sábado, 21 de octubre de 2017

Culturas antíguas


La historia de los hititas es la de este pueblo de la Antigüedadasentado en la península de Anatolia. Alrededor del siglo XVIII a. C.fundaron un reino con capital en Hattusa, que, con el tiempo, llegó a convertirse en una de las grandes potencias de Oriente Próximo, junto a BabiloniaMitaniEgipto y Asiria. En el siglo XIII a. C., el momento de su máxima expansión, ocupó prácticamente toda Anatolia y partes importantes de ChipreSiria y Mesopotamia. Los hititas desaparecieron bruscamente de la historia durante la embestida de los pueblos del mar, aproximadamente en 1200 a. C.
Tradicionalmente, la historia hitita se ha divido en tres partes. El Reino Antiguo, donde edificaron un poderoso reino. El Reino Medio, una etapa bastante oscura y con cierta decadencia. Y el Reino Nuevo, donde alcanzan la categoría de imperio y su máxima expansión. En la actualidad se dispone de suficiente información para desechar la existencia del Reino Medio, prefiriéndose hablar de una etapa oscura o de decadencia, anterior al Reino Nuevo.

Anatolia central al comienzo del II milenio a. C.[editar]

La situación en Anatolia para la época de la que disponemos documentación, gracias a los restos arqueológicos de comerciantes asirios, es bastante complicada. Por un lado, parece existir una cultura nativa, de lengua no indoeuropea, representada por los hatianos. Esta se caracteriza por una civilización urbana refinada, de la que se conservan numerosos vestigios en HacilarÇatal Hüyük y Alisar.
Sin embargo, junto a esta cultura aparece otra, que sí usa lenguas indoeuropeas, particularmente en la ciudad de Nesa. No se sabe si estos elementos indoeuropeos se corresponden con la migración de algún pueblo distinto al hattiano. Se ha especulado que puede ser el hitita. La teoría más común sobre su origen es tribus de habla indoeuropea emigraron de Europa a Anatolia. Su llegada en la prehistoria fue la de una cultura más poderosa que se impuso sobre la nativa, o bien mediante conquistas1​ o bien mediante una asimilación paulatina.2
Es posible que los elementos indoeuropeos estén relacionados con la cultura de los kurganes (del ruso kourga, que describe las tumbas de la élite de esta cultura), del V milenio a. C., que con toda probabilidad hablaba una lengua próxima al indoeuropeo original, y se extendía por las llanuras entre el Dnieper y el Volga.
Algunos historiadores, como Collin Renfrew, creen sin embargo que los indoeuropeos llegaron a Anatolia por el este. Otros especialistas sostienen incluso que no hubo una influencia cultural indoeuropea más allá del idioma nesita, y que existe una evidente continuidad entre los primitivos asentamientos de Çatal Hüyük y la civilización posterior.
Independientemente del origen de este complejo escenario, parece claro que a partir del II milenio a. C., el nesita se convierte en la lengua de las cortes de Anatolia central. Las diversas culturas, indoeuropeas o no, se acaban fusionando en una serie de principados políticos.

Influencia asiria y formación del reino hitita[editar]

Durante los primeros siglos del II milenio a. C., los asirios, destacados comerciantes, inundaron Anatolia de pequeñas colonias mercantiles, centralizadas en la ciudad de Nesa, que ellos llamaban Kanesh.3​ Importaron materiales como el bronce, escasos en Asia Menor. La situación política era fragmentada, con numerosos principados, pero suficientemente estable como para asegurar un marco legal útil para los asirios.
Poco se sabe sobre estos reinos. Parece ser que Nesa perdió la preeminencia momentáneamente a manos de otra ciudad, Mama, e incluso fue destruida, pero, recolonizada, tardó poco en recuperar la hegemonía, solo para perderla de nuevo a manos de Pidhana de Kussara y su hijo Anitta.
Anitta edificó un pequeño imperio, conquistando numerosos reinos (entre ellos, la ciudad de Hattusa que destruyó totalmente y sobre la que lanzó un anatema). Su imperio fue el precursor de los hititas, ya que aún después de su muerte, cuando la ciudad de Hattusa fue reconstruida (bajo Hattusili I), los monarcas hititas afirman descender de la casa de Kussara.
Aparte de Anitta, existen referencias a dos posibles antecesores de los hititas, Tudhaliya y Pu-Sarruma, pero nada se sabe sobre ellos.

El Reino Antiguo[editar]

Localización de los principales sitios de la Anatolia hitita.
El Reino Antiguo duró del 1680 al 1430 a. C. Se corresponde con las fases iniciales del reino de Hattusa, que pasó de ser un pequeño principado a potencia con intereses en Asia Menor y Siria. En el último siglo de este periodo cedió sin embargo poder y protagonismo a Mitani.

Los inicios del reino de Hattusa[editar]

La mayor parte de lo que se sabe de los reyes de los hititas se debe a uno de ellos, Telepinu, que escribió 150 años después del inicio de este periodo un edicto encaminado a justificar la necesidad de sus reformas. Este constaba de una introducción histórica al origen del poder hitita, en la que se menciona a tres monarcas: LabarnaHattusili I y Mursili I.
Se desprende de este documento que el verdadero fundador del imperio hitita fue Labarna. Este agrupó a las diferentes ciudades-estado y los pequeños reinos bajo una autoridad central y ensanchó las fronteras del recién creado reino hacia el oeste y hacia los mares Negro y Mediterráneo. También es posible que consolidara la institución de la monarquía al dictar disposiciones que garantizaran la sucesión. El nombre de Labarna se usó con posterioridad como sinónimo de "rey", lo que ha llevado a algunos historiadores a dudar de su existencia.
Su hijo Hattusili I pudo apoyarse en la base política que Labarna le legó, para lanzar numerosas campañas militares, principalmente contra el reino de Alepo y contra los hurritas. Por otra parte, estableció en Hattusa la capital de los hititas, que se iba a mantener en esa ciudad hasta el final del imperio (excepto durante un breve periodo del Reino Nuevo). Hattusili, en un testamento que se ha conservado, repudió a su hijo, y nombra sucesor a Mursili I, su nieto, a quien también nombra hijo adoptivo.
Mursili I estrechó los lazos que unían a las ciudades-estado e incorporó estos al reino hitita, de tal modo que puede ser considerado como el principal artífice de lo que sería el imperio arcaico o reino antiguo. Expandió aún más las fronteras. A modo de venganza, conquistó Alepo (en cuya empresa había fracasado Hattusili), y derrotó a los hurritas.
Estas victorias convirtieron al reino hitita en una de las potencias de Oriente Próximo, hasta el punto de que, una vez conquistada Alepo (1595 a. C.), Mursili encabezó una expedición contra la ciudad de Babilonia, que tomó y saqueó. Esa empresa fue más sorprendente que efectiva, pues la distancia impedía cualquier intento de control efectivo. Tras su marcha, el control de Babilonia pasó a manos de los casitas, posibles aliados de los hititas, lo que provocó la caída de los amorreos.
En 1590 a. C., poco después de su regreso, muere asesinado a manos de su cuñado, Hantili I, primero de una serie de reyes de los que poco se sabe: Hantili I, Zidanta IAmmuna y Huzziya I. Durante esta época el país de Hatti, debido al poder y prestigio consolidados por Mursili, se mantuvo sin grandes modificaciones ni peligros, excepto en Siria, donde el creciente poderío de Mitani amenazaba las posiciones hititas. Además, durante esta época hacen su primera aparición documentada los kaskas, un conjunto de tribus bárbaras situadas al norte de Hattusa que se convirtieron durante toda la historia hitita en una permanente amenaza para la capital, que los hititas nunca fueron capaces de destruir totalmente.

Telepinu[editar]

Estos contratiempos obtuvieron respuesta con la llegada al poder de Telepinu (1525-1500 a. C.), que destaca, entre otras cosas, por la documentación del sistema hereditario, con el que se proponía acabar con la anarquía de sus inmediatos antecesores. Según el Edicto de Telepinu, la sucesión quedaba asegurada por el ascenso automático al trono del heredero varón escogido por el rey; la garantía del cumplimiento la tenía el panku, o Consejo de Nobles. Junto a este edicto, Telepinu hizo la primera gran codificación de las leyes hititas, que destacaban por la benignidad de los castigos y las numerosas innovaciones jurídicas.

La sociedad hitita del Reino Antiguo[editar]

Uno de los elementos más importantes de la monarquía hitita era el ya mencionado pankus, al cual Telepinu aseguró el derecho a la jurisdicción incluso ante el propio rey, ya que podía condenar a muerte a cualquier rey si se demostraba que este planeaba el asesinato de algún familiar. A diferencia del resto de dinastías de la zona, los reyes hititas no se atribuían una estirpe divina, de modo que el pankus también tenía una función legitimadora de la monarquía.
Gran parte de la población hitita de la época estaba compuesta por personas libres que trabajaban alrededor de aldeas administradas por un consejo de ancianos que tenía fundamentalmente una función de carácter jurídico. Estas instituciones, a cambio de gozar de cierta autonomía, estaban obligadas a contribuir con mano de obra al rey.
La estructura económica giraba en torno a los templos y palacios, que actuaban como centros coordinadores de la actividad comercial y artesanal. Los artesanos trabajaban a cambio de ser alimentados, motivo por el cual el palacio debía disponer de excedente agrícola, necesario para el funcionamiento de la economía hitita, hasta el punto de que a veces se recurría a colonos militares para garantizarlo.

El periodo oscuro (Reino Medio)[editar]

Durante los años que siguen al reinado de Telepinu, se produce una disminución del poderío hitita. El gobierno estuvo en manos de reyes que no pudieron evitar el ascenso y consolidación del poder de Mitanni, que llegó a constituir una seria amenaza para el imperio hitita, arrebatándole diversos territorios en Siria.
Junto a esta relativa decadencia, se constata una escasez de documentación que impide conocer casi nada acerca de los reyes de la época (AlluwamnaTahurwailiHantili IIZidanta IIHuzziya II y Muwatalli I), aunque parece posible constatar que hubo una continua lucha por el trono y numerosos desórdenes dinásticos.

El Reino Nuevo[editar]

El Reino Nuevo es el periodo que va de 1430 a 1200 a. C., en el cual el imperio hitita alcanzó su máxima extensión y poderío, que mantuvo hasta la irrupción de los pueblos del mar, momento en el cual desapareció de la historia.

Nuevas armas: la equitación y el carro de combate[editar]

Carro hitita, según un relieve egipcio de la época de la XIX dinastía.
Durante esta época, empezó a desarrollarse en Irán y Asia Central la equitación. Unida al carro ligero de combate (o carro de guerra), esta revolucionó el campo de batalla al proporcionar una nueva movilidad a todos los ejércitos. El carro de combate se convirtió en el arma principal de los hititas durante el Imperio nuevo, como ocurrió en el resto de reinos de Oriente Próximo.
Los carros hititas, de dos ruedas de seis radios, estaban tirados por dos caballos, y eran manejados por lo que hoy conocemos como auriga. Sus ocupantes disparaban flechas antes de la carga, durante la cual usaban lanzas. En las ruinas de Hattusa se han encontrado unas tablillas que contienen el manual de hipología más antiguo de entre todos los conservados. El texto está firmado por "kikkuli", del país de Mitani, por lo que se considera que algún rey hitita habría tomado el servicio de un hurrita para que le enseñara la técnica de la equitación.

Las conquistas de Suppiluliuma I[editar]

Tras el asesinato de Muwatalli I, su sucesor Tudhaliya I/II asienta las bases del nuevo imperio. Tras sofocar una serie de rebeliones y frenar la amenaza kaska, comenzó a recuperar terreno frente a Mitani, alcanzando AlepoArnuwanda I intentó proseguir la guerra con Mitani, pero tuvo que enfrentarse a una invasión kaska que sólo pudo ser derrotada en tiempos de Tudhaliya III, quien, a su vez, logró someter gran parte de Anatolia Occidental (a veces llamada Arzawa) al dominio hitita.
Esta expansión permitió, durante el reinado Suppiluliuma I, una campaña militar decisiva contra Mitani, en la que se saqueó su capital. Después de algunos años de guerra, los hititas fueron capaces de apoderarse de gran parte de Mitani y convertir el resto en un estado vasallo. La debilidad de EgiptoBabilonia y una Asiria que comenzaba su renacimiento facilitó a Suppiluliuma convertirse en la mayor potencia de la época, llegando a intentar una alianza matrimonial con Egipto, que fracasó al ser asesinado su hijo.

La rivalidad con Egipto: la batalla de Qadesh[editar]

Esferas de influencia de hititas (rojo) y egipcios (verde) poco antes de la batalla de Qadesh(1274 a. C.).
A la muerte de Suppiluliuma en el 1322 a. C. le sucedió Arnuwanda II, pero este murió a causa de una epidemia un año más tarde, ocupando el trono su hermano mayor, Mursili II. Tan pronto como accedió al trono, se vio obligado a mantener por las armas el legado de su padre. En una campaña de dos años destruyó el poderío de los estados de Arzawa, entre ellos Ahhiyawa, que algunos historiadores identifican con los Aqueos y Micenas, y luego se volvió contra los kaskas, a los que causó daños importantes, alejándolos de Hattusa por un tiempo.
Tras la muerte de Mursili heredó el trono su hijo Muwatalli II, que vio cómo las tensiones acumuladas con Egipto por sus antecesores implicarían con casi toda seguridad una guerra. Como preparación ante las hostilidades, Muwatalli II trasladó la capital a Tarhuntassa y dejó a su hermano Hattusili IIIa cargo del norte del reino. Con la subida al trono egipcio del ambicioso faraón Ramsés II, la guerra se hizo inevitable y se produjo la batalla de Qadesh, de resultado incierto pero que frenó los intentos de expansión egipcia.

El resurgir de Asiria[editar]

Urhi-Tesub, hijo y sucesor de Muwatalli II, que llevó la capital de nuevo a Hattusa se encontró con que Asiriahabía aprovechado la lucha entre Egipto y el imperio hitita para ocupar lo que quedaba de Mitani. Para frenar esa amenaza, los hititas intentaron reinstaurar a su vasallo en el trono de Mitani, pero fracasaron. A partir de este momento, Asiria se convertiría en una amenaza constante para el reino hitita.
Hattusili III, hábil militar que destacó por sus grandes éxitos contra los kaskas, logró el trono de su sobrino Urhi-Tesub, probablemente debido al desprestigio de este, pero su usurpación creó una serie de problemas dinásticos que debilitaron todavía más al reino hitita, especialmente cuando Urhi-Tesub buscó refugio en la corte de Ramsés II, faraón con el que posteriormente Hattusili firmaría un tratado de paz. Estas debilidades, junto a la fortaleza de Asiria, dieron lugar a una expansión de esta última, que culminó, en tiempos de Tudhaliya IV, hijo de Hattusili, en la derrota de Nihriya. Los asirios se apoderaron de ricas regiones mineras cerca del imperio hitita, y de Babilonia.
Relieve del último rey hitita, Suppiluliuma II, en Hattusa.

Desaparición del imperio hitita[editar]

Tudhaliya IV fue capaz de recuperarse de la derrota frente a los asirios al reforzar el reino en Asia Menor y en Chipre, alcanzando probablemente la máxima expansión hitita. El trono pasó a sus hijos, primero Arnuwanda III y luego Suppiluliuma II, que tuvieron un comienzo de reinado no muy distinto al resto de los reyes hititas, con revueltas en ArzawaSiria, Chipre, etc.
Estas revueltas fueron sofocadas, y nada hacía presagiar un reinado muy distinto a Suppiluliuma II. Sin embargo, la aparición por sorpresa de los pueblos del mar(aproximadamente en 1200 a. C.), causó grandes desórdenes en todo el mar Mediterráneo oriental. Estos desórdenes, a los que se unieron las tradicionales invasiones kaskas, no pudieron ser combatidos eficazmente, y como consecuencia de ello, el reino hitita desapareció de la Historia.
Algunas ramas colaterales de la familia real siguieron conservando reinos de cultura hitita, destacando el de Karkemish en Siria, que no fue conquistado por los asirios hasta el siglo VIII a. C.


Reino Antiguo Hitita

El Reino Antiguo duró de 1.680 al 1.430 AC. Se corresponde con las fases iniciales del reino de Hattusa, que pasó de ser un pequeño principado a potencia con intereses en Asia Menor y Siria. En este periodo cedió sin embargo poder y protagonismo a Mitani.
La mayor parte de lo que se sabe de los reyes de los hititas se debe a uno de ellos, Telepinu, que escribió 150 años después del inicio de este periodo un edicto encaminado a justificar la necesidad de sus reformas. Este constaba de una introducción histórica al origen del poder hitita, en la que se menciona a tres monarcas: Labarna, Hattusili I y Mursili I.
Reclutamiento hitita. Se hacia entre los prisioneros de guerra y la población civil, las autoridades decidían qué personas eran reclutadas y se hacía en todo el imperio. Autor Adam Hook para Osprey
Reclutamiento hitita. Se hacia entre los prisioneros de guerra y la población civil, las autoridades decidían qué personas eran reclutadas y se hacía en todo el imperio. Autor Adam Hook para Osprey
Se desprende de este documento que el verdadero fundador del imperio hitita fue Labarna. Este agrupó a las diferentes ciudades-estado y los pequeños reinos bajo una autoridad central y ensanchó las fronteras del recién creado reino hacia el oeste y hacia los mares Negro y Mediterráneo. También es posible que consolidara la institución de la monarquía al dictar disposiciones que garantizaran la sucesión. El nombre de Labarna se usó con posterioridad como sinónimo de “rey”, lo que ha llevado a algunos historiadores a dudar de su existencia.
Su hijo Hattusili I pudo apoyarse en la base política que Labarna le legó, para lanzar numerosas campañas militares, principalmente contra el reino de Alepo y contra los hurritas. Por otra parte, estableció en Hattusa la capital de los hititas, que se iba a mantener en esa ciudad hasta el final del imperio (excepto durante un breve periodo del Reino Nuevo). Hattusili, en un testamento que se ha conservado, repudió a su hijo, y nombró sucesor a Mursili I, su nieto, a quien también nombró hijo adoptivo.
Infantería hitita avanzando en columna de a cuatro, con los prisioneros en el centro. Autor Adam Hook para Osprey
Infantería hitita avanzando en columna de a cuatro, con los prisioneros en el centro. Autor Adam Hook para Osprey
En 1.650 una obra épica narra que durante el reinado de Hattusil I, durante el asedio de Urshu al sur de Anatolia, una fuerza de 30 carros del rey se enfrenta a 80 de sus oponentes hurritas.
Mursili I estrechó los lazos que unían a las ciudades-estado e incorporó estos al reino hitita, de tal modo que puede ser considerado como el principal artífice de lo que sería el Imperio Arcaico o Reino Antiguo. Expandió aún más las fronteras. A modo de venganza, conquistó Alepo (en cuya empresa había fracasado Hattusili), y derrotó a los hurritas.
Estas victorias convirtieron al reino hitita en una de las potencias de Oriente Próximo, hasta el punto de que, una vez conquistada Alepo (1.595 AC), Mursili encabezó una expedición contra la ciudad de Babilonia, que tomó y saqueó. Esa empresa fue más sorprendente que efectiva, pues la distancia impedía cualquier intento de control efectivo. Tras su marcha, el control de Babilonia pasó a manos de los kasitas, posibles aliados de los hititas, lo que provocó la caída de los amorreos.
Arqueros hititas
Arqueros hititas
En 1.590 AC, poco después de su regreso, muere asesinado a manos de su cuñado, Hantili I, primero de una serie de reyes de los que poco se sabe: Hantili I, Zidanta I, Ammuna y Huzziya I. Durante esta época el país de Hatti, debido al poder y prestigio consolidados por Mursili, se mantuvo sin grandes modificaciones ni peligros, excepto en Siria, donde el creciente poderío de Mitani amenazaba las posiciones hititas. Además, durante esta época hacen su primera aparición documentada los kaskas, un conjunto de tribus bárbaras situadas al norte de Hattusa que se convirtieron durante toda la historia hitita en una permanente amenaza para la capital, que los hititas nunca fueron capaces de destruir totalmente.
Estos contratiempos obtuvieron respuesta con la llegada al poder de Telepinu (1525 – 1500 AC), que destaca, entre otras cosas, por la documentación del sistema hereditario, con el que se proponía acabar con la anarquía de sus inmediatos antecesores. Según el edicto de Telepinu, la sucesión quedaba asegurada por el ascenso automático al trono del heredero varón escogido por el rey; la garantía del cumplimiento la tenía el panku, o consejo de nobles,  que controlaba las acciones del rey, pero en la práctica, al ser esta asamblea quien ratificaba al rey, las conspiraciones y traiciones se sucedieron, problemas que quedaron resueltos cuando Telpinu determinó una ley sucesoria. El poder del rey le permitía exigir a cualquier ciudadano libre, medio día de trabajo personal no remunerado, además de otro tipo de prestaciones como entregas periódicas de ovejas y demás productos. La reina recibía el título de Tawananna y participaba del poder de sus maridos, lo que traía como consecuencia numerosos conflictos. Los hijos ilegítimos también tenían derecho a entrar en línea sucesoria, aunque, en la mayoría de los casos, cada rey entregaba distintos territorios para su gobierno a cada descendiente. Junto a este edicto, Telepinu hizo la primera gran codificación de las leyes hititas, que destacaban por la benignidad de los castigos y las numerosas innovaciones jurídicas.
Uno de los elementos más importantes de la monarquía hitita era el ya mencionado panku, al cual Telepinu aseguró el derecho a la jurisdicción incluso ante el propio rey, ya que podía condenar a muerte a cualquier rey si se demostraba que este planeaba el asesinato de algún familiar. A diferencia del resto de dinastías de la zona, los reyes hititas no se atribuían una estirpe divina, de modo que el pankus también tenía una función legitimadora de la monarquía.
Guerreros hititas. Se puede apreciar los distintos armamentos y escudos usados por los hititas
Guerreros hititas. Se puede apreciar los distintos armamentos y escudos usados por los hititas
Por debajo de la institución real y de la nobleza existían dos poderosos grupos sociales, el religioso y el funcionarial, que controlaban muchas esferas de la política y administración territorial. Las clases más estables eran los artesanos y los comerciantes, así como los labriegos en el campo, mientras que en peor situación vivían los pastores, en su mayoría nómadas. El resto de la población, sobre todo la que habitaba en aldeas, era administrada por una especie de consejo de ancianos que se encargaba sobre todo de solucionar los pleitos y rencillas que pudieran surgir en el desarrollo de la vida cotidiana. Estas instituciones, a cambio de gozar de cierta autonomía, estaban obligadas a contribuir con mano de obra al rey.
El ejército se convirtió en seguida en una necesidad. Junto a los problemas con los pueblos fronterizos, se sumaban las propias alteraciones de carácter interno, por lo que desde tiempos remotos la fuerza militar era permanente. En lo referente a su organización, contaba con unidades de infantería y de carros de guerra, cuya efectividad requería un entrenamiento muy severo, pues el avance antes de un ataque se debía de realizar en el más absoluto de los silencios para evitar que su presencia fuera descubierta. Las fuerzas militares tenían triple procedencia. A los contingentes que aportaba el propio rey hitita se sumaban las fuerzas de cada uno de los reyes vasallos, a las que se añadían, por último, las tropas de mercenarios. Antes de cualquier campaña se acordaba el pago que recibiría cada uno de ellos, que generalmente se hacía en especie y cuyo monto dependía del botín que se capturara.

Reino Medio o periodo Obscuro

Durante los años siguientes al reinado de Telepinu, se produjo una disminución del poder hitita. El gobierno estuvo en manos de reyes que no pudieron evitar el ascenso y consolidación del poder de Mitanni, que llegó a constituir una seria amenaza para el imperio hitita, arrebatándole diversos territorios en Siria.
Junto a esta relativa decadencia, se se une una escasez de documentación que impide conocer casi nada acerca de los reyes de la época (Alluwamna, Tahurwaili, Hantili II, Zidanta II, Huzziya II y Muwatalli I), aunque parece posible constatar que hubo una continua lucha por el trono y numerosos desórdenes dinásticos.
Guerreros hititas custodiando prisioneros posiblemente una fortaleza fronteriza. Autor Adam Hook para Osprey
Guerreros hititas custodiando prisioneros posiblemente una fortaleza fronteriza. Autor Adam Hook para Osprey

Reino Nuevo

El Reino Nuevo es el periodo que va de 1.430 a 1.200 AC., en el cual el imperio Hitita alcanzó su máxima extensión y poderío, que mantuvo hasta la irrupción de los pueblos del mar, momento en el cual desapareció de la historia.
El gobierno de los reyes hititas era de carácter “primero entre iguales”. Los nobles hititas gobernaban los nuevos territorios, y el rey no podía actuar contra ellos con su justicia, sino que existía un consejo especial para tratar esos asuntos entre aristócratas. Este modelo se vuelve a encontrar en la Edad Media europea. Los nobles poseían tierras, que eran feudos propios. Junto a ellos, estaban los gobernantes de las ciudades vasallas, que no tenían poder en estos feudos, sino que gobernaban en nombre del rey únicamente en estas ciudades. Por otro lado, los nobles sí tenían la obligación de aportar carros al ejército imperial, mientras que los gobernantes vasallos pagaban tributo al imperio, y aportaban el grueso de las tropas del ejército (infantería, no carros). Las ciudades también tenían la obligación de mantener los caminos aptos para el movimiento del ejército y sus carros. Los hititas conocieron el hierro, pero para uso ornamental, sus armas al igual que las de sus vecinos eran de bronce.
Instrucción de los conductores de carros de guerra hititas. Tenían que esquivar obstáculos y a veces volcaban como en este caso, quedando heridos sus tripulantes. Autor Adam Hook para Osprey
Instrucción de los conductores de carros de guerra hititas. Tenían que esquivar obstáculos y a veces volcaban como en este caso, quedando heridos sus tripulantes. Autor Adam Hook para Osprey
El carro es la primera unidad en importancia, la segunda es la infantería (llevaban escudos, lanzas, hachas de combate, espadas cortas,…). La tercera es la arquería y la cuarta los mercenarios (había dos grupos, el de los hapiru, posiblemente los hebreos y los esclavos, que si luchaban bien podían ser liberados.
Crearon nuevos carros de guerra, más ligeros y rápidos, el tiyawa, que era, para la época, el arma indestructible por excelencia. Tenían ruedas de seis radios El eje era móvil, se podía girar más fácilmente. Había carros de un caballo o de dos (bigas). Por cada carro, hay tres ocupantes (conductor, lancero y escudero) este tercer ocupante era no era más que una estratagema para poner un ocupante en cada carro aliado.
Instrucción de carros de guerra hititas. Los jJefes de carros de guerra instruyéndose en el manejo de la jabalina mientras el ayudante lo hace con el escudo Autor Adam Hook para Osprey
Instrucción de carros de guerra hititas. Los jJefes de carros de guerra instruyéndose en el manejo de la jabalina mientras el ayudante lo hace con el escudo. Autor Adam Hook para Osprey
Portaban una armadura de escamas de metal, el saryahni. Vestían una cota de malla y un faldellín corto debajo.
Cada carrista sufragaba el costo y entretenimiento de los carros y el auriga, sus unidades estuvieron integradas por la aristocracia, no obstante admitieron especialistas extranjeros, principalmente mitanios. El número de carros de guerra variaba según la batalla. Los mejores eran del centro de Anatolia, de Hattusa.
Donde realmente produjeron cambios extraordinarios fue en el uso de las unidades de  carros, se especializaron en rápidas marchas nocturnas, para irrumpir súbitamente sobre el enemigo, los carros se empleaban en masa para romper las formaciones mediante la carga, persiguiéndoles a continuación y alquilándolos con ayuda de la infantería.
Tripulantes de carros de guerra hititas, maltratando a carristas prisioneros cananeos. Autor Ángel García Pinto
Tripulantes de carros de guerra hititas, maltratando a carristas prisioneros cananeos. Autor Ángel García Pinto

Maxima expansión

Tras el asesinato de Muwatalli I, su sucesor Tudhaliya I/II asienta las bases del nuevo imperio. Tras sofocar una serie de rebeliones y frenar la amenaza kaska, comenzó a recuperar terreno frente a Mitani, alcanzando Alepo. Arnuwanda I intentó proseguir la guerra con Mitani, pero tuvo que enfrentarse a una invasión kaska que sólo pudo ser derrotada en tiempos de Tudhaliya III, quien, a su vez, logró someter gran parte de Anatolia Occidental (a veces llamada Arzawa) al dominio hitita.
Hattusa capital del imperio Hitita. Reconstrucción de la ciudad, al fondo se ve la ciudadela donde estaba el palacio real
Hattusa capital del imperio Hitita. Reconstrucción de la ciudad, al fondo se ve la ciudadela donde estaba el palacio real
Esta expansión permitió, durante el reinado Suppiluliuma I, una campaña militar decisiva contra Mitani, en la que se saqueó su capital. Después de algunos años de guerra, los hititas fueron capaces de apoderarse de gran parte de Mitani y convertir el resto en un estado vasallo. La debilidad de Egipto, Babilonia y una Asiria que comenzaba su renacimiento facilitó a Suppiluliuma convertirse en la mayor potencia de la época, llegando a intentar una alianza matrimonial con Egipto, que fracasó al ser asesinado su hijo. La máxima expansión hitita se alcanza en 1.335 AC con la anexión del reino de Mitani al que convirtieron en aliado, entrando en contacto con Egipto la otra potencia de su tiempo.
Suppiluliuma I creó dos virrenaitos (Alepo y Karkemish), y repartió gran parte de las tierras de este reino entre sus aliados. El resto de lo que antaño había sido el imperio de Mitanni conservó su independencia como estado vasallo del imperio Hitita.
Palacio Imperial de Hattusa en su máximo esplendor
Palacio Imperial de Hattusa en su máximo esplendor
La máxima expansión hitita se alcanza en 1.335 AC con la anexión del reino de Mitani al que convirtieron en aliado, entrando en contacto con Egipto la otra potencia de su tiempo.
El método de entrenamiento deportivo para caballos explicado en este artículo fue escrito el 1.345 AC y se ha recuperado gracias al hallazgo arqueológico en la antigua Hattusa (actual Turquía) de 4 tabletas de arcilla con escritos cuneiformes pertenecientes al imperio hitita En este texto queda detallado tres partes:
  • El examen de selección. Éste es un examen previo, de 4 días de duración, que servía para seleccionar los caballos que se destinaban al entrenamiento y los que no, ya que entrenar caballos suponía un gran peso tanto económico como temporal para el imperio y de su resultado dependía en gran medida la suerte en la batalla.
  • El método de entrenamiento. Éste duraba 7 meses (214 días) y se basaba en empezar trabajando el caballo sin carga de peso, para fortalecer el aparato musculo-esquelético y cardio-vascular, antes de someterle al estrés que supone llevar un jinete encima. Gran parte del entrenamiento se basaba en la realización de series con la finalidad de reducir la fatiga y evitar lesiones que inhabilitaran al animal.
  • La nutrición diaria de los caballos que están siendo entrenados. Hay que tener en cuenta que en esa época la nutrición de los caballos era muy sencilla y se basaba en el forraje. A parte del forraje se disponía de diferentes cereales, siendo los más abundantes la avena y la cebada con sus respectivas cáscaras o salvado, los cuales, y al contrario que hoy en día, en ningún lugar consta que se remojaran, trituraran, molieran o cocieran para “aumentar su digestibilidad”.
Mapa de la expansión del imperio Hitita
Mapa de la expansión del imperio Hitita

La rivalidad con Egipto: la batalla de Kadesh

A la muerte de Suppiluliuma en el 1.322 AC, le sucedió Arnuwanda II, pero este murió a causa de una epidemia un año más tarde, ocupando el trono su hermano mayor, Mursili II. Tan pronto como accedió al trono, se vio obligado a mantener por las armas el legado de su padre. En una campaña de dos años destruyó el poderío de los estados de Arzawa, entre ellos Ahhiyawa, que algunos historiadores identifican con los Aqueos y Micenas, y luego se dirigió contra los kaskas, a los que causó daños importantes, alejándolos de Hattusa por un tiempo.
Embajada hitita delante del faraón de Egipto
Embajada hitita delante del faraón de Egipto
Tras la muerte de Mursili heredó el trono su hijo Muwatalli II, que vio cómo las tensiones acumuladas con Egipto por sus antecesores implicarían con casi toda seguridad una guerra. Como preparación ante las hostilidades, Muwatalli II trasladó la capital a Tarhuntassa y dejó a su hermano Hattusili III a cargo del norte del reino. Con la subida al trono egipcio del ambicioso faraón Ramsés II, la guerra se hizo inevitable y se produjo la batalla de Qadesh, de resultado incierto pero que frenó los intentos de expansión egipcia.

El resurgir de Asiria

Urhi-Tesub, hijo y sucesor de Muwatalli II, que llevó la capital de nuevo a Hattusa se encontró con que Asiria había aprovechado la lucha entre Egipto y el imperio Hitita para ocupar lo que quedaba de Mitani. Para frenar esa amenaza, los hititas intentaron reinstaurar a su vasallo en el trono de Mitani, pero fracasaron, a partir de este momento, Asiria se convertiría en una amenaza constante para el reino Hitita.
Hattusili III, hábil militar que destacó por sus grandes éxitos contra los kaskas, logró el trono de su sobrino Urhi-Tesub, probablemente debido al desprestigio de este, pero su usurpación creó una serie de problemas dinásticos que debilitaron todavía más al reino hitita, especialmente cuando Urhi-Tesub buscó refugio en la corte de Ramsés II, faraón con el que posteriormente Hattusili firmaría un tratado de paz. Estas debilidades, junto a la fortaleza de Asiria, dieron lugar a una expansión de esta última, que bajo el mando del rey Tukulti-Ninurta I atacaron la zona limítrofe hitita.
Ataque nocturno hitita a una ciudad. Autor Adam Hook para Osprey
Ataque nocturno hitita a una ciudad. Autor Adam Hook para Osprey
Tudhaliya IV, hijo de Hattusili consideró este ataque como intolerable y el choque entre ambas potencias tuvo lugar en las cercanías de Nihriya, en la batalla de Nihriya, los asirios obtuvieron una victoria decisiva, que permitió a Asiria anexionarse los reinos de la zona, y colocó a los hititas en una situación bastante difícil. Aunque las hostilidades continuaron entre los dos imperios (las fuentes asirias afirman que, con posterioridad a la batalla, capturaron 28.000 prisioneros hititas en diversos ataques), no hubo mayores consecuencias para los hititas a largo plazo, ya que Asiria fijó su atención en la conquista de Babilonia, proyectó en el que invirtió demasiados recursos como para intentar una expansión en su frontera occidental.
Saqueo hitita de una ciudad. Los propios prisioneros arrastran el botín. Autor Adam Hook para Osprey
Saqueo hitita de una ciudad. Los propios prisioneros arrastran el botín. Autor Adam Hook para Osprey

Desaparición del imperio Hitita

Tudhaliya IV fue capaz de recuperarse de la derrota frente a los asirios al reforzar el reino en Asia Menor y en Chipre, alcanzando probablemente la máxima expansión hitita. El trono pasó a sus hijos, primero Arnuwanda III y luego Suppiluliuma II, que tuvieron un comienzo de reinado no muy distinto al resto de los reyes hititas, con revueltas en Arzawa, Siria, Chipre, etc.
Estas revueltas fueron sofocadas, y nada hacía presagiar un reinado muy distinto a Suppiluliuma II. Sin embargo, la aparición por sorpresa de los Pueblos del Mar (aproximadamente en 1.200 AC), causó grandes desórdenes en todo el Mar Mediterráneo Oriental. Estos desórdenes, a los que se unieron las tradicionales invasiones kaskas, no pudieron ser combatidos eficazmente, y como consecuencia de ello, el reino hitita desapareció de la historia.
Carros de guerra neohititas siglo IX AC. Son del estilo tardío hitita con influencia asiria, llevan ruedas más pequeñas. Bajorelieve de Carchemish.
Carros de guerra neohititas siglo IX AC. Son del estilo tardío hitita con influencia asiria, llevan ruedas más pequeñas. Bajorelieve de Carchemish.
Algunas ramas colaterales de la familia real siguieron conservando reinos de cultura hitita, destacando el de Karkemish en Siria, que no fue conquistado por los asirios hasta el siglo VIII AC.
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