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CANTO DE ESPERANZA
Un gran vuelo de cuervos mancha el azul celeste.
Un soplo milenario trae amagos de peste.
Se asesinan los hombre en el extremo Este.
¿Ha nacido el apocalíptico Anticristo?
Se han sabido presagios y prodigios se han visto
y parece inminente el retorno del Cristo.
Un soplo milenario trae amagos de peste.
Se asesinan los hombre en el extremo Este.
¿Ha nacido el apocalíptico Anticristo?
Se han sabido presagios y prodigios se han visto
y parece inminente el retorno del Cristo.
La tierra está preñada de dolor tan profundo
que el soñador, imperial meditabundo,
sufre con las angustias del corazón del mundo.
Verdugos de ideales afligieron la tierra,
en un pozo de sombra la humanidad se encierra
con los rudos molosos del odio y de la guerra.
¡Oh, Señor Jesucristo! por qué tardas, qué esperas
para tender tu mano de luz sobre las fieras
y hacer brillar al sol tus divinas banderas!
Surge de pronto y vierte la esencia de la vida
sobre tanta alma loca, triste o empedernida
que amante de tinieblas tu dulce aurora olvida.
Ven, Señor, para hacer la gloria de ti mismo,
ven con temblor de estrellas y horror de cataclismo,
ven a traer amor y paz sobre el abismo.
que el soñador, imperial meditabundo,
sufre con las angustias del corazón del mundo.
Verdugos de ideales afligieron la tierra,
en un pozo de sombra la humanidad se encierra
con los rudos molosos del odio y de la guerra.
¡Oh, Señor Jesucristo! por qué tardas, qué esperas
para tender tu mano de luz sobre las fieras
y hacer brillar al sol tus divinas banderas!
Surge de pronto y vierte la esencia de la vida
sobre tanta alma loca, triste o empedernida
que amante de tinieblas tu dulce aurora olvida.
Ven, Señor, para hacer la gloria de ti mismo,
ven con temblor de estrellas y horror de cataclismo,
ven a traer amor y paz sobre el abismo.
Y tu caballo blanco, que miró el visionario,
pase. Y suene el divino clarín extraordinario.
Mi corazón será brasa de tu incensario.
pase. Y suene el divino clarín extraordinario.
Mi corazón será brasa de tu incensario.
SANGRE de Abel. Clarín de las batallas.
Luchas fraternales; estruendos, horrores; Flotan las banderas, hieren las metrallas, Y visten la púrpura los emperadores.
Sangre del Cristo. El órgano sonoro.
La viña celeste da el celeste vino; Y en el labio sacro del cáliz de oro Las almas se abrevan del vino divino. Sangre de los martirios. El salterio. Hogueras; leones, palmas vencedoras; Los heraldos rojos con que del misterio Vienen precedidas las grandes auroras. Sangre que vierte el cazador. El cuerno. Furias escarlatas y rojos destinos Forjan en las fraguas del obscuro Infierno Las fatales armas de los asesinos. ¡Oh sangre de las vírgenes! La lira. Encanto de abejas y de mariposas. La estrella de Venus desde el cielo mira El purpúreo triunfo de las reinas rosas.
Sangre que la Ley vierte.
Tambor a la sordina. Brotan las adelfas que riega la Muerte Y el rojo cometa que anuncia la ruina. Sangre de los suicidas. Organillo. Fanfarrias macabras, responsos corales. Con que de Saturno celébrase el brillo En los manicomios y en los hospitales.
-dijo Hugo-, ambrosía más bien ¡oh maravilla! La vida se soporta, tan doliente y tan corta, solamente por eso: ¡roce, mordisco o beso en ese pan divino para el cual nuestra sangre es nuestro vino! En ella está la lira, en ella está la rosa, en ella está la ciencia armoniosa, en ella se respira el perfume vital de toda cosa. Eva y Cipris concentran el misterio del corazón del mundo. Cuando el áureo Pegaso en la victoria matinal se lanza con el mágico ritmo de su paso hacia la vida y hacia la esperanza, si alza la crin y las narices hincha y sobre las montañas pone el casco sonoro y hacia la mar relincha, y el espacio se llena de un gran temblor de oro, es que ha visto desnuda a Anadiomena. Gloria, ¡oh, Potente a quien las sombras temen! ¡Que las más blancas tórtolas te inmolen! ¡Pues por ti la floresta está en el polen y el pensamiento en el sagrado semen! Gloria, ¡oh, Sublime que eres la existencia, por quien siempre hay futuros en el útero eterno! ¡Tu boca sabe al fruto del árbol de la Ciencia y al torcer tus cabellos apagaste el infierno! Inútil es el grito de la legión cobarde del interés, inútil el progreso yankee, si te desdeña. Si el progreso es de fuego, por ti arde, ¡Toda lucha del hombre va a tu beso, por ti se combate o se sueña! Pues en ti existe Primavera para el triste, labor gozosa para el fuerte, néctar, Ánfora, dulzura amable. ¡Porque en ti existe el placer de vivir hasta la muerte y ante la eternidad de lo probable!...
Puede ajustarse al pecho coraza férrea y dura;
Puede regir la lanza, la rienda del corcel; Sus músculos de atleta soportan la armadura... Pero él busca en las bocas rosadas leche y miel. Artista, hijo de Capua, que adora la hermosura, La carne femenina prefiere su pincel, Y en el recinto oculto de tibia alcoba oscura, Agrega mirto y rosas a su triunfal laurel. Canta de los oarystis el delicioso instante, Los besos y el delirio de la mujer amante; Y en sus palabras tiene perfume, alma, color. Su ave es la venusina, la tímida paloma. Vencido hubiera en Grecia, vencido hubiera en Roma. En todos los combates del arte o del amor. |
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