Yo adoro a una sonámbula con alma de Eloisa
Virgen como la nieve y honda como la mar; Su espíritu es la hostia de mi amorosa misa y alzo al són de una dulce lira crepuscular.
Ojos de evocadora, gesto de profetisa,
En ella hay la sagrada frecuencia del altar; Su risa es la sonrisa suave de Monna Lisa. Sus labios son los únicos labios para besar. Y he de besarla un día con rojo beso ardiente; Apoyada en mi brazo como convaleciente Me mirará asombrada con íntimo pavor; La enamorada esfinge quedará estupefacta, Apagaré la llama de la vestal intacta ¡Y la faunesa antigua me rugirá de amor!
Ya de un corintio templo cincela una metopa,
Ya de un morisco alcázar el capitel sutil; Ya, como Benvenuto, del oro de una copa Forma un joyel artístico, prodigio del buril. Pinta las dulces Gracias, o la desnuda Europa, En el pulido borde de un vaso de marfil, O a Diana, diosa virgen de desceñida ropa, Con aire cinegético, o en grupo pastoril. La musa que al poeta sus cánticos inspira No lleva la vibrante trompeta de metal, Ni es la bacante loca que canta y que delira, En el amor fogosa, y en el placer triunfal: Ella al cantor ofrece la septicorde lira, O, rítmica y sonora, la flauta de cristal.
Esta poesía forma parte del libro Lira póstuma - Vol. XXI
SONETO
Oh Dios! Jamás yo pienso
en este vivir asesino, hecho con la mujer y el vino y con este Dios tan inmenso. Este camino tan extenso, que ni siquiera lo adivino; esta viña aquí, y este pino en la montaña en que yo pienso,
y esta montaña de cristal,
y esa reina del corazón, y esa princesa del coral, y esa novia de la ilusión, si son del bien o son del mal... Y después de todo..., ¡si son!...
Esta poesía forma parte del libro Lira póstuma - Vol. XXI
LA ANCIANA
Pues la anciana me dijo: mira esta rosa seca
que encantó el aparato de su estación un día: el tiempo que los muros altísimos derrueca no privará este libro de su sabiduría. En esos secos pétalos hay más filosofía que la que darte pueda tu sabia biblioteca; ella en mis labios pone la mágica armonía con que en mi torno encarno los sueños de mi rueca.
«Sois un hada», le dije: «Soy un hada, me dijo:
y de la Primavera celebro el regocijo dándoles vida y vuelo a estas hojas de rosa.» Y transformóse en una princesa perfumada, y en el aire sutil, de los dedos del hada voló la rosa seca como una mariposa. Puede una gota de lodo sobre un diamante caer; puede también de este modo su fulgor oscurecer; pero aunque el diamante todo se encuentre de fango lleno, el valor que lo hace bueno no perderá ni un instante, y ha de ser siempre diamante por más que lo manche el cieno.
Esta poesía forma parte del libro Lira póstuma - Vol. XXI
LA CARIDAD
Dad al pobre, dad al pobre
paz, consuelo, alivio, pan!
¡Que recobre
la esperanza y la alegría
con la ayuda que le dan!
A las manos bondadosas
desde el cielo Dios envía
el perfume de las rosas
de la eterna Alejandría.
Dad limosna al que se agita
por cruel miseria opreso;
a la triste cieguecita,
dadle un beso!
Damas bellas y adorables
que vivís entre esplendores:
a las niñas miserables
dadles pan y dadles flores
Bondadosas y discretas,
dad un beso al pobre niño.
¡Dios bendiga,
Dios bendiga las violetas
que se arrancan del corpiño
para darse a la mendiga!
Si a los tristes dais consuelo,
sensitivos corazones,
¡Tendréis alas en el cielo
y en la tierra bendiciones!
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sábado, 13 de abril de 2019
POESÍAS
RUBEN DARÍO
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