El studiolo de Francisco I era una pequeña estancia del Palazzo Vecchio de Florencia, construida por orden de Francisco I de Médici. Se emprendió un ambicioso plan decorativo en el que participó lo más granado de los pintores manieristas del momento, encabezados por Giorgio Vasari, que se encargó de la dirección del proyecto (1570-1572), ayudado por los humanistas Giovanni Battista Adriani y Vincenzo Borghini.
Historia[editar]
El refugio del príncipe alquimista[editar]
Este gabinete era parte despacho, en parte laboratorio, escondite y gabinete de curiosidades. Aquí el príncipe practicaba la alquimia y disfrutaba de su colección de objetos raros, rodeado de una serie de lienzos temáticos de gran tamaño, basados en las piezas que la colección abarcaba.
Los muros contienen 34 pinturas, de tema mitológico, religioso y representativos de las actividades humanas más diversas. Mirabello Cavalori aportó la Fábrica de lanas, Giovanni Battista Naldini pintó una Mansión de los Sueños, tal vez relacionada con el dormitorio adyacente de Francisco I. Un retrato de la madre del duque, Leonor de Toledo, obra de Bronzino, presidía la estancia. La distribución original de los temas es objeto de especulación.
El studiolo, que fue el refugio secreto del gran duque Francisco, personaje de carácter complicado y taciturno, fue olvidado tras la muerte del príncipe. Desmantelado en 1590 por el nuevo gobernante, su hermano Fernando I de Médici, fue reconstruido en el siglo XX como una rareza digna de visitar.
A pesar de su mala fortuna posterior, el studiolo representa la culminación de lo que se llamó Alta Maniera, si no en calidad, sí en representatividad de lo que significó dicho estilo, que entró poco después en franca decadencia, superado por el movimiento contramanierista y el posterior barroco.
Recuperación del studiolo[editar]
Ya incluso antes de la muerte del duque Francisco, el studiolo comenzó a desmantelarse. Muchas de las obras de arte que contenía fueron reubicadas en la Tribuna de los Uffizi. El studiolo fue olvidado durante siglos e incluso se perdió memoria de su ubicación dentro del palacio. Sin embargo, en 1910, Giovanni Poggi, superintendente de bienes culturales de la Toscana, y Alfredo Lensi, jefe de la Oficina para las Artes del Comune de Florencia, redescubrieron el paradero de la habitación perdida. Ello fue posible gracias al reconocimiento de los frescos supervivientes en el techo. Milagrosamente, fue posible recuperar los treinta y cuatro lienzos que originalmente decoraban las paredes de la estancia, conservados durante siglos en los Uffizi, así como las ocho esculturas de bronce.
Susana y los viejos (en italiano Susanna e i vecchioni), es uno de los cuadros más conocidos del pintor ItalianoTintoretto. Está realizado en óleo sobre lienzo. Mide 147 cmde alto y 194 cm de ancho. Fue pintado en 1560-1565,1 encontrándose actualmente en el Kunsthistorisches de Viena, Austria.
La obra representa a Susana, cuya historia es narrada en la versión griega del Libro de Daniel, capítulo 13. La historia de Susana es la de una joven «muy bella y temerosa de Dios», esposa del rico Joaquín, a quienes dos viejos espían en el baño. La intentan obligar a tener relaciones sexuales con ellos, diciéndole que, si no accede, dirán que se ha quedado sola, sin sus doncellas, para estar con un joven. Susana no cede a sus amenazas. Entonces los viejos la acusan de adulterio y consiguen que se la condene a muerte. Interviene entonces el profeta Daniel quien, interrogando a los ancianos, acaba probando la falsedad de la imputación, con lo que Susana se salvó y los ancianos fueron ejecutados.
A diferencia de las tendencias moralizantes, Tintoretto eligió representar no el momento dramático en el que los dos viejos se manifiestan abiertamente ante Susana, ni tampoco el castigo de los viejos lascivos sino otro, aún sereno, de la protagonista que se mira en un espejo en el interior de un jardín idílico, concentrándose así en el contenido erótico de la escena.2
Aunque ocupe la mitad derecha del cuadro, el personaje de Susana es el centro de atención, con una blancura deslumbrante bañada de luz. Es una joven de encantos en plena madurez, desnudo femenino intermedio entre Miguel Ángel y Rubens.2
A la izquierda, hay un seto de rosas, a cuyos extremos se encuentran los viejos. Entre Susana y ese seto aparecen toda una serie de objetos y joyas que parecen un bodegón por sí mismos,2 entre ellos el espejo en el que Susana se mira, el paño de seda blanco parasecarse y un frasco de perfume de porcelana, con llamativos brillos.3
La composición lleva la mirada, a través de las perspectivas de líneas de fuga, hacia el fondo del cuadro, al estanque con sus reflejos en el agua y el parque más allá.2
El pintor veneciano pintó otros cuatro sujetos análogos, conservados en el Louvre de París, en el Museo del Prado de Madrid, en la Galería Nacional de Arte de Washington y en una colección privada no identificada.
Ticio es una pintura de Tiziano de temática mitológica, diseñada hacia 15491 si bien su versión pictórica conocida, la perteneciente al Museo del Prado, es posterior en unos quince años.
Autor[editar]
Tiziano Vecellio fue un pintor italiano del Renacimiento (1477-1576) reconocido como uno de los grandes maestros de la Escuela veneciana. En su extensa vida creó una ingente cantidad de obras de los más variados temas: retratos, mitología, obras religiosas, etc. En tan larga carrera experimentó con variadas técnicas y estilos, lo que ha dificultado en ocasiones la clara identificación de algunos de sus trabajos.
Entre sus obras más destacadas están El emperador Carlos V con un perro (1533) la Venus de Urbino (1538) o La coronación de espinas (1576).
Descripción de la obra[editar]
La pintura narra un episodio mitológico que protagonizó uno de los hijos de Zeus, el gigante Ticio. Ticio había sido enviado por la despechada diosa Hera, tercera esposa de Zeus, tras Leto (Latona), la amante de este, con el fin de violarla. Los hijos de Leto, Apolo y Ártemis (Diana) asesinaron a Ticio2y Zeus castigó a su propio hijo condenándolo a los infiernos donde sufriría el eterno castigo que describe la obra (en otras versiones son dos los buitres que torturan al gigante).3 Puesto que Ticio era inmortal, la condena es eterna.
En el cuadro, Tiziano pinta al gigante encadenado a los troncos de un árbol, retorciéndose mientras un buitre le devora el hígado (o los intestinos) que se regeneran inmediatamente después, extendiendo su sufrimiento sin final. En la parte inferior se representa una serpiente como símbolo del mal, reflejo del pecado cometido por Ticio.
El tema es recurrente en la historia del arte. Así, el artista del Renacimiento Vasari cita que Miguel Ángel realizó entre otros temas un dibujo de Ticio devorado por el águila para regalárselo a su amigo Tommaso Cavalieri. Este dibujo pertenece a la Royal Collection del Reino Unido y se conserva en el Castillo de Windsor. Ya en su época se hizo popular gracias a su reproducción en grabado, obra de Nicolas Béatrizet.
Estilo[editar]
En el cuadro se percibe la influencia manierista que es propia de Tiziano para las fechas de su composición. Una de las características de este estilo, el uso del escorzo, realza el dramatismo y la violencia del episodio, menos usual en Tiziano,4 reforzando el efecto que pretende causar al autor.
Tanto en el Renacimiento como en el Barroco se usa la pintura con el propósito de advertir sobre las consecuencias del enfrentamiento contra el Emperador. En una velada comparación de Zeus con Carlos V, se avisa de los efectos de sublevarse contra el poder establecido.
La serie[editar]
El personaje de Ticio forma parte de una serie de cuatro cuadros encargados a Tiziano por María de Austria,5 hermana de Carlos V, que debían decorar las paredes de su palacio en Binche. Con el tema de Los Condenados o Las Furias, esta serie consistía en los denominados Sísifo, este de Ticio, Tántalo e Ixión, perdidos estos dos últimos en el incendio del Alcázar de Madrid de 1734. Sísifo y Ticio se encuentran expuestos en la actualidad en el madrileño Museo del Prado, pero en realidad únicamente el cuadro de Sísifo es el original pintado para Binche, mientras que este Ticio es una versión posterior, fechable en la década de 1560. Su colorido y pincelada, más libres, sugerían una datación tardía, pero los expertos no la aceptaban al insistir en que este lienzo procedía del palacio de Binche. Un posterior hallazgo documental ha apoyado la nueva cronología: el Ticio de Binche, mal conservado, fue intercambiado por Felipe IV con esta versión posterior, perteneciente al duque del Infantado. Así, la versión conservada en el Prado es la que perteneció al duque, mientras que la procedente de Binche se da por perdida.
El Museo del Prado posee la mejor colección de obras de Tiziano, entre las que se cuentan La bacanal de los andrios (1523-1526), Venus recreándose con el amor y la Música (1547), Carlos V a caballo en Mühlberg (1548) y Retrato de Isabel de Portugal (1548).
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