Mateo
5 Cuando vio las muchedumbres, subió a la montaña; y después que se sentó, vinieron a él sus discípulos; 2 y él, abriendo la boca, se puso a enseñarles, diciendo:
10 ”Felices son los que han sido perseguidos+ por causa de la justicia, puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos.
11 ”Felices son ustedes cuando los vituperen+ y los persigan+ y mentirosamente digan toda suerte de cosa inicua contra ustedes por mi causa. 12 Regocíjense y salten de gozo,+ puesto que grande es su galardón+en los cielos; porque de esa manera persiguieron a los profetas+ antes de ustedes.
13 ”Ustedes son la sal+ de la tierra; pero si la sal pierde su fuerza, ¿cómo se le restaurará su salinidad? Ya no sirve para nada, sino para echarla fuera+para que los hombres la huellen.
14 ”Ustedes son la luz del mundo.+ No se puede esconder una ciudad cuando está situada sobre una montaña. 15 No se enciende una lámpara y se pone debajo de la cesta de medir,+ sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. 16 Así mismo resplandezca la luz+ de ustedes delante de los hombres, para que ellos vean sus obras excelentes+ y den gloria+ al Padre de ustedes que está en los cielos.
17 ”No piensen que vine a destruir la Ley+ o los Profetas. No vine a destruir, sino a cumplir;+ 18 porque en verdad les digo que antes pasarían el cielo y la tierra+ que pasar de modo alguno una letra diminuta o una pizca de una letra de la Ley sin que sucedan todas las cosas.+ 19 Por eso, cualquiera que quiebre+ uno de estos mandamientos más pequeños y enseñe así a la humanidad, será llamado ‘más pequeño’ con relación al reino de los cielos.+ En cuanto a cualquiera que los haga y los enseñe,+ este será llamado ‘grande’+ con relación al reino de los cielos. 20 Porque les digo a ustedes que si su justicia no abunda más que la de los escribas y fariseos,+ de ningún modo entrarán+ en el reino de los cielos.
21 ”Oyeron que se dijo a los de la antigüedad: ‘No debes asesinar;+ pero quienquiera que cometa un asesinato+ será responsable al tribunal de justicia’.+ 22 Sin embargo, yo les digo que todo el que continúe airado+ con su hermano será responsable+ al tribunal de justicia; pero quienquiera que se dirija a su hermano con una palabra execrable de desdén* será responsable al Tribunal Supremo;* mientras que quienquiera que diga: ‘¡Despreciable necio!’, estará expuesto al Gehena* de fuego.+
23 ”Por eso, si estás llevando tu dádiva al altar+ y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,+ 24 deja tu dádiva allí enfrente del altar, y vete; primero haz las paces con tu hermano,+ y luego, cuando hayas vuelto, ofrece tu dádiva.+
25 ”Ocúpate en arreglar prestamente los asuntos con el que se queja contra ti en juicio, mientras estás con él en camino hacia allá, no sea que el querellante+ te entregue al juez, y el juez al servidor del tribunal, y seas echado en prisión. 26 Te digo en verdad: De seguro no saldrás de allí hasta que hayas pagado la última moneda de ínfimo valor.*+
27 ”Oyeron ustedes que se dijo: ‘No debes cometer adulterio’.+ 28 Pero yo les digo que todo el que sigue mirando a una mujer+ a fin de tener una pasión por ella ya ha cometido adulterio+ con ella en su corazón.+ 29 Ahora bien, si ese ojo derecho tuyo te está haciendo tropezar, arráncalo y échalo de ti.+ Porque más provechoso te es que uno de tus miembros se pierda y no que todo tu cuerpo sea arrojado+ en el Gehena. 30 También, si tu mano derecha te está haciendo tropezar, córtala y échala de ti.+ Porque más provechoso te es que uno de tus miembros se pierda y no que todo tu cuerpo vaya a parar al Gehena.
31 ”Además se dijo: ‘Cualquiera que se divorcie+ de su esposa, déle un certificado de divorcio’.+ 32 Sin embargo, yo les digo que todo el que se divorcie de su esposa, a no ser por motivo de fornicación,*+ la expone al adulterio,+ y cualquiera que se case con una divorciada* comete adulterio.*+
33 ”También oyeron ustedes que se dijo a los de la antigüedad: ‘No debes jurar+ y no cumplir, sino que tienes que pagar tus votos a Jehová’.*+ 34 Sin embargo, yo les digo: No juren+ de ninguna manera, ni por el cielo, porque es el trono de Dios;+ 35 ni por la tierra, porque es el escabel+ de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad+ del gran Rey. 36 Ni por tu cabeza debes jurar, porque no puedes volver blanco o negro un solo cabello. 37 Simplemente signifique su palabra Sí, Sí, su No, No;+ porque lo que excede de esto proviene del inicuo.*+
38 ”Oyeron ustedes que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’.+39 Sin embargo, yo les digo: No resistan al que es inicuo;* antes bien, al que te dé una bofetada en la mejilla derecha,+ vuélvele también la otra. 40 Y si alguna persona quiere ir al tribunal contigo y hacerse dueño de tu prenda de vestir interior, deja que se lleve también tu prenda de vestir exterior;+ 41 y si alguien bajo autoridad te obliga a una milla* de servicio, ve con él dos millas.+ 42 Da al que te pida, y no le vuelvas la espalda al que quiera pedirte prestado [sin interés].+
43 ”Oyeron ustedes que se dijo: ‘Tienes que amar a tu prójimo+ y odiar a tu enemigo’.+ 44 Sin embargo, yo les digo: Continúen amando a sus enemigos+ y orando por los que los persiguen;+ 45 para que demuestren ser hijos de su Padre que está en los cielos,+ ya que él hace salir su sol sobre inicuos y buenos y hace llover sobre justos e injustos.+ 46 Porque si aman a los que los aman, ¿qué galardón tienen?+ ¿No hacen también la misma cosa los recaudadores de impuestos? 47 Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué cosa extraordinaria hacen? ¿No hace la misma cosa también la gente de las naciones? 48 Ustedes, en efecto, tienen que ser perfectos, como su Padre celestial es perfecto.*+
https://wol.jw.org/
San Mateo
Capítulo 5
Jesús predica el Sermón del Monte — Sus enseñanzas reemplazan la ley de Moisés y trascienden algunos aspectos de esta — Se manda a todos ser perfectos como Su Padre que está en los cielos.
1 Y al ver las multitudes, subió al monte y se sentó. Y vinieron a él sus discípulos.
2 Y abriendo su boca, les enseñaba, diciendo:
3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
5 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra como heredad.
6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.
13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal perdiere su sabor, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.
14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
15 Ni se enciende una vela y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.
18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.
19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos. Pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos.
20 Porque os digo que si vuestra justicia no excede a la de los escribas y a la de los fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
21 Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio.
22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje con su hermano será culpable de juicio; y cualquiera que diga a su hermano: Raca, será culpable ante el concilio; y cualquiera que diga: Insensato, quedará expuesto al fuego del infierno.
23 Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,
24 deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, reconcíliateprimero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.
25 Reconcíliate pronto con tu adversario, entretanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez te entregue al alguacil, y seas echado en la cárcel.
26 De cierto te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuadrante.
27 Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio.
28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.
29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; porque mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala y échala de ti; porque mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
31 También fue dicho: Cualquiera que repudie a su esposa, déle carta de divorcio.
32 Pero yo os digo que el que repudia a su esposa, a no ser por causa de adulterio, hace que ella cometa adulterio; y el que se casa con la repudiada comete adulterio.
33 Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No jurarás falsamente, sino que cumplirás al Señor tus juramentos.
34 Pero yo os digo: No juréis de ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios;
35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey.
36 Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro ni un solo cabello.
37 Mas sea vuestro hablar: Sí, sí, o No, no, porque lo que es más de esto, del mal procede.
38 Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente.
39 Pero yo os digo: No resistáis al malo; antes bien, a cualquiera que te golpee en la mejilla derecha, vuélveletambién la otra;
40 y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa;
41 y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.
42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.
43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo.
44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;
45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos.
46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?
47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?
48 Sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro Padreque está en los cielos es perfecto.
https://www.lds.org
San Mateo
Capítulo 6
Jesús continúa con el Sermón del Monte — Enseña a los discípulos la manera de orar — Se les manda buscar primeramente el reino de Dios y Su justicia.
1 Mirad que no deis vuestra limosna delante de los hombres para ser vistos por ellos; de otra manera, no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.
2 Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
3 Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha,
4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.
5 Y cuando ores, no seas como los hipócritas, porque a ellos les gusta el orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada tu puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.
7 Y al orar, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.
8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos, porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad antes que vosotros le pidáis.
9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
11 Danos hoy el pan nuestro de cada día.
12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén.
14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre Celestial.
15 Pero si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
16 Y cuando ayunéis, no pongáis un semblante como los hipócritas, porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienensu recompensa.
17 Mas tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro,
18 para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.
19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;
20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.
21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
22 La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es sincero, todo tu cuerpo estará lleno de luz;
23 mas si tu ojo es malo, todo tu cuerpo será tenebroso. Así que, si la luz que hay en ti es tinieblas, ¿cuán grandes no serán esas tinieblas?
24 Ninguno puede servir a dos señores, porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se apegará al uno y menospreciará al otro; no podéis servir a Dios y a las riquezas.
25 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido?
26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan ni juntan en alfolíes; y vuestro Padre Celestial las alimenta. ¿No sois vosotros mucho mejores que ellas?
27 Mas, ¿quién de vosotros podrá, afanándose, añadir a su estatura un codo?
28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan;
29 mas os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos.
30 Y si la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?
31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos o con qué nos cubriremos?
32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas, pero vuestro Padre Celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.
33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propio afán. Basta al día su propio mal.
Jesús continúa con el Sermón del Monte — Enseña a los discípulos la manera de orar — Se les manda buscar primeramente el reino de Dios y Su justicia.
1 Mirad que no deis vuestra limosna delante de los hombres para ser vistos por ellos; de otra manera, no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.
2 Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
3 Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha,
4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.
5 Y cuando ores, no seas como los hipócritas, porque a ellos les gusta el orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada tu puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.
7 Y al orar, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.
8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos, porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad antes que vosotros le pidáis.
9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
11 Danos hoy el pan nuestro de cada día.
12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén.
14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre Celestial.
15 Pero si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
16 Y cuando ayunéis, no pongáis un semblante como los hipócritas, porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienensu recompensa.
17 Mas tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro,
18 para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.
19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;
20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.
21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
22 La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es sincero, todo tu cuerpo estará lleno de luz;
23 mas si tu ojo es malo, todo tu cuerpo será tenebroso. Así que, si la luz que hay en ti es tinieblas, ¿cuán grandes no serán esas tinieblas?
24 Ninguno puede servir a dos señores, porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se apegará al uno y menospreciará al otro; no podéis servir a Dios y a las riquezas.
25 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido?
26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan ni juntan en alfolíes; y vuestro Padre Celestial las alimenta. ¿No sois vosotros mucho mejores que ellas?
27 Mas, ¿quién de vosotros podrá, afanándose, añadir a su estatura un codo?
28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan;
29 mas os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos.
30 Y si la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?
31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos o con qué nos cubriremos?
32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas, pero vuestro Padre Celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.
33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propio afán. Basta al día su propio mal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario