lunes, 23 de octubre de 2017

Apuntes de Historia del Arte

Arte Prehistórico

Ornamentación corporal

Naturalmente, las manifestaciones artísticas se encontraron también supeditadas al despegue cultural que supuso la implantación de la nueva técnica neolítica. Así, la naturaleza de objetos domésticos de uso cotidiano comenzó a manifestar cambios progresivos.
El abrupto crecimiento demográfico que significó la sedenterización de grupos humanos, supuso la necesidad de una nueva forma de administración de trabajos, roles y tareas. En este contexto, las relaciones sociales en general tomaron gran envergadura. La cohabitación de los habitantes de las aldeas adquirió una importancia sin precedentes y los recursos que en principio fueron utilizados para la supervivencia se emplearon con mayor frecuencia en los momentos de ocio, festejo y descanso.
De este modo, se incrementó no sólo la aparición de objetos comunes a los núcleos familiares, como utensilios de cocina, sino también la de objetos personales, en gran parte, individuales, objetos que sirven para ornar el cuerpo de sus propietarios. El sentido de estos adornos puede variar. Algunos pueden representar un significado mágico y ser usados como amuletos, o tener carácter social, diferenciando hombres, mujeres y niños, e incluso rangos y élites.
Entre ellos podemos destacar brazaletes y ajorcas de mármol, pizarra o concha de pectúnculo; pendientes y colgantes de dientes de animales. Se han hallado incluso joyas de oro trabajado en frío, como la diadema hallada en la Cueva de los Murciélagos (Granada). Se tiene constancia también de la existencia de fábricas de objetos ornamentales, como la Cova de les Ànimes (Barcelona).
Estudios arqueológicos demuestran que durante el Neolítico era costumbre habitual sepultar a los difuntos acompañados de sus objetos personales.
Fibula
Fíbula (Museo Petit Palais, París). Construida con metal repujado (se daba volumen a una lámina de metal para que por una de sus caras apareciera dibujada en relieve). Esta hebilla, a modo de imperdible, se utilizaba para sujetar los vestidos. Las más antiguas proceden de los países nórdicos europeos.

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La arquitectura durante la prehistoria

Los monumentos megalíticos han sido, sin duda, una de las manifestaciones del hombre prehistórico que más ha llamado la atención. Buena prueba de ello es la cantidad de leyendas populares que rodean algunas construcciones atribuidas, según los países, a gigantes, druidas, brujas o extraños. El tamaño de dichos monumentos y el significado que debieron de tener para sus constructores no pasaron inadvertidos desde la antigüedad. En algunos casos, las grandes piedras paganas fueron cristianizadas mediante la adición de símbolos de la nueva religión. En la actualidad, el monumento de Stonehenge, en Inglaterra, sigue congregando cada año grupos de personas que pretenden resucitar antiguos ritos celtas, sin saber seguramente que dicha construcción es bastante anterior a la presencia de dicho pueblo.
Naturalmente, estos monumentos llamaron también la atención de los estudiosos, y son numerosas las hipótesis que han tratado de explicar cómo y por qué aparecieron estas construcciones en la Europa prehistórica. Llamaba la atención el carácter monumental de las mismas, por lo que no se entendía que pueblos tan primitivos como los de la Europa neolítica fueran capaces por sí solos de inventar semejante arquitectura. Hubo explicaciones peregrinas, como la propuesta por Elliot Smith, a comienzos del siglo XX, que pretendía que fueron los egipcios los que en sus navegaciones llevaron los conocimientos arquitectónicos a Europa y, posteriormente, al continente americano. Por fortuna, esta hipótesis pasó sin demasiados adeptos, porque obviaba razones históricas, geográficas, tipológicas, técnicas y cronológicas que la invalidaban. Pero durante muchos años, hasta la década de 1960, ha predominado la creencia de que el megalitismo europeo es el resultado de una difusión de técnicas constructivas y creencias religiosas desde el Egeo. La razón de esta expansión se buscaba en la necesidad de metales -cobre y estaño- entre las comunidades egeas y su búsqueda en Occidente. Así llegaron al sur de la península Ibérica, donde se establecieron en colonias como Los Millares, en Almería, o Vila Nova de Sao Pedro, en la desembocadura del Tajo. Al mismo tiempo, introdujeron el ritual de enterramiento colectivo en tumbas monumentales, los tholoi, sepulcros de cámara circular con cubierta en falsa cúpula y corredor o dromos de entrada. Desde allí, la gran arquitectura se extendería por gran parte de Europa occidental, dando lugar a diferentes tipos de construcciones que ya no se ceñían a la técnica constructiva de los tholoi. Actualmente, se sabe que algunos monumentos megalíticos occidentales son mucho más antiguos que los del Egeo; datan de comienzos del IV milenio, por lo que se les considera como una creación de las comunidades neolíticas de Europa occidental para expresar unos rituales funerarios y creencias acordes con los cambios de organización social que el trabajo de la tierra y la vida sedentaria habían generado.
La arquitectura megalítica, como su nombre indica -megas: grande, lithos: piedra-, hace referencia a construcciones de grandes bloques de piedra sin trabajar que delimitan un espacio y que originan una cubierta plana; es, pues, una arquitectura adintelada. Se distribuye por gran parte de Europa occidental: Escandinavia y norte de Europa, Francia, Islas Británicas, gran parte de la península Ibérica, Córcega y Cerdeña, y algunos ejemplares en las Baleares.
La mayoría de estas construcciones eran de uso funerario, y servían para enterramientos colectivos, es decir sucesivos, de una comunidad. Según el tamaño y la planta, se puede hablar de diferentes tipos como: sepulcro de corredor (cámara poligonal y corredor de entrada); galería cubierta (planta rectangular alargada sin separación de cámara y corredor, aunque sí se pueden distinguir en alzado, puesto que aquélla suele ser más alta que éste); dolmen o cámara sencilla (planta poligonal sin corredor destacado, a no ser a veces un pequeño vestíbulo), y tholoi. A partir de estas formas pueden darse enormes variaciones. En algunos casos, y esto es característico de los territorios atlánticos, las grandes piedras estaban decoradas por su cara interna con grabados de temas abstractos, geométricos. Aunque, en la actualidad, la mayoría de estos monumentos están al descubierto y se puede ver su arquitectura, no era así en el pasado. Efectivamente, todas las cámaras funerarias estaban cubiertas por un túmulo, de tierra o a veces de piedras, que sólo dejaba al descubierto la puerta de entrada. En Bretaña y en las Islas Británicas no es extraño que un gran túmulo cubra dos o más estructuras funerarias: Barnenez es un gran túmulo de planta rectangular que cubre nueve sepulcros de corredor. Es interesante que lo que actualmente parece una arquitectura monumental, en el pasado fuera una arquitectura para no ser vista. Lo que sí destacaba en el paisaje era la enormidad del túmulo, y es evidente que la obtención de la piedra, la construcción del monumento y la cubrición con el túmulo supusieron una gran cantidad de horas y de mano de obra invertidas. Está claro que el objetivo primario de las tumbas era el de albergar los cadáveres de una comunidad, generación tras generación, manteniendo después de la muerte unos lazos de parentesco que les habían unido en vida; pero actualmente se piensa que, además, podían cumplir otros cometidos, como servir de símbolo de identificación de una sociedad o comunidad determinada y, al mismo tiempo, constatar el derecho de uso de la tierra donde se asentaron sus antepasados.
Templo de Hagar Qim
Templo de Hagar Qim en la isla de Malta. Este templo fue excavado por primera vez en 1839, con una datación de 3600-3200 a.C. Consiste en una sola unidad de templo, aunque no es claro si al principio fue construido con una estructura de cuatro o cinco ábsides. El patio delantero y la fachada siguen el modelo típico de los templos en la zona. Es notable por su impresionante fachada y el tallado de la entrada, así como por los enormes bloques utilizados en la construcción. Se encontraron algunas figuras femeninas en el recinto (Venus de Malta).

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La arquitectura prehistórica es el conjunto de construcciones erigidas antes al menos 4000 años antes de la Era de Cristo y antes incluso de las pirámides egipcias.
La arquitectura prehistórica da cuenta de las primeras estructuras rudimentarias creadas por el hombre para guarecerse de la intemperie y gracias a ellas conocemos los primeros elementos utilizados para su construcción. Las construcciones arquitectónicas de la prehistoria se estudian a partir de 3 períodos de la evolución del hombre que componenen lo que se llama la Edad del Piedra: el paleolítico, el neolítico y el mesolítico.
Período Paleolítico y la arquitectura
El es el  período más antiguo de los periodos prehistóricos, que  se caracteriza por la fabricación y utilización de herramientas de  piedra tallada, la práctica de la depredación (caza, pesca y  recolección) el nomadismo y la aparición de las primeras  manifestaciones artísticas, como son las pinturas rupestres y las esculturas de piedra o hueso. El hombre vivía en cuevas y era nómade. No hay vestigios de construcciones creadas por el hombre durante el período paleolítico.
Período Mesolítico y la arquitectura
Duró aproximadamente entre el 10000 a. C. y el 5000 a. C. aquí se han hallado viviendas construidas de arcilla.
En el año 8000 se descubrió la cerámica en el Sahara y en Siria independientemente. Las vasijas de barro fueron prácticos sustitutos de los pesados recipientes de piedra.
Palestina continuaba a la cabeza de la civilización: Hacia el año 7000, las viejas cabañas circulares habían sido sustituidas por casas de planta rectangular, subdivididas en habitaciones y con las paredes y el suelo cubiertos de arcilla. Sus pobladores enterraban a los difuntos bajo sus casas.
Período Neolitíco y la arquitectura
Hoy en día se define el Neolítico precisamente en razón del conocimiento y uso de la agricultura o de la  ganadería. Cuando un grupo humano llegaba a una zona rica en caza o en vegetación comestible, establecían campamentos temporales hasta agotar los recursos, pero algunos se hallaban en tierras especialmente fértiles, de modo que poco a poco fueron surgiendo campamentos estables o poblados dedicados a la caza y la recolección. Así fue como el hombre se hizo sedentario. La arquitectura neolítica eran monolitos de piedra y viviendas hechas con barro y vegetación.
Hacia el año 6500 encontramos en Anatolia, Turquía una agrupación de pueblos de cerca de 6.000 habitantes, con casas y santuarios de ladrillo crudo y frescos de divinidades femeninas y toros. A finales del milenio aprendieron a fundir el cobre para fabricar adornos, puntas de lanza y objetos diversos, pero el metal era escaso y el descubrimiento no tuvo muchas repercusiones.
En Europa y África central surge la cultura megalítica, caracterizada por la construcción de grandes monumentos de piedra: a veces simples piedras levantadas a modo de columnas, a veces alineadas según ciertos patrones, otros en forma de enormes losas horizontales apoyadas sobre otras dos verticales, etc. Naturalmente, estas construcciones debían de estar asociadas a nuevos rituales y creencias más o menos sofisticadas, típicos de la cultura neolítica.
En la península del Sinaí se descubrió la fundición del cobre, y el sistema se extendió rápidamente tanto hacia Mesopotamia como hacia Egipto. Hacia el 4500 el sur de Canaán fue invadido por un pueblo que conocía la fundición del cobre. Por la misma época aparecen los primeros poblados neolíticos en Egipto, junto al lago Moeris, algo al oeste del curso del Nilo. Las inmediaciones del Nilo hubieran requerido un sistema de canales similar al de Mesopotamia para ser aprovechadas adecuadamente, por lo que las zonas cercanas (pero prudencialmente alejadas de las súbitas crecidas del río) eran más adecuadas para una población que acababa de descubrir la agricultura y la ganadería.
Stonehenge
La metalurgia del cobre prosperó en Irán, que importaba el mineral de la India y lo exportaba manufacturado a la Mesopotamia, junto con oro, plata y piedras preciosas. El cobre fue especialmente útil en Mesopotamia. El oro y la plata son blandos, y sólo servían para confeccionar adornos. El cobre, en cambio, es más duro y servía para fabricar armas más efectivas que las de piedra, armas con que repeler las incursiones de los nómadas, que se hacían más frecuentes cuanto más prosperaba el valle. Por una parte estaban los rudos pastores que habitaban en los montes Zagros, al Este, y por otra los habitantes del desierto arábigo al suroeste. Las ciudades-Estado se fortificaron, como ya habían hecho tiempo atrás las de Anatolia. Egipto, en cambio, estaba rodeado por el mar, el desierto y las cataratas del nilo, así que vivió mucho más tranquilamente que Mesopotamia durante mucho tiempo. menhires y cromlechs, conjunto de menhires que encierran un espacio circular (Stonehenge). Estas estructuras (una piedra vertical asentada en el suelo) fueron construidas 5050 años antes de nuestra Era, en la Edad de Bronce con herramientas de excavación hechas de cornamentas y huesos de ganado.

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Arquitectura prehistórica se entiende como un medio de expresión y construcción primitivo que empezó a generar pensamientos de creencias sobre las culturas primitivas. Se denomina a los primeros hitos conservados de la incipiente arquitectura .
Restos de construcción megalítica adintelada en Stonehenge.
  • las construcciones megalíticas, del griego megas, grande y lithos piedra; constan de enormes losas pétreas sin tallar, o escasamente devastadas, verticales y horizontales, adinteladas, apoyadas, nunca unidas con mortero, o con algún tipo de aparejo.
  • las construcciones ciclópeas. Así llamadas por haberlas atribuido los antiguos griegos a unos gigantes fabulosos llamados cíclopes; se constituyeron con aparejo sencillo de piedras, en parte escuadradas, o sin escuadrar, aunque desbastadas, y de menor volumen que las megalíticas, utilizando algunas veces mortero arcilloso para conformar muros y paramentos.
Las primeras surgieron en el Neolítico, continuado en las primeras épocas de la edad del cobre. Las segundas pertenecen a las edades del cobre, bronce o del hierro.
Pertenecientes a la primitiva arquitectura popular se conocen diversas construcciones que sirvieron de casa, o morada temporal, a nuestros antepasados desde los tiempos más remotos. Tales son:
  • la cabaña o choza, formada por entramados de ramaje,
  • la gruta o caverna, artificial o natural pero acomodada por la mano del hombre a sus propios usos,
  • los palafitos o habitaciones lacustres de madera levantados sobre pilotes clavados en el fondo de un lago o zona pantanosa,
  • los crannógs, propios de Irlanda, habitáculos lacustres a modo de islotes, sin dejar pasar el agua por debajo de ellas,
  • los terramaras, descubiertos en Italia, chozas de madera y arcilla en sitios pantanosos. Con dichas construcciones que se relacionan en los paraderos o kiokenmodingos (voz danesa que significa restos de hogar) que son montículos conformados por depósitos de conchas, restos de ceniza, carbón, huesos, piedras y fragmentos de cerámica tosca, muy abundantes en Dinamarca, también hallados en otras regiones.
Los palafitos más notables, por su extensión y número, se han encontrado en los lagos de Suiza, cubriendo en el de Ginebra una superficie de 150.000 metros cuadrados. En España, se han hallado restos de tales viviendas en las inmediaciones de Betanzos y en otras localidades de Galicia, al igual que en las cercanías de Olot (Gerona), Bolbaite y Chella (Valencia). Este tipo de viviendas se atribuyen a la época neolítica y tenían por objeto la defensa contra los animales salvajes.
La arquitectura funeraria incluye túmulos, en ocasiones orientados astronómicamente al solsticio de inverno como es el caso de Castillejo del Bonete (Terrinches, Ciudad Real).

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