Venus recreándose en la música es un cuadro del italiano Tiziano. Representa a Venus acostada acariciando un perro y disfrutando de la música de un órgano tañida por un caballero. A través de una ventana se contempla el paisaje del jardín de una villa clásica o renacentista.
Descripción[editar]
Tiziano creó cinco obras dedicadas a alegorías de Venus y la música, todas ellas variaciones sobre el mismo asunto; a veces el caballero tañe un laúd en lugar del órgano, otras en lugar de un perrito aparece Cupido. Pueden verse estas versiones en el propio museo del Prado (Venus recreándose con el Amor y la Música), en la Isla de los Museos de Berlín, el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York y el museo Fitzwilliam de Cambridge. Esta es, seguramente, la iniciadora de este motivo tan repetido por el pintor.
Se trata de una escena cargada de erotismo que podría suponer, además, una alegoría de los sentidos siguiendo teorías neoplatónicas, ya que la música y la contemplación proporcionan el conocimiento de la belleza y la armonía universal.
El cuadro fue propiedad del jurisconsulto Francesco Assonica. Los personajes se acercan a retratos, quizá de Francesco y alguna amada. En el resto de la serie las figuras estarán más idealizadas.
Fue comprado por Carlos I de Inglaterra, y llegó a España tras ser adquirido por Luis de Haro en la almoneda del rey inglés para Felipe IV, documentándose en el Real Alcázar de Madrid en 1626.
Venus y Adonis es un cuadro pintado por Tiziano en 1554 y que se encuentra expuesto en el Museo del Prado de Madrid.
Descripción[editar]
La pintura ilustra uno de los episodios recogidos por Ovidio en sus famosas Metamorfosis. La obra ofrece una imagen de Venus parcialmente de espaldas, concebida por Tiziano para ser contemplada y contrapuesta a la Dánae (rigurosamente frontal), que él mismo había pintado poco antes (Londres, duques de Wellington), y con la intención de que ambas obras se mostrasen en la misma estancia en armónica contraposición. Ambas obras fueron concebidas para ser entregadas al rey Felipe II de España, junto con otras pinturas igualmente mitológicas, llamadas en su época Poesías, que actualmente se hallan dispersas en Gran Bretaña y Estados Unidos.
Esta obra fue famosa, desde su primera exhibición, por el erotismo que expresa. Su principal singularidad radica en la actitud y postura de Venus: en lugar de una beldad pasiva que simplemente se deja seducir, aquí ella toma la iniciativa al intentar retener a Adonis. Además, la vemos de espaldas, con sus nalgas totalmente visibles. Esta parte de la anatomía femenina tenía en aquella época una gran connotación erótica.
Como de muchas de las obras de Tiziano, además de la versión «principal» (la del Prado) existen varias réplicas, realizadas con más o menos intervención del taller, lo que acredita el éxito que la composición obtuvo. Ya hacia 1520 Tiziano había pintado una versión bastante diferente, ahora perdida pero que se conoce por una pequeña copia en acuarela. La única totalmente autógrafa que subsiste es la del Prado, y le siguen cinco versiones de calidad inferior, conservadas en: Museo J. Paul Getty de Los Ángeles (adquirida en 1991 por unos 13,50 millones de dólares), National Gallery of Art de Washington, Metropolitan Museum de Nueva York y Dulwich Picture Gallery de Londres. Otra versión de buena calidad, pero con deterioros, se cita en una colección privada de Lausana.
La versión de Venus y Adonis del Prado, opacada por barnices oxidados y con zonas repintadas, fue sometida a limpieza y restauración en 2014, tras las cuales se presentó al público junto con su cuadro compañero Dánae recibiendo la lluvia de oro, igualmente restaurado, y que prestaron los duques de Wellington. Hay que puntualizar que la Dánae perteneciente al Prado, tradicionalmente creída compañera de Venus y Adonis, es realmente una versión muy posterior (h. 1565) ajena a Felipe II, y llegó a Madrid comprada por Velázquez.
Hacia 1580, Veronés pintó un cuadro con los mismos protagonistas, Venus y Adonis, también conservado en el Prado, en el que el momento elegido para la escena es anterior a aquel de Tiziano, ya que los amantes son plasmados en el momento en que Adonis duerme plácidamente en los brazos de Venus. Tiziano eligió el momento en que Adonis partía a la caza del jabalí que a la postre le mataría. Venus, conocedora del destino fatal, trata de impedir la marcha de su amado. Al morir Adonis, Venus crea una flor de su sangre, la anémona, muy bella, pero de breve vida, al igual que Adonis.
Venus y Adonis, es una obra del pintor italiano Paolo Veronese. Es un óleo sobre lienzo, pintado hacia 1580.
Hasta una restauración efectuada hacia 1988, el cuadro medía 2,12 metros de alto y 1,91 m de ancho. En dicha intervención, se le retiraron unos añadidos fechables en el siglo XVIII, que aumentaban la presencia del cielo y falseaban sus proporciones originales. Su formato actual es horizontal o apaisado, no vertical como se ve en muchas imágenes antiguas.
Este cuadro fue adquirido por Velázquez para el rey Felipe IV de España durante su segunda estancia en Italia (1649-51). Se exhibe actualmente en el Museo del Prado de Madrid. Se cree que hacía pareja con otro cuadro, Céfalo y Procris, ahora conservado en el Museo de Bellas Artes de Estrasburgo.
Veronés trata aquí un tema mitológico. Se representa a Venus, que tiene sobre su regazo a Adonis durmiendo. Ella le acaricia y le da aire. La postura de Adonis es un escorzo. Viste ropajes rojos, que contrastan con la piel blanca de Venus; otra diferencia entre ellos es la luz: Venus aparece iluminada, mientras que Adonis permanece más bien a la sombra. Adonis era un joven aficionado a cazar y la diosa intuye que él morirá en una de sus incursiones, por lo que intenta retenerle. La diosa mira a Cupido, que está acariciando a un galgo. También se ha interpretado que ese perro, a diferencia del que está en el suelo durmiendo, está deseoso de salir a cazar, y Cupido lo retiene a la fuerza, para impedir que despierte al joven. Si Adonis despierta, creen que irá de caza. Estas tres figuras se enmarcan en un paisaje vivo, de sombríos tonos verdes y azules en el cielo.
El punto de vista adoptado por el pintor es más bien bajo, obligando al espectador a mirar de abajo arriba. Esto sugiere que pudo estar pensado para colocarlo en la parte alta de la pared.
La escena posterior, cuando Adonis sale a cazar y Venus intenta retenerlo, la representó Tiziano en otro famoso cuadro también en el Museo del Prado.
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