CARLOS EL GORDO | SIGUIENTE |
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El Papa Juan VIII no pudo demorar más la elección del nuevo emperador. Luis el Joven no parecía interesado en el título, mientras que Carlos el Gordo estaba en Italia y, por consiguiente, más cerca de la voluntad divina. En 881 se convirtió en el emperador Carlos III. Hacía un tiempo que los sarracenos se habían instalado en Campania, y Juan VIII había estado buscando un emperador vigoroso que le ayudara a combatirlos. Ciertamente Carlos el Gordo no se ajustaba al perfil: era un monarca enfermo y débil y, cuando Juan VIII comprendió que no podía contar con él para nada, se vio obligado a recurrir al emperador bizantino, Basilio I, quien expulsó a los sarracenos. Mientras tanto, en Neustria, el rey Luis III logró una victoria contra una expedición vikinga.
Los ataques vikingos estaban arreciando. Entre los vikingos más temibles estaba Rollón el Caminante, llamado así porque, según se decía, era tan corpulento que ningún caballo aguantaba su peso, y tenía que caminar. (Aquí hay que aclarar que los caballos de los nórdicos eran pequeños.) Al parecer fue uno de los muchos que abandonaron Noruega expulsados por Harald I. Se dedicó a la piratería y acosó primeramente a Inglaterra, pero luego se volvió hacia las costas del continente, donde obtuvo victorias frente a varios nobles francos.
En 882 murió Juan VIII. Hay quien dice que le partieron la cabeza con un martillo en una conspiración palaciega, aunque según otras fuentes fue envenenado. Fue sucedido por Marino I, que había sido el legado papal en el concilio de Constantinopla que había condenado a Focio trece años atrás. Por ello Focio convenció a Basilio I para que no reconociera la legitimidad de Marino I.
Ese mismo año murió Luis el Joven, y su reino fue heredado por su hermano Carlos el Gordo, que gobernaba ahora toda Francia Oriental. Por su parte, Carlomán se convirtió en rey de toda Francia Occidental a la muerte de su hermano Luis III. También murió Hincmaro, el influyente obispo de Reims.
El emir cordobés Muhammad I envió a Hasim ibn Abd al-Aziz con un ejército contra Ismaíl y Fortún, los banú Qasí que dominaban el valle del Ebro. Después de enfrentarse a ellos marchó hasta León, donde le esperaba Alfonso III. Al ver la situación, Hasim optó por no combatir, y canjeó algunos parientes suyos que estaban retenidos en Asturias por algunos banú Qasí retenidos en Córdoba. También fue liberado Fortún Garcés, el rey de Pamplona que finalmente pudo ocupar su trono. (Alfonso III se había casado con Jimena, de la familia real navarra.)
El príncipe ruso Oleg conquistó la ciudad de Smoliensk y luego Kíev, a la que convirtió en la capital de un nuevo Estado, conocido precisamente como el Estado de Kíev. Progresivamente fue sometiendo a las tribus eslavas y finesas que poblaban "el camino de los varegos a los griegos", es decir, la ruta que conectaba el mar Báltico (por donde los varegos llegaban desde la península escandinava) con el Imperio Bizantino.
En 883 Hasim ibn Abd al-Aziz condujo el mismo ejército que el año anterior en una campaña similar, y nuevamente León no fue atacada. Los banú Qasí Ismaíl y Fortún fueron derrotados por su sobrino Muhammad ibn Lope ibn Musá, quien llegó a encarcelarlos y por un breve periodo aceptó la autoridad cordobesa. Tras la muerte de Fortún, Ismaíl y Muhammad volvieron a independizarse del emir.
En China, los campesinos rebeldes dirigidos por Huang Chao tomaron la capital, Changan, y la corte Tang tuvo que retirarse a Chengdu.
En 884 murió en un accidente de caza Carlomán, el rey de Francia Occidental. Su hermanastro Carlos apenas contaba con cinco años de edad, y la nobleza franca no juzgó oportuno ponerlo en el trono. En su lugar, ofrecieron el reino al emperador Carlos el Gordo. Así, sin hacer nada para lograrlo más que esperar una muerte tras otra, Carlos el Gordo se encontró con todo el Imperio unificado bajo su autoridad.
Los disturbios ocasionados con la sucesión permitieron que un noble se hiciera con los condados de Pallars y Ribagorza, en la Marca Hispánica, y los independizara del Imperio Franco. Es conocido como Ramón I, quien tuvo que enfrentarse a los banú Qasí. No tardó en perder la ciudad de Roda, que era la sede eclesiástica de ambos condados, por lo que éstos pasaron a depender de la sede de Urgel. Los banú Qasí atacaron también al conde Wifredo el Velloso, que estaba tratando de fortificar la ciudad de Barcelona.
El papa Marino I murió y de su sucesor se sabe muy poco. Murió en 885, y muy bien lo debió de hacer, pues se le recuerda como san Adriano III. Fue sucedido por Esteban V.
Tras la muerte de san Metodio, el evangelizador de los eslavos, los obispos francos no tardaron en expulsar de Moravia a los sacerdotes que seguían el ritual creado por él y su hermano san Cirilo. Fueron acogidos por el rey búlgaro Boris I, quien hasta entonces no había podido más que esperar con resignación que las dos Iglesias discutieran entre ellas por el derecho de enviar misioneros a su territorio.
En Armenia varios príncipes crearon pequeños Estados relativamente independientes del Califato Abasí. El más importante de ellos fue el reino de los bagratíes, con capital en Ani.
La capital china fue tomada de nuevo por los ejércitos imperiales, pero el emperador Tang no tenía ya ningún poder efectivo en el país. Los gobernadores provinciales actuaban de forma prácticamente independiente.
En la India murió el rey Prathiara Mihirbhoj, que fue sucedido por su hijo Mahendrapala I. Éste supo mantener con éxito los territorios heredados de su padre, e incluso los extendió con partes de Bengala y otros reinos vecinos.
Tras la muerte del duque de Aquitania, Bernardo Plantevelue, Carlos el Gordo asignó el ducado al conde Ranulfo II de Poitiers. El hijo de Bernardo, Guillermo II, heredó el condado de Tolosa y la marca de Gotia.
Una partida de vikingos remontó el Sena y asedió París. La defensa de la ciudad fue organizada por el conde Eudes, hijo de Roberto el Fuerte, que había muerto precisamente luchando contra los vikingos. Después de varios meses de resistencia que convirtieron a Eudes en un héroe para la población, ya en 886, llegó Carlos el Gordo, pero no para combatir a los bárbaros, sino para comprar su retirada. Pero era invierno y los vikingos no estaban dispuestos a desplazarse en esa estación, así que el emperador les ofreció una región para que invernaran como parte del acuerdo, es decir, les consintió que la saquearan.
Mientras tanto Alfredo el Grande de Inglaterra decidió que necesitaba la ciudad de Londres para repeler los ataques que sufría su reino por parte de grupos de daneses no sometidos al dominio de Guthrum. La tomó e inmediatamente se dispuso a tranquilizar a Guthrum, con quien puso por escrito el tratado de paz que contenía la última modificación de la frontera. Se le conoce como el Tratado de Wedmere.
Ese mismo año murió el emperador bizantino Basilio I y le sucedió su hijo León VI. Por esta época se estaba imponiendo en Constantinopla la idea de la legítima sucesión dinástica, según la cual el emperador no tenía que ser elegido por la ciudadanía, el clero, la nobleza o el ejército, sino que el cargo debía pasar hereditariamente al hijo mayor o, en su defecto, al familiar más cercano según un criterio preestablecido. La justificación de esto era que así la elección del nuevo emperador recaía sobre Dios, pues sólo él concedía los hijos a quien estimaba oportuno. León VI había sido educado por el patriarca Focio, pero no debió de congeniar con su maestro, ya que al poco de ocupar el trono lo destituyó.
También murió el emir de Al-Ándalus Muhammad I, y fue sucedido por su hijo al-Mundir.
El contraste entre las actuaciones del conde Eudes y el emperador Carlos el Gordo frente al ataque vikingo a París hicieron que la nobleza depusiera al emperador en 887. Éste no intentó oponer resistencia. Era evidente que el Imperio era demasiada carga para él. Fue recluido en un monasterio. A la cabeza de los nobles que depusieron a Carlos el Gordo estaba Arnulfo, hijo ilegítimo de Carlomán y nieto de Luis el Germánico. Si se pasaba por alto su ilegitimidad era un carolingio y, a falta de otro mejor, los francos orientales lo aceptaron como rey. Por su parte, los francos occidentales no lo reconocieron y optaron por abandonar el linaje carolingio: eligieron rey al conde Eudes. Poco después el duque Ranulfo II de Aquitania se proclamó rey.
En Italia varios nobles se disputaron el control sobre el papa. Los principales eran dos: el duque Guido de Spoleto, que era nieto por parte de madre del emperador Lotario, y Berengario, hijo del marqués Eberardo de Friul y de Gisela, hija del emperador Ludovico Pío. Ambos eran, pues, carolingios por parte de madre, si bien esto no significaba nada en teoría, a causa de la ley sálica.
Ese mismo año murió el rey Bosón de Borgoña, y su viuda Ermengarda logró que su hijo Luis, de siete años, fuera reconocido como rey, mientras que ella misma ejerció como regente. Sin embargo, pronto surgieron conflictos y en 888 el reino se escindió en dos partes: la parte occidental volvió a ser un ducado bajo Ricardo el Justiciero, hermano de Bosón y respaldado por Eudes, mientras que la parte oriental continuó como reino bajo un noble que se convirtió en Rodolfo I de Borgoña. Ermengarda se retiró a un monasterio y a Luis se le asignó el gobierno de Provenza. Rodolfo I ocupó Lorena y se hizo proclamar también rey de este territorio, pero luego se lo restituyó a Arnulfo a cambio de que éste reconociera su título de rey de Borgoña.
En Japón subió al trono el emperador Uda, quien protegió a un brillante funcionario llamado Sugawara no Michizane. Éste dedicó su carrera a fortalecer al emperador frente a la dominación del clan de los Fujiwara.
En el sur de la India los chola se sublevaron contra el rey Pallava Aparajita, del que eran tributarios, e iniciaron un rápido ascenso hasta obtener la hegemonía en el sur.
Ese mismo año murió el Emir de al-Ándalus al-Mundir, al parecer envenenado por su hermano Abd Allah, que se convirtió en el nuevo Emir. Se casó con Oneca, hija del rey de Pamplona Fortún Garcés.
También murió Carlos el Gordo, lo cual dejaba vacante oficialmente el título de emperador. Guido de Spoleto y Berengario de Friul iniciaron negociaciones para forzar al papa a nombrar emperador a uno de ellos y repartirse el Imperio. Sin embargo, no se llegó a ningún acuerdo. Berengario decidió prestar fidelidad a Arnulfo y Guido lo derrotó en Trebbia en 889, entró en Pavía y allí se hizo proclamar rey de Italia.
El rey búlgaro Boris I decidió abdicar en su hijo Vladimiro y retirarse a pasar los últimos años de su vida en un monasterio. Bajo su reinado, y gracias fundamentalmente a su decisión de adoptar el cristianismo, los búlgaros habían realizado un gigantesco avance cultural: ahora tenían un alfabeto que se convirtió en un potente medio de expresión y una estructura estatal asimilada de la administración eclesiástica.
En Escocia fue elegido rey Donald II, hijo de Constantino I. No se sabe gran cosa de su reinado.
Tras la muerte del rey Indravarman I, el trono de Chen-la pasó a su hijo Yasovarman I. Éste fundó una nueva capital llamada Yasodharapura (que en sánscrito significa "ciudad que lleva y posee la gloria"). Actualmente se conoce como Angkor, por lo que el reino es más conocido como reino de Angkor. En la capital se construyeron templos monumentales conocidos como "templos montaña".
En 890 murió el autoproclamado rey Ranulfo II de Aquitania, y fue sucedido por su hijo Ebles. También murió Ermengarda, la viuda del rey Bosón de Borgoña.
Un campesino de la región de Kufa, Hamdan Qarmat, convertido al ismailismo, fundó una misión-refugio para sus partidarios, que estaban organizados en sociedades secretas, y predicó una doctrina igualitaria con la que suscitó numerosas revueltas contra los abasíes. Sus seguidores fueron conocidos como Qarmatas, y se adueñaron de la parte nororiental de Arabia.
Los reyes de las dos mitades del Imperio Franco, Eudes y Arnulfo, tenían cada vez más problemas con los vikingos. Rollón el Caminante venció al conde de Bayeux y luego se casó con su hija. Además Eudes se encontraba con que la nobleza que lo había aclamado rey no se sometía a su autoridad. Por el contrario, la posición de Arnulfo era fuerte e incluso algunos de sus nobles lo habían aclamado emperador. Sin embargo, para legitimar el título tenía que ser coronado por el papa y las luchas contra los vikingos y una rebelión de los moravos le impedían marchar a Italia. Quien sí que estaba en Italia era Guido de Spoleto, que finalmente, en 891, logró que Esteban V lo coronara emperador. El papa murió ese mismo año. Con su pontificado se inició un periodo que es conocido como la noche del papado, pues él y sus sucesores fueron papas débiles, manejados por la nobleza italiana, e incluso no italiana. El siguiente fue Formoso, el obispo de Porto que había conjurado años antes contra Juan VIII.
El Emir de Al-Ándalus Abd Allah logró arrebatar Zaragoza a los banú Qasí con el apoyo de otra familia de origen árabe, los tuyibíes, que ya habían ayudado a Mohammad I en esta misma dirección. Zaragoza pasó a estar gobernada por Yahyá al-Ankar, que derrotó hasta los últimos enemigos de Abd Allah en la región, pero luego se volvió tan independiente como lo habían sido éstos, salvo que reconoció formalmente la autoridad del Emir.
En 892 el papa Formoso firmó acuerdos con el emperador bizantino León VI para mejorar su posición. Guido de Spoleto asoció al imperio a su hijo Lamberto.
Rollón el Caminante sitió París y poco después se estableció en Ruan. En los años siguientes los nórdicos se asentaron definitivamente en la región situada al oeste de París, como lo habían hecho en Escocia y en Irlanda (y como los daneses en Inglaterra).
El rey búlgaro Vladimiro no se había llevado bien con su padre, así que apenas ocupó el trono empezó a buscar apoyos entre los sectores de la nobleza más opuestos a Boris I y trató de deshacer lo que su padre había hecho. En particular trató de restaurar el paganismo. Pero Boris I aún vivía y en 893 salió de su retiro monástico, logró el apoyo de la mayoría del país, volvió a asumir la monarquía, cegó a su hijo y castigó a los nobles que le habían apoyado, organizó de nuevo la Iglesia y cambió la capital a otra ciudad menos vinculada con tradiciones paganas. Luego colocó en el trono a su segundo hijo, Simeón, que había sido educado en Constantinopla, y volvió a su retiro. Bajo el reinado de Simeón el cristianismo oriental se asentó definitivamente entre los búlgaros. Simeón resultó tener una ambición desmesurada. Proyectó construir una Gran Bulgaria, y empezó por atacar a los eslavos situados entre los búlgaros y los croatas: eran los servios, que a la sazón estaban organizados en pequeños principados de entre los que ocasionalmente uno se imponía sobre los demás. El más poderoso entonces era el de Raska.
El emperador León VI terminó una revisión del sistema jurídico iniciada por Basilio I. La obra tenía sesenta tomos. Con ella desapareció el último vestigio de la autoridad del Senado.
En sus últimos enfrentamientos con los vikingos, el rey Eudes de Francia Occidental tuvo que emplear el mismo sistema que había empleado Carlos el Gordo: el dinero, y pronto fue víctima de la misma decepción que derrocó a su antecesor. Poco antes, Eudes se había reconocido vasallo del carolingio Arnulfo, con la esperanza de que éste le prestara el apoyo de sus ejércitos, pero la lectura de la nobleza fue que, si hacía falta un carolingio, mejor uno del país. Carlos el Gordo había sido aceptado como rey de Francia Occidental porque el único hijo que quedaba de Luis el Tartamudo tenía entonces cinco años, pero ahora tenía ya catorce, y el arzobispo de Reims lo ungió como rey de Francia. Era Carlos III, aunque es más conocido como Carlos el Simple. Sin embargo, Eudes logró mantenerse en el trono.
Ese mismo año murió el conde de Aragón Aznar Galindo II y fue sucedido por su hijo Galindo II Aznárez.
Los chiitas zaydíes fundaron un Estado en el Yemen que pronto se extendió por Arabia hasta más allá de la Meca.
En 894 murió Guido de Spoleto y su hijo Lamberto se convirtió en el nuevo emperador. Sin embargo, Arnulfo se encontraba ahora más libre que cuando Guido se hizo con el título imperial: había derrotado a los vikingos y pactó una paz con los moravos, luego se alió con los húngaros, con lo que los moravos quedaron en una situación delicada. Así, Arnulfo pudo emprender una campaña contra Lamberto en Italia.
Mientras tanto estalló un conflicto entre los búlgaros y el Imperio Bizantino. Al parecer la causa fue una disputa comercial, pero el kan Simeón la tomó como excusa para iniciar una guerra. Al parecer aspiraba a convertirse en emperador bizantino.
Tras la muerte de Svatopluk, Mojmir II se convirtió en rey de Moravia. La región meridional del país era conocida como Bohemia. El nombre procede de los boios, un pueblo celta del I milenio a. C., pero actualmente estaba habitada por los checos, un pueblo eslavo cuyo caudillo Borivoj I dominó a otros pueblos eslavos de la zona y se convirtió en duque de Bohemia. Entre los checos había aún un poderoso sector pagano, si bien Borivoj I había sido evangelizado veinte años antes por san Metodio junto con su esposa Ludmila y fomentó la expansión del cristianismo. En principio adoptaron el rito bizantino, pero pronto fue sustituido por el latino.
El emperador japonés Uda nombró ministro a Sugawara no Michizane, lo que le permitió enfrentarse mejor a los Fujiwara. Se rompieron las relaciones oficiales con China.
En 895 murió Focio, el depuesto patriarca de Constantinopla. Dejó una obra interesante, el Myriobiblion, en el que comenta numerosas obras de la Grecia clásica de las que no tenemos otra referencia. También escribió numerosas obras teológicas: Anfiloquia, Contra los maniqueos, Tratado del Espíritu Santo, Contra los latinos, etc.
Por esta época una de las tribus húngaras eligió como jefe a Árpád, que es el primer caudillo húngaro cuyo nombre conocemos.
En 896 murió Miró, el conde de Rosellón y el condado pasó a manos de Suñer II, el conde de Ampurias. El rey Arnulfo, en una segunda campaña sobre Italia, logró tomar Roma, expulsó a Lamberto, capturó a otro hijo de Guido de Spoleto, llamado también Guido, y el papa Formoso lo nombró emperador. Pero Lamberto tenía muchos partidarios en Roma, así que Formoso se encontró en un aprieto. Murió en abril de ese mismo año y su sucesor, Bonifacio VI, murió también a los quince días. El nuevo papa fue Esteban VI.
Los búlgaros infligieron una grave derrota a los bizantinos, así que el emperador León VI decidió aliarse con los húngaros, con lo que los búlgaros se vieron atacados por la retaguardia. Como respuesta, los búlgaros se aliaron a su vez con los pechenegos. La guerra se complicó.
El emperador germánico Arnulfo tuvo que abandonar Italia por problemas en su reino, Francia Oriental. Inmediatamente Lamberto retomó el control de Roma y el papa Esteban VI quiso dejar claro que, en realidad, siempre había sido partidario del "legítimo" emperador, por lo que en 897 acusó de usurpador a Formoso, ordenó exhumar su cadáver y lo arrojó al Tíber, pero poco después fue cogido por el populacho y asesinado. Su sucesor, Romano, proyectó la rehabilitación de Formoso, pero murió a los tres meses de pontificado. Dicha rehabilitación fue establecida por Teodoro II, el cual murió a finales de año.
Mientras se sucedían los papas, Carlos el Simple logró los apoyos suficientes para que el rey Eudes lo reconociera como sucesor en el trono de Francia Occidental.
Los pechenegos empujaron a los húngaros, pero los húngaros, en su huida, ocuparon territorios a los búlgaros que éstos nunca pudieron recuperar. Fue un golpe duro para Simeón, que se vio obligado a firmar una paz con el Imperio Bizantino. No obstante, logró que el emperador León VI conviniera en pagarle un tributo anual.
El ministro japonés Sugawara no Michizane interrumpió las embajadas con la China de los Tang. Fue uno de los primeros japoneses que promovió el retorno a una cultura propiamente japonesa, libre de la influencia china. Sin embargo, el emperador Uda abdicó ese mismo año para hacerse monje budista, con lo que fue nombrado emperador su hijo Daigo I. Esto debilitó sensiblemente a Sugawara no Michizane frente a los Fujiwara.
Ese mismo año murió el conde Wifredo el Velloso, que repartió sus posesiones entre sus hijos: Wifredo II Borrell y Suñer I recibieron los condados de Barcelona, Gerona y Osona, Sunifredo II recibió Urgel y Miró II recibió Cerdaña. Wifredo el Velloso murió derrotado por el banú Qasí Lope ibn Muhammad, hijo de Muhammad ibn Lope. Los banú Qasí expulsados de Zaragoza por los Tuyibíes se apoderaron de Toledo. En 898 los banú Qasí trataron de recuperar Zaragoza, pero fracasaron en su intento. Muhammad ibn Lope murió, y la familia centró sus esfuerzos en la lucha contra Navarra.
Ese mismo año murió Eudes, y así Francia Occidental quedó de nuevo bajo la dinastía carolingia, pues los nobles aceptaron a Carlos el Simple como rey. No obstante, este apoyo no era muy entusiasta y Carlos sabía que si quería conservar el trono no podía irritar demasiado a la nobleza. El rey Ebles de Aquitania fue depuesto y Carlos nombró duque al conde Guillermo II de Tolosa (ahora duque Guillermo Ide Aquitania). El condado de Tolosa pasó a Eudes, hijo del conde Raimundo I de Tolosa.
El sucesor del papa Teodoro II fue Juan IX, que defendió también la legitimidad de Formoso, pero estableció que la consagración de los papas debía hacerse en presencia de delegados imperiales. El conflicto entre Lamberto y Arnulfo terminó con la muerte de ambos en 899. También murió el rey de Inglaterra, Alfredo el Grande. En los últimos años de su reinado tuvo ocasión de estudiar las leyes bíblicas del Antiguo Testamento y las comparó con otros códigos publicados por Ethelberto de Kent, Offa de Mercia e Ine de Wessex. Luego publicó un código que, a su entender, recogía lo mejor de todos ellos. Reunió a sabios de sus dominios e invitó a otros sabios francos. Como el latín era desconocido para la mayoría de los ingleses, promovió la traducción de numerosos libros al inglés antiguo. Parte de las traducciones las hizo él mismo. Creó escuelas para que la gente aprendiera a leer y a escribir. A su muerte, Inglaterra era de nuevo un país fuerte y culto.
La muerte de Alfredo originó un conflicto por la sucesión. Alfredo había sucedido a su hermano Ethelred, que en el momento de su muerte había dejado dos hijos pequeños, que fueron descartados en favor de Alfredo porque los tiempos eran críticos y no convenía un rey menor de edad. Sin embargo, ahora uno de ellos, Ethelwald, era ya adulto y reclamaba su derecho al trono frente a Eduardo, el hijo de Alfredo. Sin embargo, la grandeza de Alfredo prevaleció y la nobleza eligió a Eduardo. Entonces Ethelwald huyó al Danelaw y se dedicó a persuadir a los caudillos daneses para que le ayudaran a recuperar el trono, probablemente prometiéndoles vasallaje.
Tras algunas vacilaciones, en 900 los nobles de Francia Oriental aceptaron como rey al hijo de seis años del difunto Arnulfo, que fue conocido como Luis el Niño. Arnulfo había designado como tutor de Luis a Hatton, el arzobispo de Maguncia, que se convirtió en regente. El título imperial quedó en el aire, porque tenía que ser el papa quien lo otorgara, y precisamente ese año murió Juan IX, que fue sucedido por Benedicto IV. Por otra parte, Luis, el hijo de Bosón de Borgoña (y nieto por parte de madre del emperador Luis II) logró coronarse rey de Italia.
Tras la muerte del rey de Escocia Donald II fue elegido rey su primo Constantino II.
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ABD AL-RAHMÁN III | SIGUIENTE |
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Los sarracenos continuaban atacando las costas italianas. A los procedentes de Sicilia se les habían unido ahora los fatimíes, cada vez más poderosos y en plena expansión, cuyos piratas llegaron a ocupar la ciudad de Génova. En 915 Alberico (el marido de Marozia) dirigió una campaña contra la piratería islámica, pero quien puso fin definitivamente a las incursiones fue el papa Juan X. Reunió a varios nobles italianos y además llamó a Berengario, al que le concedió lo que había ansiado durante más de una década: lo nombró emperador. En 916, por primera vez en la historia, un papa condujo un ejército. Se enfrentó a los musulmanes junto al río Garigliano, a unos ciento sesenta kilómetros al sudeste de Roma, y la victoria que obtuvo fue definitiva. Los sarracenos conservaron Sicilia, pero dejaron de atacar a Italia. Esto supuso un gran alivio para los bizantinos, que todavía conservaban el sur de Italia y ahora pudieron concentrar sus esfuerzos en la guerra contra los búlgaros.
El duque Spytihnev I de Bohemia murió y fue sucedido por Vratislav, un hijo del duque Borivoj I de Bohemia, que centró sus esfuerzos en la lucha contra los húngaros.
Mientras tanto, el emir de Al-Ándalus Abd al-Rahmán III había logrado el apoyo de la mayor parte de la aristocracia islámica y estaba a punto de acabar con las disensiones que habían enturbiado los gobiernos de sus antecesores. Los únicos grupos disidentes eran el encabezado por Umar ibn Hafsún, en el sur, cuya sublevación databa de los tiempos Muhammad I, el bisabuelo de Abd al-Rahmán III, y el de Toledo, que recibía ayuda del reino de León. El emir llevó una campaña contra Umar ibn Hafsún y tomó algunas ciudades. En 917 murió el anciano Umar ibn Hafsún y sus hijos continuaron la lucha, pero pronto quedó sólo Bobastro como fortaleza inexpugnable. Entonces el emir envió un ejército contra el reino de León al mando de Ahmad ibn Abí Abda.
Eduardo de Inglaterra y su hermana Ethelflede, considerando que ya estaban en condiciones de derrotar definitivamente a los daneses, invadieron con grandes efectivos la parte oriental de Mercia que permanecía bajo el dominio danés, y, venciendo toda resistencia, tomaron la fortaleza de Derby. A finales de año habían conquistado Anglia Oriental.
La campaña definitiva para ocupar todo antiguo territorio sajón estaba prevista para el verano de 918, pero tuvo que aplazarse debido a la muerte repentina de Ethelflede, en junio. Eduardo tuvo que detener los ataques contra los daneses para asegurarse de ser reconocido como rey de Mercia frente a otros nobles locales. Sin embargo, antes de que terminara el año estuvo en condiciones de reanudar la campaña y todos los territorios daneses lo aceptaron como rey. En realidad los daneses no fueron expulsados, sino que se mezclaron con la población sajona. Algunos príncipes daneses conservaron incluso cierta autoridad como vasallos de otros señores sajones.
Mientras tanto, Ahmad ibn Abí Abda fue derrotado y muerto por los cristianos de León.
También murió el rey alemán Conrado I. En su reinado había estimulado el poder de los obispos más influyentes en un intento de neutralizar el poder de los duques. Conrado I no tenía más que una hija, por lo que el ducado de Franconia pasó en herencia a su hermano Eberardo. Sin embargo, anteponiendo la unidad alemana a los intereses familiares, el difunto rey había dejado establecido que la corona pasara al que hasta entonces había sido su peor enemigo, el duque Enrique de Sajonia, que era con mucho el más poderoso de todos los duques alemanes. Parece ser que cuando Enrique recibió la noticia estaba cazando aves, lo que le valió para siempre el sobrenombre de Enrique el Pajarero. Al contrario que su predecesor, Enrique trató de independizarse de la Iglesia y no consintió en que su coronación se convirtiera en un ritual religioso.
También murieron el duque de Aquitania Guillermo el Piadoso, el conde Eudes de Tolosa y el conde Balduino II de Flandes, sucedidos por sus hijos respectivos: Guillermo II, Raimundo II y Arnulfo I.
En Constantinopla, el gobierno de Zoe y el consejo de regentes no estaban teniendo mucho éxito contra los búlgaros, por lo que poco a poco se fue extendiendo la opinión de que era necesario un hombre fuerte. En 919 el almirante de la flota bizantina, Romano Lecapeno, juzgó que la opinión pública vería con buenos ojos un golpe de Estado, así que partió con sus naves desde la desembocadura del Danubio, donde estaban ancladas, para luchar contra los búlgaros, y entró en Constantinopla, donde el pueblo lo aclamó y los regentes no tardaron en dimitir. Romano asumió el gobierno y envió a Zoe a un convento. En 920 se nombró emperador asociado, con lo que pasó a ser Romano I, y casó a su hija Helena con el emperador Constantino VII. Parece ser que a Constantino VII no le importó quedar relegado a un segundo término. Durante toda su vida disfrutó de todo el ceremonial asociado al emperador, que le gustaba mucho, sin tener que afrontar las obligaciones del cargo. Dedicó gran parte de su tiempo a fomentar la literatura y el arte en general. Él mismo escribió diversos libros a lo largo de los años siguientes.
Los qarmatas arrebataron Siria a los abasíes y fundaron una dinastía conocida como los Hamdaníes.
El conde Raimundo II de Tolosa rechazó un ataque vikingo.
Los musulmanes obtuvieron una victoria frente a los reyes Ordoño II de León y Sancho Garcés I de Navarra, tras la cual, el propio emir Abd al-Rahmán III se puso al frente de sus tropas. El emir obtuvo una gran victoria en Valdejunquera, al parecer debida en parte a la traición de los condes castellanos, que querían independizarse de León. Aunque parece que la derrota fue estrepitosa, lo cierto es que las fronteras no se modificaron, y Ordoño II mandó llamar a una junta a los condes castellanos, los apresó y los encarceló. En 921 Ordoño I pudo realizar una incursión en territorio musulmán.
Ese mismo año murió Vratislav, el duque de Bohemia, en batalla contra los húngaros. Fue sucedido por su hijo Venceslao, de trece años. Como su padre y su abuelo, Venceslao había sido bautizado según el rito eslavo. Había recibido una piadosa educación a cargo de su abuela Ludmila. En principio, fueron nombradas regentes su madre Drahomira y su abuela Ludmila, pero Drahomira aún era pagana, se hizo con el poder y mandó estrangular a santa Ludmila, la actual patrona de Bohemia.
También murió el duque de Borgoña Ricardo el Justiciero, y fue sucedido por su hijo Raúl, el cual estaba casado con Emma, sobrina del rey Eudes de Francia, el antecesor de Carlos el Simple.
En 922 murió el conde de Aragón Galindo II Aznárez y fue sucedido por su hija Andregoto Galíndez. También murió Ramón I, el conde de Pallars y Ribagorza, que separó ambos condados concediendo el primero a sus hijos Isarn y Llop, y el segundo a su hijo Bernardo, que estaba casado con Toda, hija del conde Galindo II Aznárez y que había aportado como dote el condado de Sobrarbe. Desde este momento los condados de Sobrarbe y Ribagorza permanecieron unidos.
En 923 se produjo una rebelión contra el rey francés Carlos el Simple, encabezada por Roberto, el hermano de Eudes, que contaba con el apoyo de su cuñado el duque Raúl de Borgoña y de otros nobles poderosos, como el duque Gilberto de Lorena. Los ejércitos de Carlos y los de Roberto se enfrentaron en Soissons. El resultado fue ambiguo, pues Carlos fue derrotado, pero Roberto murió. Carlos tuvo que huir, pero fue capturado y encarcelado por Herberto de Vermandois. Carlos el Simple estaba casado con Eduvigis, hija del rey Eduardo de Inglaterra, con la cual había tenido un hijo llamado Luis que ahora tenía dos años. La reina se lo llevó consigo a Inglaterra.
Por su parte, Raúl reclamó el trono de Francia y fue aclamado por los partidarios de Roberto, si bien el cautivo Carlos el Simple tenía también sus partidarios y se inició así una guerra civil. Mientras tanto, el rey Rodolfo II de Borgoña inició una campaña en Italia contra el emperador Berengario, al que derrotó en Plasencia.
Otro partidario de Roberto que murió en Soissons fue el conde Raimundo II de Tolosa. Fue sucedido por su hijo Raimundo III Poncio.
Ordoño II de León y Sancho Garcés I de Navarra iniciaron la repoblación de La Rioja, y Ordoño II se casó con Sancha, hija del rey Navarro, lo que consolidó su alianza. Sin embargo Ordoño II murió al año siguiente, en 924. El trono pasó a su hermano Fruela II, hasta entonces príncipe de Asturias. Las crónicas lo retratan como un rey injusto e impopular, que ordenó ejecuciones y destierros de inocentes. Mientras tanto Abd al-Rahmán III saqueaba el reino de Navarra.
Ese mismo año Berengario fue asesinado por sus propios hombres. Fue el último emperador descendiente de Carlomagno. Rodolfo II fue elegido rey de Italia, pero el cargo de emperador quedó vacante.
También murió el rey Eduardo de Inglaterra. El mayor de sus hijos se llamaba Athelstan, y había pasado su infancia en Mercia, educado por su tía Ethelflede. Inmediatamente fue elegido rey de Mercia y luego inició las maniobras necesarias para ser reconocido como rey de toda Inglaterra.
Los normandos también aprovecharon los disturbios en Francia para dedicarse a la rapiña, el rey Raúl se enfrentó a ellos, pero tuvo que firmar una paz poco honrosa que, de todos modos, no puso fin a las incursiones.
Los húngaros atacaron Provenza, el territorio asignado a Luis el Ciego que en la práctica gobernaba Hugo de Arles. Durante dos años se dedicaron al saqueo. El conde de Tolosa Raimundo III Poncio detuvo su avance. Esto le permitió añadir a sus dominios varios condados y convertirse en uno de los nobles más influyentes de la región.
En Constantinopla, el emperador Romano I no defraudó las expectativas de los que lo llevaron al poder. Derrotó definitivamente al pirata León de Trípoli. Aunque las incursiones piratas no terminaron por completo, al menos se volvieron menos graves. Pero su mayor logro fue concertar una reunión con el rey búlgaro Simeón. Ya estaba viejo y cansado. Aunque había obtenido grandes victorias frente a los bizantinos, su mayor ambición era tomar Constantinopla, y estaba claro que nunca lo conseguiría. Romano I lo convenció para firmar la paz. Sin embargo, en 925 Simeón decidió que si no podía ser emperador de Constantinopla sería emperador de Bulgaria, así que adoptó el título de César, que en búlgaro se deformó a zar. Oficialmente, Romano I protestó por esta usurpación del título, pero es probable que la idea de convertir a Simeón en zar de Bulgaria fuera suya y fuera, de hecho, el principal argumento con el que convenció a Simeón para firmar la paz. El papa Juan X reconoció inmediatamente el título, probablemente para molestar a Constantinopla.
El duque Venceslao de Bohemia logró deshacerse de la tutela de su madre pagana, se rodeó de sacerdotes y fundó numerosas iglesias.
Finalmente, Athelstan fue aclamado rey de Inglaterra. Siguiendo la política centralizadora iniciada por su abuelo y su padre, procedió a asumir el gobierno directo de todos los territorios de Inglaterra, acabando con los gobernantes daneses que aún disfrutaban de cierto poder supeditado a la corona. Recientemente una nueva expedición noruega había acrecentado el poder danés en York, pero ahora los noruegos fueron expulsados y marcharon a Irlanda.
En Roma, Marozia se enfadó con el papa Juan X y éste inmediatamente tuvo problemas. Alberico, el marido de Marozia se enfrentó a él, pero Juan X había conseguido cierta popularidad entre los romanos y Alberico fue asesinado. Esto dejó a Marozia en una posición delicada, pero la resolvió casándose inmediatamente con Guido, marqués de Toscana. Había sido uno de los muchos pretendientes al título imperial y fue encarcelado por Berengario. Había permanecido en prisión hasta la muerte de éste.
Enrique el Pajarero aprovechó la guerra civil francesa para atraerse al duque Gilberto de Lorena, que aceptó su autoridad, y así Lorena volvió a ser parte de Alemania. Como parte de la alianza, Enrique prometió a Gilberto la mano de su hija Gerberga. El matrimonio no se celebró inmediatamente porque Gerberga tenía sólo doce años.
Otra joven casadera apetecible era Andregoto Galíndez, que excepcionalmente se había convertido en condesa de Aragón, con lo que su dote no era nada desdeñable. El rey Sancho Garcés I de Navarra se apresuró a concertar el matrimonio entre ella y su hijo García Sánchez, de seis años de edad (Andregoto tendría unos veinticinco años). Así García Sánchez se convertía en el conde de Aragón y su padre, como tutor, era el gobernante efectivo.
No se sabe muy bien cómo, pero murió el odiado rey de León Fruela II. Hay quien dice que murió de lepra, pero eso parece un intento de demostrar que existe la justicia divina. El trono pasó a su hijo Alfonso Froilaz el Jorobado, que, como su apelativo indica, tampoco era muy bien visto. Los hijos de Ordoño II, Sancho y Alfonso, se rebelaron y recibieron el apoyo del rey navarro Sancho Garcés I. Este apoyo fue decisivo, a pesar de que Sancho Garcés I murió ese mismo año. (Su hijo se convirtió en García II Sánchez, y como regente quedó la reina Toda.) A los pocos meses de reinado, ya en 926, Alfonso Froilaz fue derrocado y se retiró a las montañas. Su breve reinado no fue reconocido como tal, pues el hijo de Ordoño II pasó a reinar como Alfonso IV Ordóñez, cuando el ordinal IV debería haber sido para Alfonso Froilaz. Por su parte, Sancho Ordóñez obtuvo el título de rey de Galicia, con lo que el reino de León volvió a quedar dividido en dos.
Por esta época los ataques de los húngaros sobre Provenza habían amainado, lo que permitió a Hugo de Arles (que gobernaba en nombre de Luis el Ciego) enfrentarse a Rodolfo II de Borgoña, que también era a la sazón rey de Italia. Obtuvo una victoria y se quedó con el título de rey de Italia. Para evitar represalias por parte de Rodolfo II acordó cederle todos los derechos sobre Provenza, con lo que el reino de Rodolfo II pasó a llamarse el Reino de las dos Borgoñas (Borgoña y Provenza). Luis el Ciego no tuvo nada que decir sobre todo esto. De este modo, Hugo de Arles pasó de gobernar Provenza en nombre de Luis el Ciego a ser rey de Italia. En realidad el cambio era menos significativo de lo que podría parecer, porque los señores feudales italianos no estaban dispuestos a obedecer mucho al rey.
La península de Corea había disfrutado de más de dos siglos de paz hasta que se volvió a sentir la presión de los nómadas del norte. El reino de Palhae fue destruido por los Khitán.
En 927 murió el zar Simeón I de Bulgaria y fue sucedido por su hijo Pedro I. El emperador bizantino Romano I lo reconoció como nuevo zar y no tuvo dificultades para dominarlo. Durante las décadas siguientes, la poderosa Bulgaria construida por Simeón I fue un magnífico escudo para Constantinopla, pues fueron los búlgaros los que tuvieron que hacer frente a los ataques de los húngaros y los pechenegos. Por esta época una serie de malas cosechas trajo el hambre al Imperio Bizantino. Romano I promulgó leyes para evitar que los grandes terratenientes se aprovecharan de la situación para absorber las granjas de los pequeños propietarios.
También murió Bernon, el primer abad de Cluny, y fue sucedido por Odón. Durante sus primeros años de existencia, la orden benedictina de Cluny logró afirmar su independencia frente a toda autoridad distinta de la del papa, de acuerdo con la voluntad de su fundador, Guillermo de Aquitania. El nuevo abad inició un proceso de reforma por el que la regla de Cluny pasó a diferir en algunos aspectos de la de san Benito. Uno de los cambios más notables fue la reducción del trabajo manual al mínimo imprescindible, de modo que la mayor parte de la jornada se empleaba en el oficio divino y el cultivo del espíritu.
El año anterior había muerto el duque Guillermo II de Aquitania y el ducado había pasado de nuevo a la casa de Poitiers, primero en la persona del conde Alfredo, si bien no tardó en ser recuperado por Ebles, el rey que había sido derrocado por Carlos el Simple.
En 928 murió Luis el Ciego, si bien su muerte no afectó en nada la situación política.
También murió Miró, el conde de Cerdaña y Besalú, hijo de Wifredo el Velloso. Sus condados pasaron a sus hijos Wifredo (Besalú) y Sunifredo (Cerdaña).
Abd al-Rahmán III logró reducir finalmente la ciudad de Bobastro, con lo que el único lugar de Al-Ándalus donde se cuestionaba su autoridad era ahora Toledo, y en ella centró sus esfuerzos militares.
Gerberga, la hija de Enrique el Pajarero, se casó con Gilberto de Lorena. El rey alemán estaba desarrollando una eficiente política militar. Construyó castillos, fortificó ciudades y dirigió con éxito la lucha contra los eslavos. Tras ocupar la ciudad de Praga, el duque Venceslao de Moravia le rindió vasallaje.
Finalmente, Marozia logró que su segundo marido, Guido de Toscana, marchara a Roma con un ejército y depusiera al papa Juan X, que murió en la cárcel poco después. Marozia eligió como nuevo papa a León VI, pero se le murió ese mismo año y en su lugar puso a Esteban VII. Guido de Toscana murió en 929, pero ello no impidió que Marozia siguiera siendo la dueña de Roma a través del papa.
Al este del Elba habitaban varias tribus eslavas de un grupo conocido como los vendos. Carlomagno los había sometido y había convertido su territorio en la marca véndica, pero después de su muerte los vendos recobraron su independencia. Ahora se vieron obligados a pagar tributo a Enrique el Pajarero.
Carlos el Simple murió en prisión, lo que hizo aumentar el número de los partidarios de Raúl para el trono francés. Entre éstos estaba Foulques I el Rojo, vizconde de Angers, descendiente del primer vizconde de Angers, Roberto el Fuerte. Ahora se convirtió en el primer conde de Anjou. Su territorio, alrededor de la ciudad de Angers, estaba situado al sureste de Bretaña y tuvo que rechazar algunas invasiones bretonas, así como a los vikingos.
También murió el rey de Galicia Sancho Ordóñez, con lo que su reino volvió a incorporarse al reino de León bajo su hermano Alfonso IV Ordóñez. El emir Abd al-Rahmán III sufrió algunas derrotas frente a los leoneses, pero su autoridad en Al-Ándalus era mucho mayor que la de todos sus antecesores y dio un paso más para afianzarla: adoptó el título de califa, es decir, se proclamó legítimo sucesor de Mahoma. Tenía su lógica: era descendiente por línea directa del califa omeya Hisam. Los omeyas habían sido expulsados del poder por los abasíes, quienes declararon que sus predecesores no habían sido auténticos califas. Sin embargo, bajo los abasíes el califato se había fragmentado y deteriorado, hasta el punto de que los actuales califas de Bagdad eran meros títeres de sus ministros turcos. El califa actual era Al-Qahir. Los qarmatas estaban causando estragos en Bagdad. Quedaba demostrado que los abasíes no tenían el apoyo de Allah, y que los auténticos califas eran los omeyas. En 930 los qarmatas llegaron a apoderarse de la Piedra Negra de La Meca. Ahora el número de legítimos sucesores de Mahoma ascendía ya a tres: el califa Abasí de Bagdad, el fatimí del norte de África y el omeya de Al-Ándalus.
El Califato de Córdoba fue durante mucho tiempo la nación más próspera de Occidente. Abd al-Rahmán III era nieto de una vasca e hijo de una esclava franca, ambas rubias, de las que heredó sus ojos azules y su pelo rojizo que se teñía de negro para parecer más árabe. Era bajito, rechoncho y de piernas cortas. Montaba a caballo perfectamente, pero tenían que ayudarle a subir. Había recibido una esmerada educación a cargo de eminentes maestros. Además del árabe, hablaba el "romance local", del que surgirían las distintas lenguas españolas. En esta época, la aristocracia andalusí usaba el romance como lengua coloquial, especialmente adecuada para contar chistes y cosas así.
Abd al Rahmán III era un fiel cumplidor de los preceptos islámicos, pero no era un fanático. Nombró a sus ministros entre los más competentes, sin distinción de si eran cristianos, judíos o musulmanes, pero era muy exigente en el cumplimiento de los trabajos encomendados a cada cual. Córdoba se convirtió en una ciudad magnificente, entre cuyos monumentos destacaban la Mezquita, el Alcázar y el palacio de Madinat al-Zahra. Su escuela de medicina era la más avanzada de Europa. En la ciudad había unas seiscientas casas de baños, con sauna y masaje, frecuentadas por los hombres por las mañanas y por las mujeres por las tardes.
Se cuenta que para alimentar a toda la gente que vivía en el Alcázar se necesitaban trece mil libras de carne diarias, además de aves, pescados, cereales, hortalizas, frutas, etc., que llegaban al palacio en hileras de animales de carga que medían varios kilómetros. El harén del califa llegó a albergar seis mil trescientas mujeres. Un poeta historiador desconocido dejó escrito que su señor Abd al-Rahmán III "se quitaba de la boca los alimentos para que pudieran comer en su corte más filósofos". Se calcula que el número de intelectuales protegidos por el califa estuvo entre tres mil y ocho mil. Se cuenta de él la siguiente anécdota:
Unos embajadores francos llegaron a la corte de Córdoba a fin de lograr una alianza con el califa. Son citados al día siguiente para visitar a Abd al-Rahmán en el palacio de Madinat al-Zahra. Al salir el sol los francos son conducidos a la puerta de Córdoba, donde arranca la carretera de cinco kilómetros hasta Madinat al-Zhara. Una alfombra de tapices cubre toda la distancia; a ambos lados, hombro con hombro, quince mil bereberes escogidos, con sus alfanjes extendidos sobre sus cabezas, tienden una bóveda de espadas, bajo la que caminan los atemorizados franceses. Cada cien metros aparecen chambelanes ricamente vestidos, sentados en sillones de oro y plata. Los francos se postran ante ellos, creyendo estar ante el califa, pero los chambelanes les decían: "seguid, yo sólo soy un humilde esclavo de mi señor". Después de dos horas de recorrido, llegaron a un salón con suelo de tierra y sin ninguna decoración, en el cual había un hombre sentado en el suelo, vestido con un traje raído que le estaba pequeño, mirando distraídamente un alfange, una hoguera y un ejemplar del Corán que tenía frente a sí. A los francos les dijeron al oído: "Ése sí que es el califa", y rápidamente se postraron ante él. Abderramán levantó la cabeza y, antes de que ellos dijeran nada, les habló secamente: "Cuando vosotros permitáis en vuestro reino esto (señaló el Corán) como yo permito en el mío vuestros libros santos, yo enterraré mi espada (dijo mientras la enterraba en la arena) y alimentaré todos los días la hoguera de la amistad (echó un leño al fuego)". Les mandó salir sin dejarles hablar. Jamás volvieron.
Si la anécdota es cierta, lo del traje harapiento fue sin duda una broma del califa, pues tenía el Monopolio del Estado para la Fabricación de Trajes Suntuosos (sic), y debía de ser el hombre más ricamente vestido durante siglos.
Islandia se organizó bajo una peculiar forma de gobierno: se estableció una asamblea de hombres libres, llamada Althing, que incluía una asamblea legislativa y un tribunal, pero no había ninguna clase de gobierno ejecutivo, sino que los distintos clanes familiares eran los encargados de hacer cumplir las leyes en sus dominios. Esto provocó una larga serie de luchas entre ellos. Con el tiempo, el cargo de representante en el Althing se hizo hereditario, negociable y a veces honorífico, hasta que quedó en manos de una oligarquía.
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