TEODOSIO | SIGUIENTE |
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En 380 Teodosio trasladó la corte a Constantinopla. En este momento el Imperio Romano se hallaba en una situación novedosa: los dos emperadores eran católicos. En realidad Justina, la madre de Valentiniano (el tercer emperador) era arriana, pero su influencia era mínima. Los católicos supieron aprovechar eficientemente esta ventaja. En 381 Teodosio convocó el primer concilio de Constantinopla,donde el arrianismo fue condenado. Teodosio endureció las penas contra los herejes, incluyendo las prácticas paganas: prohibió los oráculos, los sacrificios y las visitas a los templos.
Por su parte, Ambrosio, el obispo de Milán, se ganó la confianza de Graciano y lo convenció para que abandonara su política de tolerancia. El emperador no tardó en ordenar el destierro contra Prisciliano, pero éste marchó a Roma y allí se entrevistó con el obispo Dámaso y con el propio Graciano. Luego fue a Milán y habló con Ambrosio, hasta lograr que el destierro fuera revocado.
En 382 Graciano renunció al título de pontífice máximo, asociado al cargo imperial, prohibió tener propiedades a las vírgenes vestales, y apagó la "llama eterna", que habían mantenido encendida en Roma durante siglos. Ambrosio logró también que Graciano quitara del Senado romano el altar pagano de la Victoria. Para ello tuvo que enfrentarse al que es considerado como el último intelectual pagano en Roma: Quinto Aurelio Símaco. Representó a los escasos senadores paganos que aún quedaban y no dudó en oponer su retórica al avance del cristianismo. Cuando Graciano quitó el altar de la Victoria, Símaco escribió una carta a Valentiniano pidiendo una rectificación, pero sólo consiguió ser desterrado. Más tarde se le permitió volver a Roma, donde siguió desempeñando altos cargos hasta su muerte.
Bajo Graciano y Teodosio los ciudadanos romanos se convirtieron en masa al cristianismo. Muchos tal vez sólo para evitar perjuicios, pero los hijos de estos conversos por conveniencia recibieron una educación cristiana, por lo que se convirtieron en católicos sinceros. El arrianismo decayó rápidamente. Algunos arrianos se hicieron católicos, otros adoptaron otras religiones menos perseguidas, especialmente el maniqueísmo, y otros decidieron abandonar el Imperio y predicar el arrianismo entre los germanos. A medida que los bárbaros germanos entraban en contacto con la civilización fueron aceptando también el cristianismo, pero lo hicieron en la versión arriana, en parte porque eso les daba una excusa para seguir considerando a los romanos como enemigos, y en parte porque para su mentalidad era más fácil concebir a Jesucristo como un líder tribal humano en vez de como un dios, justo al contrario que los romanos, que estaban acostumbrados a adorar a un dios de carne y hueso en la figura del emperador.
Jerónimo, que había sido ordenado sacerdote y había participado en los conflictos teológicos defendiendo el catolicismo en Antioquía, volvió a Italia, y no tardó en convertirse en el secretario del obispo Dámaso. Éste se dio cuenta de lo extraordinario de contar con un colaborador que sabía griego y hebreo, y le encargó una edición de la Biblia. Los cristianos de Oriente hablaban griego, que era la lengua del Nuevo Testamento, y para el Antiguo Testamento disponían de la versión de los Setenta. Sin embargo, eran pocos los cristianos de Occidente que conocían el griego, y sólo podían leer los textos bíblicos a través de escasas y malas traducciones disponibles. Jerónimo recurrió a las fuentes hebreas y griegas de los textos bíblicos y realizó su propia traducción al latín literario. Su Biblia junto con sus comentarios y los de otros teólogos fue difundida más adelante con el distintivo de Vetus et Vulgata Editio (Edición antigua y traducida para el vulgo), por lo que terminó siendo conocida como "la Vulgata", y es la versión oficial de la Biblia Católica.
Teodosio pactó finalmente con los godos y los dejó asentarse al sur del Danubio como un reino independiente a condición de que custodiasen la frontera. Además favoreció el alistamiento de godos y otros bárbaros en las legiones romanas. Más aún convirtió en generales a un buen número de ellos (al fin y al cabo, los bárbaros obedecerían mejor a oficiales bárbaros que a oficiales romanos). Los germanos introdujeron una novedad en el Imperio Romano: los pantalones. Los romanos usaban distintas prendas de vestir, pero todas ellas cubrían ambas piernas con una misma pieza de tela que podía levantarse dejando las piernas desnudas cuando el ropaje dificultaba alguna tarea. Los germanos, en cambio, rodeaban cada pierna por separado, lo que permitía, por ejemplo, que los jinetes pudieran llevar las piernas cubiertas. Estas nuevas prendas se difundieron entre los hombres, para los que los ropajes romanos podían ser más engorrosos en sus actividades, mientras que las mujeres siguieron usando trajes largos a modo de faldas.
Parece ser que Graciano descuidó las labores de gobierno y dedicó cada vez más tiempo a actividades de ocio, como ir de caza acompañado de jinetes bárbaros. Su popularidad decreció y no tardaron en salir candidatos al trono. En 383 las legiones de Britania eligieron emperador a su general Magno Clemente Máximo, quien se adueñó de la Galia y mató a Graciano. Teodosio estaba ocupado con los godos en el Este. Además, la nobleza persa acababa de derrocar a Ardacher II y lo había sustituido por Sapor III, hijo de Sapor II. Su situación en el trono era delicada, y Teodosio pudo aprovecharlo para firmar una paz ventajosa con Persia, en la que se reconocía la independencia de Armenia.
En estas condiciones Teodosio no podía ocuparse de Máximo, así que lo reconoció como emperador a condición de que éste reconociera a su vez la autoridad de Valentiniano (que todavía era un niño de doce años).
En 384 murió san Dámaso, el obispo de Roma. Máximo volvió a desterrar a Prisciliano y un concilio celebrado en Burdeos lo declaró hereje (maniqueo), brujo y explotador de mujeres. En 385 un tribunal de Treveris (la capital de Máximo) confirmó la sentencia y Prisciliano fue ejecutado junto con algunos de sus discípulos. Ambrosio condenó la sentencia y ejecución. Sus restos fueron solemnemente trasladados a Hispania. Jerónimo regresó a Oriente. Se estableció en Belén, donde se consagró a la erudición, al ascetismo y a la dirección religiosa de grupos de monjes.
En 386 Valentiniano II trató de imponer un obispo arriano en Milán, pero Ambrosio se refugió con numerosos seguidores en la basílica Porciana, que los soldados del emperador no se atrevían a profanar. Se cuenta que, para mantener entretenidos a sus fieles durante el encierro, compuso himnos corales y salmos con estribillo, rituales que se difundieron con rapidez y pronto pasaron a formar parte de la liturgia cristiana.
El arrianismo de Valentiniano II lo ponía en una situación delicada, pues los otros dos emperadores eran católicos. Su madre Justina consiguió que Teodosio aceptara la mano de Gala, hermana de Valentiniano, lo que reforzó los vínculos entre ambos emperadores. Poco después, en 387, Máximo invadió Italia y Valentiniano tuvo que huir junto a Teodosio. Éste aprovechó la ocasión y partió hacia el Oeste. Se encontró con Máximo en la Galia y lo hizo asesinar. Teodosio restableció a Valentiniano en el trono, pero lo puso bajo la tutela de Arbogasto, un general de origen franco que gozaba de su confianza y que se dedicó a limpiar la Galia de partidarios de Máximo.
El rey persa Sapor III murió en un motín provocado por sus soldados y fue sucedido por su hermano Bahram IV, cuya mayor preocupación fue defender el Imperio de los ataques de los hunos.
Ambrosio, el obispo de Milán, bautizó a Agustín. Había nacido en Tagaste, en la diócesis de África. Era hijo de un padre pagano y una madre cristiana. Él, en cambio, se decantó por el maniqueísmo, que durante su juventud había ganado en popularidad, pero tres años atrás se había reunido en Roma con su madre, con quien se trasladó a Milán al año siguiente. Allí se interesó por el neoplatonismo y leyó con interés las obras de Plotino. Finalmente su madre logró conducirlo al cristianismo a través de Ambrosio. Fue bautizado junto con su hijo Adeonato, de dieciséis años. Cuando se disponía a volver a Tagaste su madre murió, lo que retrasó su partida hasta 388. En su ciudad natal vendió todos sus bienes y dio el dinero a los pobres. Después se estableció en Hipona.
En 390 se produjo un incidente en la ciudad de Tesalónica, y el resultado fue que la multitud linchó a los oficiales de la guarnición romana de la ciudad. Teodosio fue presa de un ataque de cólera y envió su ejército contra la indefensa ciudad. Se dijo que murieron unas siete mil personas. Ambrosio, el obispo de Milán, quedó horrorizado e hizo saber al emperador que no sería admitido en los ritos de la Iglesia mientras no hiciera una penitencia pública. Teodosio se resistió durante ocho meses, pero finalmente tuvo que ceder. Se ponía así de manifiesto el poder que la Iglesia Católica estaba adquiriendo, y en particular la gran influencia del obispo de Milán.
En 391 Agustín fue ordenado sacerdote en Hipona.
Ésta es la fecha en la que al parecer la mayor parte del Japón se unificó bajo la dinastía del Yamato, que extendió su influencia hasta el sur de Corea. Allí se impuso sobre un territorio que recibió el nombre de Mimana, arrebatado a los reinos de Silla y Paikche.
Por esta época se había desarrollado una compleja mitología conocida en japonés como Kami-no-michi (camino de los dioses), aunque es más conocida con el nombre chino de shen-tao, o sintoísmo. De un caos primigenio, que era como un océano de lodo envuelto en la oscuridad, nacieron varios dioses. Dos de ellos, Izanagi (el hombre que invita) e Izanami (la mujer que invita) crearon las islas del Japón. Luego de hacer los campos, las montañas, la niebla, etc., engendraron muchos dioses, el último de los cuales, el dios del fuego, quemó a su madre al nacer. La diosa murió y descendió a los infiernos del mundo subterráneo. Izanagi despedazó al niño y marchó en busca de Izanami, pero ella se quedó en el mundo subterráneo e hizo volver a Izanagi a la tierra. Allí Izanagi creó a Amaterasu, la gran diosa del Sol, a Tsukiyomi, el dios de la Luna, y a Susanoo, el dios de las tormentas. A la diosa Amaterasu se le asignó el dominio del mundo, sólo turbado por las maquinaciones de su hermano Susanoo.
En 392 Valentiniano tenía ya veintiún años y Arbogasto tenía cada vez más dificultades para controlarlo, así que finalmente lo hizo asesinar y lo sustituyó por Flavio Eugenio, un profesor de retórica que probablemente participó en el complot. Teodosio se negó a aceptar los hechos y Eugenio trató de ganarse el apoyo de los restos del paganismo. Permitió al Senado romano restaurar el Altar de la Victoria, pero tuvo que huir a la Galia, donde se hizo fuerte y logró el apoyo de Hispania.
En 393 Teodosio nombró Augusto a su hijo menor Flavio Honorio (que sólo contaba con nueve años de edad) y le otorgó el gobierno del Imperio Romano de Occidente, tras lo cual partió hacia el Oeste para hacer efectiva esta decisión. En 394 derrotó a Arbogasto e hizo decapitar a Eugenio. Poco después Arbogasto se suicidó. Ahora Teodosio gobernaba todo el Imperio Romano. Ese mismo año prohibió los Juegos Olímpicos, que llevaban celebrándose en Grecia desde hacía casi doce siglos.
En 395 Teodosio se encontraba todavía en Milán cuando cayó enfermo y murió poco después. Los historiadores católicos lo recordaron como Teodosio I el Grande, por haber convertido al catolicismo en la religión oficial del Imperio (y haber perseguido todas las demás). Antes de morir Teodosio dispuso que su hijo mayor, Arcadio, gobernara el Imperio Romano de Oriente, mientras que su hijo menor, Honorio, gobernaría el Imperio Romano de Occidente. Los nuevos emperadores tenían dieciocho y once años respectivamente, así que Teodosio les asignó tutores que actuarían como regentes durante su minoría de edad. Como tutor de Arcadio escogió a Flavio Rufino, un político de origen germano que había prosperado gracias al apoyo de Ambrosio (había desempeñado un papel importante en las negociaciones entre Ambrosio y Teodosio). Se había bautizado el año anterior y desde entonces se había dedicado a perseguir arrianos y a enriquecerse confiscando sus bienes.
El tutor de Honorio era Flavio Estilicón. Era un general de origen vándalo. Estaba casado con una sobrina de Teodosio con quien había tenido una hija. Teodosio y Estilicón habían acordado que esta hija se casaría con Honorio. Por su parte, Rufino pretendía casar a su hija con Arcadio, pero su plan fue frustrado por el eunuco Eutropio, de origen armenio, que logró concertar el matrimonio del emperador con Eudoxia, la hija de un general franco llamado Bauto. La boda se celebró apenas tres meses después de que Arcadio se convirtiera en emperador. Rufino se encontró con que tenía tres enemigos poderosos: uno era Eutropio, que le disputaba el control sobre el monarca, otro era Estilicón, pues entre los dos regentes surgió inmediatamente una rivalidad por el dominio de Iliria, y el tercero era Alarico, el rey de los visigodos, que había sucedido a Fritigerno unos años antes y al que Teodosio había convertido en general. Alarico consideraba que había servido fielmente a Teodosio y que, por lo tanto, debía haber sido él y no Rufino el tutor de Arcadio. Por ello condujo a sus hombres contra Constantinopla, pero pronto descubrió que la ciudad era prácticamente inexpugnable. Rufino murió asesinado antes de que acabara el año. Parece ser que su muerte la organizó Estilicón. El nuevo regente pasó a ser Eutropio, que aparentemente era el hombre más poderoso de Constantinopla. Sin embargo, Eudoxia no tardó en comprender que su marido era un estúpido y ella era hermosa. Y esta combinación bastaba y sobraba para convertirla en la mujer más poderosa de Constantinopla. Se inició así una rivalidad entre Eutropio y la emperatriz en la que ésta tenía todas las de ganar.
Frustrado ante los muros de Constantinopla, Alarico dio marcha atrás y se dedicó a saquear Tracia. En 396 sus hombres entraron en Eleusis. Los visigodos ya eran cristianos en su mayoría (aunque arrianos), así que destruyeron el templo de Ceres y con ello dieron fin a los misterios eleusinos, que todavía venían celebrándose desde tiempos inmemoriales, ante la mirada hostil de los cristianos.
Ese mismo año Agustín fue elegido obispo de Hipona. Se había convertido en el principal teólogo cristiano de Occidente. Sus cartas fueron enviadas a todo el Imperio, sus sermones fueron recogidos en libros, escribió numerosas obras sobre teología. Agustín creía en la depravación de la humanidad. El hombre nace manchado con el pecado original que cometieron Adán y Eva cuando desobedecieron a Dios. Este pecado sólo se limpia con el bautismo. Los niños que mueren antes de ser bautizados están condenados para toda la eternidad. En sus primeros años como obispo, Agustín escribió sus famosas Confesiones, una autobiografía en la que no duda en descubrir sus propios pecados de juventud. Mientras fue obispo se encargó de que los donatistas no dieran problemas en África.
En 397 Estilicón avanzó sobre Grecia con el pretexto de librar al Imperio oriental de la amenaza visigoda. Alarico y sus hombres estaban ocupando el Peloponeso. No tardó en acorralarlos, pero Alarico logró escapar. Entonces Eutropio realizó una maniobra. Pactó con Alarico y, junto con otros títulos vacíos pero altisonantes, lo nombró gobernador de Iliria, el territorio que se disputaban las dos mitades del Imperio. Estilicón tuvo que retirarse y el Imperio oriental mató dos pájaros de un tiro: se libró de los visigodos y mantuvo a raya a Estilicón.
En 397 murió san Ambrosio, el obispo de Milán. En 398 fue nombrado patriarca de Constantinopla un hombre llamado Juan, aunque tras su muerte fue recordado como san Juan Crisóstomo (Juan Boca de Oro) a causa de su prodigiosa retórica. Había sido ermitaño en las regiones desérticas cercanas a Antioquía, y sólo una enfermedad le obligó a retornar al mundo. Entonces se hizo sacerdote y pronto se hizo popular entre los auditorios que se reunían para escuchar sus emocionantes sermones. Su fama no se debió sólo a su retórica, sino también a su vida ejemplar. Usó su riqueza y su influencia para construir hospitales y aumentar la caridad hacia los pobres. Tras ser elegido patriarca, sus sermones subieron de tono. Denunció el lujo y la inmoralidad, defendía el celibato de los sacerdotes, incluso propugnó la abolición de la esclavitud, cosa que, al parecer, hasta entonces no se le había ocurrido a nadie. Fue uno de los pocos padres de la Iglesia que actuó como los profetas del Antiguo Testamento. Naturalmente, los pobres estaban encantados con él, pero se enemistó con los ricos y poderosos. Entre sus enemigos más peligrosos estaban la emperatriz Eudoxia y Teófilo, el patriarca de Alejandría, a los que denunciaba públicamente por su vida disoluta.
En 399 Eudoxia logró que Eutropio fuera acusado de traición. Juan Crisóstomo pronunció una homilía en su defensa, pero finalmente fue decapitado.
Ese mismo año murió el rey persa Bahram IV, y fue sucedido por su sobrino Yazdgard I, hijo de Sapor III. Al igual que sus predecesores, fue acosado por los nobles y los sacerdotes. Para zafarse de ellos se le ocurrió apoyar a los cristianos, por lo que suspendió las persecuciones y les permitió reconstruir sus iglesias.
CLODOVEO | SIGUIENTE |
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Veamos cómo estaba el mundo civilizado cuando la Europa occidental acababa de entrar en la Edad Media.
El Imperio Chino estaba gobernado por la dinastía Qi. La parte norte estaba ocupada por el reino bárbaro de Wei, que a su vez servía de pantalla frente a los ataques de varios pueblos bárbaros, especialmente de los Yuan-Yuan. En el sur, China apoyaba al reino de Fu-nan con la esperanza de que éste dominara al reino de Shampa, pero todos los intentos resultaban infructuosos. En esta época aparecieron los primeros teóricos de la literatura. Liu Xieescribió el Dragón clavado en el corazón de la literatura, donde combatió el preciosismo y defendió la tesis de que el objetivo de la literatura es describir situaciones y sentimientos reales, a la vez que da criterios objetivos para juzgar una obra.
Persia y la India estaban conmocionados por los hunos, si bien Kavad, el hijo del último rey persa, estaba haciéndose con el control del Imperio gracias a la ayuda de los propios hunos. Durante los últimos años, los cristianos de Persia, Armenia y el reino árabe de Hira habían adoptado el nestorianismo en su práctica totalidad. Los cristianos nestorianos llevaron de nuevo a Persia la cultura griega que los sasánidas habían erradicado. También surgió una nueva herejía mazdeísta, creada por un sacerdote llamado Mazdak. Su doctrina era similar al maniqueísmo, pero propugnaba un modo de vida ascético y comunista. Denunciaba los intereses de la nobleza y el poderío de los sacerdotes, así que se ganó la enemistad de los dos poderes del Imperio.
El declive de los hunos en Occidente permitió la expansión de los eslavos. Éstos absorbieron a una parte de los invasores asiáticos y dejaron de ser los campesinos dóciles a los que habían sometido los cimerios, los sármatas, los ostrogodos, los hunos y otra vez los ostrogodos. Se convirtieron en guerreros, pero no dejaron de ser campesinos. Mientras los germanos eran sólo guerreros que esclavizaban a los campesinos que conquistaban, cuando los eslavos conquistaban un territorio se establecían, formaban familias, labraban la tierra y absorbían a la población nativa. Así, lentamente un amplio territorio desde los Balcanes hasta las actuales Rusia y Ucrania fue haciéndose eslavo, no en el sentido débil de que estuviera dominado por una aristocracia eslava, sino que el pueblo se hizo eslavo. Ahora que el Imperio Romano de Oriente se había librado de la presión germánica al enviar a los ostrogodos hacia Italia, los búlgaros se asentaron junto al Danubio y se convirtieron en la nueva amenaza bárbara.
Puede cuestionarse si tiene sentido seguir llamando Imperio Romano a un imperio en el que no estaba Roma, pero lo cierto es que así lo llamaban sus habitantes. Más aún, la capital del Imperio se llamaba Nueva Roma, aunque todo el mundo la conociera por Constantinopla, la lengua del gobierno era el latín, aunque toda la población hablara griego, y las instituciones eran las que siempre había tenido el Imperio Romano (salvo en lo tocante a las transformaciones religiosas que conllevó la adopción del cristianismo).
La polémica más importante a la que tenía que enfrentarse el emperador Anastasio I era la pugna entre el catolicismo y el monofisismo. Egipto y Asia Menor, liderados por los patriarcas de Alejandría y Antioquía, se habían vuelto irremediablemente monofisitas para oponerse al patriarca de Constantinopla, y en la capital el clero estaba dividido. Desde un punto de vista político, el dilema era que apoyar el monofisismo suponía conseguir la lealtad de las provincias, pero también la ruptura con Occidente (totalmente católico) y, por consiguiente, cerraba las puertas a una posible reconstrucción del Imperio; por otra parte, apoyar el catolicismo podía facilitar que la población occidental se pusiera de parte de los ejércitos imperiales si lograban ocupar un territorio, pero a costa de peligrosas tensiones internas. Esta alternativa no era muy prometedora, pues también estaba la rivalidad entre el papa de Roma y el patriarca de Alejandría, rivalidad que no se zanjaría aunque ambas Iglesias aceptaran la doctrina católica. Tal vez por ello Anastasio I se decantó por el monofisismo.
Para colmo de males, esta polémica sobre un asunto teológico que difícilmente podía importarle a un ciudadano corriente (ni a nadie sensato, en realidad) se vio multiplicada por un fenómeno sociológico. En Constantinopla se habían hecho muy populares las carreras de carros. Eran el espectáculo nacional, como puede serlo el fútbol en muchos países contemporáneos. Al principio las carreras se disputaban entre dos equipos, que se distinguían por los colores de sus trajes: los rojos y los blancos, pero a medida que las carreras ganaron en popularidad surgieron dos equipos más: los azules y los verdes. Cada aficionado a las carreras apoyaba a un equipo, exactamente igual que cada aficionado al fútbol de una ciudad con varios equipos se decanta arbitrariamente por uno de ellos. Finalmente, los azules y los verdes se hicieron mayoritarios, y llegaron a eclipsar a los dos equipos originales. La rivalidad entre los partidarios de uno y otro equipo creció hasta el punto de que dejó de ser meramente deportiva y se extendió a la política y a la religión. Así, los azules eran católicos y los verdes monofisitas. Cuando Anastasio se mostró partidario del monofisismo, se encontró con que media ciudad (los azules) se sintió descontenta y provocaba motines y disturbios cada vez con más frecuencia.
Por esta época los judíos redactaron la Guemará babilónica, unos comentarios a la Mishná que dieron lugar a una segunda versión del Talmud, por lo que se distingue entre el Talmud de Jerusalén y el de Babilonia. Éste último ha sido el más difundido y el que ha desempeñado un papel preponderante en la teología judía.
En Occidente, la desmembración del Imperio Romano hizo que cada región corriera una suerte diferente. Sin duda, la región más privilegiada fue Italia. Bajo el gobierno del que pasó a ser conocido como Teodorico I el Grande, vivió un periodo de esplendor. Italia nunca había estado tan bien gobernada desde los tiempos de Marco Aurelio. Teodorico conservó el sistema de gobierno romano, redujo la corrupción, bajó los impuestos, permitió que romanos y ostrogodos pudieran participar en la vida política con las mismas oportunidades, dragó los puertos, desecó ciénagas, embelleció Ravena, etc.Incluso surgieron algunas figuras destacadas en el campo de la cultura. Ancio Manlio Torcuato Severino Boecio había estudiado en Atenas, y el Senado romano lo había designado para parlamentar con Teodorico antes de su entrada en Roma. El rey godo lo convirtió en su ayudante personal y le confió misiones importantes. Boecio tradujo al latín obras de Aristóteles y los Elementos de Euclides, comentó obras de Cicerón y también produjo obras originales, como De los silogismos categóricos, De la división, Fundamentos de la aritmética, Fundamentos de la música, etc.
Flavio Magno Aurelio Casiodoro fue discípulo y amigo de Boecio. Fue tesorero de Teodorico y sus sucesores. Escribió diversas epístolas con contenido histórico y una Historia de los godos. En el campo de la filosofía destacan Del alma e Instituciones de las letras divinas y humanas. También escribió una Ortografía.
Teodorico I extendió levemente sus dominios a costa de los burgundios y los visigodos, pero en ningún momento ocupó un metro cuadrado de tierra imperial. Su política respecto al Imperio de Oriente siempre fue pacífica y conciliadora.
Los territorios ocupados por vándalos, visigodos, suevos y burgundios se caracterizaron por que una aristocracia germánica arriana dominaba, bien en forma de servidumbre o de esclavitud, a una población católica. En realidad el modo de vida no cambió mucho con las invasiones, pues estos pueblos mostraron en todo momento un gran respeto por la cultura romana. Adoptaron el latín y mantuvieron el sistema legal anterior.
No puede decirse lo mismo de los francos, alamanes y otros pueblos germánicos que estaban por llegar. Eran fieros guerreros que, a lo sumo, podían llegar a ser astutos políticos, como Clodoveo, pero que no tenían ningún interés por la cultura ni respeto por la civilización romana. Finalmente, la situación más dramática se daba en Britania, donde los invasores germanos no fueron una minoría. Por el contrario, los jutos, los anglos y los sajones estaban ocupando masivamente el territorio, desplazando a la población celta nativa, los britanos, que iban siendo paulatinamente arrinconados hacia el oeste. Los tres pueblos eran muy similares en cuanto a sus costumbres y a su lengua, y así el latín fue desapareciendo de Britania y fue reemplazado por una lengua germánica que aún tendría que evolucionar mucho para convertirse en el inglés actual. No se dispone de información detallada de cómo evolucionó la conquista germana en su primer siglo, pero podemos asegurar que fue una época de terrible caos e inseguridad. En contraste con esta situación, la población celta de Irlanda conservó intacto su modo de vida. La única perturbación era el lento y pacífico avance de los monasterios cristianos.
Clodoveo continuaba con su política expansiva. Una vez sometidos los alamanes, el objetivo siguiente eran los burgundios. Ello suponía romper (según lo previsto) las buenas relaciones entabladas a raíz de su matrimonio con Clotilde. Fue fácil encontrar una excusa: Clotilde era hija de Chilperico, hermano del rey burgundio Gundebaldo. En el periodo en que Gundebaldo y sus tres hermanos se disputaban el trono, había tratado de asesinar a Chilperico y a Gundemaro, y probablemente Clotilde, que era entonces una niña, se salvó de la muerte gracias a la protección de su tío Godegiselo. Ahora Clodoveo se proponía vengar las afrentas que Gundebaldo había infligido a su adorada esposa Clotilde. Entabló una alianza secreta con Godegiselo, que se mostró dispuesto a ajustar con su hermano las cuentas que no había podido pedirle por sí solo unos años antes.
En 500, francos y burgundios libraron una batalla en Dijon. Gundebaldo contaba con unos refuerzos que debía llevar su hermano Godegiselo, pero éstos nunca llegaron, y así su estrategia se vino abajo y los burgundios fueron derrotados. Aunque el reino burgundio conservó su casa real, desde ese momento pasó a depender del reino franco de Clodoveo (Gundebaldo no tardó en vengarse de su hermano, al que derrotó y asesinó ese mismo año). Gundebaldo vio cómo el clero católico de su reino se ponía de parte de Clodoveo, así que adoptó el catolicismo y convenció a su hijo Segismundo para que hiciera otro tanto. A partir de ese momento padre e hijo gobernaron conjuntamente.
Clodoveo promulgó un código de leyes conocido como la Ley Sálica. Uno de sus artículos estipulaba que las mujeres no podían heredar tierras, y tuvo repercusiones sobre los derechos sucesorios de las mujeres en las monarquías europeas de siglos posteriores.
Por esta época un joven de buena familia llamado Benito de Nursia decidió abandonar Roma, donde había estudiado retórica, filosofía y derecho, para retirarse a Subiaco, en Italia, donde el monje Román,le impuso los hábitos monásticos.
En 501 el rey persa Kavad estaba ya firmemente asentado en su trono, y prueba de la recuperación del Imperio fue que pudo declarar de nuevo la guerra al Imperio Romano.
En 502 la dinastía china de los Qi fue derrocada por la de los Liang. Fueron protectores del budismo. El emperador Liang Wudi convirtió al budismo en la religión oficial del Estado. Hay que decir que el budismo chino había sufrido muchas transformaciones respecto a sus orígenes en la India. Buda se había convertido en un dios eterno que se había reencarnado en muchas ocasiones (lo que permitía identificar con encarnaciones de Buda a algunas divinidades locales). También se creó un Paraíso a disposición de los seguidores de Buda.
También el taoísmo había evolucionado mucho. Los Han lo habían apoyado porque su invitación al quietismo y a la inactividad era muy conveniente desde un punto de vista político. Pero tanta meditación dio lugar a creencias místicas cada vez más surrealistas. Se contaba la historia del taoísta Liehtzu, que cabalgaba sobre el viento y podía viajar hasta quince días impulsado por la brisa. Había hombres que planeaban en el aire entre humo y llamas, un rey fue transportado al cielo por un mago para contemplar su palacio celestial, y había descripciones de las islas de los inmortales, con plantas y frutas milagrosas que guardaban de la vejez y de la muerte. También estaba la historia de Chen Tao Ling, que a los sesenta años recobró la juventud bebiendo dragón azul y tigre blanco, un compuesto que había descubierto cuando subió al cielo a lomos de un tigre. Muchas sectas taoístas se esforzaban en fabricar oro comestible a partir del cinabrio, convencidos de que si lo lograban alcanzarían la inmortalidad.
Una prueba de lo bien que marchaban las cosas en Roma era que los partidarios de los dos papas, Símaco y Lorenzo, podían luchar a muerte sin que nadie les molestara. Los partidarios de Lorenzo llevaban ventaja, hasta el punto de que Símaco no podía salir a la calle. Teodorico I era arriano, pero intentó poner paz y se decantó por Símaco, y hacia 505 Lorenzo desistió y Símaco fue reconocido como papa legítimo.
La represión con que el visigodo Alarico II trató de contener a los cristianos favorables a los francos católicos agravó la situación y puso al reino al borde de la revuelta. Ante la acusación de que el rey no estaba respetando el sistema legal tradicional por el que se suponía que estaba regida la población, Alarico II se vio inducido a promulgar un nuevo código de leyes que especificara el marco legal aplicable a la población no visigoda. Este código estuvo terminado en 506 y se conoce como Código de Alarico. Sus fuentes eran por una parte la legislación romana (principalmente el Código de Teodosio) y por otra parte los escritos de los jurisconsultos romanos. Teodorico en Italia lo adoptó al poco tiempo con mínimos cambios.
Mientras tanto Clodoveo ya había consolidado el catolicismo entre los francos y los burgundios, y ahora declaró la guerra a los visigodos con la excusa de combatir el arrianismo. El ostrogodo Teodorico I trató de mediar entre los dos reyes aprovechando las relaciones familiares que tenía con ambos: Alarico II estaba casado con la hija de Teodorico I, y éste estaba casado con una hermana de Clodoveo. No obstante, las negociaciones fracasaron: Clodoveo quería guerra. En 507 los ejércitos franco y visigodo se encontraron en Vouillé, y aquí Clodoveo obtuvo su mayor victoria. El rey Alarico II murió en la batalla, y se dice que fue atravesado por la espada del propio rey franco. Los visigodos eligieron rey allí mismo a Gesaleico, hijo bastardo del difunto rey. Ante el avance de los francos y los burgundios, Gesaleico tuvo que retirarse hacia el sur y refugiarse en Barcelona. Clodoveo y Gundebaldo se repartieron los territorios visigodos en la Galia excepto una pequeña parte de la costa mediterránea (la Provenza y una región al este que fue conocida como Septimania, porque contaba con siete ciudades principales, entre ellas Narbona). Gundebaldo además capturó una parte del tesoro real visigodo. El reino visigodo quedó limitado a la península ibérica (salvo el reino suevo), Septimania y la Provenza. Poco después Clodoveo trasladó su capital a París.
Teodorico I comprendió que Clodoveo se había hecho demasiado poderoso y que era necesario pararle los pies. Pese a todas sus renuencias a emplear la fuerza, estaba claro que no había otra salida. Firmó una alianza con Gesaleico y entre ambos prepararon un ejército godo unido con el que enfrentarse a los francos. En 508 se libró una batalla en la que Clodoveo fue derrotado. Clodoveo temió que esta derrota le hiciera perder el apoyo de los francos ripuarios, así que maniobró de esta forma: en 509 persuadió a Cloderico, el hijo de Sigeberto, el rey de los francos ripuarios, para que matara a su padre mientras cazaba, luego Clodoveo denunció al asesino y lo hizo ejecutar. Entonces lo tuvo fácil para ocupar la vacante y convertirse en rey de todos los francos.
El rey visigodo Alarico II había dejado un hijo legítimo, Amalarico, nieto de Teodorico I, que en el momento de la muerte de su padre contaba tan sólo con nueve años de edad. Por este motivo los nobles visigodos prefirieron a su hermanastro Gesaleico, pero en 510 Teodorico I argumentó que su nieto era el heredero legítimo del trono, envió a Hispania a su general Teudis, quien hizo huir a Gesaleico y proclamó rey a Amalarico. Como aún era un niño de doce años, el propio Teudis actuó como regente en nombre de Teodorico I. Gesaleico tuvo que refugiarse en la corte del rey vándalo Trasamundo. Ahora Teodorico I gobernaba también Hispania, luego sus dominios constituían aproximadamente la mitad del Imperio Romano de Occidente. En 511 Gesaleico trató de recuperar el trono, pero murió en el intento. Ese mismo año Clodoveo convocó un concilio eclesiástico el Orleans, al que acudieron obispos de toda la Galia.
Conviene apuntar que el término "Galia" había quedado en desuso: los francos llamaron Neustria (tierra nueva) a los últimos territorios conquistados, mientras que sus posesiones originales eran Austrasia (la tierra del este). A su vez en Neustria cabe distinguir la parte norte, propiamente franca, de la parte sur, la que había sido visigoda, en la que las costumbres romanas estaban más arraigadas, y que conservó el nombre romano de Aquitania. Neustria y el norte de Austrasia estaban dominadas por los francos salios, los cuales adoptaron la lengua latina, al igual que los burgundios. En cambio, los alamanes y los francos ripuarios conservaron su lengua germánica.
A Teodorico I debió de sentarle muy mal que el emperador Anastasio enviara un emisario a Clodoveo para comunicarle que le había concedido los títulos de Patricio y Cónsul. Clodoveo recibió exultante la noticia. Los títulos en sí no significaban nada, pero lo que más necesitaba un rey que se las había arreglado para extender su reino a costa de sus vecinos era legitimidad, y la aprobación del emperador se la estaba concediendo. Indudablemente, Clodoveo era ahora el monarca más poderoso de Occidente. Remontó su ascendencia a su abuelo Meroveo, del que surgieron toda clase de leyendas. Por ello la dinastía de reyes francos que en realidad inauguró Clodoveo I se conoce como Merovingia.
El emperador Anastasio prefería al ambicioso, traicionero, bárbaro, despótico y belicoso Clodoveo (pero católico) antes que al leal, ilustrado y buen gobernante Teodorico I (pero arriano). Ciertamente era un golpe bajo contra el ostrogodo, que debió de alegrarse cuando se enteró ese mismo año de que Clodoveo había muerto. Tenía cuarenta y seis años, así que podía haber vivido mucho más. Con su muerte el panorama político cambió drásticamente: el rey que había pasado toda su vida unificando un reino cada vez mayor, no tuvo ningún reparo en seguir lo que iba a convertirse en costumbre entre la mayoría de los reyes germánicos: dividirlo entre sus hijos. Los herederos eran cuatro: Thierry, Clodomiro, Childeberto y Clotario. Thierry era el primogénito (aunque bastardo). Heredó Austrasia (el territorio de los francos ripuarios y Alamania). Clodomiro recibió la parte central de Neustria, con capital en Orleans. Childeberto heredó la parte sur y Clotario la parte norte, con capital en Soissons. Borgoña (esto es, el reino Burgundio) siguió en manos de su rey Gundebaldo.
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