GENSERICO | SIGUIENTE |
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Los mazdeístas persas no perdonaron a su rey Yazdgard I su coqueteo con el cristianismo, y en 420 lo asesinaron. Más aún, no permitieron que sus hijos le sucedieran. Sin embargo, uno de estos hijos había estudiado en el reino árabe de Hira, que por aquel entonces pasaba por uno de sus mejores momentos. Se conservan muchas poesías árabes de este periodo, y se dice que fue en esta época cuando surgió la escritura árabe, por influencia persa. El caso es que este hijo del difunto Yazdgard I contó con el apoyo del rey de Hira, gracias al cual logró hacerse con el trono en 421, y reinó con el nombre de Bahram V.El nuevo rey continuó las persecuciones contra los cristianos y entabló una guerra contra el Imperio Romano porque éste acogía a los cristianos que huían de su territorio. Sin embargo Teodosio II encomendó la guerra a un general germano llamado Aspar, que adquirió fama al derrotar rápidamente a los persas. Bahram V se apresuró a firmar un tratado: Persia respetaría a los cristianos a condición de que el Imperio Romano respetara a los mazdeístas. Los sacerdotes mazdeístas persas no debieron de tardar en objetar a su rey que mientras en el Imperio Persa había muchos cristianos, en el Imperio Romano apenas había mazdeístas, con lo que el tratado era una tomadura de pelo, pero así quedaron las cosas.
Pulqueria temió perder el control sobre su hermano a medida que éste crecía, así que encontró el modo de tenerlo ocupado. Le llamó la atención una hermosa muchacha griega llamada Athenais, hija del filósofo Leoncias, por el cual había sido esmeradamente educada. Pulqueria la convirtió al cristianismo y la hizo bautizar con el nombre de Élia Eudoxia. No le costó nada que su hermano la aceptara como esposa. Pensó que así estaría entretenido y ella podría seguir gobernando.
Honorio nombró Augusto a su general Constancio, decisión que Teodosio II no quiso aceptar. Estaba a punto de estallar un conflicto entre las dos mitades del Imperio, pero se resolvió por sí solo, ya que a los siete meses murió Constancio.
En 422 murió Pelagio en Palestina. Pelagio era britano, y su doctrina se había extendido particularmente por su patria, donde el Imperio Romano y, por ende, la Iglesia Católica, ya no ejercía ningún control efectivo.
En 423 murió Honorio, y fue sucedido por el hijo de Constancio y Gala Placidia, Flavio Plácido Valentiniano (Valentiniano III), que sólo tenía seis años de edad. Sin embargo, la sucesión no fue fácil. Un general llamado Flavio Aecio acusó a Gala Placidia de haber conspirado con los visigodos contra Honorio y penetró en Italia con un ejército de bárbaros, por lo que Gala Placidia tuvo que huir a Constantinopla junto con su hijo. Entró en Ravena y se hizo con el control del Imperio de Occidente. En principio no había cometido delito alguno, pues Teodosio II no había reconocido aún a Valentiniano III como emperador. Oficialmente, Teodosio II era ahora el gobernante de todo el Imperio Romano. Aecio era de origen bárbaro, como casi todos los generales romanos. Había pasado unos años como rehén en el ejército de Alarico y años más tarde había sido también rehén de los hunos.
Gala Placidia tuvo que negociar con Teodosio II (o más bien con Pulqueria). En 424 logró que Teodosio II nombrara César a Valentiniano III, es decir, heredero, pero no emperador. Mientras tanto Aecio destinó a África a Bonifacio, el único general que podía hacerle sombra.
La emperatriz Eudoxia fomentó la creación de una universidad en Constantinopla, que finalmente se inauguró en 425. Se convirtió en un centro de enseñanza católico con el que no pudo competir la Academia que Platón fundara más de siete siglos atrás, y que no tardaría en extinguirse. Ese mismo año Gala Placidia logró que su hijo Valentiniano III fuera declarado Augusto, es decir, emperador. Aecio tuvo que aceptar la decisión y madre e hijo volvieron a Ravena.
En 426 Agustín terminó su libro La ciudad de Dios. En él rebatía una teoría que se había difundido tras la entrada de Alarico en Roma: Roma había dominado el mundo mientras fue pagana, y su declive se inició cuando llegó el cristianismo, ¿dónde estaba el dios cristiano, que no protegía la ciudad como la habían protegido los dioses paganos? Agustín pasó revista a toda la historia que él conocía señalando que siempre había habido ascensos y declives. Los bárbaros podían haber destruido Roma, pero no lo hicieron. ¿Cuándo una ciudad pagana fue protegida así de un saqueo? Además, Agustín anunciaba que la caída de Roma sólo era el preludio del advenimiento de una Ciudad de Dios celestial, una ciudad divina que no caería nunca, sino que sería la culminación del plan divino.
En 428 ocupó el cargo de patriarca de Constantinopla un sacerdote de origen sirio llamado Nestorio. Ahora que el arrianismo estaba prácticamente erradicado, nadie ponía en duda que Jesucristo tenía tanto una naturaleza divina como una naturaleza humana. Sin embargo, Nestorio se puso a hurgar en el modo en que ambas naturalezas se relacionaban entre sí. Concluyó que ambas eran independientes, de modo que María era la madre de la parte humana de Jesucristo, pero no de la parte divina. Así Jesucristo era un ser humano en el que había arraigado una naturaleza divina de la cual era instrumento. Estas teorías disgustaron a Pulqueria, que rápidamente encontró apoyo en Cirilo, el patriarca de Alejandría (cualquier motivo era bueno para contradecir al patriarca de Constantinopla, especialmente si se contaba con el apoyo del emperador).
Ese año murió el rey vándalo Gunderico, y fue sucedido por Genserico. Pronto decidió pasar a África, una región mucho más rica que la que ocupaba. Hay quien dice que fue el general Bonifacio el que invitó a los vándalos a cruzar el estrecho, para utilizarlos contra Aecio, y que fue él quien les proporcionó los barcos necesarios. Tanto si fue así como si no, lo cierto es que en 429 unos ochenta mil vándalos pasaron a África y luego no reconocieron ninguna clase de pacto. Se dedicaron a saquear todo a su paso y a ellos se les unió rápidamente el campesinado mauritano sometido al poder romano y también los donatistas y otros herejes a los que hasta entonces Agustín había sometido con mano firme.
Por entonces el obispo de Roma era Celestino. Había sido elegido el mismo año que murió Pelagio. Sus predecesores habían hecho algunas gestiones para garantizar la dependencia de Roma de varios territorios fronterizos con el Imperio de Oriente, en especial Iliria. Ahora Celestino se interesaba por Britania, donde el pelagianismo estaba prosperando. Para ello envió a Germano, obispo de Auxerre, en la Galia, con la misión de combatir la herejía en Britania. Germano pasó por Irlanda antes de entrar en Britania. Los ejércitos romanos nunca habían pisado Irlanda, y ahora un obispo iniciaba la predicación del evangelio. No estuvo mucho tiempo, sino que enseguida pasó a Britania y allí murió, pero parece ser que el cristianismo interesó a los habitantes celtas de la isla.
Mientras tanto Bahram V conquistaba la mitad oriental de Armenia.
Los francos, dirigidos por su jefe Clodión, llevaban varios años haciendo incursiones al otro lado del Rin, hasta que en 430 ocuparon definitivamente una región en la Galia.
Celestino convocó un concilio en Roma en el que se condenó el nestorianismo, pero el golpe principal contra la herejía se dio en Éfeso en 431, donde Teodosio II convocó un concilio al que asistieron Nestorio y Cirilo. Las sesiones fueron turbulentas, y el predominio osciló entre distintos grupos de obispos, pero la opinión de Cirilo predominó y la conclusión fue la condena del nestorianismo y el destierro de Nestorio, que tuvo que refugiarse en el Alto Egipto. Algunos nestorianos, por su parte, emigraron al Imperio Persa.
Los vándalos de Genserico llevaban dos años sitiando a Bonifacio en Hipona. La ciudad resistió tanto tiempo gracias a los suministros que recibía por mar, con la cooperación del Imperio de Oriente. Sin embargo, al final cayó y san Agustín murió durante el saqueo. Bonifacio escapó a Italia, pero Aecio salió a su encuentro acusándolo de traición, lo derrotó y lo mató. A partir de este momento Aecio llevó todos los hilos de la política imperial.
Teodosio II envió una flota contra los vándalos dirigida por Aspar. Esta vez no fue tan brillante como lo había sido contra los persas diez años atrás, y la guerra contra los vándalos se prolongó varios años.
Una flota procedente del reino de Shampa atacó el sur de China.
En 432 un discípulo de Germano fue enviado a Irlanda a proseguir la tarea que éste apenas había iniciado. Se llamaba Patricio, y era un britano capturado como esclavo treinta años antes. Su labor no pudo ser muy espectacular, tratándose de un solo hombre, pero creó comunidades cristianas que fueron progresando lentamente entre el paganismo celta.
Los hunos llevaban unos años en calma. Dominaban vagamente un vasto territorio entre Europa y Asia por el que diferentes tribus vagaban a sus anchas. Pero en 433 dos hermanos lograron ser reconocidos como reyes por la totalidad de los hunos. Se llamaban Atila y Bleda. Bajo su dirección la amenaza huna se hizo mucho más peligrosa. Reafirmaron su dominio sobre los eslavos y algunos pueblos germanos. También atacaron el Imperio Persa, por Sogdiana, pero fueron rechazados.
Mientras tanto Aecio firmó un tratado de paz con el suevo Hermenerico, con lo que se creó un reino suevo en el noroeste de Hispania de características similares a las del reino visigodo de Tolosa.
En 434 la flota de Genserico derrotó a la de Aspar, que se vio obligado a retirarse con grandes pérdidas. En 435 los vándalos obtuvieron de Valentiniano III la condición de federados del Imperio, como lo eran los visigodos.
Los hunos presionaban cada vez más a los germanos. En 436 el rey burgundio Gundicaro murió en combate contra Atila. Fue sucedido por su hijo Gunderico, quien fue derrotado por Aecio y negoció con él ofreciéndole su apoyo contra los hunos a cambio de nuevas tierras. Aecio pudo contener también a los francos en un territorio reducido.
Constantinopla seguía convulsionada por el nestorianismo, y las discrepancias resucitaron el caso de san Juan Crisóstomo. En 437 Pulqueria decidió resolver este problema definitivamente: hizo que Teodosio II revocara la condena contra el antiguo patriarca, su cadáver se llevó de vuelta a la capital y se le canonizó en una ceremonia en la que Teodosio II pidió perdón en nombre de sus padres. También fue el año en que Valentiniano III se casó con Licinia Eudoxia, la hija de su primo Teodosio II y Eudoxia.
En 438 se publicó un nuevo código de leyes en el Imperio Romano de Oriente, conocido como Código de Teodosio.
Hermenerico, el rey de los suevos, se sintió enfermo y abdicó en su hijo Requila. En 439 dirigió varias campañas militares que le dieron el control del oeste y el sur de Hispania. Genserico se apoderó de Cartago, que se convirtió desde entonces en la capital del reino vándalo.
Ese mismo año murió el rey persa Bahram V y fue sucedido por su hijo Yazdgard II, que era totalmente mazdeísta, por lo que el cristianismo volvió a ser perseguido a muerte. La persecución se hizo extensiva hacia los judíos, a los que hasta entonces no se había molestado, ya que, al contrario que los cristianos, no eran apoyados por ninguna potencia extranjera.
En 440 murió san Sixto, obispo de Roma, y fue sucedido por León. Ingresó muy joven en el clero romano y había pasado un tiempo con san Agustín. Luego fue consejero de sus predecesores san Celestino y san Sixto. Sin tener la cultura de san Ambrosio o san Agustín, no cabe duda de que los igualó o superó en vehemencia y no tardó en convertirse en el obispo más influyente de Occidente. En Roma inició una campaña para acabar con los juegos circenses, a los que consideraba un resto del paganismo, y fiscalizó estrechamente la administración de los obispos italianos. Es el autor del primer misal cristiano.
En 441 Yazdgard II rompió la tregua que su padre había firmado con Teodosio II y se reanudaron las eternas querellas entre los dos imperios. Al mismo tiempo, los hunos atacaron al Imperio Romano y Teodosio no encontró otra forma de contenerlos que comprometerse a pagar un tributo de setecientas libras de oro anuales, tributo que fue aumentando año tras año.
Tras la muerte de Hermenerico, su hijo Requila se convirtió definitivamente en rey de los suevos. La expansión del reino continuó, y en los años siguientes conquistó también la parte oriental de Hispania.
En 442 Genserico tenía preparada una gran flota que causó pánico en el Imperio Romano. Sólo el Imperio de Oriente tenía una flota capaz de hacerle frente, pero Genserico pactó con los persas y logró que el Imperio Oriental no interviniera. Valentiniano III tuvo que reconocer el dominio vándalo sobre un territorio aún mayor. Genserico confiscó muchas propiedades y eximió de impuestos a los propietarios vándalos. No obstante, estableció un sistema legal similar al pactado entre el Imperio y los ostrogodos: Genserico sólo era rey de los vándalos, mientras que los ciudadanos romanos seguían regidos por sus propias leyes. De todos modos, una buena parte del clero católico fue desterrada, probablemente para debilitar a la facción romana.
La emperatriz Eudoxia gozaba de más popularidad e influencia de lo que Pulqueria había previsto, así que la hermana del emperador inició una campaña de desprestigio. Sobre la emperatriz recayeron diversas acusaciones falsas y en 443 Teodosio II se vio obligado a decretar su destierro a Jerusalén. Ahora Pulqueria tenía todo el poder en sus manos.
En 443 los burgundios fueron trasladados hacia el sur. Ocuparon Sabaudia (Saboya), fundaron un reino con capital en Ginebra y se extendieron por las cuencas del Saona y el Ródano hacia el Mediterráneo. El rey se llamaba Gundioc. Mientras tanto los hunos derrotaron a Aspar junto a las murallas de Constantinopla, que aún no estaban completamente terminadas.
En 444 murió san Cirilo, el patriarca de Alejandría.
En 445 Atila asesinó a su hermano Bleda. Al parecer, éste ejercía una influencia moderadora sobre Atila, que ahora desapareció para siempre. La política de Atila se hizo más agresiva.
En 446 China envió una expedición que terminó con los ataques del reino de Shampa.
En 447 murió el rey franco Clodio. Según la tradición fue sucedido por su hijo Meroveo, pero todo lo que se sabe de este rey parece ser pura leyenda, creada para glorificar a los reyes posteriores de su linaje.
Las murallas de Constantinopla estaban terminadas. Recorrían todo el istmo de la pequeña península sobre la que se encontraba la ciudad, de modo que era imposible acercarse a ella por tierra sin atravesarlas. En primer lugar había un foso de casi veinte metros de ancho y siete metros de hondo, que los enemigos tendrían que cruzar a nado o tendiendo puentes, tras el cual se levantaba un primer muro, no muy alto, preparado para proteger arqueros. Luego venía una segunda muralla de ocho metros de altura, seguida de una tercera más alta aún, con torres de veinte metros de alto. Esta tercera muralla no fue atravesada nunca en los mil años siguientes, salvo a través de la traición.
La lucha contra el nestorianismo continuaba. Uno de sus más enconados detractores era un monje de un monasterio cercano a Constantinopla. Se llamaba Eutiques, y fue tanto su empeño en contradecir el nestorianismo que se pasó al extremo opuesto: en lugar de admitir que en Jesucristo había dos naturalezas independientes, una humana y otra divina, afirmó que estaban tan relacionadas que en realidad no se podía decir que fueran dos: Jesucristo sólo tenía una naturaleza y era divina. Esta doctrina se conoció como monofisismo y contó con el apoyo del patriarca de Alejandría. Por el contrario, entre sus principales detractores estaban León, el obispo de Roma, y la emperatriz Pulqueria. En 448 lograron que Eutiques fuera depuesto de su cargo.
El rey suevo Requila murió, y fue sucedido por su hijo Requiario, que, excepcionalmente, era católico en lugar de arriano. En 449 se casó con una hija del rey visigodo Teodorico I. Por esas fechas se produjo un nuevo levantamiento de los bagaudas, los campesinos galos que ya habían causado disturbios en otras ocasiones. Ahora invadieron el norte de Hispania. Requiario y Teodorico I se unieron con el general romano Basilio para aplastarlos.
Mientras tanto el patriarca de Alejandría organizó un sínodo en Éfeso donde León fue condenado y Eutiques rehabilitado.
Sobre 450 Teotihuacán fue saqueada por pueblos extraños que destruyeron los centros de culto. Se inició así su decadencia cultural. En cambio, la cultura Zapoteca estaba en auge: surgieron nuevas ciudades con grandes centros ceremoniales con plazas, altares, etc. Entre sus restos también se encuentran grandes cámaras funerarias con antecámaras y numerosos nichos, decoradas con figuras de sacerdotes ricamente vestidos y figuras de dioses, como Xipe-Totec, Xochipilli, Cocejo, el dios murciélago, la diosa serpiente, etc.
DIOCLECIANO | SIGUIENTE |
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Los logros del emperador Claudio II en pro de la reunificación del Imperio Romano se vieron amenazados con su muerte. En ese mismo año, el 270, un senador del Imperio Romano de las Galias llamado Cayo Pío Esuvio Tétrico fue reconocido en Burdeos como sucesor de Victorino y gobernó sobre la Galia. Se ganó la fama de buen gobernante. En el Este los ejércitos de Zenobia dominaban la mayor parte de Asia Menor. Por su parte, los germanos pensaron que con la muerte de Claudio II el Imperio volvería a ser una presa fácil y aumentaron sus incursiones por el norte. Sin embargo, el ejército romano eligió un digno sucesor de Claudio II. Se trataba del jefe de su caballería, Lucio Domicio Aureliano, natural también de Iliria, como su antecesor. Había participado en la campaña contra los godos del año anterior. Era poco instruido, pero inteligente, y tenía fama de valentía y serenidad. Desde el mismo momento que se puso a la cabeza del Imperio se dedicó a combatir a los germanos trasladándose constantemente de una frontera a otra.
Mientras tanto Zenobia marchaba sobre Egipto, que no opuso ninguna resistencia a su ejército. Ahora dominaba un tercio del Imperio Romano y, desde esta posición, en 271, se proclamó a sí misma Emperatriz con su hijo Vaballath como coemperador. La capital del Imperio estaba, naturalmente, en Palmira, y en la corte de Zenobia fueron acogidos poetas y filósofos. También protegió a los cristianos perseguidos.
Aureliano derrotó en Italia a los jutungos (un pueblo alamán). Mandó construir una muralla alrededor de Roma, que no tenía murallas desde hacía cinco siglos, una muestra clara de cómo habían cambiado los tiempos. La muralla de Aureliano tenía más de dieciocho kilómetros de perímetro, cuatro metros de anchura y una altura variable entre diez y veinte metros. Tras derrotar nuevamente a los alamanes en el Danubio en 272, Aureliano se dirigió a Palmira. Las tropas de Zenobia tuvieron que evacuar Egipto inmediatamente para concentrarse en la capital. Se produjo un enfrentamiento en Emesa en el que murió Vaballath y Zenobia fue hecha prisionera.
Ese mismo año murió el rey persa Sapor I y fue sucedido por su hijo mayor Ormuzd I. (Ormuzd era el nombre que los persas daban en la época al dios Ahura Mazda). Otro de sus hijos, llamado Mihrah, se convirtió en rey de la parte más oriental del Imperio, la actual Georgia. Sin embargo, Ormuzd I no reinó más de un año. En 273 el Imperio Persa sufrió conmociones con una importante componente religiosa. El trono pasó a manos de Bahram I, hermano de Ormuzd I, quien, en colaboración con el "mago de los magos" Kirdir (es decir, el sumo sacerdote mazdeísta), desencadenó una persecución contra Mani y sus seguidores para preservar el mazdeísmo ortodoxo.
Cuando los ejércitos de Zenobia abandonaron Egipto, un hombre adinerado llamado Firmo se había hecho proclamar emperador en Alejandría. Tras la toma de Palmira, Aureliano se dirigió a Egipto, entró en Alejandría y crucificó a Firmo. Los enfrentamientos que tuvieron lugar destruyeron el museo de Alejandría, pero la biblioteca resultó indemne.
Aureliano había dejado una guarnición en Palmira, pero sus habitantes se rebelaron y mataron a los soldados. El emperador regresó inmediatamente y arrasó completamente la ciudad, la cual nunca volvió a recuperarse. Ahora Aureliano dominaba todo el Imperio Romano a excepción de la Galia. Antes de que acabara el año marchó contra Tétrico, que debió de comprender que una Galia independiente era sólo un blanco fácil para los germanos, así que se dejó derrotar y Aureliano le reconoció su dignidad senatorial.
En 274 Aureliano celebró un magnífico triunfo en Roma, donde fue aclamado como Restitutor Orbis (Restaurador del Mundo), pues había reunificado el Imperio. Zenobia fue presentada en cadenas. Aureliano instauró una versión del mitraísmo como religión estatal: se colocó bajo la protección del Sol Inuictus (el Sol invencible), dios destinado a dominar y conciliar todos los cultos paganos. Se hizo llamar dios, hecho sin más precedentes que algunos casos aberrantes como el de Calígula. Difundió la teoría según la cual el emperador ocupaba en la Tierra el mismo lugar que el Sol en los cielos. Se presentaba en las ceremonias revestido de oro y pedrería, coronado con una diadema (el signo de la monarquía en Oriente). Es probable que esto no fueran delirios de grandeza, sino más bien una estrategia para reafirmar el prestigio y la autoridad del emperador, que a lo largo del siglo se había reducido prácticamente a la nada. Estas medidas psicológicas fueron acompañadas de otras más tangibles: reorganizó administrativamente Italia, equiparándola ya por completo a cualquier otra provincia, nombró gobernadores de confianza pertenecientes a la clase ecuestre, en lugar de a la senatorial. Naturalmente, estas medidas le valieron la hostilidad del Senado. Como compensación, Aureliano trató de ganarse al pueblo de Roma mediante tres distribuciones gratuitas de alimentos. Éstas fueron posibles porque la reconquista de las provincias le permitió sanear la economía romana.
Mientras tanto Mani fue arrestado y poco después ejecutado. Sin embargo, esto no acabó con su doctrina. Sus seguidores la conservaron a pesar de las persecuciones de que fueron objeto, convirtiéndose en el equivalente persa a los cristianos en el Imperio Romano. Arraigó especialmente en Mesopotamia, tal vez como reacción de una parte de la población nativa al yugo persa.
En 275 Aureliano renunció a defender la Dacia. Todos los colonos romanos fueron trasladados y asentados al sur del Danubio, con lo que la provincia fue definitivamente abandonada por Roma siglo y medio después de que Trajano la conquistara.
Para coronar sus éxitos militares, Aureliano se disponía a enfrentarse a Persia, pero fue asesinado en Tracia a consecuencia de las intrigas de uno de sus secretarios, que había sido acusado de prevaricación. Cuando la noticia llegó a Roma los militares no tenían ningún candidato claro al que aclamar como emperador, así que acabaron pidiendo a un anciano y reputado senador que eligiera un sucesor para Aureliano. Se trataba de Marco Claudio Tácito. Cuando el Senado comprendió que contaba con el apoyo de los soldados, decidió nombrarlo a él mismo emperador, aun en contra de su voluntad, en un intento de recuperar el poder.
En 276 los godos invadieron Asia Menor y Tácito tuvo que marchar contra ellos. Allí obtuvo algunas victorias, pero murió tras medio año de reinado. Se dijo que lo mataron sus propios soldados, aunque es probable que muriera de causa natural. Inmediatamente, los soldados eligieron emperador a Marco Aurelio Probo, el general en jefe de las legiones orientales, que continuó venciendo a los godos.
El rey persa Bahram I murió y fue sucedido por su hijo Bahram II. Bajo su reinado desaparecieron los últimos restos de helenismo en Persia.
El emperador Probo afrontó con éxito todas las invasiones bárbaras que amenazaban al Imperio: luchó contra los godos, los vándalos, los francos, y también contra los burgundios, un pueblo de origen escandinavo que había pasado a Germania y ahora realizaba incursiones por la Galia. Sin embargo, pactó con algunos grupos permitiéndoles que se asentaran en territorios fronterizos del Imperio, a cambio de que los defendieran de otros invasores.
En 280 el reino chino de Wei conquistó el reino de Wu, con lo que todo el territorio chino volvía a estar bajo un único gobernante, el emperador Sima Yan. La conquista fue posible gracias a que los numerosos príncipes del clan Sima habían formado sus propios ejércitos. El emperador trató ahora de limitar el poder de los señores y reconvertir sus soldados en campesinos, pero fracasó en su intento, pues los príncipes no cedieron tierras. Los soldados, en vista de que el estado no les proporcionaba las tierras prometidas, decidieron cobrarse sus servicios vendiendo armas a los pueblos fronterizos, muchos de los cuales estaban dispuestos a acoger a los chinos como colonos. Con ello aumentó el poder de los bárbaros del norte.
En 281 la parte oriental del Imperio Romano estaba relativamente en calma, así que Probo dispuso que algunos legionarios se encargaran de limpiar los canales de los que dependía la agricultura egipcia. Indudablemente era una tarea necesaria y provechosa, pero los soldados la consideraron indigna y asesinaron al emperador. Fue reemplazado por Marco Aurelio Caro, que, al igual que Probo, era de origen ilirio y había luchado bajo el mando de Aureliano. Fue el primer emperador romano que prescindió del reconocimiento del Senado. Hasta entonces, todos los emperadores habían recibido sus poderes y atribuciones del Senado, por más que se tratara en la mayoría de los casos de un mero protocolo intrascendente. Sin embargo, Caro ya no se molestó en pasar por él. Castigó a los asesinos de Probo, pero no volvió a emplear a los legionarios en labores pacíficas. En su lugar dejó la política interior en manos de sus hijos Marco Aurelio Numeriano y Marco Aurelio Carino (a los que nombró Césares, esto es, herederos) y emprendió una campaña contra Persia. En 282 tomó Armenia y Mesopotamia y avanzó sobre Ctesifonte, pero entonces lo asesinaron sus soldados.
Según lo previsto, el nuevo emperador fue Numeriano, que asumió el cargo en 283, pero su cuñado Aper, que era jefe de la guardia pretoriana, lo asesinó en 284 tratando de hacerse con el poder. Sin embargo, la conjuración no tuvo éxito, ya que los soldados aclamaron emperador al jefe de la Guardia de Corps Imperial, que era un oficial de unos cuarenta años, nacido en Iliria, llamado Diocles. Tras su elección cambió su nombre como si hubiera sido adoptado por Caro, con lo que pasó a ser Cayo Aurelio Valerio Diocleciano.
La primera medida de Diocleciano fue formar un juicio sumarísimo contra Aper y después ejecutar él mismo la condena a muerte. Diocleciano lograría poner fin a la ya tradicional costumbre por la que los soldados asesinaban al emperador a la mínima ocasión, y esta condena ejemplar fue su primer paso en esa dirección. Carino se consideró heredero legítimo del Imperio y se enfrentó a Diocleciano con el apoyo de una parte del ejército. Logró derrotarlo en 285, pero sus propios soldados decidieron que preferían a Diocleciano, así que lo asesinaron.
Por esta época en Egipto surgió una nueva rama del pensamiento cristiano. Un joven Egipcio llamado Antonio había decidido cinco años antes llevar una vida ascética, pero ahora llegó a la conclusión de que la única forma de lograrlo era retirarse al desierto. Tenía veinticinco años y se convirtió en el primer monje (que en griego significa "solitario"). Su fama de santo y piadoso fue tanta que cada año acudían al desierto egipcio varios cristianos que querían seguir su ejemplo, y así, poco a poco se formaron ermitas solitarias en las que los ermitaños llevaban una vida austera.
Diocleciano llevó a cabo importantes reformas políticas y administrativas. Llegó a la conclusión de que la amenaza bárbara era demasiado grave como para que un único emperador tuviera que supervisar la situación en todas las fronteras. Por ello adoptó y nombró César a Marco Aurelio Valerio Maximiano, a quien confió el gobierno de la parte occidental del Imperio, mientras que él se ocuparía de la parte oriental. La línea divisoria entre ambas partes era una recta que corría de norte a sur y pasaba por el estrecho que separa Italia de Grecia. A partir de este momento es costumbre hablar de un Imperio Romano de Occidente y un Imperio Romano de Oriente, si bien se trataba meramente de una división administrativa. El Imperio de Occidente era algo más extenso, contenía a Roma y era de habla latina. El de Occidente, en cambio, era de habla griega.
Podría parecer extraño que Diocleciano se hubiera reservado la mitad oriental, pero el Imperio oriental era más rico y estaba más amenazado que el Imperio occidental. Fijó su residencia en Nicomedia, en Asia Menor, que se convirtió en la auténtica capital del Imperio. Roma había perdido su importancia hasta tal punto que Maximiano tampoco residió en ella. Por el contrario, fijó su capital en Mediolanum (la actual Milán), lo que también era sensato, pues estaba más cerca del Rin y el Danubio superior. El Senado seguía reuniéndose en Roma, pero ya no tenía ningún poder real.
Diocleciano llevó al máximo grado lo que en sus predecesores había sido una tendencia: adoptó toda la pompa, la magnificencia y el protocolo propio de las monarquías orientales. Los hombres sólo podían acercársele cuando eran invitados a ello, y sólo con grandes reverencias. Se adoptaron diversos rituales para que la figura del emperador despertara reverencia, temor y admiración.
Maximiano era un buen general, pero, al contrario que Diocleciano, no era especialmente brillante. Probablemente Diocleciano esperaba de él que cumpliera sus órdenes con eficiencia pero sin ánimo ni capacidad para intrigar contra él. En su primer año de gobierno mostró su capacidad sometiendo definitivamente a los bagaudas. Diocleciado debió sentirse complacido, pues en 286 le concedió el título de Augusto, lo que lo convertía en coemperador teóricamente igual al propio Diocleciano.
Los francos se habían lanzado al mar y hacían incursiones en Britania. Maximiano construyó una flota y se la confió a Aurelio Valerio Carausio para que combatiera a los piratas francos, pero pronto fue acusado de tolerarlos para enriquecerse y se le condenó a muerte. Carausio se rebeló y logró que las tropas de Britania lo proclamaran emperador. Maximiano construyó otra flota para combatir la de Carausio, pero se perdió en una tormenta, mientras Carausio dominaba las costas atlánticas del Imperio.
Mientras tanto Diocleciano fortalecía el Imperio de Oriente. Reconstruyó las murallas de Bizancio y llegó a un acuerdo de paz con el rey persa Bahram II, en virtud del cual una parte de Mesopotamia quedaba en manos del Imperio de Oriente.
En 287 Armenia fue tomada a los persas por el rey Tirídates II, que contaba con el apoyo de Roma (se había educado precisamente en Roma). Armenia volvía a ser así un protectorado romano.
En 290 murió el emperador chino Sima Yan, lo que desató las fricciones entre los nobles. El nuevo emperador, Hui, era débil y no pudo evitar que las disputas fueran en aumento.
En 293 murió el rey persa Bahram II y fue sucedido por su primo Bahram III, hijo de Ormuzd I, pero sólo reinó unos meses, tras los cuales le arrebató el trono su tío Narsés, hijo de Sapor I.
Ese mismo año Diocleciano decidió que dos coemperadores no eran suficientes para gobernar eficientemente el Imperio, por lo que implantó un sistema más elaborado. Estableció que él y Maximiano, ambos con el título de Augusto, elegirían sendos sucesores, con el título de César. Éstos serían una especie de ayudantes cuya autoridad sólo estaría supeditada a la de los coemperadores y que, con el tiempo, se convertirían en los siguientes coemperadores, momento en el cual deberían elegir dos nuevos césares. El nuevo sistema de gobierno fue conocido como la tetrarquía.
Diocleciano escogió como César a Cayo Galerio Valerio Maximiano, que se casó con la hija del emperador. Maximiano también dio la mano de su hija a su César, que fue Marco Flavio Valerio Constancio, si bien era más conocido como Constancio Cloro (el pálido). Constancio no tardó en derrotar a Carausio en Britania, que terminó asesinado por Alecto, uno de sus lugartenientes.
Las persecuciones contra los cristianos realizadas a lo largo del siglo habían llevado a muchos de ellos a exiliarse en Persia, donde en los últimos años sufrieron también persecuciones, ahora por parte del Mazdeísmo. Una buena parte de estos perseguidos prosperó en Armenia, y una muestra de ello fue que en 294 el rey Tirídates II, se convirtió al cristianismo y pasó a ser el primer gobernante cristiano de la historia.
En 295 un general llamado Aquileo se proclamó emperador en Egipto. Diocleciano partió inmediatamente hacia Egipto, asedió Alejandría durante ocho meses, la tomó y ejecutó al rebelde.
En 296 Constancio Cloro derrotó a Alecto y se hizo con el control de Britania. Mientras tanto Narsés ocupó una porción de Armenia y Diocleciano envió a Galerio, que se puso al frente del ejército romano de Mesopotamia y en 297 se enfrentó a los persas en Carras, la ciudad donde Craso fue derrotado por los partos. Galerio sufrió un revés y tuvo que retirarse, pero Diocleciano confiaba en él y lo envió a una nueva campaña en Armenia. Dicha confianza resultó justificada, pues no sólo derrotó a Narsés y lo expulsó de Armenia, sino que casi destroza por completo el ejército persa. Entre los prisioneros se encontró a la mujer y los hijos del propio Narsés, lo que permitió a Galerio negociar una paz muy ventajosa. Aparte del aprecio que Narsés pudiera sentir por su familia, lo cierto es que el deshonor que le hubiera supuesto perderla ante el enemigo le habría costado el trono sin lugar a dudas. Así pues, a cambio de su devolución, Narsés renunció a toda pretensión persa sobre Armenia, donde el rey Tirídates II fue reafirmado en su trono, y además cedió extensos territorios de Mesopotamia. Se firmó así una paz entre Persia y Roma que duró más de cuarenta años.
Las persecuciones contra los seguidores de Mani en Persia hicieron que algunos de ellos pasaran al Imperio Romano, hasta formar una minoría suficientemente notoria como para preocupar a Diocleciano. Fueron llamados maniqueos, y ante el temor de que se convirtieran en una quinta columna persa, el emperador prohibió y persiguió el maniqueísmo, que no obstante sobrevivió precariamente como lo había hecho el cristianismo tras las numerosas persecuciones que había sufrido hasta entonces.
Tras los primeros años de funcionamiento de la tetrarquía, los cuatro gobernantes acabaron repartiéndose los territorios. El Imperio quedó dividido en cuatro prefecturas. Constancio Cloro quedó al mando de la formada por los territorios al noroeste de Italia, esencialmente la Galia y Britania; Maximiano retuvo Italia, Hispania y África; Diocleciano se ocupó de Asia y Egipto, mientras que Galerio gobernó las provincias europeas al este de Italia. Cada prefectura estaba dividida en varias diócesis, gobernadas por vicarios, palabra que significa "suplente" (del prefecto, el emperador o el César correspondiente). A su vez, cada diócesis se dividía en pequeñas provincias, suficientemente pequeñas como para que un gobernador las administrase cómodamente. Se estableció un complejo servicio secreto por el que los prefectos controlaban a todos los funcionarios. Esto en cuanto a la administración civil. La administración militar era paralela: cada provincia contaba con una guarnición a las órdenes de oficiales llamados duces (líderes). Además estaban los ejércitos sedentarios que custodiaban las fronteras y otras fuerzas móviles de apoyo o de reserva, dirigidas por comites (acompañantes). Diocleciano revisó la legislación, hizo redactar nuevos códigos de leyes de carácter conservador y humanitario. Como la compleja administración requería una buena financiación, organizó un sistema racional de impuestos directos y puso en circulación nuevas monedas.
Por esta época en Arabia se habían formado varios reinos: Gasan, Hira, Hiyaz, Kinda ... , pero se tiene muy poca información sobre ellos.
En América se inicia el periodo clásico de la cultura maya. El territorio maya estaba formado por ciudades-estado independientes con costumbres variadas entre las que fueron difundiéndose lentamente conocimientos, técnicas artísticas, creencias y costumbres. Al parecer también guerrearon entre sí con relativa frecuencia. En la zona de Veracruz se empezó a formar una confederación de ciudades totonacas, entre las que destaca El Tajín.
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