domingo, 22 de octubre de 2017

Culturas antíguas


Qataban, en árabe,مملكة قتبان, fue uno de los antiguos reinos de Yemen que prosperó en el valle de Baihan. Como muchos otros reinos de Arabia del Sur, adquirió gran prosperidad con el comercio de olíbano y mirra que eran quemados en los altares. La capital de Qataban era Timna y estaba localizada en la ruta comercial que unía a los otros reinos de HadramautSaba y Ma'in. Fue el reino de Yemen más prominente en la segunda mitad del primer milenio a. C., cuando su gobernante tenía la hegemonía sobre Arabia del Sur. La deidad mayor era Amm o "Tío" y el pueblo se llamaba a sí mismo los "hijos de Amm".

Historia[editar]

Los orígenes de Qataban en el norte de Yemen son hasta ahora desconocidos. En torno a finales del siglo VIII, Qataban fue conquistado por Yitha'amar Watar I de Saba. Poco después, cayó bajo el dominio del rey Ausan. Luego de haber sido conquistado y unido con Saba, Qataban se convirtió nuevamente en vasallo de Saba, su vecina occidental, y obtuvo de parte del mismo Ausan los territorios sometidos en la costa del océano Índico. No queda claro hasta qué punto Qataban pudo controlar con ello el comercio marítimo con África e India, en cualquier caso la costa del sur de Yemen estuvo todavía bajo dominio de Sumuhu'ali Yanuf III hasta poco antes de la independencia de Qataban del control de Saba. En el siglo IV o III a. C., Qataban bajo el reino de Yada'ib Yigal I logró deshacerse del dominio de Saba, probablemente en alianza con Ma'in y Hadramaut. Aunque pocos siglos después, en la batalla de Tuhargib, Saba pudo detener el ascenso de Qataban, no pudo impedir la división del gran reino de Saba.
Con la conquista de Hadramaut,1​ con Yada'ib Dhubyan Yuhan'im (220–205 a. C.)2​ y con la victoria sobre la tribu Amir, Qataban llegó al punto más alto de su poder, al controlar amplias partes de la costa de Yemen y, al mismo tiempo, relacionarse con la Ruta del incienso.




Timna (en Árabe,تمنع) es una antigua ciudad de Yemen, capital del reino de Qataban.1​ No tienen nada que ver con la ciudad homónima de Timna del sur de Israel. En la antigüedad, Timna fue una importante escala en la famosa ruta del incienso, que unía Arabia y la India a través de caravanas de dromedarios con los puertos del Mediterráneo, principalmente Gaza en Palestina, y Petra, en Jordania. La ciudad moderna más cercana es Beihan. En la década de los años 50 se realizó una campaña arqueológica americana en Timna.








El Reino de Saba o Sabá (o Shebá: en árabe سبأ, en hebreo שבא, quizá "siete" o "juramento"1​) es mencionando en el Antiguo Testamento y en el Corán como un reino muy rico, conocido a través de Makeda, la célebre Reina de Saba, que habría visitado al Rey Salomón. La extensión real de este reino es desconocida. Hay hipótesis que señalan que se encontraba en el sur de la península arábiga (actual Yemen), otros creen que estaba en el Cuerno de África (actual Somalía) e incluso también se considera que el reino abarcaba ambas zonas (Cuerno de África y parte de la península arábiga). Puede que también se haya confundido con el reino de Aksum que, de hecho, tenía su capital en la actual Etiopía y fue muy próspero y conocido con posterioridad.
El templo más antiguo de la península arábiga, llamado Mahram Bilqus, o palacio de la Reina de Saba, se encontraba en Marib, al sur del actual Yemen. Esta ciudad, que fue construida entre el siglo I a. C. y el siglo II a. C., se cree que fue la capital del reino. Ubicada en una situación estratégica, Saba floreció a través del comercio de mercaderías, tanto de Asia como de África, incluyendo el café de la región etíope de Kefa.
Aparentemente Saba era una sociedad matriarcal[cita requerida] en la que el poder político era pasado a los descendientes monárquicos por vía femenina. Probablemente, la población de Saba fue una mezcla de pueblos africanos (como los janjeros de Etiopía) y de Arabia (como los yemeníes) y, de hecho, estudios lingüísticosrecientes indican que las lenguas semíticas de Medio Oriente pudieron haberse originado a partir de lenguas antiguas de Etiopía. Por otro lado, en el África oriental es posible encontrar muchos grupos étnicos con tradición matriarcal.


Una sacerdotisa de Saba, que intercede con la diosa del sol en nombre del donante. Probablemente del siglo primero d. C.

Especulaciones sobre la ubicación[editar]

La ubicación del reino mencionado en la Biblia ha sido largamente disputada.2​Los arqueólogos no tienen ninguna duda de que el reino estaba situado en el sur de Arabia.3
Sin embargo, debido a la conexión con la Reina de Saba, la ubicación está en estrecha relación con el prestigio nacional, y varias casas reales se decían descendiente de la reina de Saba y Salomón. De acuerdo con el trabajo medieval etíope Kebra Nagast, Sheba se encuentra en Etiopía. Ruinas en muchos otros países, entre ellos Sudán, Egipto, Etiopía e Irán se han acreditado como Sheba, pero con sólo una evidencia mínima[cita requerida]. Incluso ha habido una sugerencia de un vínculo entre el nombre de "Sheba" y el de Zanzíbar (Shan Sheba)[cita requerida], e incluso un monumento de tierra masiva del pueblo yoruba en Nigeria conocidos como Eredo de Sungbo está en manos de la tradición tribal que fue construida en honor de la reina poderosa Oloye Bilikis Sungbo, que a menudo se equipara con la Bilqis de la leyenda árabe.4

Véase también[editar]



El hogar de Balqís, la reina de Saba que mencionan desde los antiguos papiros egipcios hasta la Biblia o el Corán, se encontraba en el suroeste de la Península Arábiga, en el actual Yemen. Marib, la ciudad más importante de aquel reino que floreció en el siglo X a. C, se levantaba 120 km al este de Saná, la capital yemenita. En aquel oasis, los arqueólogos han hallado los restos de diques, fuentes, palacios y varios templos de gran tamaño, uno de los cuales pudo incluso alzarse sobre un intrincado laberinto. Según la Biblia, Balqís acudió a Jerusalén a comprobar la sabiduría de Salomón, aunque todo indica que tal encuentro se produjo en el marco de un posible acuerdo comercial.


Lunes, 19 de Mayo 2008 - 09:59

Un equipo de arqueólogos alemanes de la Universidad de Hamburgo ha conseguido acabar con uno de los mayores misterios de la Antigüedad al encontrar los restos del Palacio de la legendaria Reina de Saba en la ciudad santa de Axum, en el estado federado etíope de Tigray (norte). (Agencia EFE)


Barrio de casas de la guarnición judía en la Isla Elefantina. Copyright IEAE
Barrio de casas de la guarnición judía en la Isla Elefantina. Copyright IEAE




Arqueólogos alemanes encuentran en Etiopía los restos del palacio de la reina de Saba 
Datado en el siglo X antes de nuestra era, ha sido localizado en la localidad de Axum 

'En ese palacio pudo estar el Arca de la Alianza', dice la Universidad de Hamburgo. 

Un equipo de arqueólogos alemanes de la Universidad de Hamburgo ha conseguido acabar con uno de los mayores misterios de la antigüedad al encontrar los restos del palacio de la legendaria reina de Saba, en la ciudad santa de Axum, en el estado federado etíope de Tigray (norte). 

El profesor Helmut Ziegert, del Instituto de Arqueología de la Universidad de Hamburgo, que dirige el equipo, está además convencido de que en un altar levantado en el palacio y orientado hacia la constelación de Sirius reposó durante largo tiempo el Arca de la Alianza que contenía las Tablas de la Ley de Moisés. 

"Todo cuadra. Los detalles, la datación y la orientación del edificio", ha explicado Ziegert, cuyo equipo realizó el descubrimiento durante la actual campaña de excavaciones de primavera, en la antigua capital de un imperio que abarcó desde Yemen hasta el este de Sudán, controlando el comercio entre África y Asia. 

Datada hace unos 3.000 años, la residencia de la reina Makeda, como se llama a la reina de Saba en Etiopía, ha sido hallada bajo los muros del palacio de un antiguo rey cristiano en la capital de la iglesia ortodoxa etíope y la ciudad mas sagrada del país. 

El mayor tesoro que albergaba el palacio de la legendaria reina era probablemente el Arca de la Alianza, un cofre de madera de acacia negra recubierto de oro en el que, según fuentes históricas y religiosas, se guardaban las tablas con los Diez Mandamientos que Moisés, según la Biblia, recibió de Dios en el monte Sinaí. 

Ziegert ha subrayado que su equipo ha dedicado los últimos nueve años a investigar como llegó el judaísmo a Etiopía en el siglo X antes de nuestra era, a la vez que trata de localizar el emplazamiento actual del Arca de la Alianza. 

"En ese palacio pudo estar custodiada durante un tiempo el Arca de la Alianza", donde, según fuentes históricas y religiosas, se guardaban las tablas con los Diez Mandamientos 

Añadió que las investigaciones han revelado que el palacio original de la reina de Saba fue trasladado poco después de su construcción y levantado de nuevo orientado esta vez hacia la estrella de Sirius. 

El equipo de científicos de Hamburgo presume que Menelik I, rey de Etiopía e hijo de la reina de Saba y del rey Salomón de Jerusalen, según la tradición de la iglesia ortodoxa etíope, fue quien ordenó levantar el palacio en su emplazamiento final. 

Las numerosas ofrendas que los científicos germanos encontraron en torno al lugar donde debió de estar el altar han sido valoradas por los expertos como una clara señal de que la especial relevancia del lugar se ha transmitido a lo largo de los siglos. 

Los últimos resultados de las investigaciones realizadas en Axum indican que, con el arca de la Alianza y el judaísmo, llegó a Etiopía el culto a Sothis, que se mantuvo hasta el siglo VI de nuestra era, explicó Ziegert. 

Dicho culto, relacionado con la diosa egipcia Sopdet y la estrella Sirius, traía consigo que todos los edificios de culto se orientasen hacia el nacimiento de esa constelación. 

El jefe del equipo de arqueólogos y científicos alemanes ha subrayado que los restos encontrados en las excavaciones de sacrificios de reses vacunas son una característica también del culto a Sirius practicado por los descendientes de la reina de Saba. 

El Antiguo Testamento habla de una reina de Saba, cuyo nombre propio omite, que visitó Israel y regaló grandes tesoros al rey Salomón, del que le impresionó su sabiduría y que le hizo convertirse al monoteísmo y ensalzar a Yahvéh. 

La tradición religiosa etíope asegura que de la breve relación entre la reina de Saba y el rey Salomón nació un hijo, que posteriormente sería conocido como Menelik I, rey de Etiopía, quien presuntamente se llevó el Arca de la Alianza desde Israel a su país. 

Dicha tradición asegura que el arca se encuentra actualmente en la Iglesia de Nuestra Señora de Sión en Axum, donde es custodiada por la única persona autorizada para verla o tocarla, un sacerdote descendiente directo de los levitas, la tribu de Israel responsable de su cuidado desde que fue construida para acoger los Diez Mandamientos. (Fuente: JUAN CARLOS BARRENA -EFE 

Una propuesta de solución 

Conocida la interesantísima noticia arqueológica que antecede, queda ahora ofrecer algún dato más respecto a la verosimilitud histórica de la presencia del judaísmo en Etiopía, así como su relación con los ecos míticos de la existencia del arca de la alianza en dicho lugar. 

El asunto tiene cierta relación con la egiptología como se verá, puesto que el mundo antiguo estaba perfectamente intercomunicado y los rastros de toda esta historia pasan por la Isla Elefantina, en Egipto. 

Elefantina es una isla egipcia situada enmedio del río Nilo, está junto a la primera catarata, frente a la moderna ciudad de Asuán. En ella se han descubierto restos arqueológicos que van desde las primeras épocas de formación de la civilización egipcia hasta la época romana. 

En excavaciones llevadas a cabo en los años 1906, 1911 y 1953, fueron descubiertos en la isla numerosos papiros judíos escritos en arameo que fueron datados en el siglo V a.C. 
Pertenecieron a una colonia de soldados mercenarios judíos que tuvieron su acuartelamiento y sus viviendas en la isla desde antes de la invasión de Egipto por el rey persa Cambises, (525-c 400 a.C.). 

Según la documentación hallada, en la isla había un templo dedicado a Yahveh. Los soldados parece que también daban culto a otros dioses. Con motivo de la salida de los persas de Egipto, después de la primera invasión persa, se produjo la destrucción del templo hacia el 410 a. C. 

Parece que los judíos de la isla Elefantina habrían conseguido autorización del Templo de Jerusalén para reconstruir el templo, pero a condición de no ofrecerse en él sacrificios con derramamiento de sangre. El sacrificio de sangre había sido erradicado del culto judaico después del destierro de Babilonia. 

Uno de los papiros encontrados conservado recoge fragmentariamente un decreto del rey Darío II (419 a.C.) ordenando a los judíos de Elefantina celebrar la Pascua en armonía con la nueva reforma de la ley mosaica en esta materia, reformas que se llevaron a cabo en tiempos del rey judío Josías (640-609 a.C). 

En cuanto al establecimiento de la comunidad judía en la isla, se sabe que ya había una importante población judía formada principalmente por soldados judíos y sus familias, a principios del siglo VII a.C y que se habían asentado en la isla Elefantina antes de que se produjeran las reformas de culto del rey Josías, siguiendo por tanto la religión mosaica con arreglo a los antiguos ritos hebreos. 

También en tiempos del rey saíta Psammético II (hacia el 593 a.C ) se acogió en Egipto a judíos, no conformes con la reforma religiosa realizada en la Ley mosaica. El faraón los incorporó como mercenarios en su ejército, siendo destinados a guarnecer la Isla Elefantina para proteger la frontera sur del país contra las incursiones de los reyes de Napata y otras tribus de la Baja Nubia. 

Los papiros de Elefantina nos informan que, entre los años 525 y 522 a. C. el rey persa Cambises decretó como represalia por las revueltas egipcias contra su gobierno, la destrucción de los templos egipcios de la isla Elefantina, mientras que el templo judío fue mantenido intacto, dado que las tropas acantonadas allí le eran leales. 

Cuando los persas abandonaron Egipto expulsados por los egipcios, el templo judío fue destruido en venganza. Además, es claro que los sacrificios de corderos y carneros que los judíos de Elefantina hacían en su templo, como practicantes del rito hebraico antiguo de oblación de sangre no debieron agradar a sus convecinos egipcios, máxime que en la isla y su alrededores el dios principal, el Señor de la Catarata, era el dios criocéfalo Jenum. De modo que el sacrificio de los carneros se veía por los egipcios como un grave sacrilegio. 

El problema parece que surgió, cuando, a partir de estos graves acontecimientos que trajeron consigo el asesinato de gran parte de la colonia judía de Elefantina y la expulsión del resto de la población hebrea, los supervivientes decidieron abandonar la isla. Este viaje lo debieron emprender hacia el Sur, Nilo arriba, puesto que en el Norte de Egipto serían recibidos como amigos de los persas y, por tanto aniquilados por los egipcios. 

Además, aquellos judíos exiliados no podían regresar a Jerusalén porque allí eran considerados como blasfemos objeto de anatema, en definitiva apartados de la ley mosaica por su herejía que les hizo construir otro templo para Yahveh en Elefantina, cuando según el credo judío solo podía haber un templo: el de Jerusalén. 

La propuesta lógica final es que los judíos de Elefantina con su Arca de la Alianza remontarían el Nilo y concluirían llegando al norte de Etiopía, donde se asentaron y aún permanecen. 

¿La teoría confirmada? 

El investigador británico Graham Hancock propuso hace años en su libro Símbolo y Señaluna teoría bastante plausible que ahora cobra cuerpo con la noticia de los descubrimientos arqueológicos del equipo de la Universidad de Hamburgo en Axum. 

Durante muchos años Hancock había investigado sobre el paradero del Arca de la Alianza. En 1983 Hancock oyó hablar de la leyenda de la posible presencia del Arca con Etiopía. Cuando él estuvo de corresponsal en Etiopía y visitó al Templo de Santa Maria de Sion, en la ciudad de Axum, conoció a quien afirmaba ser el Tabot o Guardián del Arca , quien le relató la leyenda del hijo de Salomón y de Belkis, la mítica reina de Saba. 

La hipótesis de Hancock proponía que el Arca salió del Reino de Judá, en Israel, estuvo depositada en el templo judío de Elefantina (Egipto), y después llegó hasta el norte de Etiopía, donde se dice que permanece actualmente. 

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