sábado, 13 de abril de 2019

POESÍAS


RUBEN DARÍO

Eva (Rubén Darío)
Esta poesía forma parte del libro Lira póstuma - Vol. XXI
EVA
Si eres tan bella y pura y misteriosa, pasa;
no seas ni el rubí, ni la rosa o la brasa,
porque en tus tentaciones maravillosas, puedes
contarme en tus miradas, o meterme en tus redes.


 Yo no sé qué hay en ti de la noche estrellada,
y ni se qué hay en ti de la mujer amada.









Filosofía 
de Rubén Darío 

Saluda al sol, araña, no seas rencorosa.
Da tus gracias a Dios, ¡oh, sapo!, pues que eres.
El peludo cangrejo tiene espinas de rosa
y los moluscos reminiscencias de mujeres.

Sabed ser lo que sois, enigmas siendo formas;
dejad la responsabilidad a las Normas,
que a su vez la enviarán al Todopoderoso…
(Toca, grillo, a la luz de la luna, y dance el oso.)










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 CABE una fresca viña de corinto
Que verde techo presta al simulacro
Del Dios viril, que artífice de Atenas
En intacto pentélico labrara,
Un día alegre, al deslumhrar el mundo
La harmonía del carro de la Aurora,
Y en tanto que arrullaban sus ternezas
Dos nevadas palomas venusinas
Sobre rosal purpúreo y pintoresco,
Como Olímpica flor de gracia llena,
Vi el bello rostro de la rubia Eunice.
No más gallarda se encamina al templo
Canéfora gentil, ni más riente
Llega la musa a quien favor prodiga
El divino Sminteo, que mi amada
Al tender hacia mí sus tersos brazos.

 Era la hora del supremo triunfo
Concedido a mis lágrimas y ofrendas
Por el poder de la celeste Cipris,
Y era el ritmo potente de mi sangre
Verso de fuego que al propicio numen
Cantaba ardiente de la vida el himno.
Cuando mi boca en los bermejos labios
De mi princesa de cabellos de oro
Licor bebía que afrentara al néctar,
Por el sendero de fragantes mirtos
Que guía al blanco pórtico del templo,
Súbitas voces nuestras ansias turban.
 Lírica procesión al viento esparce
Los cánticos rituales de Dionisio,
El evohé de las triunfales fiestas,
La algazara que enciende con su risa
La impúber tropa de saltantes niños,
Y el vivo son de músicas sonoras
Que anima el coro de bacantes ebrias.
En el concurso báquico el primero,
Regando rosas y tejiendo danzas,
Garrido infante, de Eros por hermoso
Emulo y par, risueño aparecía.
Y de él en pos de las ménades ardientes,
Al aire el busto en que su pompa erigen
Pomas ebúrneas; en la mano el sistro,
Y las curvas caderas mal veladas
Por las flotantes, desceñidas ropas,
Alzaban sus cabezas que en consorcio
Circundaban la flor de Citerea
Y el pámpano fragante de las viñas.
Aun me parece que mis ojos tornan
Al cuadro lleno de color y fuerza:
Dos robustos mancebos que los cabos
De cadenas metálicas empuñan,
Y cuyo porte y músculos de Ares
Divinos dones son, pintada fiera
Que felino pezón nutrió en Hircania,
Con gesto heroico entre la turba rigen;
Y otros dos un leopaldo cuyo cuello
Gracias de Flora ciñen y perfuman
Y cuyos ojos en las anchas cuencas
De furia henchidos sanguinosos giran.
Pétalos y uvas el sendero alfombran,
Y desde el campo azul do el Sagitario
De coruscantes flechas resplandece,
Las urnas de la luz la tierra bañan.

 Pasó el tropel. En la cercana selva
Lúgubre resonaba el grito de Atis,
Triste pavor de la inviolada ninfa.
Deslizaba su paso misterioso
El apacible coro de las Horas.
Eco volvía la acordada queja
De la flauta de Pan. Joven gallardo,
Más hermoso que Adonis y Narciso,
Con el aire gentil de los efebos
Y la lira en las manos, al boscaje
Como lleno de luz se dirigía.
Amor pasó con su dorada antorcha.
Y no lejos del nido en que las aves,
Las dos aves de Cipris, sus arrullos
Cual tiernas rimas a los aires dieran,
Fuí más feliz que el luminoso cisne
Que vió de Lada la inmortal blancura,
Y Eunice pudo al templo de la diosa
Purpúrea ofrenda y tórtolas amables
Llevar el día en que mi regio triunfo
Vió el Dios viril en mármol cincelado
Cabe la fresca viña de Corinto.

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Gaita galaica 
de Rubén Darío 

Gaita galaica, sabes cantar
lo que profundo y dulce nos es.
Dices de amor, y dices después
de un amargor como el de la mar.
Canta. Es el tiempo. Haremos danzar
al fino verso de rítmicos pies.
Ya nos lo dijo el Eclesiastés:
tiempo hay de todo: hay tiempo de amar,
tiempo de ganar, tiempo de perder,
tiempo de plantar, tiempo de coger,
tiempo de llorar, tiempo de reír,
tiempo de rasgar, tiempo de coser,
tiempo de esparcir y de recoger,
tiempo de nacer, tiempo de morir. 












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Como era el instante, dígalo la musa
Que las dichas trae, que las penas lleva:
La tristeza pasa, velada y confusa;
La alegría, rosas y azahares nieva.
 Era en un amable nido de soltero,
De risas y versos, de placer sonoro;
Era un inspirado cada caballero,
De sueños azules y vino de oro.

 Un rubio decía frases sentenciosas:
Negando y amando las musas eternas
Un bruno decía versos como rosas,
Dos sonantes rimas y palabras tiernas.

 Los tapices rojos, de doradas listas.
Cubrían panoplias de pinturas y armas,
Que hablaban de bellas pasadas conquistas,
Amantes coloquios y dulces alarmas.

 El verso de fuego de D'Anunzio era
Como un son divino que en las saturnales
Guiara las manchadas pieles de pantera.
A fiestas soberbias y amores triunfales.
 E iban con manchadas pieles de pantera.
Con tirsos de flores y copas paganas
Las almas de aquellos jóvenes que viera
Venus en su templo con palmas hermanas.

 Venus, la celeste reina que adivina
En las almas vivas alegrías francas
Y que les confía, por gracia divina,
Sus abejos de oro, sus palomas blancas.

 Y aquellos amantes de la eterna Dea,
A la dulce música de la regia rima,
Oyen el mensaje de la vasta Idea
Por el compañero que recita y mima.

 Y sobre sus frentes que acaricia el lauro,
Abril pone amable su beso sonoro,
Y llevan gozosos, sátiro y centauro,
La alegría noble del vino de oro.

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