real de Roma. Aunque las reformas emprendidas tuvieron algún efecto, la vida política romana no recuperó la estabilidad de tiempos anteriores. En 228 Ulpiano fue víctima de una conjuración por parte de la guardia pretoriana, que lo odiaba, y fue asesinado.
Artabán IV trató de llevar la guerra a territorio persa, pero fue derrotado y muerto en Ormuz, en la costa del golfo pérsico, tras lo cual Ardacher I marchó sobre Ctesifonte y allí fue reconocido como rey de lo que había sido el Imperio Parto, pero que ahora se convertía de nuevo en el Imperio Persa. Los historiadores se refieren a este nuevo Imperio Persa como Imperio Neopersa o Imperio Sasánida, para distinguirlo del anterior. Artabán IV es considerado como el último rey arsácida, si bien la dinastía siguió gobernando en Armenia durante varias generaciones.
El nuevo Imperio Persa era mayor que el Parto, pues incluía a Persia y pronto absorbió a la mayor parte del Imperio Kusana, ya en decadencia, cuya dinastía de reyes tokarios conservó únicamente un reducido territorio en las regiones montañosas del actual Afganistán. Había aún más diferencias entre los dos Imperios: Ardacher I acabó con la estructura feudal parta y creó un fuerte Estado centralizado. Además potenció el mazdeísmo, que acabó erradicando la cultura y la religión griega. El mitraísmo sobrevivió, pues al fin y al cabo era una forma de Mazdeísmo. Los persas consideraban a su imperio como la prolongación del antiguo Imperio Persa fundado por Ciro II, y aspiraban a recuperar todos los territorios que había gobernado Darío I. Esto incluía Asia Menor, Siria y Egipto, que ahora eran posesiones romanas, lo que no auguraba buenas relaciones entre ambos imperios.
Mientras tanto, Roma estaba aparentemente en calma. En 229 fue cónsul Dión Casio, que desde los tiempos de Septimio Severo había ido ocupando puestos relevantes, al tiempo que escribía libros de historia. De él tenemos una biografía de Cómodo y veinticinco de los ochenta libros que escribió en griego sobre la historia de Roma. Dispuso de buenas fuentes que usó con imparcialidad. Es sin duda el mejor historiador de la época.
Alejandro trató de hacer que las distintas religiones del Imperio convivieran en paz. Respetó a los judíos y se dice que hasta tenía una efigie de Jesucristo en su despacho. Así pues, la paz que los cristianos disfrutaban desde los tiempos de Caracalla no se vio interrumpida, lo que significa que pudieron continuar con sus luchas internas. En 230 murió san Urbano, el obispo de Roma, pero sus partidarios siguieron negándose a aceptar al otro obispo, Hipólito, y eligieron para el cargo a Ponciano. Las disensiones entre los partidarios de uno y otro debieron de provocar disturbios, porque las autoridades terminaron interviniendo y los dos obispos fueron desterrados y condenados a trabajar en las minas de Cerdeña.
Los persas invadieron las provincias orientales del Imperio y el emperador tuvo que marchar al este. En su ausencia, los germanos atravesaron el Rin e hicieron correrías por las Galias. No se sabe muy bien cómo acabó la guerra contra Persia, pues Alejandro entró triunfante en Roma en 232, pero se sospecha que hubo más propaganda que victorias reales. Luego marchó a la Galia (con su madre detrás) y allí no encontró otra forma de deshacerse de los germanos que ofrecerles generosas sumas de dinero. Los soldados consideraron indigno este proceder y en 235 mataron al emperador y a su madre.
Ese mismo año murió Dión Casio, así como los dos obispos de Roma, Ponciano e Hipólito, agotados por el trabajo en las minas. Los cristianos de Roma habían comprendido que tener dos obispos enfrentados era un lujo que no se podían permitir en los tiempos que corrían (y menos aún ahora que acababa de morir el emperador), así que no dudaron de que ambos obispos habían tenido tiempo y ocasión de limar sus diferencias, los declararon santos a los dos y se pusieron de acuerdo para elegir un único obispo, Antero.
Guerra Chu-Han (206 – 202 AC)
Poco después de la muerte del primer emperador, en el 210 AC, el gobierno de la dinastía Qin se enfrentó a varias rebeliones. Finalmente, destacaron dos hombres entre los líderes rebeldes: Xiang Yu, descendiente de una línea hereditaria de generales del reino de Chu, que estaba en el valle del Yangtsé al mando de la fuerza militar más poderosa y contaba con la lealtad de la mayor parte del resto de los jefes; y Liu Bang, antiguo funcionario de la dinastía Qin de origen humilde que lideró las tropas que tomaron la capital, Xingyang (cerca de la actual Xian).
Xian Yu asignó el reino a 18 líderes rebeldes, reservándose para si la primera posición entre estos con el título de rey hegemónico de Chu Occidental. Obligó a Liu Bang a evacuar la región y a trasladar sus fuerzas al sur , hacia el valle del río Han, donde el sería monarca del reino de Han. Meses más tarde, en el verano del año 206 AC, Liu Bang aprovechó la distracción de su rival para recuperar el territorio de este en torno a Xingyang, comenzando así la guerra entre ambos líderes.
Liu Bang abrió hostilidades en 206 AC al lanzar un ataque sorpresa en el sur sobre los reinos Qin, Yong. Zhang Han, rey de Yong, avanzó para frenarlo, pero fue derrotado en la batalla de Chentsang, tras la derrota Zhang Han se retiró siendo perseguido por Liu Banga que le alcanzó en Hoachih y en la batalla de Haochih fue nuevamente derrotado. Zhang Han se retiró a su capital de Fei-chiu, donde fue asediado (206-205 AC). Sima Xin, rey de Sai y Dong Yi, rey de Di, ambos se sometieron a Liu Bang a principios de 205 AC. Fei-chiu se mantuvo a lo largo del año, pero a pesar de los reveses de Liu Bang en otros lugares se vio obligado a rendirse.
La conquista proporcionó a Lib Bang una sólida base de operaciones para el resto de la guerra. Su causa seria reforzada más adelante ese año cuando Xiang Yu asesinó al rey títere de Chu, permitiendo a Liu Bang disfrazar su rebelión como campaña legítima contra un regicida.
Batalla de Pengcheng 205 AC
En 205 AC Liu Bang intentó conquistar el corazón de Xiang Yu capturando su capital Pengcheng. Al principio las cosas salieron bien. Xiang Yu había sido advertido de que Liu Bang probablemente pararía después de conquistar Qin, y así que se trasladó al norte para enfrentarse a una revuelta en Qi. Consiguió una victoria en la batalla de Chengyang, pero su áspero comportamiento contribuyó a aumentar la rebelión. Cuando Liu Bang ocupó Pengcheng, Xiang Yu dejó parte de su ejército en Qi al mando de sus generales para contener la revuelta, y llevó una fuerza escogida de 30.000 efectivos hacia el sur, acampó en algún lugar a unos 15 km al oeste de Pengcheng (actual Xuzhou, Jiangsu). Xiang Yu atacó al amanecer, el ejército Han no estaba preparado aunque tenía casi 400.000 efectivos, confiado en su superioridad numérica presentó batalla, al mediodía fueron vergonzosamente derrotados en la batalla de Pengcheng. El ejército de Liu Bang perdió 100.000 efectivos en la batalla fue obligado a hacia el este contra el río Sui. Muchos muchos murieron tratando de cruzar el río Sui, que se dice que estaba bloqueado con cadáveres, se dice que durante la retirada y cruce del río murieron otros 100.000.
Liu Bang estuvo a punto de ser capturado. Él y sus últimas tropas estaban rodeados por tres líneas de soldados, pero una extraña tormenta descargó contra ambos ejércitos. En la confusión Liu Bang y un puñado jinetes lograron salir de la trampa y se dirigieron rápidamente a Pei, en un intento de salvar a los miembros de su familia, pero Xiang Yu también había mandado fuerzas para capturar su familia, capturando a su padre y su esposa que fueron mantenidos como rehenes, tan solo consiguió salvar a su hija que había conseguido huir.
A pesar de la asombroso victoria, Xiang Yu regresó a la capital que había sido saqueada por los ejércitos ocupantes de Han. Al encontrarse con una población civil hambrienta, Xiang Yu decidió no perseguir a Liu y compartir sus provisiones militares con la población.
Liu Bang poco a poco reunió sus desperdigadas fuerzas perdidas, pero no conservó sus conquistas en tierras Chu. La mayor parte de su familia seguía siendo rehenes de Xiang Yu. Sus aliados perdieron la fe en él; Sima Xin y Dong Yi lo abandonaron y se pasaron a Chu.
Batalla del paso de Jingzing 205 AC
En otras partes las cosas fueron mejor para Liu Bang. Una de las razones de su eventual éxito fue su capacidad para elegir subordinados capaces, y confiar en ellos. Xiao He y Han Xin, que habían sido dejados al mando en el oeste, levantaron un nuevo ejército.
Han Xin, después de haber sometido a Wei, pidió y se le concedió permiso para dirigirse contra Zhao. A medida que el ejército Han avanzaba Chen Yu, rey de Zhao, movió su ejército de unos 200.000 efectivos a una posición fuerte en el paso de Jingzing.
Han Xin decidió tratar de atraer al ejército Zhao de esta posición. Un grupo de 2.000 hombres fue enviado a las montañas para encontrar una posición que daba al ejército de Zhao. Han Xin entonces condujo a 10.000 tropas a la garganta mientras que el resto de su ejército tomó una posición con el río de Jinman a su retaguardia. Chen Yu no pudo resistirse a este objetivo tentador, y ordenó a sus hombres salir del campamento y atacarlos. Han Xin permitió que la batalla continuara por un tiempo convincente, y luego ordenó a sus hombres hacer una retirada fingida, abandonando sus banderas y tambores. Las tropas de Zhao que habían quedado para guardar el campamento, se unieron a la persecución, dejando el campo sin guarnición. Los 2.000 hombres en las montañas aprovecharon la oportunidad para ocupar el campamento y cambiar las banderas de Zhao con las banderas rojas de Han.
Mientras tanto Han Xin se había retirado de nuevo a la parte principal del ejército, y una batalla feroz se desarrolló cerca del río. Sin ninguna posibilidad de retirada, las tropas Han resistieron hasta que los comandantes de Zhao renunciaron seguir la batalla y decidieron retirarse a sus campamentos. Cuando vieron las banderas enemigas ondeando en el campamento, muchos en el ejército asumieron que el rey Zhao Xie o Chen Yu habían sido asesinados o capturados y comenzaron a desertar. En este punto, los Han atacaron por delante y por detrás, infligiendo una fuerte derrota al desorganizado ejército de Zhao. Chen Yu fue muerto en la batalla, mientras que Zhao Xie fue capturado. Fue reemplazado como rey de Zhao por Zhang Er, uno de los partidarios de Liu Bang.
Batalla del río Wei 204 AC
Liu Bang trasladó su base principal a Xingyang (Hsing-yang), en el río Amarillo, cerca del granero de Ao, pero en la primavera de 204 AC, Xiang Yu lo sitió en Xingyang. Los defensores se encontraban claramente en una posición vulnerable, porque Liu Bang se vio obligado a pedir la paz, ofreciendo la división de China, Xiang Yu se quedaría con todo el este de Xingyang y Liu Bang con todo el oeste.
Xiang Yu rechazó esta oferta, y reforzó el asedio. Después de un mes, uno de los generales de Liu Bang, Ji Xin, sugirió un plan que podría permitirle escapar. Esto implicaba dos tretas. En la primera, 2.000 mujeres (probablemente vestidas con armadura) fueron enviadas por la puerta oriental. Las tropas Chu se concentraron para hacer frente a la supuesta amenaza. Ji Xin salió de la ciudad en el carro distintivo de Liu Bang, fingió ser el rey Han y se ofreció a rendirse porque la comida se estaba acabando. Mientras la atención de Chu se centraba en el este, Liu Bang y un puñado de soldados escaparon de la puerta oeste. La defensa de la ciudad fue confiada a dos de los oficiales de Liu Bang y al rey de Wei.
Ji Xin pagó por su papel en la trama. Fue llevado antes de Xiang Yu, quien preguntó dónde estaba Liu Bang. Ji Xin respondió que ya había escapado, y como castigo murió quemado.
El asedio continuó después de la fuga de Liu Bang. Los otros comandantes mataron al rey de Wei, que ya había cambiado de bando una vez antes, cerrando los vados del Río Amarillo a Liu Bang. Liu Bang expulsó con éxito a Xiang Yu de la ciudad a mediados del verano, ocupando una posición en Yuan (al sur de Xingyang), bien al sur. Se produjo un punto muerto, que terminó cuando Xiang Yu se enteró de que otro de sus ejércitos había sido derrotado bien al este en Hsia-pei (Wade-Giles).
Se trasladó al este para hacer frente a esta amenaza, dejando a Liu Bang libre para derrotar al ejército Chu acampado en Chenggao, pero a pesar de estos contratiempos, los hombres de Xiang Yu pudieron continuar con el asedio.
El asedio terminó dramáticamente cuando Xiang Yu regresó del este. Ya no estaba dispuesto a soportar un largo asedio, e irrumpió en la ciudad. Zhou He, uno de los generales de Liu Bang, fue tomado vivo y ofreció grandes recompensas si cambiaba de bando. Zhou Se negó a convertirse en traidor, y fue hervido vivo.
Xiang Yu sitió a Liu Bang en Chenggao, forzando al líder Han a huir a la cabeza de un pequeño grupo de seguidores por segunda vez en el mismo año. A pesar de estos éxitos, Xiang Yu no pudo atrapar a Liu Bang.
Después de escapar de Chenggao Liu Bang cruzó el Río Amarillo, y se unió a uno de sus ejércitos, comandado por Han Xan. Al principio Liu Bang tuvo problemas para entrar en el campamento del ejército, con el tiempo accedió haciéndose pasar por un mensajero. Luego fue a las tiendas de su subordinado y tomó sus sellos sin despertarlo, revelando su presencia una vez que tenía el control seguro de su ejército. A Han Xan se le ordenó tomar parte del ejército y conquistar Qi.
Han Xin decidió lanzar un ataque sorpresa contra Qi, bajo el consejo de Kuai Tong. Las fuerzas de Tian Guang rey de Qi, fueron cogidas completamente por sorpresa. Tian Guang huyó y buscó ayuda del rey Xiang Yu de Chu Occidental, prometiendo fidelidad. Xiang Yu envió una fuerte fuerza expedicionaria, incluyendo algunos jinetes de élite, bajo el mando de Long Ju para aliviar Qi.
Han Xin sabía que Long, conocido por su valentía personal y su capacidad de lucha, pero era demasiado arrogante. La noche antes de la batalla, estableció una trampa para Long construyendo una represa improvisada con sacos de arena para bajar el nivel del agua en el río Wei. Long fue aconsejado para luchar una batalla de desgaste puesto que él tenía fuerzas superiores (Han Xin tenia unos 50.000 efectivos frente a 200.000 de Chu). Long declinó, creyendo que tenía fuerzas abrumadoras y que Han Xin era un cobarde, como resultado de un incidente cuando Han Xin sirvió en las fuerzas de Chu.
A la mañana siguiente, Han Xin atravesó el río con el caudal disminuido y atacó las fuerzas de Long. Despues, hizo una retirada estratégica para engañar a Long y atraerlo al otro lado del río. Cuando cerca de una cuarta parte del ejército de Chu había cruzado, Han dió la orden a sus hombres de que abriesen la presa. La corriente ahogó a muchos de los soldados Chu y aisló a Long Ju, con sólo una fracción de su fuerza. La batalla se inició contra Long Ju que estaba en inferioridad numérica y tenía cortada la retirada. Long Ju murió en la batalla y su ejército fué aniquilado. El resto del ejército de Chu se desintegró, cuando Han Xin continuó presionando su ataque. El Príncipe Tian Guang huyó y finalmente fue capturado y asesinado.
Esta batalla fue estratégicamente significativa ya que costó a Xiang Yu entre la mitad y un tercio de sus fuerzas, incluyendo a muchos veteranos, agotó al reino de Chu que se quedó sin reservas e impidió cualquier posibilidad futura de que Xiang Yu luchara exitosamente en dos frentes.
El general Han Xin fue nombrado rey de Qi como recompensa por su victoria.
Batalla del río Si 203 AC
Los éxitos de Han Xin forzaron a Xiang Yu dejar la lucha en torno a Chenggao a sus generales, a moverse hacia el este para intentar recuperar el control. Sus comandantes Cao Jiu y Sima Xin, rey de Sai tenían órdenes estrictas de no entablar batalla hasta que Xiang Yu regresara.
Liu Bang llegó a las afueras de la ciudad, desplegó su ejército pero Cao Jiu se negó a salir y luchar. La respuesta de Liu Bang fue ordenar a sus hombres que insultaran a los defensores de la ciudad. Después de cinco días de este tratamiento, Cao Jiu perdió la paciencia y decidió salir a luchar.
El ejército de Liu Bang tomó posiciones en la orilla opuesta del río Si (Wade-Giles Szu), un afluente que fluye hacia el sur del río Huai (En 1.194 el Río Amarillo cambió su curso hacia el sur, tragando el río Si. Cuando el Río Amarillo finalmente volvió a su curso norte, el lecho del río Si fue bloqueado).
Liu Bang esperó hasta que la mitad del ejército Chu había cruzado el río, y luego lanzó su ataque. Atrapado en medio del agua, el ejército de Chu sufrió una gran derrota. Liu Bang capturó una gran cantidad de tesoros, incluyendo oro y joyas (lo que sugiere que Cao Jiu estaba realmente planeando su retirada hacia el este). Cai Jiu y Sima Xin se suicidaron durante el desastre.
La derrota en el río Si obligó a Xiang Yu a regresar al oeste para tratar de restaurar la situación. Obligó a Liu Bang a abandonar el asedio de Zhonglimo, pero los Han se situaron entonces en posiciones defensivas fuertes y se produjo un estancamiento. Las tropas de Xiang Yu estaban cada vez más escasas de suministros, y aceptó los términos de paz que se le habían ofrecido durante el 204 AC. En el tratado del Canal Hong, Xiang Yu mantendría el este de China, mientras que Liu Bang consiguía el oeste. El Canal Hong marcaría la frontera entre los dos reinos. Xiang Yu se retiró al este, teniendo como capital Pengcheng
Final de la guerra
Los consejeros de Liu Bang le convencieron de que rompiese el pacto y persiguiese al ejército de su rival, que se estaba retirando y aún estaba disperso. Liu Bang convocó a sus aliados en la Guling, desde donde todo el ejército reunido iniciarían la persecución. Liu Bang llegó a Guling y no había rastro de sus aliados, en noviembre del 203, Xian Yu le atacó y le derrotó, viéndose forzado a ponerse en defensiva.
Una vez más, Liu Bang se volvió a sus asesores, y recomendaron que ofreciera recompensas para recibir apoyos. Peng Yue se convertiría en rey de Wei, mientras que el recién adquirido reino de Qi de Han Xin se expandiría hacia la costa (e incluiría la ciudad natal de Han Xin). Cuando las tropas lideradas por Han Xin, Peng Yu y otros aliados Han coincidieron en la zona, rodearon a Xiang Yu en Baixia, aproximadamente a 32 kilómetros al este de Guzhen, Anhui.
En la batalla de Baixia a primeros del 202 AC, se enfrentaron 100.000 soldados Chu contra unos 300.000 Han. Los Han se desplegaron en tres bloques, liderando Han Xin el centro del primer escalón. La primera acometida del general Han fue rechazada, pero las divisiones de los flancos frenaron el contraataque Chu, de modo que Han tuvo que la oportunidad de regresar a su posición ofensiva y derrotar al ejército Chu. Recluido en el campamento de Gaixian, Xian Yu hizo un intento de fuga desesperado, con una escolta de 800 jinetes consiguió huir al sur, pero fue acorralado en la orilla norte el Yangtzé, donde se quitó la vida y su cuerpo fue decapitado.
La muerte de Xiang Yu condenó a la causa Chu. Su hermano hizo un breve intento de continuar la lucha, pero pronto se rindió. Pocos meses después de la guerra, Liu Bang se declaró el primer emperador de la dinastía Han, que duraría (con una breve interrupción) durante los siguientes 400 años. Estuvo dividida en dos períodos claramente diferenciados. El primero de ellos se denomina Han del Oeste u Occidental(202 AC – 25 DC), con capital en Chang´an (actual Sian, provincia de Shansi) y el segundo Han del Este o Oriental(25 – 220), con capital en Luoyang, provincia de Henan.
Dinastía Han del Oeste u Occidental
El nuevo imperio retuvo la mayor parte de la estructura administrativa de los Qin, pero se distanció un poco de la estructura centralizada de este último estableciendo principados con vasallos en algunas áreas por cuestiones de interés político. Después de que se estableciera la dinastía Han, el emperador Gao o Gaozu (Liu Bang) dividió el país en varios feudos para satisfacer a algunos de sus aliados en la guerra, aunque planeaba deshacerse de ellos una vez se hubiera consolidado su poder.
Durante los siete años de su gobierno, Gaozu fortaleció el poder centralizado y aplicó una serie de políticas destinadas a restablecer la normalidad de la vida de sus súbditos.
El emperador Gaozu tras soportar varios ataques de los xiongnu, sus vecinos del norte, en el 200 AC puso en marcha una campaña masiva. En el invierno los xiongnu invadieron el Shanxi chino y sitiaron la ciudad de Taiyuan. Gaozu rompió el asedio y persiguió a los xiongnu al norte, pero fue bloqueado por ellos en la meseta de Baideng cerca de Datong en el extremo norte de Shanxi, sufriendo una emboscada por parte de 30.000 miembros de la élite de la caballería xiongnu, impidiendo que les llegaran suministros y refuerzos durante siete días. El sitio fue levantado sólo después de recurrir a la llamada “alianza matrimonial” o heqin. En el 198 AC, el cortesano Liu Jing fue enviado para negociar. En el acuerdo de paz alcanzado eventualmente entre las dos partes, se incluía una princesa Han dada en matrimonio al chanyu, periódicos regalos de seda, licor y arroz e igualdad de estatus entre los estados, y la Gran Muralla como una frontera mutua. Este primer tratado fijó el patrón para las relaciones entre los Han y los xiongnu por unos sesenta años. El tratado sería renovado al menos que nueve veces, con un incremento de “regalos” en cada acuerdo sucesivo, hasta el 135 AC.
En el año 195 AC, el emperador Gaozu murió de herida de flecha, en una operación para suprimir la sublevación del general Ying Bu.
El heredero natural de Gaozu era el príncipe Liu Ying, hijo mayor del emperador y de la emperatriz Lü. Sin embargo, Gaozu no veía en Liu Ying las dotes necesarias para ser su sucesor, prefiriendo a su hijo Ruyi, el príncipe Yin de Zhao, hijo de la dama Qi, una de las concubinas del emperador. A pesar de los intentos de Gaozu de otorgar la sucesión a Ruyi, la mayor parte de los ministros mantuvieron su lealtad a Liu Ying y a su madre la emperatriz Lü. Tras la muerte del emperador, Liu Ying accedió al trono con el nombre de Hui o Huidi que tenía 15 años y, según el relato tradicional, la propia emperatriz Lü envenenó a Ruyi y torturó a la concubina Qi hasta la muerte.
Durante siete años el poder lo ejerció su madre, la emperatriz Lü Zhi, fue una de las contadas ocasiones en la que el país de china fue gobernado por una mujer, hasta su muerte en 188 AC.
Durante el reinado de Huidi, las campañas militares en el sur y en el oeste del país se convirtieron en rotundos fracasos. Para asegurar la paz en las fronteras del noroeste, Huidi tenía que pagar, tal como lo había hecho su padre, valiosos tributos cada año en arroz y seda a los temibles xiongnu, nómadas de Mongolia.
A la muerte de Huidi, Lü Zhi nombró a Shaodi Kong y a Shaodi Hong, hijos del emperador y de sus concubinas, como sucesores. Sus cortas edades les convirtieron en meros súbditos de Lü, quien siguió ejerciendo en realidad el poder hasta su muerte en 180 AC.
Entre los años 165 y 143 AC, los gobiernos de Wendi y su hijo Jingdi, aliviaron las cargas del pueblo y la economía prosperó, intentaron dominar China combinando métodos legalistas con las ideas filosóficas taoistas. Durante el periodo taoísta, China fue capaz de mantener la paz con los xiongnu pagando tributo y llevando a cabo acuerdos matrimoniales de princesas chinas con miembros de los Xiongnu. Durante este tiempo, el objetivo de la dinastía era librar a la sociedad de leyes duras, guerras y condiciones creadas durante la dinastía Qin, de amenazas externas de los nómadas, y de los primeros conflictos internos de la corte Han. Esta política de poca intervención del gobierno en las vidas civiles dio lugar a un periodo de estabilidad. Este periodo es conocido como “El Gran Orden de los Emperadores Wendi y Jingdi”.
En el 141 AC, subió al poder el emperador Wudi o Wu (141 – 87), cuyo nombre verdadero era Liu Che. Fue el emperador más prestigioso de esta dinastía y durante su reinado, que duró 54 años, China conoció una gran prosperidad económica y alcanzó dimensiones territoriales hasta entonces nunca conocidas, motivo por el cual se le conoció también como el emperador Guerrero. Decidió que el taoísmo ya no se adaptaba por más tiempo a China, y declaró oficialmente un estado confuciano. La adopción oficial del confucianismo conllevó no solamente un sistema de selección para los servicios civiles, sino también el que los candidatos a la burocracia imperial hubieran de conocer obligatoriamente los clásicos confucianos.
Embajadas de Zhang Qian
En el 138 AC el emperador Wudi envió una diplomática expedición al mando de Zhang Qian para establecer una alianza con los yuezhi que fueron derrotados y obligados a emigrar hasta al río Amur Daria con el fin establecer una alianza con ellos contra los xiongnu. La expedición partió de Chang’an, la capital de los Han Occidental. Al parecer la expedición tomó un camino equivocado y se toparon con un contingente xiongnu siendo capturados y esclavizados. Zhang Qian pasaría 11 años sirviendo a una familia aristocrática xiongnu pastoreando sus rebaños. En ese tiempo Zhang Qian contrajo matrimonio con una esclava xiongnu, con la que tuvo un hijo.
Con el tiempo, y aprovechando que no eran vigilados estrechamente, Zhang Qian y sus hombres escaparon hacia el oeste, prosiguiendo con su misión. Bordearon la cuenca del Tarim por la ruta del norte, pasando por ocho principados. Al final llegaron al reino de Dayuan, en la depresión del valle de Fergana, situado en el curso superior del río Sir Daria. Allí, Zhang Qian descubrió alimentos aún desconocidos para los chinos, como la uva, la zanahoria, el ajo o el sésamo; y en sus praderas una raza de caballo y la alfalfa, planta forrajera con la que se los alimentaba. Estos caballos, que eran más ligeros, fuertes y altos, se decía que provenían de los caballos celestiales y eran más aptos para la guerra contra los xiongnu que los pequeños caballos de raza mongola o china.
Tras pertrecharse en el reino de Dayuan, pasaron al reino de Kanqju (la Sogdiana de los griegos) y de aquí al país ocupado por los yuezhi (la Bactriana). Zhang Qian le propuso el plan de su monarca, pero los yuezhi no se decidían. China quedaba muy lejos y los xiongnu muy cerca. Tras un año de espera y al haber fracasado en su misión, Zhang Qian y sus hombres decidieron volver a China.
A la vuelta, decidieron esta vez tomar la ruta del sur que bordea el Tarim, pero nuevamente fueron capturados por los xiongnu y obligados a realizar trabajos forzados hasta el año 126 AC, cuando el líder de los xiongnu murió y, aprovechando la confusión de las luchas internas por el poder, Zhang Qian volvió a escapar y regresó a Chang’an. De los cien hombres que partieron, volvieron tres personas: Zhang Qian, su mujer xiongnu y Ganfu.
Aunque la misión fue un rotundo fracaso, la información recopilada durante esos años por los territorios occidentales causó sensación en la corte y alimentó las ambiciones de Wudi. Zhang Qian fue recompensado con un rango de dignatario y Ganfu con un título honorífico.
Viendo las dificultades que aún presentaba la ruta del norte, que los xiongnu amenazaban constantemente, Zhang Qian propuso buscar una ruta alternativa que no estuviera bloqueada por los xiongnu. Hacia el año 135 AC un oficial, Tang Meng, había conseguido persuadir el gobierno han para enviar una expedición de exploración hacia esa zona, ya que tenía informes sobre la importante actividad comercial de esos territorios. Los chinos establecieron allí su control y una serie de rutas comerciales desde la capital. Sin embargo, la actividad comercial se suspendió por la disidencia local y por la concentración de los esfuerzos han contra los xiongnu en el norte. El interés de la zona volvió a resurgir a partir del 126 AC gracias a los informes de Zhang Qian. Se enviaron varias expediciones desde la actual Sichuan hacia el sur. Se llegó con cierta facilidad hasta Yibin (actual Yunnan), pero a partir de ese punto tendrían problemas para continuar, ya que no encontraron el camino. Después de algunos intentos frustrados y de los elevados gastos de los viajes, desistieron, pero el interés por aquellos territorios no desapareció, y años más tarde los han ampliaría allí su control.
Zhang Qian había descrito en su informe la historia interna de los wusun, un pueblo nómada que habitaba una zona del valle del río Ili. Propuso buscar un acuerdo amistoso con los wusun del mismo tipo que se había querido conseguir con los yuezhi para combatir los xiongnu. En una campaña militar del año 121 AC, se había derrotado a los xiongnu, que momentáneamente habían sido desplazados hacia el norte, hecho que hacía que el camino hacia el oeste estuviera libre de esta amenaza y fuera más seguro. La corte de Chang’an aceptó su propuesta y de nuevo Zhang Qian fue enviado aproximadamente en torno al 115 AC en una expedición diplomática hacia el oeste con 300 hombres y bien cargada con presentes de valor, como oro y seda, que fueron entregados a los soberanos de los reinos que iban cruzando y con los que también quería establecer relaciones diplomáticas. De la misma manera que ocurrió con los yuezhi, los wusun no quisieron participar militarmente contra los xiongnu en una alianza con los chinos Han, pero sí que se establecieron relaciones amistosas entre ellos. Zhang Qian entregó presentes chinos al rey de los wusun y de vuelta hacia Chang’an se llevó guías e intérpretes wusun, embajadores, además de valiosos caballos con el fin de fortalecer la alianza. De los 300 hombres que le acompañaban, envió algunos a los diferentes reinos centro asiáticos que había visitado anteriormente, como los de los dayuan, kangju, yuezhi, daxia y otros. Más tarde llegarían delegaciones de estas regiones a la corte china y así se iniciaría un ir y venir de misiones oficiales entre estos estados.
Finalmente, Zhang Qian murió en el año 113 AC. Gracias a la labor de embajador y los informes de Zhang Qian, las relaciones comerciales entre China y Asia Central y Occidental florecieron, a través de muchas misiones chinas enviadas a lo largo del primer siglo AC que iniciaron el desarrollo de la Ruta de la Seda. China también mandó misiones a Partia, que fueron seguidas de misiones reciprocas por parte de Partia alrededor del 100 AC.
Guerra con los xiongnu
El emperador emprendió una campaña contra los xiongnu en el 133 AC que resultó un fracaso, eso llevó a un cambio en la estrategia y aceleró el desarrollo de una caballería han eficaz. El noroeste chino, poco poblado y próximo a los campos de batalla, fue transformado en territorio para la cría del ganado, dos millones de hombres se instalaron en esas regiones, en las que la agricultura se mezclaba con la cría de animales. También llevó a reconsiderar la elección de sus comandantes, buscando una nueva generación de militares capaces en la guerra de caballería, sus favoritos fueron Wei Qing y Huo Qubing.
Con la información que Zhang Qian le había proporcionado sobre los xiongnu, inició una campaña en el 127 Ac recuperando la región de los Ordos, ganó una serie de batallas entre las que destacan la de Hexi en el 121 AC y la de Mobei en el 119 AC. Para más detalles ver el capitulo los hunos- los xiongnu.
Los costos de las victoriosas campañas contra los xiongnu en los diez años 129 a 119 AC fueron enormes: el ejército Han perdido casi el 80% de sus caballos en estas expediciones, debido al combate y otras causas como la dura travesía y la peste causada por los xiongnu al contaminar el suministro de agua con ganado muerto. La presión económica sobre el gobierno central Han llevado a nuevos impuestos que se introdujeron, el aumento de la carga de los campesinos medios. La población del Imperio Han bajó considerablemente como consecuencia de la hambruna y el exceso de impuestos para financiar las movilizaciones militares.
Los xiongnu, sin embargo, nunca recuperaron la fuerza de sus últimos días de gloria, y se rompieron en pequeños clanes en las siguientes décadas, aunque tuvieron tuvieron algún pequeño éxito como en la batalla de Tian Shan en el 99 AC.
Expansión al Sur
En el sur hasta la actual ciudad de Guangzhou (Cantón, actual Guangdong) la conquista de nuevos territorios fue mucho más rápida que en el norte. Al sur del río Yangtze se encontraban pueblos con civilizaciones propias, pero muy influenciadas por la cultura china. El reino independiente de los Yue de Min, en los territorios de Fujian, y el sur de Zhejiang fueron conquistados por los ejércitos de Wudi. El reino de Dian, cuyo centro político se encontraba situado en la llanura del actual Kunming, en Yunnnan, fue aplastado en el 109 AC.
La instalación de los Han en Guangdzhou, Guilin (en la provincia de Guangxi), Hanoi (en Viet-nam) y Fuzhou (en la provincia de Fujian). En esas regiones se instalaron soldados y convictos chinos, comenzando así la colonización del sur de China, así como el comercio de sus productos chinos, permitió la expansión de la cultura china por el sudeste de Asia. Sus huellas se encuentran en el este de Borneo, en el oeste de Java y en el sur de Sumatra. Las primeras rutas marítimas hacia los mares del sur y el océano Índico se remontan al siglo I AC.
A partir del año 100 AC, debido a la pesada carga tributaria y las campañas militares, hubo muchas revueltas campesinas en todo el imperio. En el intento de suprimir las rebeliones, decretó que los funcionarios que presidían las áreas en las que había rebeliones fuesen ejecutados. Los funcionarios respondieron tratando de ocultar las noticias de las revueltas contra él.
Los caballos celestiales (104-101AC)
El emperador Wudi había escuchado hablar de unos famosos caballos que eran criados en la región de Fargana que eran altos y fuertes. Para ello envió una embajada con oro a las regiones de Fergana, Bactriana y Sogdina donde se criaban estos caballos de gran alzada. Las ofertas fueron rechazadas y el rey de Fergana mató y despojó de todo al enviado para la negociación.
Cuando la noticia llegó, Wudi se enfureció y decidió tomarlos por la fuerza. Nombró Li Guangli para dirigir la expedición. En 104 AC, se pusieron en camino para conseguir los caballos con 6.000 jinetes y 20.000 infantes, recorrieron los 1.500 km a través de desiertos y llegaron a la capital pero fueron rechazados, siendo obligados a retirarse a Dunhuang. Allí Li Guangli con sólo unos pocos hombres que le quedaban esperó los refuerzos de Wudi.
En 102 AC, Wudi emprendió la segunda campaña militar esta vez con un ejército de 60.000 infantes 30.000 jinetes y 10.000 animales de carga que marcharon hacia Fergana. Con esta fuerza que no tuvieron dificultades para llegar a Khujand (llamado Ershi por los chinos), la capital de Tayuan. Había perdido la mitad de su ejército durante la marcha, pero después de un asedio de 40 días los chinos habían rodeado la muralla exterior y habían cortado el suministro de agua. Los nobles mataron a su rey y enviaron su cabeza a Li Guangli, ofreciendo a los chinos a todos los caballos que querían. Li aceptó la oferta, nombrado uno de los nobles para que fuese el nuevo rey y se retiró con un tributo de 3.000 sementales y miles de yeguas, así como el compromiso de enviar dos sementales cada año. En su viaje de regreso a todos los pequeños estados aceptaron la soberanía china. Dejó guarniciones en lo que serían las regiones del Oeste.
Desde entonces fueron criados los “caballos celestiales” en China. Se convirtieron en un símbolo de estatus para los hombres y funcionarios ricos.
Se inició una nueva etapa en la cría caballar, se sembraron zonas con alfalfa traída de occidente y se aseguró el dominio de extensas zonas de pastos como la región de Ordos, que cinco siglos después tenía 20 millones de cabezas.
Final de la dinastía Han Occidental
El reinado de Wudi finalizó con desórdenes debido a los enfrentamientos por la sucesión y a las derrotas militares, y el periodo culminante de la grandeza de los Han se disipó.
Los Han Occidentales decayeron tras varios emperadores niños, consortes nepotistas y luchas de poder. Importantes familias de las provincias se aseguraron exenciones impositivas, redujeron la base fiscal del Estado y trasladaron las cargas a los campesinos cada vez más rebeldes. Finalmente, Wang Mang cortesano y regente del último emperador niño, se apoderó del trono.
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